Es noticia
"Dicen que soy un prostituto, que me vendí". Manuel Summers y los juguetes rotos del cine español
  1. Cultura
Todo el mundo es bueno

"Dicen que soy un prostituto, que me vendí". Manuel Summers y los juguetes rotos del cine español

Tres décadas después de morir, y tras un largo ostracismo, 2024 será un año Summers con documentales y exposiciones. ¿Por qué triunfó, fue criticado y cayó en el olvido? Censura, envidias y vil metal

Foto: Summers en una portería (Exposición It´s Summers Time)
Summers en una portería (Exposición It´s Summers Time)

Guillermo Gorostiza, exleyenda del Athletic de Bilbao y de la selección española, olvidado por todos en un asilo de Bilbao.

Por todos menos por Manuel Summers.

En 1966, Summers filmó la caída de Gorostiza (y de otras figuras populares venidas a menos) en el documental Juguetes rotos. Lo que no sabía entonces Summers es que su obra viviría su propio ostracismo medio siglo después. Tras morir Summers, en 1993, su obra cayó en el olvido, pese a que su relación con el público siempre había sido estrecha. Sus películas estuvieron descatalogadas hasta hace poco tiempo.

Tres décadas después de su muerte, 2024 será un año Summers, con un congreso, un libro, una exposición (It´s Summers Time, organizada por la Diputación de Huelva) y un documental, Summers el rebelde, coproducido por TVE y Canal Sur y en el que participan Fernando Trueba, José Luis Garci, David y Guillermo Summers y Luis María Anson, entre otros. Se estrena en marzo.

"No tengo que rogar que me den, tengo motivos para exigir", decía Gorostiza en Juguetes rotos. Aunque el futbolista había tenido serios problemas con la bebida, a la hora de explicar su caída, apuntaba más alto.

"En esta vida hay que estar en la salsa, en Madrid pasando la mano por el lomo, y yo no valgo para eso, porque ya di la cara en la guerra, que fui voluntario", como si el régimen franquista le debiera algo. ¿Debe España algo a Manuel Summers? ¿Por qué nos habíamos olvidado de él?

Subvención y censura

El denominado Nuevo Cine Español, la generación sesentera de Carlos Saura, Basilio Martín Patino, Mario Camus, Angelino Fons o José Luis Borau, salida de la Escuela Oficial de Cine, agitó el cine nacional con una serie de películas críticas y parabólicas ambientadas en el tardofranquismo.

Pero Summers iba por libre, como cuenta el crítico Javier Ocaña: "Era el más singular de esa generación, porque fue el único que recurrió al humor para hablar de su tiempo. En realidad, los temas y subtextos de sus primeras cuatro películas no eran muy diferentes a las de los demás, pero él utilizó el humor, a veces de forma muy sangrante, como en La niña de luto. (1964)".

Según Ocaña, Summers hizo esos años "varias películas maravillosas, de El juego de la oca (1966) a Del rosa al amarillo (1963)", y tuvo el codiciado estatus de combinar éxito comercial (a diferencia de sus compañeros de generación) con premios en festivales internacionales (compitió dos veces en Cannes).

"A Summers le gustaba provocar a la censura, también en sus viñetas en el diario 'Pueblo'"

El periodista Antonio García-Rayo cree que el "precario contexto industrial" de la época explica la carrera del director. En efecto, en un momento en el que los agentes independientes se contaban con los dedos de una mano, "los productores echaron el ojo rápido a Summers porque sus películas, con unos argumentos cercanos al público, se veían". Pero hay más. Consciente de los fuertes condicionantes industriales, Summers, que estaba "obcecado con hacer sus películas, tomó una iniciativa generacional singular: convertirse en coproductor y distribuidor de sus filmes, autonomía industrial con la que solo contó Carlos Saura tras aliarse con el productor Elías Querejeta", recuerda García-Rayo.

placeholder Summers, Saura, Grau y Coll jugando un partidillo. (It's Summers Time)
Summers, Saura, Grau y Coll jugando un partidillo. (It's Summers Time)

No obstante, no había blindaje suficientemente resistente a la censura, de la que Summers estuvo lejos de librarse. Entre que era el hijo de un gobernador civil y procurador de las cortes franquistas, y que sus películas parecían menos conflictivas y más ligeras que las de sus compañeros de viaje, Summers se convirtió en el favorito del director general de Cinematografía, José María García Escudero, cuyos esfuerzos por armar una industria digna y lanzar a una nueva generación de cineastas —Escudero abrió el grifo de las subvenciones para que pudieran arrancar sus carreras— chocaron con las contradicciones internas características del tardofranquismo (mientras el régimen financiaba estos filmes con una mano, con la otra, ¡alehop!, los censuraba poniendo el grito en el cielo). Los éxitos de Summers servían a Escudero porque sus éxitos justificaban las películas más crípticas y minoritarias de sus compañeros.

