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"Era el hombre más odiado de España": la foto que explica nuestras viciadas relaciones con Marruecos
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Duelo de titanes

"Era el hombre más odiado de España": la foto que explica nuestras viciadas relaciones con Marruecos

Un libro revisa las peripecias de Luis de Oteyza, que entrevistó a Abd el-Krim tras la debacle española en Annual. Cómo un periodista de mecha corta sacudió la España africanista

Foto: El general Felipe Navarro y el periodista Luis de Oteyza. (EFE/Díaz Casariego)
El general Felipe Navarro y el periodista Luis de Oteyza. (EFE/Díaz Casariego)

Ahora que cualquier trifulca tuitera entre periodistas genera un drama sociológico sobre polarización en la era de las redes sociales, y una disertación sombría sobre sociedades donde todo lo sólido se desvanece en el aire, es buen momento para recordar que un insultillo en redes puede ser un avance civilizatorio cuando uno viene de clavar un florete en el pecho al periodista rival. En efecto, hace apenas un siglo, periodistas como Luis Oteyza dedicaban tiempo a aporrear sus teclados, pero también a batirse en duelo con la competencia, pues su arte satírico no era entendido por todos.

"La persona que tiene menos amigos entre sus compañeros de profesión… soy yo, hermanos; yo mismo… Y todo ¿por qué? ¡Porque llevo dos años corrigiendo errores [lingüísticos] de todas clases, que constituyen al ser publicados la vergüenza del gremio!", escribió Oteiza que, en 1913, mantuvo una agria polémica con un periodista de la competencia que había escrito hipnotizar sin h.

Una pelea por la calle con un periodista al que había llamado mojigato, acabó con Oteyza expulsado de un periódico barcelonés y teniendo que irse a trabajar a Madrid.

También participó en varios duelos. “Recuerdo que siendo pequeño mamá se ponía muy nerviosa cuando llegaba el maestro Rivas, quien le daba clases de esgrima, porque era señal de un duelo cercano”, contó su hijo Ernesto.

"La entrevista fue un aquí nos vamos a gastar el dinero que haga falta"

Pero si su lengua viperina era conocida, más inesperado fue que Oteyza fuera el responsable de la (hasta entonces) exclusiva del siglo, una entrevista a Abd el Krim, el líder rifeño que había llevado a España al desastre de Annual, con miles de soldados españoles muertos defendiendo los asentamientos en Marruecos. La exclusiva —publicada en el periódico La Libertad, de tendencia izquierdista, que dirigía Oteyza y tiró ese día 200.000 ejemplares— generó una polémica nuclear en todo el país (con ecos tremendistas a cuando alguien publica hoy una charla con cualquier enemigo de España, pero con el acicate de que entonces la guerra con Marruecos era una realidad).

“Podemos y debemos subrayar, una vez más, la esterilidad absoluta y creciente de una política africana que no descansa sino sobre las bayonetas, y apenas tiene otras garantías que las de la estricta ocupación militar”, publicó La Libertad tras la hecatombe de Annual.

El quilombo lo retrata ahora Guillermo Soler en El ingenioso e inquieto Oteyza en campo enemigo.

“La magnitud del desastre es enorme: considerado la derrota de mayor alcance sufrida por un ejército colonial europeo y con una cifra de muertos sufridos en aquellas semanas redondeada en torno a los diez mil (muchos de ellos en la primera jornada)... Un cuerpo militar con exceso de oficiales; una tropa desmotivada, que no sabía realmente por qué había que morir en Marruecos, mal equipada, mal instruida y sin experiencia real de combate (éste se reservaba para los cuerpos indígenas: los Regulares y la Policía Indígena); y un contexto de corrupción y falta de disciplina y compromiso”, escribe el autor sobre la hecatombe de Annual.

