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La amenaza del imperio Red Bull-Verstappen no son los rivales... sino la autodestrucción
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LUCHAS INTERNAS DE PODER

La amenaza del imperio Red Bull-Verstappen no son los rivales... sino la autodestrucción

A lo largo de la historia, muchos imperios han sucumbido antes por su destrucción interna que por ataques de sus enemigos. El futuro de Helmut Marko es la clave

Foto: Christian Horner, Helmut Marko y Max Verstappen. (DPPI/Xavi Bonilla)
Christian Horner, Helmut Marko y Max Verstappen. (DPPI/Xavi Bonilla)

En varias ocasiones, hemos comentado en El Confidencial que una de las principales razones por las que Ferrari no consigue su ansiado título mundial es en gran medida por su falta de estabilidad. Cuando no se da confianza y continuidad al equipo directivo y técnico, cuando los cambios se suceden uno detrás de otro, por mucho talento que haya detrás de cualquier organización, no se destrona a los mejores de su cetro. El círculo virtuoso formado por Christian Horner, Adrian Newey, Helmut Marko y Max Verstappen es el eje de rotación clave del planeta Red Bull y la razón de su éxito. Si el equilibrio se rompe entre las cuatro figuras clave —dirección empresarial, dirección técnica, patrocinador y piloto—, el imperio del equipo angloaustríaco podría derrumbarse, o cuando menos debilitarse su poderío.

De todos los elementos claves, el que de forma indudable más controversia despierta es la del Dr. Helmut Marko. A fin de cuentas, su figura no encuentra un equivalente en otros equipos de la parrilla y sus declaraciones a la prensa a menudo parecen hacer más daño que ayudar al equipo. ¿Dónde radica, pues, la importancia del poder del octogenario expiloto austríaco, para que su salida del engranaje de Red Bull pueda suponer un problema de primera magnitud? De entrada, Marko no es un empleado de Red Bull Racing, sino que cobra su salario de la matriz con sede en Salzburgo, a la sazón propietaria del equipo de Fórmula 1 con sede en Milton Keynes. Y es que la compañía austríaca de bebidas energéticas es mucho más que un simple patrocinador.

Por hacerlo corto, Helmut Marko fue durante 30 años la voz y ojos en el paddock de Dietrich Mateschitz. El recientemente fallecido magnate austríaco fue el alma detrás de Red Bull Gmbh y el artífice del mayor caso de éxito de marketing deportivo y comercial de los últimos 50 años a nivel mundial. La Fórmula 1, a nivel de patrocinios, no puede explicarse sin la huella que en el deporte han dejado Marlboro y la propia Red Bull. Su descomunal aportación económica y saber hacer en el campo de la mercadotecnia han sido artífices en gran medida de que la máxima especialidad del automovilismo sea el espejo en el que se miran el resto de deportes a nivel mundial. Si Marko ha sido siempre el ‘virrey’ del emperador Mateschitz en el territorio F1, su importancia es más que evidente.

Figura controvertida, pero clave

Pero Dietrich Mateschitz, tristemente, ya no está con nosotros, y por mucho que su hijo Mark y la familia tailandesa Yoovidha, los accionistas mayoritarios, quieran preservar sus deseos y legado al máximo, las cosas nunca pueden ser igual. Es posible que esa sensación de que Helmut Marko va más por libre que nunca, tenga una mezcla de desarraigo después del fallecimiento de su jefe y amigo de décadas. Es posible también que Christian Horner vea que la figura de Marko ya es tan poderosa o cuando menos influyente y aproveche para ganar poder. Y sobre todo, pasa que todos vamos cumpliendo años y las ambiciones y horizontes personales cambian. Y quizá esto último sea el germen de todos los rumores acerca del posible despido de Marko del entramado Red Bull.

El propio Marko se apresuró a desmentir todo lo concerniente a 'golpes de estado' o luchas de poder en el seno del equipo de Fórmula 1. Es obvio que algo debe de pasar porque todo esto no surge porque sí. Cuando de repente y desde ángulos tan distintos como los expilotos Luciano Burti en Rede Globo en Brasil o Ralf Schumacher en Sky Deutschland es porque es obvio que algo hay. Y por si quedaban dudas, Helmut Marko, genio y figura, despachaba la cuestión así: "Tengo contrato hasta finales del año que viene. Cuándo y cómo me detenga, seré yo quien lo decida, no el señor Horner, por ejemplo". Es importante destacar que estas palabras las dijo en un tono de broma, pero como viene a decirse: quien quiera entenderlo que lo entienda.

placeholder Verstappen, en el centro. (EFE/Shawn Thew)
Verstappen, en el centro. (EFE/Shawn Thew)

