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Un maillot de La Vie Claire a orillas del Loira (o por qué todo en francés suena mejor)
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Marcos Pereda

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Un maillot de La Vie Claire a orillas del Loira (o por qué todo en francés suena mejor)

Me he venido hasta Francia para hacer un tramo de La Loire à Vélo, que es un recorrido ciclista para disfrutar por el Valle del Loira. Castillos, châteaus, boulageries y bosques

Foto: La Vie Claire, a orillas del Loira, en Francia. (Marcos Pereda)
La Vie Claire, a orillas del Loira, en Francia. (Marcos Pereda)

Al menos tengo el maillot más cool de todos. La bici ya tal. La bici es recia, es fuerte, es grande, es metálica. La bici tiene pinta de bersaglieri, de cargarte con Suso Blanco Villar esprintando. La bici es bonita, porque todas las bicis son bonitas, pero es bonita como son bonitos los carros en pueblos o como son bonitas las iglesias románicas. Y tiene motor.

Me he venido hasta Francia para hacer un tramo de La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés), que es un recorrido ciclista por el Valle del Loira. Castillos, châteaus, boulageries y bosques. Muy cuco, muy llano. Llanísimo. Pero, aun así, tengo una bici con motor, porque alguien habrá puesto Marcos Pereda en Google y la realidad es tozuda. Así que voy a probar este invento en tierra extraña. Pasaré, con motor, el meridiano de Greenwich. Pasaré, con motor, por la casona donde fallece Da Vinci. Pasaré, con motor, por viñedos, riberas y campos de soja. Con motor. Todo llanísimo, ¿se lo había contado? Mi virilidad por los suelos. Mi juventud, que queda cada vez más pretérita...

Pero, en fin, que al menos llevo el maillot más cool de todos. La Vie Claire, nada menos. Mondrian e Hinault, nada menos. Arranco y, sin salir de Angers, me cruzo de frente con un viejecito que va acopladísimo en su máquina. Lleva jersey marrón con franja negra. Molteni. Me saluda con sonrisa irónica. Cagonlaleche, ni eso...

Foto: Abraham Olano nunca llegó al nivel de Indurain. (Getty Images)

Lo de La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés) es una experiencia deportivo-turística de lo más potente. ¿En pocas palabras? Recorrido que se va por encima de los 800 kilómetros, entre Cuffy y Saint Brevin les Pins. De Nevers al Atlántico, para entendernos. O, si lo prefieren, todo el valle del Loira. Que es importante, sí, esto del Valle, porque así entienden mejor la naturaleza del rollo... Llano, llano y más llano. A veces pasas por algún pueblín y encuentras un repecho (100 metros, poco más), te alzas sobre los pedales y te descansa la espalda.

Terminas con menos desnivel que el Strava de Urs Freuler (fuera de las pistas ya es otra cosa, que Freuler tiene historiones), subes menos puertos que Ivan Quaranta el 31 de diciembre. Pero la cosa es muy bonita, muy friendly. Vas todo el tiempo al lado del río, que es un río gordísimo, y hasta tiene islas, y tú te metes por las islas, y las islas son bosques de espesura con huellas de jabalí, y pisas lenguas de asfalto que tienen tres metros, no más, con musgo verdeando grises, y allí no entran los coches, y qué precioso. A veces pillas carriles-bici, o paseos junto a la ribera... siempre sin tráfico (o con muy poco), siempre con indicaciones precisas en cada cruce que haya, con esos cartelones de color blanco, esmeralda y azul. Es imposible perderte... salvo que te quieras perder.

placeholder Un paisaje único para disfrutar. (Marcos Pereda)
Un paisaje único para disfrutar. (Marcos Pereda)

Saliendo de Angers, donde empiezo yo el asunto, entras rápido por sendas y sirgas casi olvidadas. Puente, puente, cruce, bosque. El tramo más chulo transcurre por una isla fluvial, pero una isla fluvial enorme, porque no veas tú el pedazo río que es el Loira. Luego te metes en otro bosque, hay erizos color marrón colgando de castaños, erizos chiquitucos, más pequeños que en Cantabria. Las casas tienen entramados de árbol y cierto aire a Proust (solo que Proust comía magdalenas y no barritas energéticas), y algunas han puesto vallas delante con poleas graciosísimas para que puedas levantar. Y allí, en mitad de la foresta, donde solo escuchas el piar de pájaros, un cartelón. "Café", dice. Increíble, te llegan olores, y ves una chimenea escondida entre alisos, y entras, y qué rico el café, y qué bien va el café cuando andas en bici, cuando tienes las piernas doloridas. Bueno, en realidad a mí me duele solo una, porque me pego golpes gordos cada vez que pongo la pata de cabra. Falta de costumbre (y que soy algo tonto). Por lo demás, guay. Es precioso, esto. Hasta me acostumbro a la máquina.

