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Así ocultó Exxon el cambio climático: nuevos datos prueban que lo supo antes que nadie
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El primer análisis detallado

Así ocultó Exxon el cambio climático: nuevos datos prueban que lo supo antes que nadie

Un informe publicado en 'Science' por la Universidad de Harvard detalla que la gran petrolera de EEUU sabía cómo se comportarían las temperaturas en las siguientes décadas

Foto: Foto: Reuters/Jessica Rinaldi.
Foto: Reuters/Jessica Rinaldi.

Durante décadas, la industria del tabaco ocultó que fumar tenía efectos muy nocivos para la salud. El sector del azúcar también sabía que su producto estaba relacionado con numerosas enfermedades y tuvo un comportamiento similar. El patrón es habitual: mientras las evidencias científicas se acumulan en contra de una determinada actividad económica, las empresas que ven peligrar sus intereses se movilizan para salvar el modelo de negocio. Rechazan los estudios que les perjudican y tratan de influir en la dirección contraria, pero no es por desconocimiento, ya que en realidad tienen la mejor información. Con las compañías petroleras y el calentamiento global, parece haber sucedido lo mismo.

Una investigación periodística publicada a través de una serie de artículos en Los Angeles Times reveló en 2015 que ExxonMobil, que hasta hace unos años era la empresa más grande de EEUU, ya sabía en los años setenta que los combustibles fósiles generaban un efecto invernadero que estaba cambiando el clima mundial. Las decenas de documentos internos desvelados entonces mostraban que los propios científicos de la compañía mantenían perfectamente informados a los ejecutivos, mientras que públicamente negaban esos efectos. Hasta el momento, se conocían esas contradicciones entre la información interna y externa, pero ahora por primera vez sale a la luz un análisis detallado sobre los datos y estadísticas que manejaban. Investigadores de la Universidad de Harvard acaban de publicar en la revista Science una revisión impactante que desvela la extraordinaria precisión de los modelos de Exxon: sus expertos sabían lo que iba a pasar antes y con mayor precisión que la comunidad científica internacional.

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El trabajo analiza 32 documentos internos producidos por los científicos de la compañía entre 1977 y 2002 y otras 72 publicaciones revisadas por pares que pertenecen a investigadores que trabajaron para Exxon entre 1982 y 2014. Esta primera revisión cuantitativa pone el foco en los aspectos numéricos y gráficos, demostrando que Exxon contaba con información extraordinariamente precisa sobre proyecciones de cambio climático. Por ejemplo, que la quema de combustibles fósiles incrementa la temperatura media del planeta alrededor de 0,2 °C por década, lo que dicen hoy en día los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

“La mayoría de sus proyecciones pronostican con precisión el calentamiento de acuerdo con las observaciones posteriores”, afirman los autores en el trabajo publicado por Science. “Sus proyecciones también fueron consistentes y al menos tan hábiles como las de los modelos académicos y gubernamentales independientes”, explica el informe. El equipo liderado por Geoffrey Supran, investigador de la Universidad de Harvard, compara los datos de Exxon con predicciones que presentó en 1988 James Hansen, científico de la NASA, ante el Congreso de EEUU y el resultado es sorprendente: la compañía petrolera acierta más.

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Foto: Reuters.

“Nuestro análisis muestra que los propios datos de ExxonMobil contradecían sus declaraciones públicas, que incluían exagerar las incertidumbres, criticar los modelos climáticos, mitificar el enfriamiento global y fingir ignorancia acerca de si el calentamiento global causado por el hombre sería medible”, explica Supran en un comunicado de su universidad. Los autores consideran que este informe puede influir en las investigaciones legales y políticas puestas en marcha en los últimos años sobre cómo la petrolera trató de engañar a la opinión pública, ya que estos datos resultan sorprendentes para los propios expertos.

Modelos que funcionan

“Aporta una precisión escalofriante”, afirma en declaraciones a Teknautas Andreu Escrivà, ambientólogo y experto en divulgación del cambio climático. “Sabíamos que las empresas petroleras eran conscientes de lo que estaban provocando, pero ahora vemos que tenían una comprensión de la ciencia y una capacidad de elaborar modelos y de predecir concentraciones de CO₂ y temperaturas equivalentes o superiores a la mejor investigación de las universidades y de los gobiernos”, comenta. Por eso, “el hecho de que lo negasen es aún más censurable”.

A los especialistas les parece fascinante que la calidad de los datos que manejaba Exxon fuese tan extraordinaria. Los científicos de la compañía ya trabajaban con reconstrucciones paleoclimáticas, curvas de aumento de temperatura y proyecciones para las siguientes décadas que se han cumplido casi al milímetro. De hecho, la Universidad de Harvard ha utilizado las técnicas estadísticas del IPCC para estudiar esas predicciones y el resultado es que entre el 63% y el 83% coinciden con las temperaturas observadas posteriormente.

placeholder Extracción de petróleo. (Reuters)
Extracción de petróleo. (Reuters)

“Hay un mito difundido por los negacionistas que dice que los modelos climáticos no han funcionado. Es mentira, pero además ahora vemos que el nivel de detalle de los que manejaba Exxon hace 50 años es impresionante”, señala Escrivà. La empresa ya tenía esta información mucho antes de que se pusiera en marcha el IPCC, a finales de los ochenta, antes que tuviera lugar la histórica Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1992) e incluso 20 años antes de la aprobación del Protocolo de Kioto (1997), que pretendía reducir las emisiones. ¿Cuánto tiempo hemos perdido?

