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De la crisis financiera surgió una élite económica y acumula cada vez más renta
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Nueva evidencia sobre la desigualdad

De la crisis financiera surgió una élite económica y acumula cada vez más renta

Ni las clases bajas, ni las medias ni las altas. Solo el 1% situado en el ‘top’ de la distribución de la renta ha conseguido ser el ganador de la crisis financiera y la posterior recuperación

Foto: Vista de la Calle Serrano, en Madrid. (Getty/Oli Scarff)
Vista de la Calle Serrano, en Madrid. (Getty/Oli Scarff)
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El estallido de la burbuja inmobiliaria en el año 2008 no solo provocó el hundimiento de la economía española, también una profunda transformación de los hogares que sigue presente más de una década después. Un nuevo estudio, publicado por EsadeEcPol, pone en evidencia que la crisis y posterior recuperación encumbraron al 1% de la población con más renta a costa del resto de grupos sociales. Se produjo una concentración de recursos en el ‘top’ de la población, lo que contrasta con los duros sacrificios que tuvieron que hacer la mayor parte de los hogares para salir del agujero de paro y deuda cavado durante los años de crecimiento enloquecido.

El estudio, elaborado por Miguel Artola Blanco, Clara Martínez-Toledano y Alice Sodano, combina datos procedentes de las encuestas de distribución de la renta y la riqueza, la contabilidad nacional y los microdatos fiscales de Hacienda para construir una serie histórica de distribución de la renta de los hogares. Un enfoque novedoso (utilizando la metodología del WIL, elaborada por el economista Thomas Piketty, entre otros) que permite mejorar las estadísticas disponibles hasta la fecha y que arroja una conclusión contundente: la concentración de la renta ha sido más intensa de lo que pensábamos hasta ahora.

Foto: Imagen de una familia en Oviedo. (EFE)

Esta acumulación de los ingresos no beneficia a las clases ‘burguesas’, ni siquiera en las rentas altas, sino al ‘top 1%’ de la distribución. Esto es, el 1% de hogares con más ingresos, unas 190.000 familias. Según este estudio, este grupo social acumularía en torno al 17% de la renta nacional, un 40% más de lo calculado hasta ahora. “Los niveles de desigualdad de renta son mayores que los estudios previos”, escriben los autores. Pero lo que es más relevante es que se ha producido una gran captura de rentas por parte de estos hogares.

El ‘top 1%’ conseguía en torno al 14% de la renta nacional desde finales de los noventa hasta el año 2008. Tras el estallido de la crisis, sus ingresos cayeron inicialmente por el desplome de los mercados, pero se recuperaron rápidamente gracias a la intervención de los bancos centrales. En el año 2016 ya acumulaban en torno al 17% de la renta nacional, tres puntos más que antes de la crisis inmobiliaria, nivel que se mantuvo estable hasta el año previo a la pandemia, que es el último ejercicio disponible.

El crecimiento de su renta se hizo a costa de la renta del resto de los hogares, en especial de las clases medias y populares. Las familias con menos renta (el 50% de abajo) se quedaban con más del 18% de la renta nacional durante los años de la burbuja, pero sus ingresos se hundieron con el estallido de la burbuja. La destrucción de empleo fue especialmente intensa en sectores de bajo valor añadido, sobre todo en la construcción, lo que deterioró rápidamente sus ingresos. En el año 2019, su parte del pastel era de apenas el 14%. Esto es, el 1% ha pasado de tener una participación en la renta nacional similar al 50% de la población con menos recursos a tener casi un 20% más.

Uno de los datos más sorprendentes del estudio es que los beneficios del capital que consigue el 'top 1%' es superior a todos los ingresos salariales del 50% con menos renta. A finales de los noventa, los salarios de las clases populares duplicaban los beneficios del capital de la élite económica, pero esa proporción cambió rápidamente con el estallido de la crisis financiera y la diferencia se ha consolidado. Mientras los ingresos del capital sigan superando a los salarios, será imposible revertir esta acumulación de renta y patrimonio.

