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Roglič gana, Vingegaard casi coge el rojo y Kuss se hace landista: vuelan cuchillos en el Angliru
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Decimoséptima etapa

Roglič gana, Vingegaard casi coge el rojo y Kuss se hace landista: vuelan cuchillos en el Angliru

Roglic toma el Angliru para cimentar el liderazgo del equipo Jumbo-Visma. Sepp Kuss sufre un día más con fuego amigo, pero conserva el primer puesto en La Vuelta a España

Foto: El ciclista esloveno se impuso en el infierno. (EFE/Manu Bruque)
El ciclista esloveno se impuso en el infierno. (EFE/Manu Bruque)

A mí el Angliru nunca me ha vuelto muy loco. Vale, miento, porque a mí el Angliru me volvió loquísimo al principio, en aquella primera ascensión que tuvo más hype que Julián Gorospe. Ese año hubo niebla, y peña subiendo paraos con 39x26, y Olano haciendo su mejor ascensión de siempre, y cierto aire a modernidad "antigua", para entendernos. Pero después se me ha ido haciendo bola. Por los desarrollos ridículos, por la colocación en el esquema genérico de la Vuelta, porque ya hay rampones en otros lugares, por aquella curva de Poels tomada en moto, por vaya usted a saber razón.

No digo que no sea duro (es durísimo), no digo que no haga diferencias (lo de que rampas altas no hacen diferencias es una falacia de cuñaos... en todo caso no permiten mucha táctica, y eso provoca menos variables, pero ¿diferencias?, joder, muchas), no digo que no resulte espectacular y tenga, a su forma, mística. Vamos, que es culpa de servidor. Pero se me ha ido haciendo bola. Este año el Angliru daba vergüenza y esperanzas, oiga. Vergüenza por el kilometraje, que es de bochorno, tú, lo del kilometraje, que entre ayer y hoy te sale recorrido de una etapa en condiciones, una etapa de lo que siempre fue la bici, una etapa donde no te sonrojes al decir "ciclismo de fondo en carretera". Ya sé que pegamos la matraca cada tarde, pero es que callar es tanto como asumir, y yo me niego a asumir que esto sea el futuro, oigan...

Entre ayer y hoy te sale recorrido de una etapa en condiciones, una etapa de lo que siempre fue la bici, una etapa donde no te sonrojes al decir "ciclismo de fondo en carretera". Ya sé que pegamos la matraca cada tarde, pero es que callar es tanto como asumir, y yo me niego a asumir que esto sea el futuro, oigan... Pero, decía, también tiene una esperanza el Angliru de hoy. Porque mañana queda otra jornada con montes. Y dura, vendida en plan facilón, vendida como si fuera salidita de jubilaos (lo contrario a Guadarrama, para entendernos), pero muy dura. Y eso, que Angliru como fin de fiesta bloquea todo, pero Angliru antes de otro esfuerzo grande pues deja patitas así, como de quesada, y a mí me encanta la quesada, y me encanta ver (me encantará ver) cómo responden los organismos el jueves. Queda dicho.

La temida batalla y el fuego amigo

Así que hoy esperábamos la guerra entre equipos. Quiero decir, la guerra en el interior de los equipos. El Jumbo, con todos sonriendo, y todos mirando sus espaldas, y más cuchillos que en Forjado a Fuego, y Doug Marcaida (joder, me encanta Doug Marcaida) dando un potenciómetro a Vingegaard y diciendo, mientras sonríe, "Jonas, enhorabuena, este arma mata". Ah, hoy era el cumpleaños de Sepp Kuss, así que igual le tocaba a él recoger homenajes, pero es que Vingegaard dijo que hace siete años su novia vio un perrito abandonado por Aarhus, y que no lo adoptó, pero estuvo pensándoselo, y que debe honrar aquel gesto, o aquel casi gesto. Y Roglič cuenta que es el aniversario de una actuación suya buenísima en saltos de esquí, y nadie puede comprobarlo, porque a nadie le interesan los saltos de esquí, y todo apunta a filos afilados, y en eso ganamos nosotros, porque yo puedo criticar las formas, pero jamás me meteré con el fondo, si el fondo va orientado a ganar.

