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Puñales y sonrisas: Vingegaard gana en Bejes y La Vuelta a España se abre de par en par
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Decimosexta etapa

Puñales y sonrisas: Vingegaard gana en Bejes y La Vuelta a España se abre de par en par

El ciclista danés dominó la etapa con mano de hierro en una nueva demostración de fuerza del Jumbo Visma. Este miércoles llega la jornada al Angliru, que resultará decisiva

Foto: El danés se impuso en Cantabria. (EFE/Manu Bruque)
El danés se impuso en Cantabria. (EFE/Manu Bruque)

Llegó la Vuelta a Cantabria y nos pusimos en plan periodismo Gonzo, en plan David Foster Wallace, en plan Tom Wolfe, en plan Kapuchins… Kapuczins… Bueno, en plan el reportero aquel polaco. Nos pusimos así, digo, y desplazamos posaderas hasta Bejes para contar, de primera mano (de primerísima mano), cuanto habría de acontecer en esta etapa, jornada reina sin duda, de la Vuelta 2023. Ejem. Doble ejem. El recorrido… pues miren, nos lo quitamos ahora, nada más empezar, y así luego no hacemos mala sangre. Ciento veinte kilómetros, que los hago yo. Todo llanito, que lo hago yo, con muruco final, que lo hago yo. Castaña con intensidad postrera, un concierto de Chenoa y luego el disco de Dimmu Borgir. Con canción de Bustamante en medio, ojo, porque hay descansillo a mitad de ascenso.

Es de aplaudir el esfuerzo de la Vuelta para hacerse una etapa así por Cantabria. Vamos, que casi hasta resulta complicado esquivar los puertos, los collados, los pasos, las pendientes. No te pido yo imposibles, no te pido yo Cohillas o similares, pero una parte final con las tres collás antes de Bejes, pues… Carmona, Ozalba y La Hoz, que tienen pendiente media, un románico precioso, paisajes chulísimos y bastante historia (aun se despierta a veces Purito soñando con La Hoz… entre eso y Rui Costa le hubiésemos dado la carrera, al hombre). Pero nada, otro año seguro que sí, porque no creo que la Vuelta nos meta espantos así (llanuras y patapum p´arriba) de forma constante, ¿verdad?

placeholder Con un público entregado. (EFE/Manu Bruque)
Con un público entregado. (EFE/Manu Bruque)

¿Verdad? Ah, salían de Liencres, de la misma playa. Allí, en el suelo, sobre el asfalto, hay unas pintadas graciosísimas (letras blancas, caligrafía ejemplar) con flechitas que llevan a una zona de dogging. Yo no sé lo que es el dogging, aunque debe ser algo de perritos, por el nombre. En fin, curiosidades. Si se pasan me lo cuentan… Vale, vamos a ello. Viniendo aquí paro a tomar el café en un bar donde uno siempre tiene que parar a tomar el café si va en esta dirección. No les voy a decir dónde, porque se me llena de papardos, pero es un mítico, uno donde llevaban angulas para vender en noches que salieron revueltas.

De aquella forma, a mí no me miren, mi tío-abuelo era el negociante. Y eso, que paro ahí, me pido el mediano (que viene más ardiente que una panadería en Mordor), un paisanuco apoya codo en barra a mi lao. En barra, por cierto, apoyas codo, nada más, porque apoyar más que el codo es de urbanitas. Y, bueno, que el mozo ese (camisa abierta, caracolillos en pecho, barba de tres tardes) pide un pincho de tortilla con tabasco y un blanco. Toma ya. Joder, qué maravilla. La tortilla con picante aun, pero el blanco… Un blanco es, aquí, un vino blanco, pero no un vino blanco de cuando van ustedes con sus amistades y se piden un blanco, y meten la nariz, y lo mueven como si supieran, y dicen que tiene retrogusto a cojoncillos de capibara… Nah, un blanco es un blanco de solera, y tiene amargura como para llenarte las obras completas de Cèline, y cae helado pero vuelve cálido, y no es cosa para pedirse a media mañana, buen hombre, que debes tener el estómago de adamantium, buen hombre…