Por La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés, no sé si lo dije antes) te encuentras mogollón de gente. De todo tipo. Hay mucha familia, porque los perfiles acompañan, así que ves a orgullosos progenitores seguidos, cual mamá pato, de siete u ocho chavales desbordando rubicundez. Vale, igual he exagerado número, pero no el aspecto paliducho, porque esto del Loira es algo apreciado de narices por esos europeos del norte que se ponen como cangrejos a los diez minutos de pisar la playa. Así que diversión en familia, como el Grand Prix. Ah, también tenemos aventureros solitarios, tíos que cargan alforjas donde caben dos o tres yunques (no descarto que alguno lleve dos o tres yunques), melenas bucleando y barbas tipo Forrest Gump lleva dos meses corriendo. Y parejas, hay muchas parejas, porque nada une más a dos personas que pedalear así, al rumor del río, durante días. O ancianas con sus cestitas con baguette y flores asomando. Todo muy bucólico. Gente que entrena en serio también hay, pero no son muchos... Aquí todo se hace a muy poquita velocidad.

Y parejas, porque nada une más a dos personas que pedalear así, al rumor del río. O ancianas con sus cestitas con 'baguette' y flores asomando

Así que adelanto, y adelanto, y adelanto. Mi bici lleva timbre (hubiese preferido bocina, ejem), y le doy buen uso. Es curioso, lo de la vélo eléctrica... resulta extremadamente sencillo rodar a 25 kilómetros por hora (hasta donde te ayuda el motor), pero casi imposible pillar 30 de media (cuando tus piernas arrastran todo el acero... En fin, difícil). Así que rápido, pero no-muy-rápido. Tampoco vine aquí a preparar el Tour, ojo... (La Roubaix sí, la Roubaix puedes prepararla si haces series frente a Blois, un tramito con adoquines duros e inmisericordes que ríete de Arenberg. Bueno, son cien metros, pero contribuye a la épica general, oiga).

Toda esta zona tiene una profunda cultura del vino. Pero del vino bueno, del vino con sus bodegas y su mirar a contraluz y su poner cara como de entender. A mí me gusta el vino blanco servido en frasca bien fría, aunque sea algo cabezón (en el bar de Manolín lo ponían riquísimo), pero eso es porque soy un poco simple, un bárbaro sin matizar. Y aquí no, aquí es todo pura civilización.

placeholder Un lugar con un encanto único en el mundo. (Marcos Pereda)
Un lugar con un encanto único en el mundo. (Marcos Pereda)

Paso delante de muchas cavas, así que paro y visito una, porque el saber me llama. Es a las afueras de Saumur, recién pasado el meridiano de Greenwich. El meridiano tiene un cartelón anunciando asunto y una línea pintada en el suelo, como si fuese esprint especial de esos que ganaba Miguel Ángel Iglesias. Y mira que pongo puntito de atención (un abrazo, Miguel Ángel), pero no atisbo cambios entre Oriente y Occidente. Algo habrá, pero yo es que soy muy bruto.

En la bodega..., pues, miren, es que soy muy bruto, repito, y tengo humor rarete. Nos explican todo muy bien, y hace fresco, y hay mapas, y barriles con más antigüedad que la Lieja-Bastoña-Lieja. Pero me pueden los impulsos, oigan, y pido un calimocho en la degustación. Por las razones que sea no hace demasiada gracia, aunque el tipo aguanta estoicamente hieratez y sonrisa. Vale, si no hay calimocho, me pones una tabla de seis chupitos y una canción de Platero. Tampoco hay carcajadas. En fin...

Ah, que sea zona de vinos hace que sea zona de vides, y que sea zona de vides hace que pedalees (que pedalees muy fácil, que pedalees sin sumar pendientes, que pedalees sin esfuerzo) por entre rayitas tiradas a escuadra, árboles que me llegan por la cintura, racimos de perlas negrísimas brillando al sol. O al agua, porque menudas tormentas caen a veces, tú, por La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés). Y, claro..., duda. Tentación.

