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Peio Ruiz Cabestany: "Perico no es de fiar; no quería a nadie que le hiciera sombra en TVE"
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ENTREVISTA AL EXCICLISTA

Peio Ruiz Cabestany: "Perico no es de fiar; no quería a nadie que le hiciera sombra en TVE"

Reconoce que no hubiera llegado a la bicicleta si en su familia hubieran aplicado la psicología inversa. Fue campeón de la Vuelta al País Vasco y ganó una etapa en el Tour de 1986

Foto: Dos ciclistas compiten en Tour de Francia durante los años 80. (Getty/Steve Eason/Hulton Archive)
Dos ciclistas compiten en Tour de Francia durante los años 80. (Getty/Steve Eason/Hulton Archive)

Sus padres le dijeron que no querían que se dedicara al ciclismo, pero Peio Ruiz Cabestany (San Sebastián, 1962) tenía la influencia de su hermano, Jorge, y ante eso no hubo nada que hacer. Vivió pegado a la bicicleta durante sus diez años como profesional.

Peio fue ganador de la Vuelta al País Vasco en 1985, además de ser el vencedor de una etapa del Tour de Francia de 1986. Aquel día no tenía más fuerzas, no sabe de dónde las sacó pero, en un deporte de exigencia como el ciclismo, alcanzó sus límites de "dolor y de sufrimiento".

Ahora se dedica a escribir y a disfrutar tras haber gestionado unas pistas de hielo en el País Vasco, sin mucha sintonía con los dirigentes políticos. Su idilio con la bicicleta no ha cambiado en absoluto, porque su relación de dependencia sigue siendo la misma. Para él, es imposible aparcarla de su vida.

PREGUNTA. ¿Por qué se sufre tanto como ciclista?

RESPUESTA. Porque te exiges y te exigen más de lo que puedes, llegando a unos límites. Siempre ponían de ejemplo el maratón, pero nunca he creído que sea más duro, porque en el ciclismo tienes que aguantar a raya a mucha gente.

"En julio conseguimos que mucha gente se quedaran pendiente de la televisión, el Tour despertó un interés tremendo"

P. ¿Son, en cierto sentido, un poco masoquistas los ciclistas?

R. Hay de todo, hay pocos ciclistas que estén bien de la cabeza. Si uno piensa en los ciclistas, se para a reflexionar qué traumas hemos tenido para acabar allí. Poníamos en riesgo nuestras vidas constantemente.

P. ¿Temió por su vida en algún momento?

R. Muchas veces. No es un deporte para pensar, porque si piensas un instante en lo que te puede pasar, se acabó.

P. ¿A qué se debe el auge del ciclismo en España a partir de los 80?

R. Porque se juntaron un grupo de ciclistas revolucionario. Además, aparecieron unos medios de comunicación muy potentes. La radio le dio un bombo importantísimo con la Ser y José María García, también los periódicos. Cuando llegó la televisión, la gente vio cómo los ciclistas se esforzaban por ganar. El ciclismo se veía en los bares y en las casas.

placeholder García y De la Morena eran los líderes de esa radio. (Europa Press)
García y De la Morena eran los líderes de esa radio. (Europa Press)

P. Ustedes consiguieron que en España se prescindiera de la siesta.

R. Sí, imagino que le causamos a un trauma a mucha gente (risas). En julio conseguimos que mucha gente se quedara pendiente de la televisión, porque el Tour despertó un interés tremendo.

P. García exhibía su poder con los deportistas. ¿Qué tal con él?

R. La situación con él era bastante incómoda. Cuando me retiré, seguí tres Vueltas a España y vi cómo trabajaba. En ese momento, entendí por qué tenía tanto éxito; trabajaba 20 horas de 24. Era absolutamente increíble.

Foto: Vingegaard y Pogacar, durante el pasado Tour de Francia. (EFE/Christophe Petit Tesson)

P. La radio de aquellos años se dividía en bandos.

R. Sí y parecía que si le dabas una entrevista a uno, estaba enemistado con el otro. Yo, más o menos, lo supe llevar. Recibía palos por atender a la competencia. Por suerte, se arrepintieron con los años.

P. Ángel Arroyo me dijo que "a los españoles los consideraban ciclistas de segunda fila en esos años". ¿Coincide?

R. Suelo coincidir en todo lo que él dice (risas) y en esto también. Cuando estábamos en las carreras, nos gritaban spagnolo, como para que nos quitáramos del medio. Como yo no tenía complejo ninguno, les preguntaba qué pasaba cuando me decían eso. A los españoles nos hacían lo mismo que luego hicimos nosotros con los ciclistas colombianos.