Las rentas medias y altas (exceptuando al ‘top 1%’) se han mantenido con una leve caída de su participación en la renta nacional. En el caso de las clases medias (percentiles del 50% al 90%), su participación se redujo en 0,7 puntos, y en las clases altas (del 90% al 99%), en 0,5 puntos. En estos grupos sociales las rentas salariales no se redujeron; sin embargo, no se beneficiaron de la gran revalorización de los activos financieros que se acumulan en manos de los más ricos.

“Las rentas del capital aumentaron rápidamente en los últimos años”, explica Clara Martínez-Toledano, 'senior fellow' de EsadeEcPol, “el motivo es el comportamiento de las bolsas y de otros activos financieros, que ha sido muy favorable. Estos activos se concentran principalmente en el 1% con más renta”. Esto significa que la gran inyección de capital de los bancos centrales en los mercados ha resultado en un enriquecimiento financiero de los hogares mejor situados. De hecho, casi el 81% de la renta de este ‘top 1%’ procede de las rentas del capital, mientras que en las clases medias esta fuente de ingresos es testimonial e inexistente en las bajas.

La subida de los activos financieros explica que la concentración del capital sea el principal foco del incremento de la desigualdad. Y como estas rentas tributan a un tipo impositivo más bajo que las del trabajo, el sector público apenas consigue moderar la desigualdad de mercado con su redistribución. “Tanto la tendencia como los niveles de desigualdad de la renta antes y después de impuestos son muy similares”, explican los autores del estudio.

"Tanto la tendencia como los niveles de desigualdad antes y después de impuestos son muy similares"

Esta acumulación de rentas está en la base del malestar social que ha crecido en España durante la última década. Los investigadores lanzan varias propuestas para combatir el deterioro de la desigualdad en España. Además de recetas más tradicionales, que pasan por elevar la imposición al capital (en este caso, recomiendan retocar el impuesto sobre sociedades y el IBI), centran su enfoque en políticas dirigidas a la predistribución de la renta. Esto es, en evitar que la desigualdad de mercado sea tan amplia.

Foto: Varias personas caminan por una popular calle comercial en Zaragoza. (iStock)

Una de las medidas es, además, una necesidad urgente para toda la economía española: mejorar el modelo productivo del país. Actualmente, muchos trabajadores empleados en sectores de bajo valor añadido tienen un nivel de formación superior al requerido para ese puesto. Eso significa que se sitúan en el nivel bajo de la distribución aunque tengan buenas competencias. Estos trabajos son aceptados por los ciudadanos que tienen menos recursos y que necesitan los ingresos para llegar a final de mes, mientras que los hijos de los grupos sociales más beneficiados pueden esperar a conseguir mejores empleos. Esto implica que la desigualdad se va ampliando entre clases sociales.

Una mejora del tejido productivo hacia sectores de mayor valor añadido ayudaría a consolidar a las clases medias y así combatir la desigualdad y la concentración de rentas. Para ello también es necesario mejorar la educación y las ayudas a las familias humildes, para que sus hijos puedan subir algunos pisos en el ascensor social.

“Si no se logran mejoras de productividad y empleo, y cambios en el sistema educativo, por mucho que mejoremos el diseño del sistema de impuestos y transferencias, será muy difícil evitar que las desigualdades económicas sigan aumentando en el futuro”, advierten los investigadores. Esto es, no se necesita tanto una reforma fiscal como políticas que mejoren el modelo económico del país y los niveles educativos.

El estallido de la burbuja inmobiliaria en el año 2008 no solo provocó el hundimiento de la economía española, también una profunda transformación de los hogares que sigue presente más de una década después. Un nuevo estudio, publicado por EsadeEcPol, pone en evidencia que la crisis y posterior recuperación encumbraron al 1% de la población con más renta a costa del resto de grupos sociales. Se produjo una concentración de recursos en el ‘top’ de la población, lo que contrasta con los duros sacrificios que tuvieron que hacer la mayor parte de los hogares para salir del agujero de paro y deuda cavado durante los años de crecimiento enloquecido.

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