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“Sigo estando muy orgulloso de 'Los versos satánicos”
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SALMAN RUSHDIE CUENTA CÓMO FUE PERSEGUIDO

“Sigo estando muy orgulloso de 'Los versos satánicos”

“La próxima vez que alguien me pregunte sobre mi vida durante la fetua, le señalaré este volumen de 700 páginas y le diré que ahí tiene

Foto: “Sigo estando muy orgulloso de 'Los versos satánicos”
“Sigo estando muy orgulloso de 'Los versos satánicos”

“La próxima vez que alguien me pregunte sobre mi vida durante la fetua, le señalaré este volumen de 700 páginas y le diré que ahí tiene toda la información que necesita”. De esta forma, el escritor de origen hindú Salman Rushdie intenta poner punto y final a la larga polémica que lo ha rodeado desde que su novela Los versos satánicos (Mondadori) apareciese en el mercado en 1988, y diese lugar a una polémica bien conocida, que se disparó cuando el ayatola Jomeini dictó la fetua y que le llevó a pasar más de una década oculto bajo el nombre de Joseph Anton, un homenaje a dos de sus escritores de cabecera, Joseph Conrad y Antón Chejov. El proceso concluye con su último trabajo, Joseph Anton (Mondadori), una “novela en tercera persona” que ha saltado al top 3 de la lista de libros más vendidos de The New York Times y en el que intenta poner punto y final al largo proceso de anonimato y persecución que sufrió en sus carnes, y que le ha traído a nuestro país.

Gracias a esta novela he conseguido recuperar mi historia: a partir de ahora, será uno de mis libros. Ya no hay nada más que contar”, explica el autor en una rueda de prensa en Madrid. “Soy consciente de que mucha gente me conoce por aquello que ocurrió y no tanto por mis libros. Pero los escándalos se olvidan y son los libros los que permanecen. Nadie recuerda las polémicas literarias de hace un siglo. Si se sigue hablando de mí dentro de cien años, será por ellos”. Sin embargo, mucho tiempo habrá de pasar para que se olviden las protestas que se produjeron en gran parte del mundo por la “hereje” novela de Rushdie.

Los atentados del 11S no fueron más que otro eslabón en la misma cadena que causó mi persecución“El asunto de las caricaturas sobre Mahoma señala que aquello que ocurrió no fue un hecho aislado, sino el prólogo de algo que continuaría en los años siguientes”, rememora el autor de Hijos de la medianoche, que acaba de ser adaptada al cine por Deepa Mehta. “Por aquel entonces no se llegaba a entender qué ocurría, porque no existía un contexto amplio donde situar lo que estaba pasando. Parecía algo medieval, propio de la época de la Inquisición Española”, señala lanzando un guiño claro a su auditorio español.

“Años después hemos empezado a comprender cómo funciona la política extremista, porque ha ocurrido más veces”. Y cita los casos de Tahar Dajout, el escritor argelino asesinado en 1992 por fundamentalistas, el del Nobel de Literatura egipcio Naguib Mahfuz, acuchillado en la garganta en 1994 y declarado hereje por grupos fundamentalistas islámicos o el del periodista turco de origen armenio Hrant Dink, asesinado en Estambul en 2007, para ilustrar su argumentación. Como cuenta Rushdie, sólo se pueden obtener dos conclusiones: “O efectivamente esos hombres eran delincuentes, o se estaba atacando la libertad de expresión. Los atentados del 11 de septiembre no fueron más que otro eslabón de esta cadena”. Fue precisamente ese día en el que se publicó Furia, que como se cuenta en el libro, pasó de ser un retrato satírico del Nueva York moderno a una novela histórica sobre una ciudad que nunca volvería a ser la misma. Algo que también puede aplicarse a Joseph Anton, que es antes una revisión personal del pasado (inmediato) que el análisis reflexivo de un presente en el que el impulso irracional que amenazó a Rushdie sigue presente.

Entre el miedo y la paranoia

“Estoy orgulloso de Los versos satánicos. Me alegra que las nuevas generaciones puedan leerlo como cualquier otro libro. Los que ahora tienen 28 años, tenían cuatro cuando fue publicado, así que no conocen lo que ocurrió por aquel entonces”. Que apenas puede ser olvidado por la sociedad y por el propio Rushdie: no acabó tan solo con su matrimonio con su segunda esposa, Marianne Wiggins, le obligó a adoptar una identidad falsa y le condujo al rechazo de colegas como John Le Carré (que señaló que Rushdie era “arrogante” y que intentaba “canonizarse a sí mismo”), sino que también le llevó a pasar una temporada en los infiernos del alcoholismo.