Un día grande en Cantabria

Vamos, que guay. Subimos por el Desfiladero de la Hermida, que, Galdós dijo, merece más nombre de esófago que de garganta. En fin, Galdós a veces se ponía muy estupendo, pero después atizaba a los carlistas, así que no abjuraré de Don Benito. Aquí hubo mogollón de carlistas, por cierto, pero también fue Peñarrubia primer municipio de Cantabria que juró la Constitución de 1812, así que compensa. Y, bueno, pues sus cosas mientras subes… sus balcones con camisas colgadas (y buzos de color azul, siempre hay buzos de color azul para el campo), sus carteles que anuncian un concierto de Andy y Lucas, su grandiosidad, sus paredes verticales hechas a granito albo y motitas verdes.

Y sus ciclistas. Muchos, hoy, porque es el día grande. De normal esta zona es jodidilla para la bici, por la estrechez y los foráneos, pero hoy… Eso sí, también tenemos imbéciles en nuestras huestes, amigo. Me cruzo con un grupo grande que van grabándose en marcha con sus móviles, haciendo ruidos simiescos, poniendo rostros de falsa felicidad. No se graben nunca, no, en marcha… empiezas grabándote en marcha y acabas haciéndote youtuber, o saliendo en First Dates. Menuda panda de gilipollas… La subida a Bejes es bien chula, no vayan a pensarse. Tiene herraduras, tramos con asfalto de ese que agarra, rampones, muros graníticos que se te echan encima como madres sobreprotectoras. Cualquier otra tarde (cualquier otra del año) asomarían por allá sus buenas raposas o rebecos, y en el cielo hay buitres, y acojona bastante, el entorno, porque es algo de no creerse, el entorno.

También hay horquillas con decoración curiosa, esculturas en madera. Hay una moto Bultaco a escala natural, hay otra moto Bultaco a escala natural (yo no sé qué tienen aquí con las Bultaco, tú), hay una guerrera cántabra con lábaru y osu (el lábaro es esa insignia tan bonita que tenemos por aquí, esa que molesta a algunos), hay un paisanuco con vara y vaca (las vacas pueden ser igual de fieras que los osos, en Cantabria). Y otros asuntos… Aquí, muy cerquita, estuvo el último reducto republicano en Cantabria, por un sitio que llaman Balcón de Pilatos, donde siempre hay flores, y banderas, y una sensación rara, como si algo tan triste no pudiera estar en sitio tan bello… También tienen, por Bejes, un monumento que recuerda a la Brigada Machado. Tiempos de maquis e historia, que no se olvide.

(Nota Primera: Ojalá fuera un poco Pilatos, el director del Jumbo, con lo de lavarse las manos). (Nota Segunda: Nadie para a coger higos ni avellanas, que vienen tempranas este año, las avellanas. Eso me llama la atención, porque son buenísimas, aquí, las avellanas. Las varas de avellano también, pero entiendo que la logística es más peliaguda. En fin, ellos sabrán). Sube un montón de gente. Esto es lo que no ves cuando miras la televisión, o cuando haces crónicas sin salir de la sala de prensa, que tiene café y bollitos gratis. Que sube un montón de gente. Peña arreando a lo loco con sus bicis, que casi podrían ser pros. Algunos te los encuentras metros más adelante, quebrados, muertos, inermes, sin poder dar una pedalada. Qué duro es este deporte, Pedro.

Ah, y llueve, a ratos; hay tormenta, a ratos; casca el sol, a ratos; el viento agita perales y tira frutos al suelo, que caen así, chof, como si fueran ciclistas con fringale. Vamos, que luce todo muy bonito, pueden creerme. Bejes es un pueblo chiquitín. Yo lo sé porque he subido en otras ocasiones (y hoy, claro, les cuento después), pero igual ustedes ni se han dado cuenta, porque la etapa termina antes del pueblo, que ya son ganas de llegarte hasta Bejes y no ver Bejes, oigan. Y eso, pueblo chiquitín, casas típicas de montaña, pastos alrededor, un olor penetrante a suero y leche fermentando que escapa por muros y cuevas. Aquí hacen queso fuerte, intenso, queso que lo echas encima de cualquier otra cosa y ya solo sabe a queso de Bejes, igual da que sea chuletón de buey o el L´Équipe de antesdeayer. Ah, también hay bares, pero bares… en fin, eso, que luego.