Ocultar y desinformar

“El problema está en lo que decidieron hacer con esa información”, opina el experto. Exxon impulsó, junto a otras compañías, la creación de la Global Climate Coalition, un lobby que desde los años ochenta financió estudios científicos que ponían en cuestión el cambio climático. “Empezaron a montar think tanks que lo rebatían, decían que no estaba claro, que se trata de ciclos naturales o incluso que se aproximaba una nueva edad del hielo”, recuerda. En otras palabras, “se dedicaban a desmontar públicamente lo que sabían en privado”. Eran mensajes contradictorios de centros de investigación que aparentemente tenían un prestigio.

“Los esfuerzos por retrasar el conocimiento del público han funcionado, han conseguido que algo que ellos sabían hace medio siglo no empiece a ser percibido como una realidad científica y como una amenaza real hasta hace pocos años”, lamenta Escrivà. Sin duda, aquella presión ha contribuido a retrasar la concienciación y la toma de medidas para frenar el problema, desde la electrificación de algunos sectores al desarrollo de las energías renovables. “Nos han costado muchas emisiones y mucho calentamiento”, afirma.

placeholder Estación de servicio. (Reuters)
Estación de servicio. (Reuters)

¿Por qué ese ejercicio de ocultación y desinformación tuvo tanto éxito? ¿Por qué el resto de la comunidad científica internacional no impuso antes su criterio? Ya desde el siglo XIX había indicios del efecto de las emisiones provocadas por la quema de combustibles fósiles y en las primeras décadas del XX algunos trabajos ya alertaban sobre la relación de este fenómeno con la temperatura de la Tierra. Sin embargo, en el momento clave a la hora de llegar a un consenso científico, el conocimiento no estaba bien repartido: “La ciencia pública es muy precaria”, comenta el experto, “parece que algunas empresas tenían más recursos que los centros de investigación”.

Además, Exxon no estaba sola. “Cabe suponer que todas las grandes compañías del petróleo, pero también del carbón y del gas, eran perfectamente conscientes de lo que hacían y por eso es más grave que intentasen negarlo y ocultar los efectos”, opina. En el caso de otras compañías, también “se tiene constancia de la existencia de memorandos internos y análisis técnicos” sobre esta cuestión, pero sin que el escándalo haya llegado al mismo nivel.

Consecuencias políticas y penales

En EEUU, las revelaciones periodísticas de 2015 hicieron reaccionar a la clase política, que se puso a investigar en serio a la compañía. "Creo que ExxonMobil se enfrenta a pérdidas potenciales de miles de millones de dólares; podría ser una de las mayores acciones judiciales colectivas de la historia", anticipaba el entonces secretario de Estado del presidente Obama, John Kerry. Las indagaciones continúan, impulsadas ahora por la administración de Joe Biden. Por su parte, el Parlamento Europeo celebró en 2019 su primera audiencia sobre la negación del cambio climático por parte de ExxonMobil y otros actores.

Foto: El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. (Reuters)

¿Hasta dónde llegará todo esto? “Negaban en público algo que sabían en privado y que es dañino para el conjunto de la sociedad, así que hay un caso clarísimo”, comenta Escrivà. Ahora que la revisión de Science muestra que “lo supieron antes que nadie y con mayor detalle que nadie”, las acusaciones contra Exxon y su entorno salen claramente reforzadas. “Hay que exigir transparencia absoluta y poner la ciencia al servicio del bienestar, no de intereses particulares”, añade el experto.

El ejemplo del tabaco resulta alentador para los activistas climáticos, pero en este caso el sector es aún más poderosos y con intereses más complejos. ¿Lo que han hecho es igual de censurable? “Imaginemos que vas al médico y te oculta que sufres una enfermedad grave. Podría ser una negligencia, pero en realidad sabe con certeza que tienes un problema, no te lo dice y, además, te hace pensar que estás mal de la cabeza y que los síntomas son inventados”, comenta el ambientólogo. “Si al final descubres que has perdido un tiempo precioso para poderte curar, todo el mundo tendría claro que ese médico tendría que ir a la cárcel”, añade.

Durante décadas, la industria del tabaco ocultó que fumar tenía efectos muy nocivos para la salud. El sector del azúcar también sabía que su producto estaba relacionado con numerosas enfermedades y tuvo un comportamiento similar. El patrón es habitual: mientras las evidencias científicas se acumulan en contra de una determinada actividad económica, las empresas que ven peligrar sus intereses se movilizan para salvar el modelo de negocio. Rechazan los estudios que les perjudican y tratan de influir en la dirección contraria, pero no es por desconocimiento, ya que en realidad tienen la mejor información. Con las compañías petroleras y el calentamiento global, parece haber sucedido lo mismo.

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