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De un 'call center' a 'Pasapalabra': los trabajos que dan de comer al cine español
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37ª EDICIÓN DE LOS GOYA

De un 'call center' a 'Pasapalabra': los trabajos que dan de comer al cine español

En épocas en que no salen proyectos y ante la dificultad de emplearse en puestos de cara al público, muchos actores trabajan atendiendo llamadas en 'call centers'

Foto: Itziar Castro posa en la alfombra roja de los Goya en 2018. (Reuters/Javier Barbancho)
Itziar Castro posa en la alfombra roja de los Goya en 2018. (Reuters/Javier Barbancho)

Como el cuento de El príncipe y el mendigo, pero todo a la vez en una misma persona. El actor de Schrödinger, pobre y rico al mismo tiempo. Ahora que se acercan los Goya y las alfombras rojas y los vestidos de diseño (prestados, eso sí), no viene de más mirar en ese lado no tan glamuroso de un sector construido sobre fantasías y castillos en la luna y en el que la discusión sobre precariedad no combina bien con la imagen de éxito indispensable... para atraer al éxito. La pescadilla que se muerde la cola.

Aquí son pocos los que hablan de desprotección laboral y de baches profesionales, sobre todo cuando en la jungla de la industria del cine no hay mejor currículo que una imagen de estar en la pomada, de ser el chico o la chica del momento. Hay una especie de juego interpretativo colectivo en el que todo va bien, hay mucho trabajo y se hacen muchos castings. Aunque en la mayoría de casos no sea así. Ese actor al que usted ve en todas las alfombras rojas, ese actor que usted siente que está hasta en la sopa, ese actor que sale en tal o cual anuncio de cerveza quizá lleve meses sin trabajar. En 2018, Luis Tosar, emblema del cine español, reconoció en una entrevista a El Confidencial que llevaba "siete meses parado", y no porque hubiese querido.

La pandemia reveló las fragilidades de un sector que no se puede permitir parar y en el que la mayor parte de sus trabajadores no disfrutan de una continuidad que les permita pensar a largo plazo. ¿Alquilar un piso? Sin una nómina, no hay casero que se fíe. ¿Pedir una hipoteca? Pruebe en el siguiente banco. ¿La cotización para las pensiones? Rascando de aquí y allá. Precisamente, el Estatuto del Artista, aprobado en el primer Consejo de Ministros de 2023, busca una mayor protección para un sector marcado por la intermitencia: poder compaginar la jubilación con rendimientos por actividades artísticas, una prestación por desempleo adaptada a la discontinuidad del trabajo —en vez de un año trabajado, tendrán que acreditar 120 días trabajados para acceder al paro, como novedad— o una cuota específica para autónomos que facturen por debajo de los 3.000 euros anuales.

En 2018, Luis Tosar reconoció a El Confidencial que llevaba "siete meses parado", y no porque hubiese querido

En El Confidencial hemos hablado con varios trabajadores del gremio que desvelan ese lado menos glamuroso de sus profesiones. ¿Cómo convive una nominación al Goya con una cuenta en números rojos? Lo cuenta Itziar Castro, conocida en todo el mundo por su papel de Goya —valga la coincidencia— en la serie Vis a vis y nominada a mejor actriz revelación en los Premios de la Academia en 2018 por Pieles, de Eduardo Casanova. "Cuando yo estuve nominada en los Goya, tenía menos 6.000 euros en el banco. Fui la primera invitada en La Resistencia —que no fuese colaborador del programa— y, cuando me hicieron la pregunta del dinero y dije que estaba en números rojos, pusieron 'no sabe, no contesta'. Pero no, sí lo sé. Lo que pasa es que no te creen. Has ido a los Goya, has estado divina y piensan que estás subida en el dólar, pero yo no tengo dinero".

placeholder Itziar Castro, en una imagen de 'Vis a vis'. (Atresmedia)
Itziar Castro, en una imagen de 'Vis a vis'. (Atresmedia)

Desde que en agosto acabó el rodaje de la última temporada de Por H o por B, de Manuela Burló Moreno, la actriz barcelonesa no tiene trabajo. "En algunos casos, como el mío, no puedes cobrar el paro, porque soy autónoma. Voy a Pasapalabra o a hacer el pregón de un pueblo, que pagan, o he tenido que montarme mi propio espectáculo, en el que he puesto mogollón de pasta y con el que al principio estoy perdiendo dinero, para poder trabajar y tener bolos, para que, en algún momento, pueda recuperar ese dinero y pueda tener ingresos", desvela. Dentro del sector, para los actores y actrices esta intermitencia laboral es especialmente dura. "Salvo casos concretos, la mayor parte de los actores hay meses que no ingresamos nada. Algo que no pasa con el equipo técnico, que, aunque cobra menos, empalma unas producciones con otras. Una vez entran en la rueda, van de peli en peli y de serie en serie. En nosotros, como se nos ve, y además necesitamos que nos llamen, esa dicotomía aumenta".

