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Sainz se reivindica a lo grande con una heroica victoria en Australia y muy valiosa para su futuro
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Aplastante victoria en el GP de Australia

Sainz se reivindica a lo grande con una heroica victoria en Australia y muy valiosa para su futuro

El viernes no estaba seguro de su condición física. El domingo, Carlos Sainz lograba una épica y aplastante victoria con su Ferrari en el circuito de Albert Park, en momentos cruciales para su futuro en la Fórmula 1

Foto: Carlos Sainz, celebrando la victoria con su equipo. (EFE/Joel Carrett)
Carlos Sainz, celebrando la victoria con su equipo. (EFE/Joel Carrett)

El ángel de la guarda que acompaña el destino de Carlos Sainz se ha empeñado en pisar el acelerador con su protegido en los últimos meses. De qué otra forma podría interpretarse ese carrusel de acontecimientos y emociones que el madrileño está viviendo en 2024. Aunque su victoria en el Gran Premio de Australia ha añadido un capítulo único al guion de su carrera deportiva y, por qué no, digno de un futuro Drive to Survive en Netflix. Como la vida misma.

Desde aquel gesto triste que le acompañaba durante más de un mes tras conocer la llegada de Hamilton, pasando por ese paseíllo a cámara lenta por el paddock de Yeda, horas después de su operación de apendicitis, hasta el podio de Albert Park con los miembros de Ferrari cantando debajo a voz en grito su propio himno gracias a su sensacional triunfo. Con tal victoria, Carlos Sainz ha rodeado además su figura con esa épica emocional que tan atractiva resulta para el público.

Sin embargo, en lo deportivo también se vio reforzado por una victoria aplastante con la misma plantilla que el Max Verstappen de los últimos tiempos. El español destrozó además a su compañero de equipo dos semanas después de pasar por el quirófano. Que el neerlandés abandonara la carrera no desmerecía el resultado del español. Al contrario, frustró un previsible duelo a palo limpio entre ambos visto el apabullante ritmo de Sainz y su Ferrari en Albert Park.

"Va muy justo, si llega…", te contaban en privado unos días atrás. El propio Sainz lo reconocía al terminar el gran premio. "Hace una semana, no tenía fuerzas para coger el avión de lo cansado que estaba en la cama. Solo el viernes por la mañana decidí que iba a rodar". Fred Vasseur reconocía que aquellas primeras vueltas hicieron dudar. El piloto sentía que el cuerpo se le removía por dentro… Dos días después, ya desde del podio, recibía el guiño de su padre mientras sonaba el himno español.

Sainz sentía que podía ganar desde el principio

Sainz comenzó a forjar su victoria en Albert Park desde hace dos semanas. Desde aquel paseíllo de Yeda, cuando quiso estar en el circuito contra la opinión de los doctores. Con voluntad implacable en su proceso de recuperación durante estas dos semanas, creando las bases para soportar físicamente las exigencias de pilotar un gran premio de Fórmula 1.

Porque había que estar a la altura de la máquina tan competitiva que Ferrari tenía este fin de semana. De no ser por el latigazo de aquella curva 9, el sábado, quizás también habría logrado la pole.

placeholder Sainz logró una aplastante victoria en Albert Park, con el mismo molde que Max Verstappen. (EFE/Joel Carrett)
Sainz logró una aplastante victoria en Albert Park, con el mismo molde que Max Verstappen. (EFE/Joel Carrett)

En la parrilla de salida, su gesto y su mirada eran otros. Se había despertado bien y confiado. Sainz dejará Ferrari a final de año, pero este SF24 le sienta bien. Mejor que a Leclerc, por ahora. "Entendí que podía ganar desde la segunda vuelta. Ya ayer vi que tenía el ritmo y que podía gestionar los neumáticos de la mejor manera", recordó al terminar el gran premio. Así fue.

Pronto se comprobó, desde la primera vuelta en la que se agarró a Max Verstappen, habituado a sacar la manita y quedarse fuera del alcance del DRS ya en el segundo giro. "Sentí que podía seguirle el ritmo en la primera vuelta e intentar coger el DRS, luego perdió el coche en la curva 3 y tuve la oportunidad de acercarme e intentar adelantar. Tan pronto como estuvo detrás, comenzó a tener problemas con los frenos". Sainz nunca más miró atrás. Lástima no haber podido vivir ese duelo hasta el final.

