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Bahamontes, el recuerdo de un ciclismo distinto: de comer melones a esconderse en la maleza
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UN CICLISMO DIFERENTE

Bahamontes, el recuerdo de un ciclismo distinto: de comer melones a esconderse en la maleza

Se ha ido Federico Martín Bahamontes, que nació en 1928, y no se llamaba Federico, sino Alejandro, pero es que un tío suyo se empeñó en que lo llamasen como a él

Foto: Se fue Bahamontes, el recuerdo de un ciclismo diferente. (EFE/Ismael Herrero)
Se fue Bahamontes, el recuerdo de un ciclismo diferente. (EFE/Ismael Herrero)

Dicen que lo de Águila se lo puso Jacques Goddet. Bueno, el propio Fede contaba que no, que ya fue rapaz antes de ir a la Grande Boucle, así que hay dudas. Pero, sí, dicen que lo de Águila se lo puso Jacques Goddet. Si damos por buena esa historia, sería en lo único que Federico Martín Bahamontes no se fabricó a sí mismo...

Se ha ido Federico Martín Bahamontes, que nació en 1928, y no se llamaba Federico, sino Alejandro, pero es que un tío suyo se empeñó en que lo llamasen como a él, aunque no se llamase como él, y con Federico se quedó. Ya ven, historia increíble desde la misma cuna (si es que cuna disfrutó Fede, que uno ni sabe). Se ha ido Federico Martín Bahamontes, y con él se marcha un ciclismo diferente, porque era una vida diferente. Un ciclismo de golfos, de pícaros, de pobres intentando salir desde la pobreza, de ricos glosando esfuerzos con prosopopeya excesiva. Se ha ido Fede y nos quedamos huérfanos de ir en bici a las fiestas patronales, de trincar cuatro o cinco premios, de avituallarse con los melones que pillas por el campo. Ojo, queda Bernardo Ruiz. Él es, sí, nuestro patriarca. Él es, sí, nuestro recuerdo y nuestra memoria. Que nadie lo olvide.

Foto: El exciclista toledano Federico Martín Bahamontes. (EFE/Ángeles Visdómine)

Olviden todo lo que saben sobre el deporte profesional hoy. Olviden, también, todo lo que saben sobre nuestra sociedad, nuestro mundo. Lo de Fede... es otra historia. Le pilló la Guerra Civil cuando era un niño y anduvo con su familia (padre veterano de guerras coloniales, madre con refajo e iniciativa) de aquí para allá, huyendo de bombas, fusiles y reclutamientos forzosos. Por Madrid pasó, un desván frente al Retiro, y cada noche saltaba el niño Fede las verjas para trincarse ardillas, ratas, gatos o lo que fuese. Luego, su madre rellenaba el asunto con verduras y...

La posguerra no fue más amable con él, porque el padre terminó por uniformar en la República y todos quedaron con la marca del perdedor. Así que trabajo desde niño. Eso cuenta Fede en la maravillosa El Águila de Toledo: la vida de Federico Martín Bahamontes, escrita por Alisdair Fotheringham y traducida recientemente por David Batrés para la editorial Libros de Ruta, cómo tiraba carros de vegetales por las cuestas de Toledo, cómo pedaleaba huyendo de la Guardia Civil (estraperlo de supervivencia), cómo se hizo ciclista para que no lo pillaran la ley ni el hambre. Cuenta, sí, cómo un día se refugió durante horas bajo un puente, agua hasta la barbilla, cómo cogió frío y se puso malísimo. "Se me cayó todo el pelo del cuerpo. Antes, lo tenía liso y, después, me salieron estos rizos que ves". Los rizos que saldrían tantas veces en portadas y afiches, sí... Esa imagen racial, casi salvaje, del hombre que no duda.