(En el caso de Enric Mas, de las declaraciones de Enric Mas, pueden ustedes ciscarse en formas y fondo). Ah, y también tenemos al equipo de Ayuso. Que para Ayuso es el equipo de Ayuso, pero para Almeida es el equipo de Almeida, y para Marc Soler es el equipo de Marc Soler (a saber qué ocurre en la interesante mente de Marc Soler), y para Fisher-Black es el equipo de Fisher-Black (tócate los huevos), y quizá debieran tirar redes a Rui Costa, porque ahí falta Rui Costa.

Vamos, que pinta divertido. Y, entonces, surgió Remco Evenepoel. A mí me tiene un poco despistado lo de Remco estos días. Más que despistado... no sé decirles si guay o qué vergüenza. Ayer, por ejemplo. Yo entiendo que Angliru tiene más mística que Bejes, y hay muchos puntos para la montaña, y renta, pero... No sé, haberlo visto de tú a tú con los buenos, que solo eran cinco kilómetros en Bejes... a mí me hubiese llenado más de cara al futuro. Otrosí, aunque no te impliques, aunque guardes fuerzas... no sé, tío, que llegó el tercero por la cola. Antepenúltimo. Penúltimo fue un compi suyo, que iba cinco metrucos por detrás, silbando. Último llega Luis León Sánchez, que se pegó una hostia gordísima, que iba como una momia, que goteaba sangre por brazos, que tenía carne viva en codos y rodillas. Ahí se movió ayer Evenepoel. Puedes desentenderte, pero también puedes entrar con grupetos grandes, creo yo.

Evenepoel y un estilo único

No sé... (Y luego que Remco, homenaje a los que se retiran, tiene pinta de seguir eso de "No busco compasión, / no tengo la intención / de verme sentado contando batallas / del lado del perdedor". Eso sí). Claro que luego llega lo de hoy, y se te pasa. Porque arranca en el kilómetro dos, luego vuelve, luego vuelve, luego insiste, termina él solo con Cattaneo, van a relevos, y tiene esa postura tan elegante, ese cuerpo recogido, ese no mover los hombros, no mover el cuello, ese aire a vástago de Gianni Bugno y Francis Begbie, ese rostro de adolescente contra el orbe, esa elegancia sobre la bici que se posee o se envidia.

Y así anda Remco Evenepoel, con el temita en la cabeza. "Creo ser de todo un poco / mi pistola me hace sonreír", (siguiendo con el homenaje), camina entre el suicidio y la épica, y se queda en solitario según empieza El Cordal (Olano entre las zarzas, el Triki bajando parao, tanta niebla, motos perdidas cuando gana Contador), y pega una arrancada a Cattaneo (que ni es arrancada, porque el otro termina clavadete), pega una arrancada, decía, como para competir con los mejores, al menos aparentemente. Y vuelve uno a pensar que... Es hipnótico, Remco, es bellísimo, y terminas por perdonarle todo. Aunque llegue a pie del Angliru con dos minutos y medio y pocas opciones de trincar gloria.

placeholder El belga, en acción. (EFE/Manu Bruque)
El belga, en acción. (EFE/Manu Bruque)

(Entre medias hubo un ataque de Marc Soler. Persiguiendo durante muchos kilómetros, sin enlazar con vanguardia, sin ayudar en retaguardia. Lo que decíamos de la cabeza de Marc. Qué entrevista tiene, colega, qué entrevistón). Vale, Viapará y minutín para Evenepoel. Minutín, y eso no es nada, no, porque faltan varios infiernos, siete inviernos, que te mastique un behemot, que te maldiga la Baba Yaga. Viapará, todos los buenos juntines, pero esto ya lo sabíamos, así que no nos pongamos dramáticos... Porque el Angliru es a ritmo (salvo el año que atacó con arreones Nibali, pero aguantó, riéndose, Chris Horner... qué tiempos, tú, Chris Horner).

Un final de infarto

Ah, hay niebla, peña con chubasqueros y están muy verdes las brañas. Delicioso, así da gusto. Tira el equipo de Mikel Landa, lo que significa que va a atacar Mikel Landa, y que va a ganar Mikel Landa, y que llegará con siete minutos, se vestirá de rojo, saludará guiñando ojillos, hará doblete con la Lombardía, deja que en 2024 no salga de jaune por el Tour. Aproximadamente. Porque acelera Poels y se queda el tema en cuatro amigos. Y uno de esos cuatro amigos no es Juan Ayuso, y Enric Mas tampoco es uno de esos amigos, y aguanta Mikel, y setenta corredores de Jumbo, y un mecánico, el jefe de prensa y dos o tres tuiteros que tienen a sueldo.