“En cuanto a Mohammed Ibn Abd el-Krim el Jatabi, no es exagerado decir que en aquel momento probablemente fuera la persona más odiada en España. Como líder de la revuelta rifeña había sido… el máximo responsable de la severísima y humillante derrota del ejército español que rápidamente sería conocida como el desastre de Annual, y que causó unos diez mil muertos. En muchos casos, ejecutados después de haberse rendido, ya desarmados, torturados en vida y ultrajados como cadáveres. Todo ello no favorecía precisamente la consideración que de Abd el-Krim se tenía en España. La imagen casi demoníaca del líder rifeño se completaba con la acusación de traidor, ya que tanto él como su familia habían sido durante años lo que se conocía como moros amigos”, se lee en el libro.

placeholder Portada del libro.
Portada del libro.

La entrevista

Hablamos con Guillermo Soler.

P. Viendo los convulsos inicios de Oteyza en el periodismo, podría pensarse que si eras periodista entonces y no te retabas a duelo con algún colega cada dos por tres, eras poco menos que un paria social…

R. En efecto, entre finales del siglo XIX y principios del XX, no era extraño que un periodista se batiera en duelo con otro. Pero, a partir de la Primera Guerra Mundial, con miles de soldados muriendo en el frente, los duelos empezaron a ser vistos como rituales ridículos y anacrónicos. Oteiza tenía fama de pendenciero, de batirse en duelo a la mínima, aunque él mismo se rio luego de su leyenda, diciendo que en un duelo con pistola era más fácil que muriera un espectador que uno de los duelistas. Eran representaciones pensadas para escenificar el honor, aunque a veces alguna acabara en desgracia.

P. Lo que sí nos dice su gusto por los duelos era que Oteiza era todo un carácter, o su arrojo y mecha corta como motor de su periodismo ¿no?

R. Sí. Él entró en el periodismo por la vía de la crítica y de la burla, se convirtió en una firma reconocida como polemista imprudente, aunque se fuera calmando un poquito con los años. Lo de la mecha corta es una buena definición.

P. Saltar del periodismo satírico al de altos vuelos no siempre es sencillo. ¿Le gustaba darle a todo?

R. Cuando fundó el periódico La Libertad y se convirtió en su director, dejó prácticamente de firmar porque se dedicó a dirigir. Dados sus antecedentes convulsos, puede parecer inesperado que fuera él quien consiguiera la exclusiva de Abd el Krim: ni era especialista en Marruecos, ni era corresponsal de guerra, y había alcanzado la fama con artículos humorísticos. También es cierto que en aquella época los periodistas hacían de todo y muchas veces sin firmar. Su trayectoria, en todo caso, fue heterodoxa.

P. ¿Cuál fue el factor más importante para conseguir el scoop de Abd el Krim? ¿Contactos? ¿Arrojo? ¿Potra? ¿Morro? ¿Instinto periodístico? ¿Todo a la vez?

R. Hubo un contacto importante, una persona de la confianza de Abd el Krim. Al líder rifeño le gustaba estar informado de lo que pasaba en España, sobre todo cuando entró en guerra, probablemente sabía que La Libertad era un periódico más cercano a sus tesis, no se hubiera dejado entrevistar por cualquier medio para transmitir su mensaje. Oteyza también contó que la exclusiva había costado mucho dinero, entre viajes y periodistas, sin descartar que aflojara pasta por debajo de la mesa para conseguirla. Fue un “aquí nos vamos a gastar el dinero que haga falta”. La personalidad de Oteyza, el arrojo para tomar decisiones radicales, también jugó un papel para entrar en el Rif a lo loco.

P. En el libro cuentas que Abd el Krim podía ser “la persona más odiada de España”, pues no contento con acabar con nuestros militares, venía de trabajar para el país en Melilla, pasando de “moro bueno” a enemigo público número uno. ¿Cómo cayó la entrevista de Oteyza con este hombre tan querido por un sector de los españoles?

