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Túnel del terror, pancartazos y gente que no le gusta su curro: La Vuelta arranca a lo chirigota
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La Vuelta a España, en esplendor

Túnel del terror, pancartazos y gente que no le gusta su curro: La Vuelta arranca a lo chirigota

El final bizarro de la tercera etapa, con Evenepoel sangrando abundantemente por una brecha en la ceja tras estamparse al celebrar su victoria, es el mejor resumen de este inicio

Foto: El pelotón, durante la tercera etapa. (EFE/Manuel Bruque)
El pelotón, durante la tercera etapa. (EFE/Manuel Bruque)

Empezó la Vuelta a España este lunes, amigos, y aquí llegué, como cada año, para entregar las crónicas más tróspidas, surrealistas y ancladas en la época de Maurizio Fondriest que existen por el juntaletrismo desvergonzado.

Empezó la Vuelta el lunes, digo, porque lo del finde fue cosa distinta. A medias entre la indignación, la vergüenza ajena, el catetismo, una miaja de echarle morro al asunto. Vamos, como cualquier finde suyo y nuestro, solo que en versión bicis. Afortunadamente

Primero tuvimos el pasaje del terror. Que aquello fue Barcelona (la crono por equipos de Barcelona) durante la noche del sábado, que allí podía salirte en cualquier esquina Freddy Krueger, Jason Voorhes o Fernando Couto con los codos abiertos. Vamos, esperpento. A mí, aclaro, lo de las cronos por escuadras “tipo Vuelta” pues... Urbanas, sin distancia, sin espacio para ver una disciplina que es estéticamente a-co-jo-nan-te. Nada, mejor pa prao. Pasa que esto tuvo deriva horrible. Una tontería a priori que se convierte en una chapuza a posteriori. Viva y bravo.

Foto: Juan Ayuso antes del comienzo de la segunda etapa de La Vuelta 2023. (EFE/Manuel Bruque).

No sé si habrán visto ustedes imágenes, pero en las imágenes tampoco veías mucho de las imágenes. Porque se hizo de noche (hacerse de noche es un evento imprevisible que sucede por azar), llovió (otra cosa imposible de predecir, salvo por el servicio público que predice estos asuntos, acertante casi siempre), las farolas no pudieron encenderse (en el sitio donde tienen los interruptores son todos bajitos menos uno, y ese libraba el sábado), los ciclistas recorrieron avenidas fantasmagóricas con los únicos faros de sus coches. Aquello parecía el cortometraje de su sobrino Sebastián, el que va de artista y hace truños gordísimos.

Seamos serios... lo del sábado es algo que marca. Que marca mogollón. Imagen icónica, que te pueden sacar en cualquier momento. Ese pódium que parecía un áfter después de cerrar, esa recta del último equipo donde no distinguías si eran ciclistas, imbéciles con Ferrari (homenaje a Andorra) o rucios desbocaos. Ante todo el planeta, ante tantos medios. Lo dicho... quedas totalmente desnudo para cualquier pataleta posterior, porque la cagada fue tuya y solo tuya (ese "tuya" habla del organizador, aclaremos). No sé si podían haber adelantado todo media hora (con eso hubiese bastao), o si era mejor suspender el asunto por peligrosidad, pero fueron por la carretera de en medio y salió de la peor forma posible...

placeholder Recorrido de la Vuelta. (EFE/Manuel Bruque)
Recorrido de la Vuelta. (EFE/Manuel Bruque)

Porque los vagos, los indignos, los de siempre... olieron sangre. Los vagos, los indignos, los de siempre, esos que son ciclistas pero no les gusta la bici, esos que ven fotos de Hinault y Merckx y dicen “uy, no, quita, a mí ponme un influenser, no a bestias horrísonas”. Los vagos, los indignos, los de siempre... los que estuvieron en el Giro, los que anularon en Galicia. Los vagos, los indignos, los de siempre, los que existían antes, sí (recuerden a Cancellara en Lieja... y recuerden a Cancellara, después, en adoquines, todo el mismo Tour... caradura), pero que ahora son mayoritarios, que ahora tienen como portavoz a un paisanuco cuyo mérito era acabar Grandes y beber birra. Los que hoy mandan.

Pues esos vieron su oportunidad. Miren, el domingo no llovía locamente. No llovía locamente, al menos, según óptica del ciclismo pro. Las primeras imágenes de tele mostraron un montón de paisanucos con maillot corto, coulotte corto, asfalto (casi) seco. No era el Gavia en 1988, para entendernos. Pero...