"Si yo trabajo cuatro meses en una serie de Netflix, yo cobro esos meses de rodaje", prosigue. "No cobro cuando se hacen las presentaciones ni las ruedas de prensa ni nada, mientras puede estar viéndola toda la gente del mundo mundial. Eso ya lo has cobrado. Cuando con una serie así cobras tanto dinero, lo que tienes es que guardarlo para cuando ya no cobres durante un tiempo, porque el piso, la comida y los imprevistos los tienes que pagar igual. Es como jugar en bolsa".

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Mariona Terés ahora vive un momento dulce. En el último año, ha estrenado series como Entrevías, Supernormal y Las últimas de la fila. Pero cuenta su experiencia durante la pandemia, cuando estuvo más de año y medio sin encontrar trabajo. "Me salió la serie de Daniel Sánchez Arévalo, Las últimas de la fila, pero desde que me dijeron que estaba dentro hasta que empezó el rodaje pasaron seis meses. Yo le dije a mi representante que tenía dinero para llegar hasta agosto, y ella me dijo si hasta agosto o agosto incluido, porque el rodaje empezaba el 23 de agosto. Al final le tuve que pedir dinero a mi madre, pero porque yo sabía que iba a tener una nómina y se lo iba a poder devolver. Si no, nunca lo hubiera pedido y me hubiera buscado otro trabajo un poco antes", confiesa. "Ha habido momentos en los que estaba casi quedándome sin dinero y he hecho tres sesiones para una serie. La gente me decía: '¡Qué poco!'. Pero, entonces, ¿quién paga el piso?".

placeholder Mariona Terés, en los últimos Premios Feroz. (LP)
Mariona Terés, en los últimos Premios Feroz. (LP)

Además, el trabajo de actor, sin nómina fija, supone una dificultad añadida a la hora de acceder a una vivienda. "Nunca puedes alquilar un piso. A mí me tiene que avalar siempre mi madre. O ponerse mi madre en el contrato, porque sin contrato fijo no hay nómina, y sin nómina no hay contrato de alquiler", lamenta Terés. "El día que te quieres hacer una hipoteca, o tienes el 80% del piso o nadie te va a dar una hipoteca con un trabajo tan inestable. Me acabo de cambiar de piso el mes pasado y mi madre me ha tenido que avalar. El día que fallezca mi madre o le pase algo, yo no sé qué va a pasar, con los contratos de mierda que hay en Madrid, en los que te echan cada dos años para hacer un AirBnb o te suben un montón el alquiler. Además, aunque los actores cotizamos dos días por día trabajado, hasta que no llegabas a un año y es muy difícil llegar a un año—, no cobrabas paro".

Para Terés, otro de los problemas es que "resulta muy complicado mantenerse, sobre todo quienes no tenemos perfiles de protagonista. Al menos de momento, ojalá algún día. Me llaman para un reparto, para 10 sesiones, para un secundario. La sesión te la pagan bastante bien, más luego lo que se paga a Hacienda. Pero quizá ruedas 10 días al año, no más. No puedes vivir con eso". Por eso hay que trabajarse una salud mental a prueba de incertidumbres. "Tienes que hacer terapia y aprender a manejar la ansiedad, porque, cada vez que termina un trabajo, no sabes cuándo vas a volver a trabajar o si vas a volver a trabajar".

Nunca puedes alquilar un piso, porque sin contrato fijo no hay nómina y sin nómina no hay contrato de alquiler

Lo contaba Tosar en aquella entrevista: "La profesión de actor, por definición, es una profesión muy insegura. Yo ahora llevaba siete meses parado, y no porque yo haya querido. De repente, un proyecto se retrasa y te ves en una de estas que estás medio año sin hacer nada y no era tu intención. A veces apuestas solo por un proyecto y te arriesgas, y tienes que ser consciente. Y otras veces es que no te llama nadie y puedes estar recibiendo un premio al mismo tiempo que llevas meses sin trabajar. Y gracias a Dios te llevas ese premio, porque así quizá te llaman. O gente haciendo promoción de una película y todo el mundo piensa, '¡Qué guay!', y lleva un huevo sin que le salga un proyecto".