"La prensa más conservadora le acusó de dar la palabra al enemigo"

R. Oteyza buscó el máximo impacto de la exclusiva conscientemente. Cuando regresó a Melilla tras la entrevista, lo primero que hizo fue atender a la prensa. Lo mismo en sus escalas posteriores en Málaga y Madrid, donde atendió a la competencia antes de publicar la entrevista. Hubo efecto multiplicador. No es que fueran a remolque de la exclusiva, es que aún no se había publicado y ya estaban todos los medios hablando de eso, de las pildorillas y titulares que Oteyza había ido soltando por el camino. Es más: las imágenes de la entrevista no salieron en La Libertad, que se publicaba sin fotos, sino en la competencia. Estalló en mil direcciones. En general, a Oteyza se le felicitó por la exclusiva, pero la prensa más conservadora le achacó haber ido demasiado lejos al dar la palabra al enemigo, difundiendo su mensaje casi sin filtro. Algunos reaccionaron con virulencia: decían que no se debía de haber publicado un texto que presentaba a Abd el Krim como presidente de la república del Rif, como una persona razonable y respetable, lo consideraban propaganda del enemigo, una posición anti española.

P. Otra parte de la exclusiva de Oteyza, opacada por el cara a cara con Abd el Krim, pero igualmente morbosa, fue su visita a los militares españoles presos tras la debacle de Annual. En las fotos se ve a Oteyza posando glamuroso [ver foto que abre este artículo] con unos militares incómodos. ¿Cómo transcurrió ese encuentro?

R. Era otro de los objetivos del viaje, comprobar el estado de los prisioneros, de los que se tenía poca información un año después del desastre en Annual, y de los que una parte de la opinión pública española pedía su rescate.

¿Qué sabemos además de lo que Oteyza escribió y contó? Por suerte, dos prisioneros posteriormente liberados publicaron sus testimonios sobre la visita de Oteyza y sus dos fotógrafos, que fue una decepción importante para ellos: les habían dicho que venían unos españoles y pensaban que venían a negociar su liberación, pero solo eran unos periodistas haciendo su trabajo. En el caso del general Felipe Navarro, el desconcierto debió ser aún mayor, pues sabría de sobra que La Libertad, cuyo director se había presentado de pronto allí, tenía una posición muy crítica con la guerra en Marruecos y en el Rif. Seguro que eso le importunó, además de su incómoda posición como máximo responsable militar vivo del desastre de Annual, sabedor de que en España se cuestionaba si las cosas se habían hecho bien. Navarro estaba, en definitiva, en el punto de mira. Las fotos tenían que hacerse para que los periodistas demostraran que habían estado allí, pero a Navarro no debió hacerle mucha ilusión salir con un Oteyza que, aunque iba vestido de negro, aún de luto por la muerte de su madre, tenía pinta de aventurero intrépido.

P. ¿Hay ecos entre las crisis españolas en Marruecos del pasado y las del presente?

R. Sí y no. España estaba en Marruecos bajo la figura jurídica del protectorado, pero de la zona más pobre y depauperada, un regalo envenenado, donde debía dedicarse a construir carreteras, abrir escuelas y acercar, entre comillas, la civilización europea, pero acabó degenerando en una guerra cruel y sanguinaria. Un desastre. Con los muertos españoles teniendo consecuencias graves sobre el devenir interno del país. Formalmente España acabó ganando en el Rif, pero visto para lo que sirvió, hubiera sido mejor no hacer esa guerra, que consolidó a Primo de Rivera y a una serie de militares africanistas que trasplantaron la manera de batallar en Marruecos a la Guerra Civil.

Al final, España y Marruecos son dos vecinos que no tienen la relación que deberían tener. Hemos trasladado a Marruecos el rol de gendarmes de la frontera, de abrir y cerrar el grifo a su antojo, y como hemos visto en las últimas crisis migratorias, sigue habiendo una relación viciada por ambas partes, con una frontera con diferencias enormes y que sigue siendo conflictiva. Con una última pata coja: a los rifeños que lucharon por la Independencia contra España, la Independencia de Marruecos les sirvió de poco, siguen estando marginados.

Ahora que cualquier trifulca tuitera entre periodistas genera un drama sociológico sobre polarización en la era de las redes sociales, y una disertación sombría sobre sociedades donde todo lo sólido se desvanece en el aire, es buen momento para recordar que un insultillo en redes puede ser un avance civilizatorio cuando uno viene de clavar un florete en el pecho al periodista rival. En efecto, hace apenas un siglo, periodistas como Luis Oteyza dedicaban tiempo a aporrear sus teclados, pero también a batirse en duelo con la competencia, pues su arte satírico no era entendido por todos.

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