Después del fallecimiento de Dietrich Mateschitz, el nuevo hombre fuerte de la compañía es Oliver MIntzlaff, que aunque viene del mundo del deporte, ha tenido un contacto con el automovilismo más bien escaso en el pasado. De entrada, nada más tomar las riendas del negocio, ya avisó a Christian Horner de que el equipo debe ser más autosuficiente, económicamente hablando, buscando sus propios patrocinadores. Aunque el Toro rojo siempre luzca en las carrocerías de sus monoplazas, lo que se busca es que empresas como Oracle paguen la mayor parte de la fiesta. Muchos asumieron que, por estilos de gestión y edad, Horner y Mintzlaff estarían más próximos entre ellos que con Helmut Marko, pero con tino advirtió Ralf Schumacher a Horner que podría cometer un error fatal si sus ambiciones pasan por quitarse de en medio a Marko. Mintzlaff seguramente necesite mucho más a Marko de lo que piensan desde la sede de Miton Keynes.

Uno de los puntos clave que han podido generar todo el mar de fondo por el poder en Red Bull sería la venta del equipo filial Alpha Tauri. Al principio parecía clara, por la sangría económica que supone mantener una estructura financiada totalmente por la casa madre y por una diversificación empresarial (la ropa Alpha Tauri) que no ha tenido el éxito esperado. Horner es lógico que pudiera estar tentado de pasar de empleado a propietario de un equipo. A fin de cuentas, la familia Horner lleva en sus genes lo de ser propietarios de equipos de carreras, pues no en vano, antes de entrar en Red Bull, era con su padre propietario del exitoso equipo Arden Motorsport de Formula 3000. Pero tiene que medir también muy bien sus ambiciones.

La difícil vida post-Mateschitz

Si Mateschitz siguiera con vida, hay muchas ideas que a nadie se le pasarían por la cabeza. Por supuesto, no se les pasarían a Horner y a Marko, pero tampoco a Max Verstappen y Adrian Newey. El actual campeón del mundo parece claramente mucho más cercano a Marko que a Horner, y en el caso de Newey, recordemos que el gran genio de la aerodinámica ya ha anunciado su deseo de ir apartándose poco a poco de la primera línea. Los intereses ya no están tan alineados como en el pasado y eso tarde o temprano provoca una fractura.

placeholder El peso pesado de Red Bull. (Reuters/Leonhard Foeger)
El peso pesado de Red Bull. (Reuters/Leonhard Foeger)

Helmut Marko es cierto que de un tiempo a esta parte ha estado poco afortunado en sus declaraciones, por decirlo de una forma suave. Pero no debe minusvalorarse por ello la importancia de su trabajo en el ascenso de Red Bull al olimpo de la Fórmula 1. De entrada, el propio Horner debería ser consciente que en gran medida debe el puesto de jefe del equipo de Fórmula 1 al propio Marko. Desaparecida Marlboro por las normativas antitabaco, obra suya es también el programa de desarrollo de talento más importante que haya existido en las últimas dos décadas. En su labor, por supuesto, ha habido luces y sombras, pero sin su visión y empeño casos de éxito como los de Sebastian Vettel o Max Verstappen no se habían producido.

Muchos quitan mérito a Helmut Marko, diciendo que en realidad Max Verstappen no era de su programa de talento, sino del de Mercedes, pero ¿quién creen que sopló al oído de Dietrich Mateschitz que había que dar a aquel chaval neerlandés de apenas 16 años lo que pidiera, porque era un diamante que no tenía precio? Las cosas nunca son casuales y que Red Bull sea una asombrosa historia de éxito desde hace más de 15 años tiene mucho que ver con el Dr. Marko. Negarlo sería absurdo. Y no descarten que su ausencia, probablemente, suponga el fin del imperio tal y como lo conocemos. Derrotado desde dentro y no por sus rivales. Como los mas grandes imperios de la historia.

En varias ocasiones, hemos comentado en El Confidencial que una de las principales razones por las que Ferrari no consigue su ansiado título mundial es en gran medida por su falta de estabilidad. Cuando no se da confianza y continuidad al equipo directivo y técnico, cuando los cambios se suceden uno detrás de otro, por mucho talento que haya detrás de cualquier organización, no se destrona a los mejores de su cetro. El círculo virtuoso formado por Christian Horner, Adrian Newey, Helmut Marko y Max Verstappen es el eje de rotación clave del planeta Red Bull y la razón de su éxito. Si el equilibrio se rompe entre las cuatro figuras clave —dirección empresarial, dirección técnica, patrocinador y piloto—, el imperio del equipo angloaustríaco podría derrumbarse, o cuando menos debilitarse su poderío.

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