"Todos quieren correr el Tour de Francia porque tienen la intención de hacer algo importante"

P. Usted ganó una etapa en el Tour de 1986. ¿Qué recuerda de aquel día?

R. Recuerdo que fue un día de dolor, de esfuerzo y de mucho sacrificio. Cuando estaba cerca de la meta, había un grupo importante persiguiéndome. Me puse de pie en un momento dado y pensé que hasta ahí había llegado, porque no me quedaban fuerzas. Sin embargo, no sé dónde las encontré y finalmente llegué hasta el final. Sentía que tenía que hacer lo mismo que por salvar mi vida y, en ese caso, era cruzar la línea de meta. Ese día superé mis límites de dolor y de sufrimiento.

P. ¿Qué hace especial al Tour?

R. Que todos corren en el Tour con la intención de hacer algo. Hay otras vueltas a las que no acuden los mejores del mundo, porque se reservan para Francia. Allí hay algunos que van con el objetivo de ganar una etapa, otros de conseguir visibilidad, competir por la victoria… Quizá eso solo pasa en el Mundial.

P. El ciclismo revolucionó por completo España en sus años de competición.

R. Recuerdo que España vivió un proceso de transformación brutal cuando concluyó la dictadura. Cuando tuve de compañero a Laurent Fignon, que era un tío muy culto, me contó que él veraneaba con su familia en el Mediterráneo y que era increíble cómo había cambado el país. Fue todo impresionante.

Foto: El ciclista Juan Pujalte. (@FedCiciclismoRM)

P. ¿Por qué los ciclistas tenían tan mala imagen en esa época?

R. Porque se veía que se intentaban ganar la vida con ello gente que no era capaz de hacerlo en otra ocupación. Mis padres, de hecho, no querían que yo me dedicara a ello, porque en mi casa ya lo había sido mi hermano. No es que tuvieras que dejar de trabajar si llegabas a profesional, pero al menos, en aquella época, te podía dar para comprarte una casa. La retribución económica en el ciclismo mejoró conforme avanzó mi carrera.

P. ¿Les veían como paletos?

R. No, no. En realidad, éramos gente humilde, de campo, distinta, de baja condición. Aunque los de mi época eran inteligentes, los ciclistas de ahora se expresan muy bien y tienen estudios. La situación ha cambiado mucho. Ahora, por ejemplo, hay más intelectualidad en el ciclismo que en el fútbol.

P. ¿Cómo fue su acercamiento al ciclismo?

R. Por mi hermano. Él dejaba la bicicleta en casa y me advertía para que no se me ocurriera cogerla. En realidad, tendrían que haber aplicado la psicología inversa, porque si me hubiera dicho de buen agrado que me subiera, quizá no hubiera tenido la misma curiosidad. Mis padres querían que siguiera estudiando en lugar de hacer esa tontería de subirme a una bicicleta.

placeholder Peio Ruiz Cabestany, durante sus años en activo. (Cedida)
Peio Ruiz Cabestany, durante sus años en activo. (Cedida)

P. ¿Por qué ha sostenido alguna vez que la bicicleta le sirvió para huir?

R. Como he dicho antes, algún trauma hemos debido tener los ciclistas para subirnos a ella. En un momento de mi vida, mis padres se mudaron a Barcelona por motivos laborales. Y yo no me quise ir, por eso me quedé en el País Vasco. Veía la situación de la juventud, que era quedar en un frontón a beber unas cervezas y fumar unos porros. Eso me parecía demasiado aburrido. Tenía muchas razones para huir.

P. ¿La bici fue una válvula de escape para esas malas opciones?

R. Yo no vi el tema heroína, que estaba tan de moda en esos años. En realidad, fue que no encontré nada interesante esa vida del frontón que te comentaba, porque me parecía mucho más atractivo coger la bicicleta, pedalear y descubrir mundo.

P. ¿Qué tal era la vida en los 80 en el País Vasco?

R. Complicada. Con motivo de mi actividad, yo pasaba largos periodos fuera de casa y, cuando regresaba, me encontraba sorpresas. Igual llegabas al barrio y te contaban que habían asesinado a algún conocido. Lo veías como un sueño, porque estabas a lo tuyo. Si eras vasco en esos años, se generalizaba todo mucho. Era incómodo.

"Viví unos años maravillosos con Perico Delgado, pero luego no continuó la relación"

P. ¿Cómo le fue en el Gatorade?

R. Fue una experiencia maravillosa, porque la gente del equipo era encantadora. Me fui porque trajeron a Rominger. En esa etapa, tuve la fortuna de conocer a Fignon, estábamos en la misma habitación y era una persona muy especial. También coincidí con Gianni Bugno, pero él no era tan especial como Fignon. Me permitió salir al extranjero, algo poco frecuente en esa época.

