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El gran Adrian Newey, la principal clave del éxito de Red Bull, anuncia su salida del equipo en 2025
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SE MARCHA DE RED BULL

El gran Adrian Newey, la principal clave del éxito de Red Bull, anuncia su salida del equipo en 2025

Es un dicho muy manido eso de que no hay nadie imprescindible, pero la historia de la Fórmula 1 demuestra que no es así en el caso del ingeniero británico. No hay otro igual

Foto: Adrian Newey confirma su marcha de Red Bull. (Antonin Vincent/DPPI/AFP7)
Adrian Newey confirma su marcha de Red Bull. (Antonin Vincent/DPPI/AFP7)

Den por descontado que la hegemonía actual de Red Bull en la Fórmula 1 tiene fecha de caducidad. Podrán seguir ganando un tiempo después de la marcha de Adrian Newey, una salida que se ha confirmado este miércoles, pero la pérdida de su gran mago técnico es un golpe del que no se van a recuperar. Podrán ganar incluso algún título a futuro, pero que se olviden del dominio abrumador sostenido de la actualidad. No busquen, porque no hay otro como él.

"Oracle Red Bull Racing anuncia que el director técnico Adrian Newey dejará Red Bull Technology Group en el primer trimestre de 2025. El jefe de ingeniería dejará sus tareas de diseño de Fórmula Uno para centrarse en el desarrollo final y la entrega del primer hipercoche de Red Bull, el tan esperado RB17. Seguirá involucrado y comprometido con este apasionante proyecto hasta su finalización", confirma el equipo a través de un comunicado.

No hay que escandalizarse cuando se dice que un ingeniero puede ser más importante que un piloto. Hablamos de un deporte que se llama carreras de coches, no de pilotos. Es la combinación del liderazgo técnico con el talento especial de un piloto en lo que consiste la gracia de este deporte. Es la trinidad motor-chasis-piloto la que siempre ha marcado el guion. Hay otros campeonatos donde todos los pilotos corren exactamente con la misma maquinaria, pero la gente no les presta atención. Si la Fórmula 1 tiene un seguimiento muy superior a cualquier otra competición automovilística será porque, como dice el refrán, algo tendrá el agua cuando la bendicen.

En la Florencia del Renacimiento, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci rivalizaban por ver quién era el genio entre los genios. Algo similar ha pasado estas últimas tres décadas con la rivalidad a nivel técnico entre Adrian Newey y Rory Byrne. De sus dos privilegiados cerebros siempre surgían los conceptos que creaban escuela, de su lápiz se concebían los monoplazas más dominantes. Pero un día Rory Byrne decidió que vivía mejor con su escuela de buceo en Tailandia que en el paddock de la Fórmula 1. Ahí se acabó la fiesta.

Cuidado. Si al lado de Byrne en Ferrari no hubiera estado Ross Brawn como general del ejército técnico de Ferrari y no hubieran tenido a Michael Schumacher como piloto, el ciclo virtuoso no se hubiera dado. Adrian Newey necesitaba de un piloto de la talla de Mika Hakkinen en McLaren o de Max Verstappen en Red Bull, cuando la combinación chasis-motor-piloto de los rivales es poderosa. Los tres elementos de la ecuación tienen que ser excepcionales. Pero un recordatorio: Ferrari post-Byrne nunca volvió a ganar.

Foto: Newey reconoce que le hubiera gustado trabajar con el español. (Reuters/Evan Buhler)

El factor del genio

El problema llega cuando la combinación chasis-motor es claramente superior al resto y hace aburrida la competición. Cuando no necesitas un piloto excepcional para ganar y te sirve uno que sea simplemente bueno, llega esa Fórmula 1 que no nos gusta. Pero ese es justo el escenario donde Adrian Newey impone su ley. Cuando el motorista, en este caso Honda, está al nivel del mejor, él siempre ha marcado luego la diferencia con sus chasis. Max Verstappen es un fuera de serie, pero hoy no es imprescindible, porque con Checo Pérez se ganaría igualmente el Mundial. ¿A quién pagarías más si fueras jefe de equipo, a Newey o a Verstappen?

