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"La pregunta no es si habrá violencia en EEUU, sino cuánta sangre se derramará"
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Entrevista a Peter Turchin

"La pregunta no es si habrá violencia en EEUU, sino cuánta sangre se derramará"

El analista Peter Turchin publica 'Final de partida. Élites, contraélites y el camino a la desintegración política' y admite en esta charla que en Estados Unidos es muy probable que haya un enfrentamiento armado

Foto: El analista y escritor Peter Turchin. (EFE/Luis Lidón)
El analista y escritor Peter Turchin. (EFE/Luis Lidón)
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Peter Turchin está creando una enorme base de datos sobre las condiciones sociales que, a lo largo de la historia, han conducido a revoluciones, al desmoronamiento del Estado o a guerras civiles. A partir de esos datos, ha creado un modelo según el cual, dice, puede predecirse de manera aproximada cuándo una sociedad dejará atrás una era de paz y armonía para sumirse en la discordia y la violencia. Según su reciente libro, Final de partida. Élites, contraélites y el camino a la desintegración política, que la editorial Debate acaba de publicar en castellano, hoy, Estados Unidos y en menor medida Europa se encaminan hacia el colapso. La causa es que el equilibrio social se ha decantado demasiado en favor de unas élites que se han fragmentado y pelean entre sí, y que una población depauperada está dispuesta a apoyar a la parte de las élites más descontenta.

Turchin no escribe ni habla como un historiador normal. Nació en la Unión Soviética y sabe lo que es vivir la destrucción de una sociedad. Debido a su formación como zoólogo, además, está acostumbrado a observar con cierta distancia los comportamientos de los animales y sus dinámicas de grupo. Y a pesar de llevar buena parte de su vida en Estados Unidos, conserva un fuerte acento ruso. Pero el mayor contraste se da entre su mensaje casi apocalíptico, según el cual nos encaminamos a un periodo de crisis sociales potencialmente violento, y un buen humor contagioso. Cree que aún existe la posibilidad de que la democracia y la paz se salven. Pero afirma que, al menos en su país de acogida, Estados Unidos, lo más probable es que se produzca un enfrentamiento armado.

PREGUNTA. Uno de los conceptos más interesantes que utiliza en su libro es el de “sobreproducción de élites”. Según usted, ese es uno de los fenómenos que siempre se producen antes de que estallen revoluciones o grandes perturbaciones sociales. ¿A qué se refiere exactamente?

RESPUESTA. Cuando existe movilidad económica, cada vez hay más gente que se enriquece y, en consecuencia, cada vez hay más gente que adquiere una educación superior. Lo cual, en sí, no parece malo: ¿acaso no queremos que todo el mundo sea rico y pueda hacer que sus hijos estudien? El problema empieza cuando la gente con estudios superiores, con licenciaturas y doctorados, empieza a ser tanta que estos títulos pierden valor en términos de estatus e ingresos futuros. En Estados Unidos, en las últimas décadas, las familias han competido por mandar a sus hijos a las mejores escuelas y universidades, los estudiantes se han endeudado para pagar unas matrículas carísimas. Pero los puestos de trabajo a los que podían aspirar no han aumentado. Hay solo 100 escaños en el Senado, hay un número más o menos limitado de consejeros delegados. Pero existe cada vez más gente que cuenta con el dinero y una titulación universitaria que le hacen pensar que debería estar dirigiendo el país. Hay muchas más élites luchando por el mismo puesto. Y, al final, quienes creen que están destinados a tener poder, pero no lo consiguen, se vuelven contra quienes sí lo tienen. Y se convierten en lo que llamo contraélites, gente educada que se opone a las élites que retienen el poder.

placeholder 'Final de partida', de Peter Turchin.
'Final de partida', de Peter Turchin.

P. Usted distingue cuatro tipos de poder. El de la coerción, que está en manos de los ejércitos y el resto de los aparatos de seguridad del Estado. El administrativo, que ostentan los políticos y los altos funcionarios. El económico, que está en manos de los ricos, por ejemplo grandes empresarios o los ejecutivos mejor pagados. Y, finalmente, el ideológico, que tienen los periodistas, los escritores, los profesores universitarios. No todos ejercen la misma influencia, ¿verdad?

R. En cualquier país, la clase dominante intenta reunir esas cuatro fuentes de poder en sus manos, porque eso le proporciona un mejor control de la sociedad. Actualmente, en Estados Unidos y Europa, la clase dominante es por lo general una coalición de dos tipos de élites. Una de ellas está formada por quienes tienen la riqueza. La otra por personas como usted y como yo y los altos funcionarios que trabajan para el Gobierno, la gente que tiene el poder de la persuasión, que puede influir en las multitudes. En lugares como China, el poder administrativo le dice directamente al poder ideológico lo que tiene que decir. En Egipto, por ejemplo, las élites militares le dicen directamente al poder administrativo lo que debe hacer. Los equilibrios son distintos. Las fuentes de poder son distintas. Y hoy, en Estados Unidos, el poder está sobre todo en manos del dinero. Pero no hay que infravalorar las demás formas de poder.

Foto: 'La carga', una pintura al óleo de Ramón Casas.

P. Usted dice que durante las fases de armonía esas élites, por distintas que sean, llegan a consensos. Pero que, en épocas de desintegración como la actual, se encuentran fragmentadas y pelean entre sí. Muchos líderes actuales como Donald Trump, quienes lideraron el Brexit o, en el caso de España, los líderes de Vox o los de Podemos dicen que están en contra de las élites, pero ellos mismos proceden de la élite tradicional.

