Por qué la política española actual no se entiende sin Pérez Galdós

En estos complejos momentos electorales, y sobre todo tras la resaca que vendrá el próximo 24 de julio, puede ser buen momento para aproximarse a la obra de Galdós, ya sea directamente o mediante la lectura del libro El legado de Galdós. Los mimbres de la política y su “cuarto oscuro” en España (Catarata, 2023), cuyo autor es el profesor Jiménez Asensio. Se trata de una obra que una vez finalizada, como bien comenta el también profesor Manuel Zafra, el lector siente apremio por leer la obra del escritor canario.

Lo cierto es que la extensa y prestigiada obra de Benito Pérez Galdós, al menos buena parte de ella, nos ayuda a comprender esta vieja España, con sus achaques permanentes y sus constantes disputas políticas, fracturada siempre y con un modo de hacer política muy particular, diagnóstico al que se añade la existencia de unos políticos, por lo común, bastante “menudos” y de luces cortas en su mirada sobre el país, así como con una Administración Pública que se fue configurando, como se señala en la obra reseñada, como el “cuarto oscuro” de una política caciquil, fuente de favores y prebendas entre los amigos políticos y de reparto arbitrario de empleos en las estructuras burocrático-administrativas.

Pero si la mirada galdosiana es necesaria para entender qué fue España durante el siglo XIX y los primeros compases del XX, nada se entenderá sobre lo que es actualmente nuestro país y su política, así como en buena medida su Administración, sin ese profundo escrutinio que el autor canario lleva a cabo en los Episodios nacionales y en buena parte del resto de su obra, con una destreza sin par. Es cierto que algunos obstáculos tradicionales (papel de la Corona, la Iglesia y el Ejército en la política o la corrupción electoral sistemática) se han ido reconduciendo, no sin sobresaltos, no lo es menos que los obstáculos intangibles –como así los califica Jiménez Asensio- siguen incrustados en nuestra vida política y administrativa. Por ejemplo, el modo sectario de hacer política (“gobernar para los nuestros”) fruto de esa constante grieta entre las dos Españas, la presencia aún muy importante (sobre todo en la alta Administración) del clientelismo político como expresión renovada del viejo caciquismo (con tentáculos importantes en los territorios o nuevos cantones que hoy en día conforman el Estado autonómico), el uso perverso del presupuesto (el “derecho al presupuesto”, la “olla presupuestaria” o el “restaurante nacional”, como lo describió nuestro frustrado premio Nóbel) como fuente infinita de reparto de prebendas entre quienes se aproximan al “comedero público” y, en fin, ese marcado predominio del Ejecutivo en un inexistente Estado Liberal ajeno a la división de poderes, donde el Legislativo y el Judicial fueron siempre mera coreografía.

De todo ello quedan hondas huellas, algunas como el clientelismo político puestas de relieve recientemente por el afamado escritor Antonio Muñoz Molina. España ha cambiado mucho en su decorado y poco en su esencia.

Nuestras propias vergüenzas

Galdós muestra con precisión y realismo nuestras propias vergüenzas. Y lo hace con un afán crítico, pero constructivo, pues siempre fue un gran patriota. El escritor canario no solo fue un apasionado de la literatura, sino también de la política. Este es quizás el valor añadido del libro del profesor Jiménez Asensio, que muestra con todo lujo de detalles la excelente capacidad analítica que tenía Galdós como escrutador de los hechos políticos, de sus actores y de una Administración cautiva siempre del favor y de la arbitrariedad. La construcción de contrapesos al poder nunca fue nuestro fuerte, ni antes ni ahora.

Galdós, heredero de la tradición cervantina, fue además un ensayista político oculto en su enorme destreza de contar historias. No cultivó el ensayo, salvo en sus puntuales contribuciones periodísticas; pero muchos de sus Episodios nacionales y algunas de sus novelas y obras de teatro están imbuidas por esa fina capacidad de analizar también la realidad política. Como bien expuso Clarín, Don Benito era un observador atento, también de las pulsiones políticas.

Fue capaz de detectar tanto los males endémicos de la política patria como los déficits que este país siempre ha tenido para construir sólidas instituciones

Pero fue además capaz de detectar, avant la lettre, tanto los males endémicos de la política patria como los déficits que este país siempre ha tenido para construir –como expuso premonitoriamente el autor canario- sólidas instituciones. Un déficit que no hemos conseguido superar en los dos últimos siglos. Como finaliza el ensayo del profesor Jiménez Asensio, la pregunta siempre presente es por qué este país sigue siendo impotente para reformar profundamente sus instituciones.

En fin, la lectura de El legado de Galdós constituye un regalo para el lector que instruye su inteligencia, incrementa su memoria y lleva a comprender el origen de nuestra realidad en la contemplación del análisis del pensamiento de D. Benito Pérez Galdós. Y, además, tal vez así comprenda mejor qué está pasando en España en estos tiempos presentes y qué sucederá en los venideros.

*Jesús Colás Tena es secretario general de la Diputación de Zaragoza.