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La nueva novela de Salman Rushdie es un cuento feminista (y va a ser un exitazo)
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Reseña

La nueva novela de Salman Rushdie es un cuento feminista (y va a ser un exitazo)

'Ciudad Victoria' es un relato mágico, lleno de humor, en el que el autor defiende las ideas progresistas en que siempre ha creído

Foto: Salman Rushdie publicó esta foto el lunes en su cuenta de Twitter. En ella, muestra las secuelas del apuñalamiento.
Salman Rushdie publicó esta foto el lunes en su cuenta de Twitter. En ella, muestra las secuelas del apuñalamiento.

Antes de ser apuñalado el pasado agosto, Salman Rushdie (Mumbai, la India, 1947) entregó Ciudad Victoria (Penguin Random House), uno de los mejores manuscritos de su carrera literaria, según ha dicho ya la crítica internacional. El cuchillo no pudo con el hombre ni con su literatura. Esta ya estaba a buen recaudo y llega este jueves a todas las librerías del mundo, también las españolas (gracias a la traducción de Luis Murillo Fort). El lector se va a topar con un Rushdie en una forma inmejorable: pura melodía que fluye como el agua y de la que brota un cuento de hadas feminista contra el fanatismo religioso, el puritanismo, la intolerancia, el nacionalismo y la masculinidad tóxica, y a favor de la libertad, el goce y el placer. Un verdadero novelón de uno de los mejores narradores vivos del planeta. Para disgusto de los dogmáticos.

Rushdie, que ha publicado recientemente en sus redes sociales una imagen con su nuevo rostro, en la que aparece más delgado y con la lente derecha oscurecida —perdió el ojo derecho tras las graves puñaladas recibidas el 12 de agosto por un joven religioso radicalizado y que casi acaban con su vida—, ha relatado también en una larga entrevista en The New Yorker —la primera y única concedida después del ataque— cómo ha cambiado su vida en estos meses. Ha perdido sensibilidad en su mano izquierda y durante semanas sufrió pesadillas. Tiene estrés postraumático. Pero también siente alegría. La de no estar ya en un hospital. La de estar vivo. La de haber vencido a quienes dictaminaron aquella fatwa en 1989 por la publicación de Los versos satánicos. Es curioso, pero la última frase de Ciudad Victoria es casi profética: “Las palabras son los únicos vencedores”. Porque aunque el asesino hubiera tenido éxito, la novela no habría desaparecido. Eso siempre es ganar.

placeholder 'Ciudad Victoria', de Salman Rushdie.
'Ciudad Victoria', de Salman Rushdie.

Vayamos a ella. Como si fuera un autor quijotesco, el escritor nos presenta el cuento mágico y autobiográfico que escribió Pampa Kampana, una diosa que vivió 247 años y que fundó la maravillosa ciudad Bisnaga, que en realidad no es otra que la verdadera Hampi, la capital del imperio Vijayanagara que duró dos siglos, del XIV al XVI, que significa ciudad victoria y que hoy mantiene las ruinas de sus templos, palacios reales e incluso el Recinto Real la Gran Casa Elefante, a las orillas del río Pampa, al sur de la India. Un lugar por el que entre relieves de bailarines, dioses y diversas posturas sexuales todavía brincan los monos y sigue vigilando desde su atalaya el dios Hanuman.

Pampa Kampana se nos aparece desde que era una niña que pierde a su madre —y al resto de mujeres del pueblo— en una batalla y que pronto obtiene los poderes de una gran diosa. Recibe la misión de crear una ciudad y decide que esta sea un lugar mágico en el que las mujeres vivan cómodas y felices, sin peligros ni crueldades. Al frente, en un principio, dos hombres, los hermanos Hukka y Bukka. Y en la retaguardia, un monje, Vidyasagar, que desde el principio va a ser el personaje a temer: por abusos sexuales, por su fanatismo religioso, por su intolerancia. Rushdie es un escritor claro. Es una novela llena de metáforas, jugueteo con las palabras y las expresiones, pero nada críptica.

En la forma, el escritor nos lleva por bosques encantados donde solo viven animales y mujeres (salvajes). Y es un paraíso. Es el bosque de Hanuman, lleno de frutos y toda una exuberancia vegetal. Hay ahí cierto mensaje ecologista y de amor a la naturaleza muy acorde con Thoreau y acólitos.