Pero ya estaba todo hablao. Porque estas cosas vienen cerraditas desde antes. Vingegaard subió al autobús de Movistar, quizá para venderles lotería de navidad del nene, que se va con el cole a Torremolinos. No sé... las puertas del autocar se cerraron, y a nosotros se nos quedó cara de Kay Adams. Fuera lo que fuese... decisión. Anulan todo el final. El final era, por si no lo saben, subir y bajar Montjuic. Decían que si el descenso era peliagudo, que si con cuatro gotas se pone en plan deslices. La organización propone... tomamos tiempos arriba, y la etapa se decide abajo. Chapuza grande, aclaremos, pero ni eso basta. Porque los ciclistas dicen que no, que la subida es también peligrosísima (uno, con memoria, recuerda que Lejarreta se cayó subiendo Pordoi, miren, miren lo peligroso que es subir), que si estamos locos, que el ciclismo de fondo en carretera debería renunciar a la carretera como ya renunció al fondo. Déjennos nuestros finales en alto y ya... bueno, menos este de Montjuic, que no hay ganas de sudor.

Ay.

Primera aclaración... las bajadas forman parte de este bendito deporte (este que da de comer, contratos bien gruesos, a los vagos, a los indignos, a los de siempre), y nadie marca velocidad mínima. O sea, que si lo ves jodido, frena, y vas despaciuco, no pasa na. Cuando alguien saca rédito de una discessa también es porque arriesga más que los otros, y despreciar eso es no haber entendido de qué va este asunto. Pero... miren, estoy súper, súper generoso hoy, así que les admitiré lo de quitar desde cima hasta meta. Porque hay muchos pasos de peatones, mucha pintura, muchos cruces, dos o tres cobis narcodependientes que podían cruzar calzada... Perfecto. Pero eliminar subida... Explíquenme causa, se lo ruego, de eliminar subida. No tiene base, no tiene excusa. Es, solo, una falta de interés por hacer tu trabajo. Porque tú a una carrera vienes sabiendo el recorrido. Y lo haces. Y, si no lo haces, te retiraste y para tu apartamento, que allí hay alfombras y confort. Escoger y modificar perfiles a la carta es un fraude, lo miren por donde lo miren.

placeholder Evenepoel, durante la disputa. (EFE/Manuel Bruque)
Evenepoel, durante la disputa. (EFE/Manuel Bruque)

(Se arrastraba lo del sábado, y la organización no tuvo fuerza para negarse. No sé si lo hubieran hecho, pero esta vez no tuvo fuerza. Error de los ciclistas, que no se plantaron cuando debían y perjudicaron a otros cuando no había causa por la que plantarse. Qué mundo, colega, qué mundo).

Vale, y un último asunto. Porque... cae Primož Roglič (siempre cae Primož Roglič) y su equipo hace aspavientos llamativos para que pare el pelotón. Allí estaba Vingegaard (sí, el que no pudimos ver porque somos Kay), y Dylan van Baarle. Vamos, que quisieron detener el asunto... cuando había escapados por delante. DSM perdió el maillot de líder por ese caprichín, porque siempre traen consecuencias las cosas que (muchos dicen) no tienen consecuencias. Graciosísimo todo. Ah, hubo caídas antes y nadie quiso que se detuviera el grupo, porque quien cayó no fue Primož Roglič, y eso también es injusticia. ¿Tu nombre es Pepito Pérez? Pues te jodes. Mejor tomarlo a chiste. Mejor no tomárselos en serio.

(Si cae alguien en El Cordal y necesita sacar tiempo Jonas en Angliru me gustaría ver si hay parón).

Ah, victoria para DMS y liderato para Milesi, victoria para Kron y liderato para Piccolo. Que no aparezcan hasta tan abajo en esta crónica también es consecuencia triste de chapuzas y vergüenzas...

Y hoy se llegaba a casa. A Andorra digo, donde viven un centenar de pros, la plana gruesa del equipo hispano y bastantes youtubers de esos que no saben deletrear "Merckx" (igual algún pro... na, paso, no polémicas, Pereda, no polémicas). Ya lo dijo ayer Juan Ayuso, que en Andorra el asfalto agarra más, así que allí no va a haber problema, porque somos buenísimos poniendo excusas, pero igual de buenos para desmontar excusas. Debía salir etapa cuca, con dos puertos finales de interés (no muy duros, pero aun a lunes), y estaba ese asfalto pegajoso, ese asfalto supergén, ese asfalto que se adhiere al tubular como Haimar Zubeldia a la rueda del de delante.

(Una escapada a dos entre Haimar Zubeldia y Louis Meintjes crearía semejante paradoja cuántica que nuestro universo colapsaría. No tengo pruebas, tampoco dudas).

Veamos. Escapada con escaladores de postín, les dejan coger tiempo. Carreteras anchas y secas pero la suspensión flotando en el aire (se habían visto velutinas a doscientos kilómetros de allí, y no queremos picaduras, si no nos apoyas eres un monstruo, alguien que solo quiere sangre y circo). Por detrás tira Dylan van Baarle, que es el Dylan más conocido desde Sensación de Vivir (este no tiene entradas), y parece Robocop neerlandés escogido para la temporada de agosto-septiembre.

