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Vingegaard gana, Jumbo domina y Evenepoel desaparece: El Tourmalet enseña ciclismo
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UNA JORNADA DE ALTA TENSIÓN

Vingegaard gana, Jumbo domina y Evenepoel desaparece: El Tourmalet enseña ciclismo

El danés consigue una gran victoria en una dura etapa y se coloca tercero en la clasificación general. Hasta ahora, cuatro españoles entre los diez primeros en la Vuelta a España

Foto: Vingegaard ganó la decimotercera etapa de la vUELTA. (EFE/Manuel Bruque)
Vingegaard ganó la decimotercera etapa de la vUELTA. (EFE/Manuel Bruque)

Historia.

No digo que lo de hoy haya sido histórico, porque se nos llena la boca con el término histórico, que ahora todo es histórico, macho, qué aburrido, histórico esto, histórico lo de allá.

No.

Yo digo historia.

Porque eso tenía la etapa de hoy en la Vuelta. Historia. Aubisque, Tourmalet... historia. De Stéines en adelante (aunque también hubiese de Stéines para atrás), sendas de mitos, todos los campeones en esas curvas. Cada rampa un relato, cada recta un recuerdo. Cómo no sentir júbilo en una etapa con Tourmalet y Aubisque. Aunque fuera como fuese, aunque sea la Jaca-Val Louron de Indurain y Chiapucci, solo que la mitad de distancia, menos de la mitad de Portalet, nada de Aspin (cambio por Spandelles, ganamos), nada de Val Louron, porque la modernidad nos empuja a buscar imágenes de impacto, cortes para el tuiter, y en eso la cima del Tourmalet es insuperable. No importa... a los símbolos se les aprecia, se les respeta (ay, con lo que han faltado al respeto a Tourmalet), se les honra.

Y hoy... tocaba mito.

Eso sí, había un miedo. Un miedo enorme, un miedo absoluto. Que igual hay plante, que quizá hagan huelga los ciclistas. Por el túnel, el túnel que hay por Littor. Que, vale, llevan los héroes pasando 113 años por el túnel de Littor, pero es que hasta hoy no nos habíamos dado cuenta de su peligrosidad, de lo oscuro que es, de qué frío hace allí dentro. ¿Y si alguien se acatarra? Más aun... ¿y si alguien vuelve a casa acatarrao y contagia a sus hijos? Aquí hay padres de familia, morbosos, que son ustedes unos morbosos. Jugamos con la salud de la peña. Planea el plante durante un ratuco pero, al final, deciden seguir a por todas. Aplausos, Lapize estaría orgulloso... La épica.

Foto: Vingegaard, campeón del Tour por segundo año. (Reuters/Benoit Tessier)

Dónde se quedó Evenepoel

(Ficción, pero no apostaría yo porque en el futuro... ay).

Vale, ustedes igual ya saben cómo terminó la etapa, y hasta saben cómo fue la etapa, y seguro que les han contado todo lo bien que tuvo esta etapa. Yo también iré por ahí, no se piensen. Pero cada cosa a su tiempo, y que los árboles no nos impidan ver el bosque... y el bosque son 135 kilómetros, los bosques son distancia de cicloturista (y descuenten el comienzo-bajada), los bosques son empezar etapa reina (o candidata, al menos) de una Grande a las dos del mediodía, cuando ya has tomao el vermú, los bosques son que no se llegue a las cuatro horitas cuando alguien levanta brazucos en Tourmalet... Insisto, hoy estuvo interesante, pero no olviden que esto antes era ciclismo de fondo en carretera. No lo olviden, por favor.

Porque hay gente que está buscando precisamente eso.

Ah, establecer causa-efecto entre longitud de la etapa y el pifostio que se ha montado es como decir que la Jaca-Val Louron (ay, otra vez ella... creo que estoy obsesionado) salió así porque vino muy buena la campaña del tomate aquel año. No me hagan trampas con los análisis...

Y eso, que salida cuesta arriba y antes de darte cuenta de que es cuesta arriba pues ya cuesta abajo, y todo rápido hasta empezar el Aubisque, y qué duro es el Aubisque por allí, colega, qué largo y qué duro, con ese paso criminal por Eaux-Bonnes, que es como pedalear por la Francia decimonónica, que es ir saludando a Proust y Zola, que ya llevas la testa caliente, y aun queda mogollón. Como a Evenepoel.