Pero el hijo pródigo tenía muy poca paciencia con los censores, contra los que cargó en la prensa en muchas ocasiones, colocando a García Escudero en un equilibrio imposible. En octubre de 1966, al calor del estreno de Juguetes rotos, Summers dijo al diario Pueblo: "Es evidente que mi película ha molestado a los respetables. Es antieconómica y no me la ha comprado nadie, pero tampoco la quiero malvender. Invertí en ella cuanto gané en mis producciones anteriores y ahora me encuentro arruinado. La película resulta cruel, pero más cruel es la vida. La censura me ha destrozado la película con sus mutilaciones".

"A la censura le preocupó sobre todo el primer personaje de Juguetes rotos, el Gran Gilbert, veterano transformista cabaretero de Barcelona, demasiado explícito en un contexto de gran homofobia. No obstante, el principal problema es que era una película muy amarga: mostraba a personas que habían sido importantes para España, abandonadas totalmente por España. Gorostiza presumía de haber luchado en la Guerra Civil; es decir, gente que lo había dado todo por el régimen, estaba ahora en manos de la beneficencia", cuenta Miguel Olid, dinamizador del revival Summers y director del documental.

placeholder Guillermo Gorostiza en el asilo en 'Juguetes rotos'.
Guillermo Gorostiza en el asilo en 'Juguetes rotos'.

"A Summers le gustaba provocar a la censura, también en sus viñetas en el diario Pueblo, cuyo director, Emilio Romero, que mandaba mucho, le dijo una vez: 'No mando tanto como para publicar mañana esa viñeta'", recuerda García-Rayo.

"Según algunos críticos y cineastas, como José Luis Guarner o Basilio Martín Patino, Summers fue el director que más se enfrentó a los censores, que le insultaban y le llegaron a acusar de corrupción de menores en los informes. Aunque no era el director más político, hubo auténtica summerfobia en el régimen, quizá porque su cine era más comercial que el de sus herméticos compañeros de generación y, por ello, potencialmente más problemático al llegar a mucha más gente", zanja Olid.

Los ataques

"Summers se arruinó con Juguetes rotos. Tuvo que pedir dinero prestado. Se juramentó no volver a pasar por eso", asegura Olid.

No volver a pasar por eso le llevó a un cine más comercial. La crítica tomó nota.

Summers murió en junio de 1993. En su afilado obituario de El País, el crítico Mirto Torreiro, que aparece en el documental, intuyó que a Summers le esperaba una travesía del desierto post morten porque su filmografía última no se sostenía:

"Pasó de ser la gran esperanza de un cine nuevo a un propagandista del peor cine español de siempre, de ese mismo cine cutre, aprovechado, ramplón y falto de ideas que combatió con tesón en su juventud… Summers fue perdiendo no solo su indignación antifranquista, sino también su inspiración artística".

"Qué le pasó a ese cineasta prometedor para que terminara orientando su cine hacia el oportunismo"

"Qué le pasó a ese cineasta prometedor, que rompía moldes con su agridulce visión del mundo, para que terminara orientando su cine hacia el oportunismo más descarado a medida que iba perdiendo, él y todos sus compañeros, el lugar de privilegio que el cine español parecía prometerles en sus inicios?".

"Los hallazgos de Del rosa al amarillo, su ternura, su delicioso equilibrio entre crítica y humor; o su mirada comprensiva sobre esos boxeadores acabados, Juguetes rotos de la vida, nada tienen que ver con la facilidad rutinaria de sus filmes de cámara indiscreta de To er mundo é güeno en adelante, ni con el adocenamiento que abunda en su filmografía de los setenta, y mucho menos con las fantochadas de su último período, ese Sufre, mamón que hizo para mayor gloria de la fama de marketing del grupo musical de su hijo David", zanjó Torreiro.

Pero atizar al Summers tardío venía de lejos.

"Era un director independiente que no se casaba con nadie. A Summers, en todo caso, le traía sin cuidado la posteridad"

"En los ochenta, Summers se quejaba diciendo cosas tipo: 'Dicen que soy muy facha, pero a mí la censura franquista me machacó'. Summers metió mucha caña al PSOE de Felipe González y le acusaron de facha, aunque sus primeras películas, con burlas a la religión y a la autoridad, tampoco gustaron a la derecha del régimen. No haber sido reivindicado ni por los unos ni por los otros quizá explique su ostracismo tras su muerte. Siempre se movió entre dos aguas. Era un director independiente que no se casaba con nadie. A Summers, en todo caso, le traía sin cuidado la posteridad", zanja Olid.