Y esta es la buena, esta es la buena, Mikel, no soy digno de que me firmes un maillot, pero una palabra tuya bastará para sanarme. Una palabra o que me invites a algo en diciembre, también te digo, una palabra o dos tablas de chupitos, Mikel. Sigue Poels por Los Picones, y todos se han descolgado, y va Wout, y Mikel, y los tres primeros de la general, y los focos le dan aire de fantasmagoría al asunto, una etapa de Edgar Allan Poe, una peli de Roger Corman con presupuesto. (Ayuso y Mas siguen regulando, que es algo muy fructífero pero con menos gancho que Roque Tercero. Ah, de Ayuso tira Almeida, hasta que Almeida se da cuenta de que él corre para el "Almeida Team", y se va en solitario, no vaya a ser que su director, de nombre João Pedro Gonçalves Almeida, le riña).

Foto: Mikel Landa, antes de iniciarse una etapa del Tour. (EFE/Christophe Petit)

Cueña les Cabres y ataca Roglič, con es estilo tan feo que tiene, con esa cadencia tan rara. Tres o cuatro metros sobre Landa, los otros dos Jumbo vigilantes (entre ellos y con Roglič), los otros dos Jumbo que arrancan, los tres que se van juntitos, que jamás se vio algo así, que al menos La Vie Claire tenía ese maillot tan cuco. Y Kuss sufre, y Kuss echa mano del transistor (porque chillar es de pobres), y Kuss se queda, y los otros pasan, y Roglič va tirando, y Roglič lleva a Vingegaard, y vaya amigos tiene Kuss, y Mikel pilla a Kuss, y Kuss sube como sin esfuerzo, pero es que Kuss siempre sube como sin esfuerzo. Veinte segundos, Landa es mejor compañero para Kuss que los compañeros de Kuss, Roglič está dejando la Vuelta en bandeja a Jonas Vingegaard, no tengo ni idea de lo que ocurre. Menos mal que Sepp lleva maillot rojo y no se aprecian las puñaladas, porque de lo contrario iba a parecer líder de la montaña en el Tour.

Gana Roglič, segundo Vingegaard, Sepp hace un interior a Landa que ríete de Wayne Rainey (ya ven que mis referencias son súper actuales), y salva el liderato por ocho segundos. Y Kuss entra, felicita a Roglič, pone sonrisa como esa sonrisa de "ah, sí, oye, este novio tuyo nuevo, que es neurocirujano y mide metro noventa, qué amable, qué fuerte da el apretón de manos”, y no felicita apenas a Vingegaard, y hoy en la cena del Jumbo les van a dar sopa, para que no haya filos en la mesa, y Kuss ha contratado un escanciario para que pruebe la comida antes que él, por si las moscas. Todo harmonía, sí.

Claro. Ah, Ayuso y Enric entran juntos, y van discutiendo, porque ninguno quiere tirar del otro, y están tristes sin una rueda neerlandesa a seguir, y pierden minuto y cuarenta segundos, y la hostia de realidad a mano abierta ha sido bien gorda. Veremos qué excusitas hay. (Mikel quinto en la general. Que venía sin ganas, obligao. Qué tío más grande, macho). Y esto fue el Angliru, amigos. Queda todo abierto para Cruz de Linares. Queda todo abierto, y a Kuss le marca el móvil que son casi las Idus de Marzo, y Sepp le grita a Roglič eso de "Eras el elegido, se suponía que ibas a dar el equilibrio a la Fuerza", y Vingegaard se ha comprado un gato, solo para verlo todo mientras sonríe y acaricia un gato. Mañana nos vamos a divertir.

A mí el Angliru nunca me ha vuelto muy loco. Vale, miento, porque a mí el Angliru me volvió loquísimo al principio, en aquella primera ascensión que tuvo más hype que Julián Gorospe. Ese año hubo niebla, y peña subiendo paraos con 39x26, y Olano haciendo su mejor ascensión de siempre, y cierto aire a modernidad "antigua", para entendernos. Pero después se me ha ido haciendo bola. Por los desarrollos ridículos, por la colocación en el esquema genérico de la Vuelta, porque ya hay rampones en otros lugares, por aquella curva de Poels tomada en moto, por vaya usted a saber razón.

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