Porque allí se quedó Remco Evenepoel. El día después del descanso, que encierra estos peligros... Dificultades para entrenar, cambo de rutina... Remco cae del grupo cuando quedan cincuenta, cuando tira del pelotón (porque es todavía pelotón) Robert Gesink. Perderá la intemerata arriba del Tourmalet, perderá mucho del crédito que ganó por aquí hace doce mesucos, perderá esperanzas, e ilusiones, y entsiasmo, y futuro. De alguna manera esto es peor, mucho peor, que aquello del Giro, el miedo en sterrato, la petada camino Giau. Porque con esto, con la Vuelta, demostró poder, pero queda en entredicho ese "poder", que igual fue "poder" ante ciertos ciclistas, y no "poder" contra todos los ciclistas y todos los puertos. Pico Jano es bonito, y a mí me encanta, pero el ciclismo lo escriben Aubisques y Tourmaletes, y ahí el flamenco aun... No seré yo quien lo entierre, porque lo mismo mañana sacan comunicao y tenía catarro, o le dolían las muelas... No seré yo quien lo entierre, porque calza clase como para regalar a muchos reguleros... No seré yo quien lo entierre, pero debería haber reflexión en Chez Remco. En un sentido u otro, pero reflexión.

El sufrimiento de Almeida

Ah, también se quedó Almeida, pero es que Almeida, más allá del exotismo y de esa forma sufridora de andar en bici, interesa lo justo.

Bajando Aubisque (en realidad bajando Soulor, pero ya me entienden) hay movimientos. Uno, fundamental. Se pone a tirar el equipo de Mikel Landa, porque está la etapa, y porque un top-algo llega ahí, cerquita. Y luego quedan en cabeza solo cuatro... un compi de Mikel, el propio Mikel, Sepp Kuss, Jonas Vingegaard. Lo de Jumbo es acojonante, están en posición de jaque tras casi cualquier movimiento, corre con la estrella de Super Mario, tiran hadokens en cada puerto, guardan nitros y todas las magias del Golden Axe...

Pero está, también, Landa.

De acuerdo, luego se ordena el asunto, y en Spandelles esto es otra carrera, y no veo a Landa pódium, eh, veo antes a Su Ta Gar por Eurovisión. Pero así es la vida... ilusionarte un rato con lo que crees imposible, con lo que sabes no va a ocurrir. Por eso Landa sonríe de esa forma, ojos tristes y brillo alegre. Porque durante un momento... durante un momento precioso, breve, brillante, hermosísimo... durante ese momento pareció que sí.

Y eso nos vale a los que no aspiramos a ganar la Grande Boucle.

(Por cierto... Evenepoel descolgado y Landa delante... déjate que Mikel no sea líder en el Tour).

Por ahora etapa interesante, oigan. Muy interesante.

Foto: Remco Evenepoel, tras su accidente después de la 3ª etapa de La Vuelta 2023 (@teledeporte).

El joven Ayuso

Empiezan Spandelles, y se ven cosucas. Primero cosucas y luego ritmo de Gesink, que anduvo a hostias con Valverde en La Pandera, año 2009, y ahí sigue, el pavo, igual de espigado jerifalte, igual de blanquito, igual de flaco, que a Robert Gesink tú le puedes contar costillas. En fin, a la vejez viruelas. Pero antes, dijimos, cosucas. Arreón entre Vingegaard y Kuss, otra vez Landa, la afición en plan abogada cincuentona en un tributo a Guns N´ Roses (o en un concierto de Guns N Roses, vaya, aunque no está Axl para mucho Hors Catégorie). Y, sobre todo, Marc Soler. Estuvo el otro día Marc Soler en la Laguna Negra tomando apuntes. Oye, sí, esto de Alvargonzález... tampoco es para tanto... Y luego por la planicie... Oye, este Antonio escribió sobre la sombra de Caín, ¿no?, hay que ver, qué mala fama, Caín. Y se lanza Marc Soler, y se olvida de Ayuso, que es el joven más diésel que yo nunca haya visto (Almeida es un viejoven, busquen fotos), y queda como líder de su equipo, y dura un suspiro, porque entra Ayuso, y se calma todo, y hay un grupo de veinte paisanos, con veintisiete Jumbos entre ellos, y todo vuelve a su cauce lógico, pero quítate ya esa marca de la frente, Soler, que menudo fratricidio, colega, menudo fratricidio. Yo lo advertí el otro día... y me encanta. Ojalá hubiera más como Soler en el pelotón.