Jumbo, dominio total

(En la sala de prensa, que está por La Hermida, donde las aguas, tienen puesto, bucle infinito, un video de Youtube. Concierto de Mecano. Hostias, tú, concierto de Mecano. Salgo huyendo. Si no me quieren allí me lo podían haber dicho, no hacía falta ser crueles). Que no se me pase, porque esto me lo han pedido varios… más allá de Bejes sigue subiendo la carretera, solo que se ha transformado en pista, en pista de hormigón, con unas canalizaciones como para esconder aguacates. A eso le dicen el Salto de la Cabra, y, si cuentas desde La Hermida, posiblemente es el puerto más duro de Cantabria. Pero resulta, a día de hoy, imposible para la Vuelta (y peliagudo para el cicloturista “lógico”, por diferentes razones). Y, ¿saben qué?... ojalá dure. No tenemos que llegar a los sitios imposibles, no necesitamos salpicar todo con colores de maillots y cascos “calimero”…

En lo más alto de Bejes, cuando empieza a subir hasta el Salto de la Cabra (se ven entradas a cuevas de olor a picón, se ven bocas mineras con aliento a calamita), hay una bolera, una bolera preciosa, con su cutío cuidao, con su tiro bien marcadete. También dos mesas para excursionistas, que a mí no me gusta ver eso, pero si deben estar algún día… normal que sea este. Allí escribo un rato, al asubio (asubio es refugio para no mojarte), y luego bajo doscientos metros, y hay barullete, y entro al bar, porque se puso a llover y no quería mojarme, y está el asunto animao, y hay peña con botellas de vino (botellas de vidrio verde con líquido que parece sangre, botellas sin denominación de origen, y mejor), y hay golletes de plástico a modo de zapicos para compartir, y tortillas, y salen mogollón de raciones, y huele fenomenal, y el chorizo está muy bueno, y el vino está muy bueno, y uno piensa que esto, de normal, es sitio tranquilísimo, y qué bien se está cuando se está bien.

(Insisto… la sala de prensa está a cinco kilómetros, al pie de la última subida, y ustedes quieren una crónica de periodismo Gonzo, así que me vi obligado a meterme en estos lugares, yo no quería, echáronme droja nel colacao). ¿La carrera? Pues miren, se prevía doble. Escapada que se forma por los repechos que hay en la costa (que son muchos, y pindios, y duelen de narices, pero tú ves la tele, y ves cómo los suben estos paisanos y, joder… se te quitan las ganas de calzarte un coulotte), abren diferencias, enfilan el Desfiladero, se lo juegan. Detrás la general, que son segundillos, cosquillas de la general, unos minutos después.

Estaba cantao. Solo que no. Que Jumbo no quiere, que Jumbo no deja, que Jumbo ha escogido este día, este día de Bejes, para Jumbear, para ser el Rabobank de toda la vida, solo que con más potencia de fuego… Antes hubo ritmo, no vayan a creerse, porque daba el terreno (buen firme, mucha recta, cuestas que ellos suben rápido y bajan como el correcaminos), y empezaron a devorar kilómetros como la peña devora quesucos acá. Salió bonito, de imágenes, el día, porque luce un huevo lo del Capricho de Gaudí, y esa zona por Oyambre (que están invadiendo a chalets en uso solo veinte días de cada trescientos), y las rías, y las marismas, y San Vicente, y hasta Torrelavega, porque Torrelavega es como los de Torrelavega… no parece así, esplendorosa, pero se hace querer.