"Eso sí, cuando estás muy bien, estás muy bien y se te olvida lo otro", admite Terés. "Pero así es como vive el 80% de los actores. Es un porcentaje muy bajo el que vive muy bien". Muchos, revela, trabajan en call centers cuando llegan las vacas flacas. Algo que corrobora Castro: "Conozco a muchos que son teleoperadores de Oxfam". "Trabajar cara al público es complicado", continúa Terés. "Aunque depende de la personalidad o si te importa si te reconocen. La cuestión de meterte en otro trabajo es que te concentras en ese otro trabajo que tienes y si se te olvida un poco la profesión, la profesión se olvida de ti". Además, para Terés, a los contras de la profesión hay que añadir la competitividad dentro del gremio. "Estás comparándote todo el rato. La gente siempre te dice que está haciendo un casting y, a lo mejor, tú hace un año que no haces un casting, porque tu perfil, de repente, no encaja o porque no estás en la órbita de las directoras de casting en ese momento y no se acuerdan de ti. Te tienes que dejar ver todo el rato y estar en eventos. Y para los eventos tienes que pagar a una estilista —probablemente no tienes dinero— y hacerte fotos en el photocall. Tienes que invertir en ti en los momentos en que no estás trabajando", añade Terés.

placeholder Goize Blanco, en la presentación de 'Veneciafrenia'. (EFE)
Goize Blanco, en la presentación de 'Veneciafrenia'. (EFE)

Esos photocalls que sirven como escaparate para la industria, en que todo el mundo proyecta una imagen de sí mismo perfeccionada y que perpetúan esa ficción del pleno empleo. "Todos participamos de una especie de esquizofrenia colectiva", resume Goize Blanco, una de las protagonistas de Veneciafrenia y de Los favoritos de Midas. El pasado abril, Vanitatis la entrevistó para un especial titulado A solas con las protagonistas del nuevo cine español. Blanco trabaja también en un bar de la calle La Palma de Madrid. "Es una industria caprichosa y cruel, y es un negocio. Y luego todos participamos de ello y se nos sube el pavo y nos hacemos los idiotas en los saraos tontos y nos volvemos elitistas y alimentamos entre todos el monstruo que nos hace daño".

Blanco reconoce que a veces es difícil mantener los pies en el suelo: "De repente, parece que empiezas a trabajar o tienes un año bueno y la gente, desde fuera, te coloca en un estatus. Empiezas a sentir que trabajar en otras cosas es indigno o te da vergüenza. Y es algo que a todos nos condiciona, esta problemática de tener un sentimiento de fracaso por tener que ponerme a trabajar de camarera, por ejemplo", reconoce. "Me ha costado un trabajo pensar en volver a ser camarera. ¡Pero basta de mierdas tóxicas! La asignatura pendiente es normalizar que tenemos que trabajar de otras cosas. Mi trabajo de camarera me permite ahora afrontar mi trabajo de actriz con más tranquilidad. A veces me miran con pena. Pero pena, ¡nada! Pena de ti, que vives angustiado, en tu casa, esperando a que suene el teléfono". Muchas veces, la gran interpretación de muchos actores es fuera de los platós y los escenarios: "El otro día, me dijo un compañero al que le va ahora de vicio, pero que en un momento se tuvo que ir de Madrid, que la gente que ya le había visto salir en cositas le decía: 'Estarás a tope'. Y él no lo negaba. Porque está esa cosa como de la vergüenza, de no naturalizar que no depende de nosotros el que trabajemos o no".

Es hora de que el cine español se quite el traje de diseño (prestado) y se desnude.

Como el cuento de El príncipe y el mendigo, pero todo a la vez en una misma persona. El actor de Schrödinger, pobre y rico al mismo tiempo. Ahora que se acercan los Goya y las alfombras rojas y los vestidos de diseño (prestados, eso sí), no viene de más mirar en ese lado no tan glamuroso de un sector construido sobre fantasías y castillos en la luna y en el que la discusión sobre precariedad no combina bien con la imagen de éxito indispensable... para atraer al éxito. La pescadilla que se muerde la cola.

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