Antonio García-Rayo habló con Summers en junio de 1983 para el diario Informaciones. Hace unos meses, el periodista subió en su blog la versión completa de una entrevista en la que Summers se mostró muy molesto con la crítica. Extractos de la entrevista:

Sobre los críticos: "Yo sufrí mi primer desengaño con mis compañeros críticos… con mi primera película, antes de tener éxito de público. Cuando se llevó al Festival de San Sebastián, tuvo una crítica muy buena, pero luego, cuando estuvo 14 semanas en el Cine Coliseum y era un éxito, [los críticos] me pegaron un palo diciendo que era una pena, que era una película comercial, después de haber dicho otra cosa. No me pareció bonito".

Sobre sus compañeros de generación: "Tuvimos mucha protección del Estado y tuvimos mucha censura… El público nos recibió con cierto respeto, por lo menos a mí... De todas las primeras películas … la mía fue la que más éxito popular tuvo… Ahora que estoy tan mal considerado y dicen que soy un prostituto, cinematográficamente hablando, que me he vendido, pues yo creo que fui el que más empujé por esa pared [la de la censura], el que conseguí hacer un agujero por donde luego se colaron muchos compañeros más que siguen haciendo hoy películas".

placeholder Summers y Berlanga, disfrazado de municipal, en un cameo de 'No somos de piedra'. (It's Summers Time)
Summers y Berlanga, disfrazado de municipal, en un cameo de 'No somos de piedra'. (It's Summers Time)

Sobre su autonomía: "Digan lo que digan no me he prostituido, y si me he prostituido lo he hecho voluntariamente. Soy una puta amateur y he elegido conscientemente mi prostitución, que asumo muy satisfecho porque es voluntaria, y se debe a un conocimiento real del mundo del cine. Pienso muchas veces en mis compañeros que tienen fama de puros y, sin embargo, todos han hecho una película con Sara Montiel. Yo no he hecho ninguna. O con Joselito. Yo he hecho una película con quien me ha dado la gana. Y unas han dado dinero y otras no".

Sobre la posteridad: "No tengo ninguna vitrina en mi casa en la que sostener mi vida profesional. Me parece una gilipollez. Me molestaban los premios, no porque me dieran envidia, porque yo sabía que a mí no me iban a dar nunca la medalla de la congregación… Me importaba un carajo".

Palabra de Summers.

"Ha pasado el suficiente tiempo para valorar lo que supuso Summers en su día. El público siempre estuvo de su parte"

"Entre los críticos de esa época había mucho cineasta frustrado, es decir, muchos celos y envidias, sentimientos característicos del sistema cultural español. Ahora bien, si prostituirte significaba llenar las salas, Summers se prostituyó", recuerda García-Rayo, cuarenta años después de entrevistar a Summers. "Las acusaciones de comercialidad existieron, y no solo hacia Summers, a Mario Camús también se lo echaron en cara: como sus primeras y buenísimas cintas fracasaron, tuvo que rodar con Raphael, musicales dignos al servicio del cantante. Era muy difícil rodar en esa época".

¿Valía todo para hacer taquilla? ¿Se echó Summers a perder? Sigue Ocaña: "Las películas setenteras de Summers sobre la adolescencia y la sexualidad, como Adiós, cigüeña, adiós, fueron muy populares, peores que las más personales de los sesenta, pero sociológicamente relevantes. La trilogía ochentera To er mundo e güeno, antecedente de las cámaras ocultas, cayó en gracia por la novedad, pero quedó obsoleta al proliferar ese tipo de programas. Las muy comerciales películas sobre los Hombres G fueron cinematográficamente nulas, aunque continuaron con su retrato de la juventud de su época".

"La trilogía de la cámara oculta recibió muchas críticas, pero ¿quién no la ha visto y se ha echado unas risas? Summers era muy pragmático. ¡Claro que quería hacer películas y ganar dinero!, pero otros cineastas de su generación hicieron películas con Frade [productor del destape] y no se les criticó así", asegura García-Rayo.

"Es normal que su obra pasara un rato descatologada. Ahora ha pasado el suficiente tiempo para valorar lo que supuso Summers en su día. El público siempre estuvo de su parte", zanja Ocaña.

Guillermo Gorostiza, exleyenda del Athletic de Bilbao y de la selección española, olvidado por todos en un asilo de Bilbao.

Cine español
El redactor recomienda