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Fábricas de cadáveres y canibalismo infantil: las 'fake news' durante la Primera Guerra Mundial
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Fábricas de cadáveres y canibalismo infantil: las 'fake news' durante la Primera Guerra Mundial

La sistematización del uso de la propaganda al servicio de los intereses belicistas comenzó a utilizarse en esta época, intentando evitar la desmoralización y el derrotismo

Foto: El hundimiento del Lusitania, por Winsor McCay
El hundimiento del Lusitania, por Winsor McCay

El 28 de julio de 1914, un joven que, según la leyenda, se estaba comiendo un sándwich en Sarajevo, cambió el destino del mundo para siempre. La Gran Guerra modificó la perspectiva del mundo tal y como se conocía, demostró que otro tipo de contienda mucho más sangrienta y terrible era posible, y terminó con el sueño que había traído la Belle Époque, en la que todo parecía por descubrir y el mundo era un lugar bello y continuo.

No solamente dejó en el recuerdo la neurosis de guerra, las sucias trincheras o los cuadros desquiciados de Otto Dix. Aquella época también sirvió para implantar algo que todavía nos toca muy de cerca y que continuamos consumiendo sin darnos cuenta en muchas ocasiones de que lo hacemos: la propaganda.

Intentando evitar la desmoralización y el derrotismo, cada país usó prácticas increíblemente chovinistas para estimular la agresividad contra los enemigos

La sistematización del uso de la información al servicio de los intereses belicistas comenzó a utilizarse en esta época (y se perfeccionarían en guerras posteriores como nuestra contienda civil). Intentando evitar la desmoralización y el derrotismo, cada país usó prácticas increíblemente chovinistas para estimular la agresividad contra los enemigos.

Algunas de estas estrategias fueron bastante sucias, recogidas más tarde por Joseph Goebbels para ilustrar sus famosos 11 puntos. De la exageración y transfiguración a la simplificación y el enemigo único, nuestros antepasados supieron qué estrategias funcionaban a la perfección, todo en la búsqueda de la victoria en una guerra que, pasados los años, no tenía sentido para nadie que participase en ella.

"Los alemanes vienen a por mí"

Probablemente, los británicos fueron los que hicieron el empleo más extenso de la propaganda con el fin de mantener a sus tropas motivadas. Una de las historias más famosas es esa de que los soldados estaban mutilando deliberadamente a bebés belgas, cortándoles las manos y comiéndoselos. Otra historia igualmente popular involucraba a un soldado canadiense que, supuestamente, había sido crucificado con bayonetas por los alemanes, hasta el punto de que muchos canadienses afirmaron haber presenciado el evento, pero cada uno contó una versión diferente al respecto.

Una de las historias más famosas es esa de que los soldados alemanes estaban mutilando deliberadamente a bebés belgas, cortándoles las manos y comiéndoselos

Los alemanes también fueron supuestamente culpables de cortar senos de mujeres belgas (monjas, la mayor parte de las veces). En 1917 se publicó un artículo en 'The Times' que hablaba sobre las fábricas de cadáveres alemanes, donde los cuerpos de los soldados se convertían en glicerina para armas o alimento para cerdos y aves. En Londres se creó un organismo especializado en la propaganda en países enemigos. Solo en los años de posguerra las investigaciones llevadas a cabo en Gran Bretaña y Francia revelaron que estas historias eran falsas.

La creación de la UFA

El estudio más importante de Alemania durante la República de Weimar y la Segunda Guerra Mundial tiene sus orígenes en la Gran Guerra. Los alemanes no se quedaron atrás en la invención de noticias falsas. Sus periódicos denunciaron, por ejemplo, que los armenios estaban asesinando a musulmanes en Turquía, así como divulgaron toda clase de propaganda relacionada con el carácter criminal de los belgas: envenenamiento del agua o imaginarios francotiradores belgas fueron algunas de sus invenciones.

Los alemanes no se quedaron atrás en la invención de noticias falsas y pronto se dieron cuenta de la importancia del cine como arma de propaganda

Pero además, los alemanes se dieron cuenta rápidamente de algo que nosotros tenemos muy interiorizado: el poder del cine. La influencia ejercida por las películas antigermanas en cualquier país extranjero, hecho que, como cuenta el crítico Siegfried Kracauer en 'De Caligari a Hitler', los alarmó al darse cuenta del inmenso poder sugestivo inherente al cine e hizo que se dieran cuenta de la insuficiencia de la producción local.