Empiezan a subir el Coll de Ordino (que es una carretera muy bonita, a base de herraduras, pasando por plantaciones de tabaco) y llevan dos minutos los de delante, que ya solo son Caruso, Kämna (recién llegado de Fedaia, menudo destrozo que hizo, en Fedaia) y Sepúlveda. Vamos, que controlado, a priori, salvo que el pelotón suba a paso de Ivan Quaranta (ejem). Ordino no es muy duro (yo subí Ordino, ergo Ordino no es muy duro), y tiran los compañeros de Bardet, porque los compañeros de Bardet tienen más moral que servidor con diecinueve años. Luego ataca Jay Vine, el hombre que llegó desde un rodillo y casi revienta los puertos de la Vuelta hace doce meses. Y después el propio Bardet, que apunta a rey de la montaña (toma ya, triple que me tiro), que es buen descendedor (Jay Vine tiene cuatro luces naranja para cuando toca bajar), que a mí siempre me ha gustado, Romain Bardet, porque tiene porte de escalador clásico...

Foto: Uno del os cuatro detenidos acusados de preparar actos contra la Vuelta Ciclista 2023. (EFE/Siu Wu)

Bajada, tampoco piensen que dio para más el asunto. Un minuto para los de delante, sensación de que la victoria está con los favoritos. Hasta que ocurre. La actuación incomprensible de siempre. Tiras, tiras y tiras durante kilómetros hasta que tienes cerca a los de delante y... parón. Parón entre los favoritos, descenso con más temores que los fruittis en un hotel vegano. Delante van Kämna y Caruso, porque a Sepúlveda lo abdujeron los extraterrestres, y está haciendo Íker un programa con esto.

Cinco a meta (Tadej ya hubiese atacado), y entra Jay Vine, trabajando para Ayuso (como tantos otros). Hace daño, pero da la sensación de que hace daño entre los que pasan mogollón del tema, algo muy de Vuelta a España. Se quedan veinte, y esos veinte son los que van a quedarse cada vez que alguien agite un poco el tema. Pero bueno, que hay ritmo, porque se echan encima de los escapados, y los dos kilómetros finales son pindios de narices, y ganará un nombre rimbombante, lo que suele gustar a organizadores y palmeros.

Ataca Ayuso y, con él... tres del mismo equipo. Vingegaard, Primož Roglič, Sepp Kuss. Como Kuss vive por la zona pues... mira, libertad, tira para adelante, que sea tu día de gloria. Corrió el Giro (decimocuarto, ganó su compi), corrió el Tour (decimosegundo, ganó su compi), y ahora viene a la Vuelta. No dura mucho el asunto. En eso han descolgado a Thomas (para sorpresa de nadie), ataca Marc Soler (que también conoce fenómeno todo este sitio), lo pillan, va a ser sprint. De quince, pero sprint.

Duelo de pancartas. Evenepoel aprieta, sale Vingegaard, Remco aprieta, Vingegaard se sienta, Evenepoel gana, pone cara de "soy el puto amo", pica un segundín a Jonas, otro segundín a Ayuso, y a Primož (que era favorito, porque tiene más victorias así que tirando de épica). Ah, tras la meta Evenepoel atropella a una auxiliar (no debía estar allí, porque quienes importan son los ciclistas, porque quienes llegan ciegos son los ciclistas, porque hay demasiada gente en esos sitios, joder, hay demasiada gente en esos sitios), se pega una hostia bien grande, tiene corte en la sien, la cara con sangre cayendo. Está Evenepoel a una birra caliente de ser Francis Begbie estos días, tú. Menudo final bizarro para el asunto.


En fin.

Que Evenepoel líder, dos etapas de bochorno, una que meh y muchas esperanzas cara al futuro. Eso no nos lo quiten, por favor. La esperanza. Eso no nos lo quiten.

Empezó la Vuelta a España este lunes, amigos, y aquí llegué, como cada año, para entregar las crónicas más tróspidas, surrealistas y ancladas en la época de Maurizio Fondriest que existen por el juntaletrismo desvergonzado.

Empezó la Vuelta el lunes, digo, porque lo del finde fue cosa distinta. A medias entre la indignación, la vergüenza ajena, el catetismo, una miaja de echarle morro al asunto. Vamos, como cualquier finde suyo y nuestro, solo que en versión bicis. Afortunadamente

Primero tuvimos el pasaje del terror. Que aquello fue Barcelona (la crono por equipos de Barcelona) durante la noche del sábado, que allí podía salirte en cualquier esquina Freddy Krueger, Jason Voorhes o Fernando Couto con los codos abiertos. Vamos, esperpento. A mí, aclaro, lo de las cronos por escuadras “tipo Vuelta” pues... Urbanas, sin distancia, sin espacio para ver una disciplina que es estéticamente a-co-jo-nan-te. Nada, mejor pa prao. Pasa que esto tuvo deriva horrible. Una tontería a priori que se convierte en una chapuza a posteriori. Viva y bravo.

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