R. Ahora tenemos a varias facciones de la élite luchando entre sí, en una especie de guerra civil fría. Y esas facciones utilizan distintos recursos para legitimar a su bando y deslegitimar al otro. En la Roma republicana, por ejemplo, Julio César era el líder de lo que hoy llamaríamos un partido populista que decía enfrentarse a los optimates, los aristócratas, pero él era también un patricio, aunque simulara pertenecer al pueblo. Lenin descendía de la élite funcionarial rusa, pero fingía ser un hombre del pueblo, o creía serlo sinceramente, y lideró una revolución obrera. Eso sucede todo el tiempo. Como suele decirse, no hay nada nuevo bajo el sol.

P. La sobreproducción de élites y su fragmentación son una de las primeras condiciones para que se produzca una revolución o lo que usted llama fases desintegradoras. La otra es el empobrecimiento de la población.

R. En Estados Unidos, tras la Segunda Guerra Mundial, los indicadores de bienestar, incluidos los salarios reales, crecieron con bastante rapidez. Pero eso se detuvo en los setenta. En esa década, la productividad de los trabajadores estadounidenses no dejó de aumentar, pero los salarios se estancaron. ¿Adónde fue toda esa riqueza? A los dueños y los ejecutivos de las corporaciones. Es lo que en el libro llamo “la bomba de la riqueza”. En la década de 1970, las élites estadounidenses prendieron la bomba de la riqueza.

placeholder El analista y zoólogo Peter Turchin.
El analista y zoólogo Peter Turchin.

P. ¿Pasó algo parecido en Europa?

R. Los países se han adentrado en ese proceso de desintegración en distintos momentos. Estados Unidos lo hizo en la década de 1970, pero, por ejemplo, Suecia, lo hizo en la de 1990. Suecia había sido un país socialdemócrata clásico con una gran igualdad, en parte gracias a los salarios de los trabajadores. Pero en esa década todo se deshizo. Las élites suecas se entregaron a la seductora teoría económica neoliberal. Hubo una inmigración masiva que aumentó la oferta de mano de obra y deprimió los salarios. Se redujeron los impuestos a los ricos. Alemania lo hizo en la misma época. Noruega y Dinamarca, más recientemente. Cada país ha seguido ese camino de distintas maneras y en diferentes momentos, pero siempre se detecta lo mismo: una dinámica de aumento de la desigualdad. Sin embargo, la desigualdad no es el motor de estas fases de desintegración social. Excepto algunos economistas, nadie sabe lo que es la desigualdad. Lo importante es el empobrecimiento. Vivir peor que tus padres. Eso la gente sí sabe lo que es.

P. Y entonces, dice, es cuando quienes tiene formación para estar en la élite, pero no han llegado a ella, y las partes de la sociedad que se han empobrecido crean una alianza tácita y se inician procesos como el actual, que usted cree que pueden llevarnos a un completo colapso social y de los Estados. Es muy pesimista.

R. Debo aclarar que los años setenta no fueron el momento de la crisis, sino el punto de inflexión entre una fase de integración de las sociedades y otra de desintegración que dura hasta hoy. Estas fases duran unos 50 años. Pero sí, la suma de descontento popular y de un gran aumento del número de aspirantes a la élite es una combinación muy peligrosa. Estados Unidos ya la ha experimentado. A ella se debe, en gran medida, la presidencia de Trump. Y sí, creo que ahora nos encontramos cerca de la desintegración política. De cara al futuro inmediato, por ejemplo, no me preocupa tanto quién ganará las elecciones de noviembre, sino cómo reaccionará el bando que pierda y si decide no aceptar su derrota. Eso podría hacer que pasáramos de una guerra civil fría a una caliente. La pregunta es la cantidad de sangre que se derramará...

"La suma de descontento popular y de un gran aumento del número de aspirantes a la élite es una combinación muy peligrosa"

P. ¿Usted cree que esa es la pregunta? ¿No si habrá violencia, sino cuánta?

R. Sí, exactamente. En Estados Unidos, en 2020, ya hubo disturbios en los que se mató a gente. Recuerde el 6 de enero. En 2023, hubo muchos asesinatos indiscriminados, personas que van a un sitio y se ponen a disparar. El empobrecimiento continúa y se siguen desarrollando élites sin limitación alguna. Espero que podamos evitar que suceda lo peor. En otros momentos de la historia parecidos al actual se ha podido hacer. Pero Estados Unidos se encuentra en ese camino. Y en situaciones revolucionarias solo hay dos opciones: o se hacen reformas que reequilibren el sistema social y reduzcan la sobreproducción de élites y el empobrecimiento, o se derroca a la clase dirigente. Europa va algo por detrás, quizás ustedes tengan 10 o 20 años para evitar seguir ese camino.

Peter Turchin está creando una enorme base de datos sobre las condiciones sociales que, a lo largo de la historia, han conducido a revoluciones, al desmoronamiento del Estado o a guerras civiles. A partir de esos datos, ha creado un modelo según el cual, dice, puede predecirse de manera aproximada cuándo una sociedad dejará atrás una era de paz y armonía para sumirse en la discordia y la violencia. Según su reciente libro, Final de partida. Élites, contraélites y el camino a la desintegración política, que la editorial Debate acaba de publicar en castellano, hoy, Estados Unidos y en menor medida Europa se encaminan hacia el colapso. La causa es que el equilibrio social se ha decantado demasiado en favor de unas élites que se han fragmentado y pelean entre sí, y que una población depauperada está dispuesta a apoyar a la parte de las élites más descontenta.

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