En 1917 se creó la Bufa (anterior a la Ufa), un organismo gubernamental que abastecía a las tropas en los frentes de batalla con sala de proyección y promovía documentales. Con la entrada de Estados Unidos en la guerra, las películas que inculcaban el odio a Alemania se expandieron por todo el mundo, y estos llegaron a la conclusión de que solo una organización de gran magnitud podría contraatacar esa campaña.

"Me asusté hasta los tuétanos, porque me di cuenta hasta qué punto debía haber progresado el emponzoñamiento de odio"

En aquella época se hicieron películas increíblemente patrióticas (aunque no tan famosas como lo sería después, por ejemplo, 'El acorazado Potemkin'). 'El hundimiento del Lusitania' (1918), de Winsor McCay, dramatiza con la historia del hundimiento de ese barco que partió de Estados Unidos con destino a Liverpool y que hundieron un grupo de torpedos lanzados por los alemanes. 'Corazones del mundo' (1918) de D.W. Griffith habla sobre la batalla del Somme, intentando provocar el odio al enemigo (de manera eficaz).

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Cartel de 'Corazones del mundo' de Griffith.

De hecho, Stefan Zweig cuenta horrorizado en su siempre interesante 'El mundo de ayer' cómo, estando en un cine de barrio en Francia (concretamente en Tours) presenció una terrible escena: cuando aparece el emperador Guillermo en pantalla, todo el mundo comienza a patalear furioso y a gritar. "Me asusté hasta los tuétanos, porque me di cuenta hasta qué punto debía de haber progresado el emponzoñamiento de odio cuando, incluso allí, en una pequeña ciudad de provincias, sus cándidos ciudadanos habían sido ya instigados de tal manera en contra del emperador y de Alemania, que una simple imagen fugaz en la pantalla era capaz de provocar semejante estallido".

Por supuesto, los carteles

Nada como un buen cartel para promover el ánimo, el fervor y el patriotismo de los ciudadanos. Además de servir para financiar o recaudar dinero, también se usaba como manera efectiva de reclutar soldados (especialmente en Estados Unidos). El 1914, el británico Afred Leete creó el famosísimo cartel (reutilizado hasta la náusea) donde el ministro de Guerra británico Lord Kitchener señala con dedo acusador a todo aquel que mira, para que se aliste.

placeholder El ministro de Guerra británico Lord Kitchener quería que te alistases antes que el tío Sam.
El ministro de Guerra británico Lord Kitchener quería que te alistases antes que el tío Sam.

Pero también los estadounidenses tuvieron que hacer uso de estos para reclutar a sus soldados. Woodrow Wilson creó en 1917 el Comité de Información Pública (CPI), un aparato de divulgación de noticias y publicidad que tenía la difícil tarea de conseguir enervar el sentimiento bélico de sus ciudadanos, algo difícil puesto que tres años de guerra y tanta información sobre las barbaridades producidas en el frente habían provocado que la mayor parte de la población se tornase pacifista. Este comité influyó, también, en lo que luego sería la propaganda de Estado que todos conocemos.

placeholder  Cartel donde se promueve el trabajo femenino. (Wikimedia commons)
Cartel donde se promueve el trabajo femenino. (Wikimedia commons)

Un grupo de artistas, reporteros, escritores y publicistas llevaron a cabo un bombardeo de información y propaganda sin precedentes, organizando desfiles, mítines, creando carteles y promocionando películas patrióticas.

Basándose en el póster de Leete, el dibujante Monthomery Flagg creó uno de los carteles más famosos de la historia: el Tío Sam queriendo que te alistes

Basándose en el póster de Leete, el dibujante Montgomery Flagg produjo uno de los carteles más famosos de la historia: el Tío Sam queriendo que te alistes. Todo en la búsqueda de la victoria en una guerra que, al final, no ganó nadie.

El 28 de julio de 1914, un joven que, según la leyenda, se estaba comiendo un sándwich en Sarajevo, cambió el destino del mundo para siempre. La Gran Guerra modificó la perspectiva del mundo tal y como se conocía, demostró que otro tipo de contienda mucho más sangrienta y terrible era posible, y terminó con el sueño que había traído la Belle Époque, en la que todo parecía por descubrir y el mundo era un lugar bello y continuo.

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