El meridiano tiene un cartel anunciando asunto y la línea pintada en el suelo, como si fuese esprint especial de los que ganaba Miguel Ángel Iglesias

Miren, yo soy de Cantabria (alguna vez lo he contado), y aquí no tenemos de estas cosas, y allí, entre Amboise y Tours, había mogollón, pero mogollón de mogollones, y solo quiero probar, solo quiero comer dos uvas, dos nada más. Como dijo Valverde, no es robo, si asoman por cunetas, si es inapreciable. Así que paso despacito, estoy a punto de detenerme, me lo vuelvo a pensar... Oye, Marcos, que no es imagen, que no es serio, ¿y si te reconocen? Pero quién me va a reconocer en Francia, bribón, quién me va a reconocer en Francia, que no saben mi cara ni por Torrelavega. Vale, bien, paro. No, no... no caigas en tentación..., llevas el maillot de La Vie Claire... Te puede ver alguien, sería una publicidad malísima. Acelero, voy a 30, luego bajo a 15... Espera, pero si La Vie Claire era de Bernard Tapie, qué narices de publicidad mala, si no puede ser peor, si ya está todo el pescao vendido. Así que sí, cojo dos uvas... No, no cojo dos uvas... Sí, cojo dos uvas..., no. Meh, termina el viñedo, entro en un pueblo, pasó mi oportunidad, nunca sabré qué tan deliciosas o amargas eran... Ay. (Estaban riquísimas).

En 1992, la Grande Boucle programó una crono entre Tours y Blois. 64 kilómetros por carreteras muy chulas, siempre bordeando el río. Ganó Miguel Indurain, que ganaba siempre estos asuntos, y tardó una hora y 10 minutos, aproximadamente. Velocidad media superior a los 52 kilómetros por hora. Hubiera batido el récord que tenía Moser. Yo fui más despacio, ejem. Yo fui más despacio, pero calqué recorrido. A ver, seguramente iba por caminos más estrechos, pegados al Loira, caminos ratoneando entre villorrios y eso perjudicó mi resultado final. No digo que hubiese ganado a Indurain, pero un atisbo mayor clase si podía haber exhibido...

placeholder La bici se mimetiza con el paisaje en el Loira. (Marcos Pereda)
La bici se mimetiza con el paisaje en el Loira. (Marcos Pereda)

Solo que no, solo que, meh. Si es que me entretengo con cualquier tema... con el silo que aparece a lo lejos y tiene forma tipo Stephen King Presenta. Con los tractores levantando esquirlas de barro. Con recordar aquella contrarreloj, la de Indurain, cuando casi pilla de nuevo a Chiappucci, que ni siquiera pareció querer. Así, claro, no hay quien saque medias acojonantes...

Porque el recorrido de este La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés, no se lo había dicho) merece atenciones, oigan. Que no metas la nariz en el manillar, que hay todo un mundo, que tampoco vas a ganar Lombardía, prometido, que no vas a ganar Lombardía. Así que puedes disfrutar, observar, disfrutar. La foresta, que vimos antes. Los hongos, las rocas, el musgo. Cuando pasas por típicos pueblos franceses. Sus granjas en forma de L, sus Peugeot viejísimos criando herrumbre. También, claro, las excentricidades. Una cabaña que es como la que usted imaginaría conteniendo gnomos..., pero a tamaño natural. Molinos (vi molinos de agua, mogollón, a orillas del Loira y también un par de ellos con cierto aire holandés), los yondis de color verde apagado, los villorrios con sus críos, sus patisserie (peligrosísimas, las patisseries, en Francia), sus campanarios estilo Nouvelle Vague silvestre. Era como Las Recetas de Julie, solo que cambiando descapotable y rubia por cicloturista grueso...

Que, ojo, las ciudades también molan. Todas tienen castillos, y casas antiquísimas, y plazas preciosas para tomar un cafeolé. Zona, además, con bagaje como para subrayados, que aquí anduvieron Capetos, Orleans, Anjous y Valoises haciendo y deshaciendo, entre "mira este edicto tan importante" y "vaya, otra vez tendremos que recurrir al asesinato... Todo sea por Francia". Aproximadamente, seguro que saben por dónde voy. Muy chic, muy culto. Pero a mí es que me gusta el campo, qué vamos a hacerle. Quizá por eso disfruté mogollón esto del Loira. Pese a la bici, pese a no llevar el maillot más cool de todo el norte del Hexágono. Recomendable del todo, para hacer tranquilo y preguntar cosas. Para unir ciclismo y cultura. Très bien (es que en francés todo suena mejor, ya saben).

Al menos tengo el maillot más cool de todos. La bici ya tal. La bici es recia, es fuerte, es grande, es metálica. La bici tiene pinta de bersaglieri, de cargarte con Suso Blanco Villar esprintando. La bici es bonita, porque todas las bicis son bonitas, pero es bonita como son bonitos los carros en pueblos o como son bonitas las iglesias románicas. Y tiene motor.

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