Okinawa: la dieta que te ayuda a vivir más y mejor gracias al secreto de los japoneses

Una buena alimentación es primordial para llevar un estilo de vida saludable que viene determinado por los alimentos que comemos de forma habitual, así como la forma en que los cocinamos y la cantidad que ingerimos. Por ello es fundamental aportar los nutrientes necesarios al organismo y eso se consigue a base de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, pescado, huevos y carne.

Una dieta sana y equilibrada nos ayudará a vivir más y mejor. Por eso es importante escoger bien los alimentos que vamos a comer y tomar las proporciones adecuadas para cuidar de nuestra salud frente al exceso de peso, la diabetes o la tensión alta y al tiempo que se previene sobre enfermedades cardiovasculares o del sistema nervioso, así como problemas de crecimiento, de huesos y articulaciones.

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Obviamente, cuidar lo que comemos es importante, pero además debemos llevar una vida activa, realizar actividad física con frecuencia, intentar tener una vida plena y un buen control de estrés. De este modo, podemos retrasar nuestro envejecimiento a nivel físico y cognitivo.

El secreto de los japoneses

De todo esto saben mucho los japoneses que tienen la mayor esperanza de vida del mundo. Además, Japón es uno de los países con las tasas más bajas de obesidad (un 3,5%, frente al 21% de España o el 33% de Estados Unidos). Las tradiciones y la cultura del país nipón, así como las leyes aprobadas para combatir el sobrepeso, han ayudado en gran medida a que sus ciudadanos mantengan una figura esbelta y un aspecto muy juvenil.

La dieta Okinawa tiene al pescado (azul y blanco) como fuente principal de proteínas.

Pero ¿cuál es su secreto? Pues, entre otras cosas y como ya explicamos en su día, se debe sobre todo a que comen alimentos de fácil digestión y no suelen empacharse, sino que paran de comer cuando sienten saciedad. Asimismo, su alimentación está basada en el ying y el yang (dieta equilibrada, ejercicio y meditación) y utilizan la técnica tradicional de la respiración prolongada a la hora de comer. Junto a esto, en vez de ir al gimnasio practican yoga o caminan a diario y toman baños calientes, que van de los 38 a los 42 grados.

En este sentido, hoy presentamos la dieta de Okinawa que recoge los hábitos alimenticios de los pueblos indígenas de las islas Ryukyu (Japón), en las que sus habitantes tenían unas tasas de longevidad extraordinarias. Para empezar cocinan los alimentos de forma sencilla, preservando sus nutrientes y comen más despacio, centrándose en el momento de la comida y masticando bien cada bocado, lo que les ayuda a no comer de más.

Esta dieta japonesa, respetuosa con el medioambiente, se basa fundamentalmente en comer fruta y verdura y, en menor proporción, arroz, trigo sarraceno, algas, soja y legumbres, con el pescado como fuente principal de proteínas. La carne se consume de forma excepcional y apenas se consumen huevos y lácteos.

El pescado, pieza fundamental

El pescado ayuda a perder peso porque es menos calórico que la carne. Aunque el pescado azul (sardinas, atún o salmón) tienen más grasa que el blanco (merluza, bacalao o rape). No obstante, la grasa que aportan ambos tipos de pescado es mucho más saludable que la de la carne. Además, favorece el desarrollo intelectual y las capacidades cognitivas, ya que es rico en zinc, fósforo y vitaminas: A, B12 o ácido fólico.

Al ser la principal fuente de proteínas, el pescado también nutre a los músculos y fortalece a los huesos porque tienen un gran aporte de calcio. No hay que olvidar que los ácidos grasos omega 3 refuerzan el sistema inmune, disminuyen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y aumentan el HDL (“colesterol bueno”) frente al LDL (“colesterol malo”).

Las algas proporcionan nutrientes esenciales mediante el consumo de pequeñas cantidades

Las algas, que ahora son denominadas como un “superalimento”, ha estado presente en la dieta japonesa desde hace siglos ya que proporcionan nutrientes esenciales para el organismo mediante el consumo de pequeñas cantidades. Son ricas en vitaminas, fósforo, potasio, hierro, yodo, sodio, fibra y proteínas vegetales. Contienen mucho calcio, son ricas en yodo, son saciantes y ayudan a estabilizar la glucemia, por lo que ayudan a controlar el peso.