Hace unas semanas, otro ayatola ha ofrecido 3,3 millones de dólares por la cabeza de RushdieNo fue la única víctima, ni la que más sufrió: su traductor japonés, Hitoshi Igarashi, fue asesinado tras recibir varias puñaladas en un ascensor. Su editor en los países nórdicos, William Nygaard, recibió tres balazos, y el traductor italiano, Ettore Capriolo, fue asaltado en su casa. Esa es una de las razones por las que las memorias se publican más de una década después de que el relato se cierre, en el momento en que Rushdie salió a la calle y cogió un taxi en la puerta del hotel Halcyon. “Necesitaba que pasase el tiempo para ponerme a escribir este libro, tenía que hacerlo en un estado de tranquilidad, no conduncido por las emociones. Tenía que llegar a la paz y la objetividad”, explica el autor. “Caer en la trampa de la furia y el rencor habría sido autodestructivo”.

A pesar de la imagen que el escritor nacido en la India arrastra, la seguridad a su alrededor brilla por su ausencia –en un pasado fue considerado como el hombre con más posibilidades de sufrir un atentado en Inglaterra–, y la paranoia que en un pasado lo rodeó ha desaparecido, a pesar de que hace apenas tres semanas, otro ayatola lanzase de nuevo una fetua contra el escritor, ofreciendo hasta 3,3 millones de dólares por su vida. Casi veinticinco años después de que el ayatola Jomeini hiciera lo propio, Rushdie está mucho más tranquilo: “Ya no me preocupo tanto por mí mismo”.

Una autobiografía en tercera persona

Esta paradoja que ha condicionado su carrera literaria está presente también en Joseph Anton, escrito en tercera persona en lugar de en primera, a pesar de lo que suele dictar la lógica literaria. “Uno pensaría que si vas a contar tu vida, lo has de hacer en primera persona. Pero lo intenté y no me gustaba el resultado. ‘Yo, yo, yo…’ todo el rato. ¡Cállate! Cuando utilizas la tercera persona para hablar de ti mismo, es más fácil que hacerlo en primera, sobre todo para criticarte. Además, el personaje Rushdie de este libro tiene 25 años menos que el autor Rushdie, ya no somos la misma persona”.

Todo el mundo conocía mi situación, pero nadie sabía cómo la estaba viviendoAdemás, y añadiendo leña a este fuego de la paradoja, este libro de memorias ha sido escrito por un hombre al que no le interesa el género autobiográfico. “No fue esa la razón por la que empecé a escribir. Pero, de repente, mi vida se volvió interesante, así que he tenido que contarla. Pero que nadie espere de mí más libros de memorias, estoy harto de hablar de mí mismo. Lo que queda por contar es cotilleo, y sólo me interesa a mí”.

Quien espere grandes reflexiones sobre el mundo islámico, la sociedad posglobalización y el adoctrinamiento sobre los tiempos que nos ha tocado vivir, que espere sentado. “La historia personal fue el núcleo en todo momento. Todo el mundo conocía mi situación, pero nadie sabía cómo lo estaba viviendo. Todos los temas públicos tratados en la novela son abordados desde una perspectiva personal”, señala Rushdie, que aclara este carácter de novela con el que se refiere a su obra. “Lo he afrontado como lo haría un novelista, a escala humana. Tal y como lo haría con uno de mis personajes, desde dentro y desde fuera, a partir de lo subjetivo y lo objetivo”, señala Rushdie. “Una de las preguntas más habituales entre los periodistas es cómo de autobiográfica es una novela. En este caso, la respuesta es: mucho”.

Claudio López Lamadrid, director editorial de Mondadori, concluye la rueda de prensa refiriéndose a una de las frases que el escritor Bill Bufford dirigió al artista en sus momentos de crisis: “Tus amigos vamos a construir un anillo de hierro para que puedas vivir dentro de él”. Y Rushdie conviene que así fue: “Gracias a ellos, estoy todavía aquí”.

“La próxima vez que alguien me pregunte sobre mi vida durante la fetua, le señalaré este volumen de 700 páginas y le diré que ahí tiene toda la información que necesita”. De esta forma, el escritor de origen hindú Salman Rushdie intenta poner punto y final a la larga polémica que lo ha rodeado desde que su novela Los versos satánicos (Mondadori) apareciese en el mercado en 1988, y diese lugar a una polémica bien conocida, que se disparó cuando el ayatola Jomeini dictó la fetua y que le llevó a pasar más de una década oculto bajo el nombre de Joseph Anton, un homenaje a dos de sus escritores de cabecera, Joseph Conrad y Antón Chejov. El proceso concluye con su último trabajo, Joseph Anton (Mondadori), una “novela en tercera persona” que ha saltado al top 3 de la lista de libros más vendidos de The New York Times y en el que intenta poner punto y final al largo proceso de anonimato y persecución que sufrió en sus carnes, y que le ha traído a nuestro país.

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