La conversación actual

El arte atávico de contar historias —Rushdie es, ante todo, un enorme fabulador, un cuentacuentos— se despliega en cada una de sus páginas. Es el arte de la ficción, pero que le sirve para hacer una panorámica sobre la conversación actual. Sí, la novela transcurre entre los siglos XIV y XVI, pero todo evoca a hoy. El relato bascula sobre una balanza en la que hay dos platos: la fe frente a la magia; la intolerancia frente a la libertad; el machismo frente al feminismo; las manadas masculinas crueles frente a mujeres eruditas de mente abierta; el ascetismo frente al placer sexual y de todo tipo, también el que se siente por el arte, la poesía, la música y la literatura en contra del filisteísmo de tanto gobernante inculto (“Como bien saben los dioses, las artes no son ninguna frivolidad. Son vitales para la salud y el bienestar de la sociedad”). Es evidente dónde se coloca el escritor. Hay una constante defensa del amor en libertad, entre un hombre y una mujer, entre dos mujeres, entre dos hombres. Una defensa de la amistad y ayuda entre las mujeres. Una defensa de la capacidad de las mujeres para el liderazgo. Y otro constante aviso sobre cómo todo eso se puede desmoronar en cuanto un fanático llegue al poder.

En la novela se ve la oposición de la fe frente a la magia, la intolerancia frente a la libertad, el feminismo frente al machismo

Todo esto es puro Rushdie, como ha demostrado en anteriores novelas, discursos, presentaciones y conferencias. Nada se descubre ahora. Sin embargo, su reciente intento de asesinato provoca que la novela se lea como un verdadero aviso a navegantes. También que se entienda como un ataque velado a Narendra Modi, el actual primer ministro indio, que hace bandera (radical) del nacionalismo indio y del hinduismo (y de la ignorancia), como ha criticado el escritor numerosas veces. “Vidyasagar le dijo en privado al rey que si este dirigía las ceremonias, la línea entre la adoración al dios y la devoción hacia el monarca sería positivamente difusa; lo que a la postre resultó ser cierto”, escribe Rushdie. “Ahora gobernará Bisnaga un fanático religioso cuyo principal asesor será otro extremista”. “A partir de ahora será nuestro relato, y solo el nuestro, el que prevalezca, pues es el único relato verdadero”. “Bisnaga será gobernada por la fe, no por la magia”. Son frases que pespuntean toda la novela, que, en este sentido, es muy política.

Pese a todo, Ciudad Victoria es a la vez una novela muy luminosa en la que siempre hay depositada una fe en un futuro mejor. La protagonista, la diosa Pampa Kampana, no mira hacia delante con rencor, amargura, oscuridad o resentimiento, y tendría muchos más motivos que otros. Como le ocurre al escritor. No debe ser fácil vivir con la espada damocliana de la muerte desde hace más de 30 años. Y con todo es capaz de escribir un cuento mágico, lleno de humor, en el que defiende las ideas progresistas en que siempre ha creído. Si no han leído nada de Rushdie, ni la reconocida como su gran novela, Hijos de la medianoche (el Booker de los Booker), ni la mediática Versos satánicos, ni su autobiografía, Joseph Anton, empezar por esta es una delicia.

Antes de ser apuñalado el pasado agosto, Salman Rushdie (Mumbai, la India, 1947) entregó Ciudad Victoria (Penguin Random House), uno de los mejores manuscritos de su carrera literaria, según ha dicho ya la crítica internacional. El cuchillo no pudo con el hombre ni con su literatura. Esta ya estaba a buen recaudo y llega este jueves a todas las librerías del mundo, también las españolas (gracias a la traducción de Luis Murillo Fort). El lector se va a topar con un Rushdie en una forma inmejorable: pura melodía que fluye como el agua y de la que brota un cuento de hadas feminista contra el fanatismo religioso, el puritanismo, la intolerancia, el nacionalismo y la masculinidad tóxica, y a favor de la libertad, el goce y el placer. Un verdadero novelón de uno de los mejores narradores vivos del planeta. Para disgusto de los dogmáticos.

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