P. ¿Todavía le recuerdan la victoria perdida en Luz Ardiden en 1985?

R. Ahí yo me entregué a mi compañero de equipo (Perico Delgado). Eso lo valoran todos, salvo el propio interesado, que no lo valoró. En la prensa y en el equipo, destacaron que lo esperé y lo acompañé.

P. No fue usted podio en la Vuelta de 1985 por la inesperada victoria de Perico.

R. En la Vuelta, he finalizado entre los cinco primeros en dos ocasiones. Esa Vuelta estaba entre Robert Millar, Francisco Rodríguez y yo. Al final, ganó el que menos posibilidades tenía, Perico. Era compañero mío y me alegré mucho por él. Yo perdí aquella Vuelta en la crono-escalada a Pal.

placeholder Perico Delgado fue compañero de Peio Ruiz. (Europa Press)
Perico Delgado fue compañero de Peio Ruiz. (Europa Press)

P. ¿Hubo rivalidad con Perico aunque estuvieron en el mismo equipo?

R. No, en absoluto. Aquella Vuelta de 1985 la ganó él y me puse muy contento, porque éramos grandes amigos. Mi sentimiento de equipo era grande y yo disfrutaba mucho con los éxitos de mis compañeros. A mí, por ejemplo, me tocó trabajar para otros en algunos momentos de mi carrera, como con Bugno. Siempre pongo el ejemplo del fútbol. Si no marcas el gol, pero das el pase, pues te alegras por tu equipo. Eso me pasaba a mí. Con el tiempo, me di cuenta de que Perico no es una persona de fiar.

P. Dice que eran grandes amigos. ¿Ya no tienen relación?

R. No, no. Cuando competíamos, teníamos una gran relación. Al dejar la bici, pasaron una serie de cosas y dejé de tener amistad con él. Es mejor tener lejos a una persona que puede perjudicarte.

P. Cambiar de amistades.

R. No tanto cambiar de amistades como mantener unas y dejar atrás otras. Viví unos años maravillosos con él, pero luego no continuó la relación. Aunque me pasó con Perico, puede pasarte con cualquier otra persona. Hubo bastantes palos cuando dejé la bici. De hecho, coincidimos en TVE para comentar un Tour y me percaté de que no quería a nadie que le hiciera sombra. No soy el único que le ha pasado esto con Delgado.

"Cuando fui comentarista en Eurosport fue duro, igual descalificaban al que tú habías alabado"

P. ¿Por qué cree que hay esa desconfianza social hacia el ciclismo?

R. Con el dopaje, se han vivido unos años muy duros. No sé cómo estará el ciclismo ahora, pero yo lo veo bastante atractivo. Cuando fui comentarista en Eurosport fue realmente duro, porque igual descalificaban al que tú habías alabado. Es cierto que los pinganillos lo convirtieron en un deporte demasiado previsible. Sin embargo, en los últimos cuatro años ha llegado un ciclismo espectacular.

P. ¿Consideraban los ciclistas a Eufemiano Fuentes como un gurú?

R. Como un gurú no creo. No todo era dopaje en esa época, pero se le buscaba cualquier resquicio al reglamento. Coincidí con Eufemiano cuando fui jefe de prensa del Festina y hablé con él, que veía normal lo que hacía. Imagino que habría más profesionales así.

Foto: El deportista italiano, durante una carrera. (Instagram)

P. ¿Por qué dejó el ciclismo tan joven?

R. Noté que había llegado el momento de hacer otras cosas. El ciclismo, además de duro, es exigente. Recuerdo que cuando cogí la bici por mi cuenta y veía los montes o los lagos, pues me entraban ganas de subirlos o de coger la piragua. Eso no podía hacerlo porque estaba casi siempre ocupado.

P. ¿Es posible desengancharse de la bici?

R. Qué pregunta más difícil (suspira varios segundos). Yo pensaba que este deporte era solo una locura mía o, si me apuras, de un grupo, pero veo que cada vez hay más gente que se une a ella. Ahora, además, no está solo la bici de carretera, por eso veo muy complicado desengancharse.

Sus padres le dijeron que no querían que se dedicara al ciclismo, pero Peio Ruiz Cabestany (San Sebastián, 1962) tenía la influencia de su hermano, Jorge, y ante eso no hubo nada que hacer. Vivió pegado a la bicicleta durante sus diez años como profesional.

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