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'Mano de hierro': ¿Se ríen los americanos de nuestras series de acción?
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'Mano de hierro': ¿Se ríen los americanos de nuestras series de acción?

Nueva superproducción imitativa donde se echa de menos una historia propia que contar

Foto: Fotograma de 'Mano de hierro'.
Fotograma de 'Mano de hierro'.

Antes de ponerme Mano de hierro (Netflix), entré en Imdb a ver por dónde iban los tiros. Me llamó la atención una reseña de un usuario. Se titulaba: “La mejor serie española no cómica de la última década”. La primera frase decía: “No se confundan: sigue siendo mediocre”. El tipo, bajo la prestigiosa identidad de Sarka7599, le había puesto un 5 sobre 10. “Comparada con la habitual baja calidad y terribles actuaciones y terrible guión de los thrillers españoles, es probablemente el mejor show de los últimos años”. Por lo que sea, Sarka7599 no se abría a la estimulante posibilidad de que, hasta cuando hacemos thrillers, los españoles estemos haciendo comedia.

Mano de hierro, vista a través de los ojos de un engreído yanqui con cuenta en Imdb, es mucho mejor que vista con tus propios ojos, fatalmente españoles. Siendo español, todas las series donde salgan tiros y explosiones (pasa lo mismo con Reina roja, PrimeVideo), te parecen inverosímiles, simplemente porque en Madrid o Barcelona no se pega un tiro en todo el año, y si explota algo, es una bombona de butano. Los thrillers españoles, para empezar como Dios manda, deberían empezar con una bombona de butano explotando en un barrio obrero, y luego seguir a partir de ahí. Sin embargo, sus creadores se creen Scorsese o Michael Bay, y el butano no lo trabajan.

La acción de Mano de hierro se sitúa en Barcelona, donde apenas hay corrupción real (Camp Nou, procès…), de modo que ha habido que buscarla con lupa, hasta localizarla muy genuinamente en el puerto comercial de la ciudad. Era, justo ahí, en el puerto de Barcelona, donde había que buscar la corrupción, sí.

Los 'thrillers' españoles, para empezar como Dios manda, deberían empezar con una bombona de butano explotando en un barrio obrero

La trama, ambientalmente, recuerda como es obvio a la segunda temporada de The Wire. Vemos las grúas inmensas y los contenedores sellados y un poco de agua marina. A través del puerto de Barcelona entra mucha droga, y tanto los trabajadores del lugar como la policía, como los inspectores de mercancías, están en el ajo. El puerto de Barcelona es Baltimore, sólo que sin hombres negros ex convictos con los pantalones demasiado anchos. Habría que ver qué tal ha sentado esta serie a las autoridades portuarias, y a los trabajadores y operarios. Yo creo que les habrá hecho gracia. Repetimos: ¡no había otra corrupción en Barcelona con la que hacer una serie que la de esta gente!

placeholder Chino Darín, Natalia de Molina y Jaime Lorente. (Europa Press)
Chino Darín, Natalia de Molina y Jaime Lorente. (Europa Press)

En realidad, Mano de hierro es una especie de Crematorio con barquitos, minusválidos y papel de calcar. Lo malo es que no hay literatura detrás, como estaba detrás de Crematorio Rafael Chirbes. Es una serie muy violenta. Casi cada plano le recuerda a cualquier espectador algo que ha hecho Tarantino o Scorsese. Hay tantas escenas de acción que cuesta saber qué está pasando. Lo malo es que a uno le da completamente igual qué está pasando y sólo piensa en a quién se está imitando.

Dice nuestro reseñista amateur que el audiovisual español es, precisamente, aficionado, que “los escritores y directores (españoles) no saben cómo funcionan las armas ni cómo se comporta la gente en combate”. En esto es probable que tenga razón. Urtasun va a crear una subvención para que los guionistas y directores españoles se vayan a un campo de tiro a balear sacos de arena, a ver si se enteran de la movida. Luego habría que meterlos a todos en un coche y volarlo por los aires, por los mismos motivos.

Es una serie muy violenta. Casi cada plano le recuerda a cualquier espectador algo que ha hecho Tarantino o Scorsese

En cine, al final parece mucho más difícil hacer volar un coche por los aires que el método Stanislasvki. Es más accesible llorar, desnudarse, soltar un monólogo shakespeareano que filmar el asalto a un castillo o un atentado terrorista. Cuando éramos pobres (más o menos hasta que apareció en nuestro cine Amenábar), hacíamos comedia, porque la risa son los efectos especiales de las industrias cinematográficas paupérrimas. Desde que somos ricos, nos reímos menos, y encima las películas no parecen españolas, y los americanos se burlan de nuestros tiroteos.

De las películas de Santiago Segura sólo nos burlamos nosotros.

Un ejemplo claro de cómo hacer una serie a la americana en España lo encontramos en Gomorra (2014): es italiana por los cuatro costados, pero, al mismo tiempo, encierra esa esencia espectacular y adictiva de los shows de Hollywood. Otro ejemplo triunfal es la reciente serie turca Kübra. Al verlas, uno piensa: esta gente tiene algo que contar. Algo que sólo ellos (esos países, de hecho) podían contarnos.

Cuando éramos pobres hacíamos comedia, porque la risa son los efectos especiales de las industrias cinematográficas paupérrimas

Mano de hierro no tiene nada que contar. El puerto de Barcelona es un aburrimiento. No torturan a la gente en cuartos oscuros con ratas y whisky. Eso lo hacen en otro sitio de la ciudad. Lluís Quílez tendría que haberse ido a otro sitio de su ciudad.

Quílez es autor del interesante thriller Bajocero (2021), y aquí ha contado con Eduard Fernández, Natalia de Molina y Jaime Lorente como sufridas estrellas. También salen Chino Darín y Sergi López. Es un buen elenco. Lo malo es que hacen todos el mismo personaje, salvo Natalia de Molina, que cada día se parece más a Julianne Moore cuando la dejaban sola en casa (Vidas cruzadas, Magnolia, El final del affair, Las horas…). Hacen, todos los hombres, de hombre simple.

Por mucho dinero que tenga uno para hacer una serie o una película, al final siempre nos enfrentamos con el mismo problema: tiene que haber un buen guion. En narrativa audiovisual, puedes comprar cualquier cosa, a DiCaprio, mil Lamborghinis, diez mil extras; pero no puedes comprar una buena historia.

Antes de ponerme Mano de hierro (Netflix), entré en Imdb a ver por dónde iban los tiros. Me llamó la atención una reseña de un usuario. Se titulaba: “La mejor serie española no cómica de la última década”. La primera frase decía: “No se confundan: sigue siendo mediocre”. El tipo, bajo la prestigiosa identidad de Sarka7599, le había puesto un 5 sobre 10. “Comparada con la habitual baja calidad y terribles actuaciones y terrible guión de los thrillers españoles, es probablemente el mejor show de los últimos años”. Por lo que sea, Sarka7599 no se abría a la estimulante posibilidad de que, hasta cuando hacemos thrillers, los españoles estemos haciendo comedia.

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