Suena quizás un poco categórico eso de que un equipo tan pluscuamperfecto como Red Bull, con cerca de 400 ingenieros brillantes en nómina, vaya a entrar en decadencia porque Newey, por muy genio que sea, se vaya del equipo. Pero es simplemente lo que nos dicta la historia. Entre 1991 y 1997, Williams dominaba con mayor superioridad incluso de lo que lo hace hoy día Red Bull. Sin embargo, Adrian Newey, cansado quizá de estar a la sombra del director técnico, Patrick Head, abandonó Williams y se marchó a McLaren. Resultado: Williams no volvió a ganar nunca más un Mundial.

En Williams minimizaban la marcha de Newey, porque seguía un peso pesado como Patrick Head y se promocionó talento interno como Gavin Fisher y Geoff Willis, que sí, eran buenos ingenieros, pero ya no eran como aquella chica del instituto que cuando abría la puerta nos dejaba a todos sin habla. Vino BMW con un gran motor (quizá el mejor), vinieron buenos pilotos como Juan Pablo Montoya que no era manco, pero… la magia se había ido a McLaren.

Fue llegar Adrian Newey a McLaren y se convirtieron en la apisonadora que fue diez años atrás, cuando Ayrton Senna y Alain Prost partían el bacalao en la Fórmula 1. ¿Y qué pasó cuando Adrian Newey se fue a Red Bull y abandonó McLaren? Pues que Paddy Lowe, Mike Coughlan y compañía estiraron lo que pudieron el chicle de su legado, pero, de nuevo, la magia cambió de bando.

Sí, hubo unos años de dominio brutal de Mercedes, pero pocos dudan que la abrumadora superioridad del motor alemán desde el comienzo de la era híbrida, tuvo mucho que ver en los años de sequía de Red Bull. Por otra parte, contar con Lewis Hamilton significaba que con hacer un chasis que fuera casi tan bueno como los que hacía Adrian Newey, bastaba para arrasar. Solo cuando el motor Honda se puso a la altura de Mercedes y Max Verstappen ganó experiencia pudieron dar batalla.

Foto: Max Verstappen, junto a Adrian Newey. (Reuters/Hamad I Mohammed)

Una ecuación sencilla

Las cuentas salen muy claras: si cuentas con un piloto muy, muy bueno, si tu motor es el mejor o tan bueno como el mejor y si quien diseña tu coche es Adrian Newey, una catástrofe se tiene que dar para que no ganes. Newey tiene que pasar un año en barbecho obligatorio después de su marcha de Red Bull, pero todo se mueve en clave 2026 y el nuevo reglamento. Las cuentas que hace Ferrari es que con Lewis Hamilton, con un buen motor que salga de Maranello y Newey diseñando, ganan sí o sí el título. Exactamente, la misma idea que tienen en Aston Martin con Honda y Fernando Alonso.

Viene Audi con todo su poderío, los jeques de Aramco ponen a disposición de Aston Martin su inagotable chequera, a Ferrari acaba de llegar el patrocinio de HP con 80 millones de euros anuales para gastar. Por eso, pocos dudan que si a Christian Horner en Red Bull le dieran a elegir entre Max Verstappen o Adrian Newey, optaría antes por el ingeniero antes que por el piloto. El problema es que Horner no ha tenido opción de elegir. El genio decide y los demás asumen.

Den por descontado que la hegemonía actual de Red Bull en la Fórmula 1 tiene fecha de caducidad. Podrán seguir ganando un tiempo después de la marcha de Adrian Newey, una salida que se ha confirmado este miércoles, pero la pérdida de su gran mago técnico es un golpe del que no se van a recuperar. Podrán ganar incluso algún título a futuro, pero que se olviden del dominio abrumador sostenido de la actualidad. No busquen, porque no hay otro como él.

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