Contaba eso Fede con alegría, con orgullo. Otros hicieron cosas similares, porque la época... pero lo llevaban en silencio. Nada de vergüenza, nada de regodeo. Pero él sí, él gustaba y se gustaba. Nunca hubo rapsoda mejor para personaje mayor. Cada gesto, cada palabra o sonrisa de Federico Martín Bahamontes era una línea más en su autobiografía. Esa que estaba, siempre, en escribiendo, porque cambiaban hechos y datos de un día a otro.

placeholder Bahamontes, historia viva del ciclismo mundial. (Reuters/Sergio Pérez)
Bahamontes, historia viva del ciclismo mundial. (Reuters/Sergio Pérez)

Y eso, que se hizo ciclista, porque echó cuentas y le salía bien. Si era bueno, claro, que lo era. Buenísimo. Tiempo de estrecheces. ¿Carrera en Asturias? Pues de Toledo hasta Asturias en bici, haciendo noche en cualquier descampado, tapándose con mantas llenas de chinches para no pillar la fresca. Si sale bien, vuelta en ferrocarril. Si sale mal...

Un ciclista grande e individualista

Quizá por eso le quedaron a Fede algunos tics que mantendrá durante toda su vida. El individualismo, por ejemplo, ese mirar raro a todos y a todo, ese no dejarse dar ayuda, ese buscar excusitas fuera para los asuntos que, a veces, se cocían en su interior. O mirar demasiado por los duros, ser un pelín agarrado. Cuentan que Federico iba habitación por habitación vendiendo guantes, calcetines, componentes, que compraba en Francia y vendía en España, o viceversa. Que apuntaba todo en una libreta, que no te iba a perdonar ni las sobras. Cuentan que, de ahí, empezó su gran rivalidad (mítica, crónica, cainita... gloriosa) con Jesús Loroño, cuando a Federico Martín Bahamontes lo invitan a un critérium en Torrelavega, sobre la pista de ceniza que tiene allí la fábrica Sniace. Y que se destapó el toledano (joven, impetuoso, casi desconocido) pidiendo las mismas perras que daban a todas las figuras. Que Loroño tomó nota, que luego fueron ocurriendo más asuntos. Pero ese fue el principio. Al final, todo es cuestión de billetes.

Foto: Homenaje en julio pasado en Toledo a Federico Martín Bahamontes, conocido como 'El Águila de Toledo'. (EFE/Ángeles Visdómine)
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A Federico lo hizo grande el Tour de Francia, eso está claro. Pero es que Federico también hizo aún más grande a la carrera francesa. Sí, como lo oyen. Si ustedes piensan en personajes que dibujaron la leyenda del julio galo, no les salen quince mayores. Quince que ganasen más sí, por supuesto, pero es que la victoria es, a veces, refugio de los tristes. Y Bahamontes no lo era. Atormentado, muy suyo, egocéntrico, seguramente con tres o cuatro cables en conexiones raras, eso sí. Pero triste, jamás.

¿Fue el mejor escalador que nunca haya visto la Grande Boucle? Pues ahí, ahí con Charly Gaul. Seguramente era más abrumador el luxemburgués, que tuvo momentos de auténtica divinidad. Pero Fede aguantó más tiempo y parecía tener mayor solvencia. Ambos estaban como cabras (Gaul amenazaba con abrir tripas en medio del pelotón: "Fui carnicero, sé usar cuchillos"), y eso nos cuenta más sobre el oficio de grimpeur clásico que todos los récords de ascensión.

¿Fue el mejor escalador del Tour de Francia? Pues ahí, ahí con Charly Gaul. El luxemburgués era más abrumador, pero Fede aguantó más

Que hay, cómo no va a haber. Tour de 1959, cuando Bahamontes campeona. El Puy-de-Dôme, exhibición tremebunda. Ese video con Fede ascendiendo pendientes imposibles como si fuera un guiri en el Paseo Marítimo de Benidorm. Doblando a Rivière con el mismo esfuerzo con que usted dobla regalices en verano. "Me tomé dos cafés antes de salir y estaba bastante nervioso", dijo. "Si llegó a saber que me quedaba cerca del amarillo, hubiese ido más rápido", dijo. Después de meter diferencias de París en doce kilómetros para arriba. Trincó el jaune dos días más tarde, pasó los Alpes entre atacar y descolgar, entre meter el turbo para arriba y sufrir en los descensos. Pasó los Alpes con la lluvia del Iseran, con la tormenta del Petit San Bernardo, con unos manguitos verdes que dan dolor solo con verlos. Pasó los Alpes, entró de amarillo en el Parque de los Príncipes. Fue el primer español. "Durante la última etapa, temí hasta quedarme fuera del podio", dijo años después. Era una exageración, una boutade, un fantaseo, un ficcionar tu propia existencia. Era Federico.