Ah, en meta ponen música. Thin Lizzy (The boys are back in town, muy oportuno), que está guay. Y Rammstein, la de Du Hast, que yo prefiero versión de El Reno Renardo, pero no estamos para quejas, que nos ponen El ritmo no pare a la mínima. ¿Ves? Ahí está. Si es que… Por cierto… llueve y empieza a caer la niebla. No chaparrón gordo, no niebla espesísima, pero… llueve y empieza a caer la niebla. Adam Hansen ha marcado los ocho primeros dígitos del móvil que tiene guardao como "Director Vuelta. Anulaciones", así que recemos…

Sin oposición

Vale, empiezan a subir, y van todos juntos, y tira Atila, y no haré chistes de hunos, y a cuatro de meta ataca Vingegaard, y está Sepp Kuss contentísimo, porque ustedes leen "ataca Vingegaard", pero deben leer "ataca un compañero del líder", y eso es raro. Ataca Vingegaard, digo, y a por él salen temporeros de la gloria, y abre un minuto, y lo persigue un neozelandés compañero de Ayuso, y luego Almeida, que también es del equipo de Ayuso, y el equipo de Ayuso es poco equipo y poco de Ayuso, el equipo de Ayuso tiene menos orden que Alianza Popular con Hernández Mancha.

Y resulta que, por pura lógica (por pura lógica maléfica) ataca Roglic, y ustedes leen "ataca Roglic", pero deben leer "ataca un compañero del líder que, además, lleva un compañero por delante", y coge dos o tres metrucos, porque los ataques del esloveno son así, y lo pillan Mas y Ayuso, y está tirando de la dupla durante un rato, y anda Sepp Kuss contentísimo, anda Sepp Kuss midiendo cuánto le crecieron los enanos del circo, anda Sepp Kuss que se le han quemao los tomates, anda Sepp Kuss que le falta una “equis” para trincar catorce y hay penalty en el último minuto. Sepp Kuss sonríe, Sepp Kuss sigue con esa imagen de campechanía un poco naif, pero debe andar mordiendo en su interior, porque esto es el Tour de 1986, solo que con Hamspten como líder, solo que con Hinault y Lemond arrancando a cada ratuco que tienen carretera delante.

(Perdón por las comparaciones, es para ejemplificar). Y eso, que victoria para Jonas Vingegaard (que está seriote en meta, quizá porque hay maña cobertura y no puede llamar a casa), y siempre podrá decir Bejes que ganó allí un (al menos) bicampeón de la Grande Boucle. Minuto a los demás favoritos, que entran empataos (grosso modo), y se pone justo tras Sepp en la general, y muy cerca de Sepp en la general, y faltan Angliru y Cruz de Linares para Sepp en la general, y tampoco sé yo si estaría muy contento Roglic, y, mira, igual es que buscamos salseo donde solo hay tácticas sofisticadísimas, pero yo tengo esperanza de ver puñales, vizcaínas y embozaos.

Ah, Vingegaard dijo después que ganó para dedicarle la victoria a su mejor amigo. En el Tourmalet era el cumpleaños de su hija. Anda Kuss mirando a ver cuándo es el aniversario de bodas del cuñao para atarlo en corto… Joer, salió mejor de lo que todos creíamos, el tema de Bejes. Y qué bonito el pueblo, amigos. A ver lo que tardamos en bajar.

Llegó la Vuelta a Cantabria y nos pusimos en plan periodismo Gonzo, en plan David Foster Wallace, en plan Tom Wolfe, en plan Kapuchins… Kapuczins… Bueno, en plan el reportero aquel polaco. Nos pusimos así, digo, y desplazamos posaderas hasta Bejes para contar, de primera mano (de primerísima mano), cuanto habría de acontecer en esta etapa, jornada reina sin duda, de la Vuelta 2023. Ejem. Doble ejem. El recorrido… pues miren, nos lo quitamos ahora, nada más empezar, y así luego no hacemos mala sangre. Ciento veinte kilómetros, que los hago yo. Todo llanito, que lo hago yo, con muruco final, que lo hago yo. Castaña con intensidad postrera, un concierto de Chenoa y luego el disco de Dimmu Borgir. Con canción de Bustamante en medio, ojo, porque hay descansillo a mitad de ascenso.

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