Dejar tirado a Leclerc

Sainz tomó el relevo con el mismo estilo que el neerlandés aplica férreamente en los últimos grandes premios. "Vamos a abrir hueco", le pedía su ingeniero para preparar la primera entrada en boxes. Lo hizo a placer, alargando además el primer relevo con el primer compuesto de medios. Megajob, le reafirma su ingeniero. En una carrera con temor a la degradación con ese compuesto, Sainz masajeaba sus neumáticos.

La primera parada llegó en la vuelta 16. Al volver a la pista se encontró por detrás a Leclerc, pegado a un segundo. Aunque el monegasco, con siete vueltas más de neumático, cortesía también del magnífico trabajo del español con el primer juego. ¿Habría pelea entre los dos Ferrari?

Sin nervios, el español daba al neumático la dosis justa de cariño en los dos primeros giros. Una vez listos de temperatura, dejó tirado a Leclerc. En la vuelta 31 ya le había metido siete segundos al monegasco, quien debía sufrir por dentro la impotencia de no tener respuesta en todo el fin de semana frente a quien hace unos días acudía a un hospital madrileño para quitarse las grapas de su operación.

En la vuelta 41, segunda parada. Qué hubiera sido del físico de Sainz de haber vivido ese duelo a dos pistolas con Verstappen. Poco importaba, porque ni su compañero de equipo tuvo respuesta a igualdad de monoplaza. Antes de entrar en meta, mientras levantaba ligeramente el pie, Sainz aún tuvo tiempo de decirle al equipo por la radio que se acercara Leclerc para crear la imagen triunfante de un doblete de Ferrari bajo la bandera a cuadros. Al equipo que le ha dicho adiós al final de la temporada.

"Shhh"

Sainz se bajó del monoplaza despacio, sentado en el halo. Una comisaria le pedía que se fuera hacia el podio, pero el madrileño la ignoraba. Cómo perderse la celebración a cámara lenta con sus eufóricos mecánicos tras una victoria para la histórica épica de la Fórmula 1. Aún había que mover el cuerpo con tiento.

Por dentro del casco, sin embargo, se leía una mirada de largo alcance, la que visualizaba en su cabeza las imágenes vividas en los últimos meses. "La vida a veces es una locura, lo que pasó a principios de año (el fichaje de Hamilton), el podio en Baréin, luego el apéndice, la remontada, la victoria... Es una montaña rusa, pero me encantó, estoy muy feliz", remató.

Un triunfo que no podía llegar en mejor momento. En la vida, las puertas que parecen cerrar el futuro, en realidad están abriendo otras, aunque no se aprecie al principio. Sainz sigue superado uno tras otro los listones que su personal ángel de la guarda, o su destino, le han ido elevando. Como este singular episodio de ganar en la Fórmula 1 y Ferrari con tres agujeros de bala por una apendicitis. Este año, Carlos Sainz sigue protagonizando una historia a la contra.

En la rueda de prensa posterior, le preguntaban a Charles Leclerc por el valor deportivo de Carlos Sainz. "Todo el mundo sabe lo que Carlos vale, y por eso he dicho que no estoy preocupado, muchos jefes de equipo, él no lo dice, están hablando con él…". Sainz sonríe, le toca la pierna y le hace un gesto shhh entre sonrisas. Desde luego que están hablando con él. Ya desde mucho antes del Gran Premio de Australia. Hoy, con más galones que nunca.

El ángel de la guarda que acompaña el destino de Carlos Sainz se ha empeñado en pisar el acelerador con su protegido en los últimos meses. De qué otra forma podría interpretarse ese carrusel de acontecimientos y emociones que el madrileño está viviendo en 2024. Aunque su victoria en el Gran Premio de Australia ha añadido un capítulo único al guion de su carrera deportiva y, por qué no, digno de un futuro Drive to Survive en Netflix. Como la vida misma.

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