Bahamontes ganó el Tour y se lo dedicó a su mujer, Fermina, que era la que mejor lo comprendía, que lo amaba, lo calmaba, lo serenaba. Largas ausencias... en todos los sentidos. Tres meses antes del Tour o de la Vuelta, nada de yacer. Echen sumas, porque descorazona. Y eso, que le dedica su triunfo. Pero hay más, porque Fede recibe honores en París un día de 1959, un 18 de julio de 1959. Y aquello fue soflama continua. Tú lees los periódicos y te abochornas, tú escuchas el NO-DO y te abochornas. No fue su culpa, pero es que resultaba tan exportable... al fin un españolito temido por Europa. Pena que esté como una regadera, que no se le pueda poner el micrófono por si acaso es un excéntrico. Pero bueno, de tripas corazón. Bahamontes fue el ciclista del Régimen...

Un Bahamontes diferente

Al menos durante un año. Porque después... El escándalo de la Vuelta de 1960, cuando Bahamontes pasaba de todo y de todos, cuando Bergareche quiso matarlo, cuando hizo la etapa de Santander a ritmo de abuelita, cuando se lio a golpes con un aficionado en Sollube (el uno con la bomba de hinchar ruedas, el otro con un paraguas). Ahí quedó la marca para Fede, que buscó exilio. Tampoco ayudó la cagada de julio, retirándose sin casi haber empezado. El peor dorsal 1 de la historia, ese también fue Bahamontes. Un tío acabado, alguien que va directo al ostracismo. Solo que no.

placeholder La estatua a Bahamontes, con una corona de flores. (EFE/Ismael Herrero)
La estatua a Bahamontes, con una corona de flores. (EFE/Ismael Herrero)

Que Bahamontes emigra, sí, se pira a Francia, encuentra comprensión y compañeros, le dejan hacer, confían en sus arrebatos. Y es más fuerte que nunca, tiene más experiencia, sabe moverse, sabe ir contra el crono, sabe asestar golpes que laceran. Otros dos podios, protagonista absoluto en aquel Tour de 1964 que fue el Tour de todos los Tour. El día de los cuatro Col pirenaicos pudo ganarlo, pero lo perdió por... en fin, por ser demasiado Bahamontes. Pero esa es otra historia.

La retirada de Bahamontes también fue muy Bahamontes. Subiendo el Portet d'Aspet. En su Tour de Francia, en su cordillera pirenaica. El día anterior pasó descolgado por Tourmalet y Aspin. Estaba viejo, cansado, le debían pasta, sin motivaciones. Así que... último coup de folie. Ataca como un loco en la primera rampa del Aspet, deja atrás al pelotón, los pierde curvas abajo... y se mete, con su bici incluida, detrás de unos matorrales, escondido. Los demás corredores pasan por allí pensando que persiguen a Bahamontes, pero realmente van detrás de su sombra, de su recuerdo. Él, que empezó escondiéndose de la Guardia Civil, termina detrás del maquis... Verán que ni conté lo del helado. Se lo van a decir tantas veces que yo paso.

Se ha ido Bahamontes, se ha ido el campeón más añejo de la Grande Boucle, el mejor escalador de siempre, el ciclista más genial que nunca haya existido. Se ha ido Bahamontes, el hombre que, de haber nacido hoy, sería más famoso que Jesucristo y los Beatles juntos. Se ha ido Bahamontes y se marcha un mundo, también en la bici. Distinto, diferente, que nunca podrá volver. Se fue Bahamontes y se llevó con él un cachito de nuestra memoria. La misma que siempre habrá de recordarlo.

Dicen que lo de Águila se lo puso Jacques Goddet. Bueno, el propio Fede contaba que no, que ya fue rapaz antes de ir a la Grande Boucle, así que hay dudas. Pero, sí, dicen que lo de Águila se lo puso Jacques Goddet. Si damos por buena esa historia, sería en lo único que Federico Martín Bahamontes no se fabricó a sí mismo...

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