Y eso, que trenecito chucuchú de Gesink, y solo aguantan los mejores (que son los que se toman el asunto en serio, menos Evenepoel y Almeida, y un poco Lenny Martínez), y parecen ir más relajados, y uno piensa que si igual Roglič no marcha muy sonriente. En fin, imagina que se descuelga Roglič... solo meterían los holandeses dos en el pódium... Desilusión.

(Aunque igual es que quieren todo atado y bien atado, como aquel enano hijoputa).

Empiezan a subir Tourmalet, y uno nunca se cansa de mirar el Tourmalet, uno quiere trincar el Premio Planeta solo para comprarse una casa allí, en Luz-St-Sauver (bueno, para eso y para ir a la cenorra, que tiene pinta de comerse rico, en esa cenorra). Si te gusta el ciclismo, te gusta el Tourmalet. Si prefieren ustedes frivolidades modernas... en fin, lo siento mucho.

Y eso, que Tourmalet y tira Kelderman, y va desgranando paisanos del grupo como quien arranca drupas de los acebos en diciembre. Va desgranando paisanos del grupo, y el top ten de la Vuelta se dibuja él solo, con lentitud, a golpes de agonía. Para cuando pillan la Route Fignon (cómo se echa de menos, sí, a Fignon en estas bicis) son solo once. Menos de nueve a meta, sensación de que todo está por venir después de todo lo que ya vino.

Mikel descamisao, como detalle. Que no sé si detalla algo, pero Mikel descamisao y arriba del grupo. Como detalle.

Ocho y... Vingegaard empieza a bailar con su bici. Sale Ayuso, lo coge Ayuso, Vingegaard se para, quizá airado, quizá con frustración. Que te pille Tadej es una cosa, pero esto... Na, es que olvidó encender el potenciómetro para grabar la serie. Descanso y vuelve Vingegaard, abre hueco en horquilla a izquierdas, Enric Mas se queda a cinco bicis, echa ojeada a ver quién llega (Enric Mas nunca parece darlo todo cuando está por delante, siempre pedalea ligero, siempre gira demasiado el cuellín, siempre vigila y vigila, como Batman, pero de forma muy poco Batman), vienen Ayuso, y Kuss, y Roglič, y Landa, y Cian Uijtdebroeks, que tiene un nombre acojonante, pero acojonante de verdad. Complicado de escribir, de acuerdo, pero acojonante. Eso suma, eso suma. Pero Jonas. Que pilla metros Jonas, que tiene peor cara que en el Tour, que no va tan fresco como en el Tour, pero pilla metros Jonas, porque es el mejor que hay aquí, y ha de notarse, el mejor casi siempre termina ganando. Entre eso y que detrás tiran con timidez (bueno, con timidez y con un miedo de narices a Roglič y Kuss), pues va escanciando segundos como un veinteañero cachis los sábados. Prueba Enric, sale Kuss silbando una de “Platero”. Superioridad numérica, superioridad física. Tirones, parones. Vingegaard metiendo hostión casi sin querer.

Y finalmente... arrancada criminal, exuberante, arrancada imposible de contener de Sepp Kuss. A 1.000 metros de meta, comiendo curvas como quien devora tigretones. Y luego Roglič. Y, joder, es La Vie Claire con maillot más feo, es La Française en color. Gana Vingegaard, que sigue con el tema del carisma un poco regular (pero gana Vingegaard, y tanta victoria suple lo del carisma, sí). Medio minuto a Kuss, tres segundines más a Roglič. Lemond, Hinault y Hampsten. Después todos, con cuentagotas.

En la general... Pues el trío en minuto y cuarenta y cuatro segundines (jamás pensé que escribiría esta frase, oigan), Ayuso primer-no-Jumbo (premio recientemente establecido en cuantas carreras deseen los de Países Bajos) a dos y medio. Enric Mas a tres, Soler parecido, Landa setenta segundos por encima (pero séptimo, y el Landismo arriba cara a Asturias, septentrión de culines y escancies), Vlásov y Cian juntos y revueltos, Almeida cerrando el top ten, que interesa mogollón, el top ten.

Estuvo guay, el Tourmalet, claro que estuvo guay, el Tourmalet. Otra cosa es que se nos haya terminado la Vuelta, que sí.

A ver quién decide ese equipo que se lleva el último maillot rojo.

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