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El radar de Barron's: por qué petroleras como Exxon o BP sí tienen futuro bursátil
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El radar de Barron's: por qué petroleras como Exxon o BP sí tienen futuro bursátil

Hace tan solo dos años, parecía que los grandes productores de petróleo del mundo seguirían el camino de la industria de las máquinas de escribir. Tal vez no sea así

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Hace tan solo dos años, parecía que los grandes productores de petróleo del mundo seguirían el camino de la industria de las máquinas de escribir. Nadie quería petróleo: el precio del barril cayó por debajo de cero a principios de la pandemia. Las acciones de Exxon Mobil se desplomaron con fuerza y fueron eliminadas del promedio industrial Dow Jones después de 92 años. Empezaba a parecer el preludio de una auténtica extinción: la transición del mundo a las energías limpias.

Pero entonces, la tendencia cambió. La caída se convirtió en un aumento, y las principales empresas de petróleo y gas acabaron haciendo caja. Exxon (XOM) es ahora una estrella bursátil, con una ganancia de más del 60% en el marco de las turbulencias de los últimos 12 meses. Chevron (CVX) ha subido casi un 50%. Además, sus previsiones han mejorado considerablemente. En lugar de ser destruidas por la transición energética, las grandes petroleras han adquirido una posición notablemente fuerte para beneficiarse de ella.

Foto: Una plataforma de petróleo en el mar. (EFE)

Gracias a los acuerdos firmados en el último año, empresas como BP (BP), Shell (SHEL), Exxon y Chevron están construyendo suficientes parques eólicos en alta mar para abastecer de electricidad a millones de hogares de la costa este de EEUU y se están preparando para producir cientos de millones de galones de combustible hecho con plantas, basura y grasa de cocina. Cada vez confían más en que pueden ser más verdes sin sacrificar los beneficios.

Lo que ha salvado a las empresas ha sido el repunte de los precios de las materias primas, que subieron gradualmente antes de dispararse cuando Rusia invadió Ucrania. No parece que estos precios elevados se vayan a ir a ninguna parte. La mayoría de los analistas esperan que el petróleo se mantenga por encima de los 80 dólares en un futuro próximo, ya que la demanda va a superar a la oferta. Consideran que, en general, los productores de petróleo pueden obtener grandes beneficios mientras el petróleo cotice por encima de los 60 dólares el barril.

Foto: Terminal de tanques para almacenamiento de petróleo en Nueva Jersey. (EFE/Justin Lane)

Las grandes petroleras, entre las que también se encuentran la francesa TotalEnergies (TTE) y la noruega Equinor (EQNR), han pasado de tener problemas a tener opciones. En los próximos años, las empresas tendrán suficiente dinero como para financiar todas sus perforaciones, pagar la deuda, enviar dividendos a los accionistas y seguir haciendo grandes apuestas en negocios de baja emisión de carbono. Las nuevas subvenciones gubernamentales para las tecnologías de reducción del carbono, tanto en Estados Unidos como en Europa, darán un buen empujón a esas inversiones.

La transición ya está en marcha. Según S&P Global Commodity Insights, en 2030, las energías renovables podrían representar el 60% de la generación de electricidad en Europa Occidental y el 35% en Estados Unidos, frente al 35% y el 23% actual, respectivamente. Las empresas de todo el mundo se apresuran a seguirles el ritmo: las inversiones totales de capital en energías renovables en 2022 van camino de superar las inversiones en petróleo y gas por primera vez en la historia, según Rystad Energy, una empresa de investigación con sede en Noruega.

Aun así, no será fácil convencer a los inversores y al público en general de que las grandes petroleras están cambiando. Dos empresas que podrían beneficiarse de la energía limpia, Exxon y BP, están asociadas a los desastres medioambientales más notorios de los últimos 40 años: el encallamiento del petrolero Exxon Valdez y la explosión de la plataforma de perforación Deepwater Horizon. Y las grandes petroleras han sido acusadas durante mucho tiempo de engañar al público sobre el peligro del cambio climático y de frenar sus esfuerzos de transición.

Foto: Girasoles secos en un campo en Ezerets (Bulgaria). (EFE/Vassil Donev)

El tamaño de los cheques que las grandes compañías petroleras están firmando hoy en día es un argumento convincente de que sus inversiones no son solo una fachada. A principios de este mes, Exxon firmó un contrato para ayudar a un cliente corporativo a capturar y almacenar millones de toneladas de dióxido de carbono bajo tierra, lo que equivale a cambiar 700.000 coches de motores de gasolina a motores eléctricos, según la empresa. BP acaba de acordar que destinarán 4.100 millones de dólares a una empresa que sustituye el gas de los pozos procedentes de combustibles fósiles por el biogás natural de los vertederos, un paso hacia su objetivo de asegurarse de que los productos que vende produzcan cero emisiones netas de carbono para 2050. Otras solo han dicho que reducirán las emisiones de sus propias operaciones.

Sin embargo, ambos valores cotizan como si los negocios petroleros estuvieran en declive y los nuevos proyectos fueran en su mayoría un fracaso. BP cotiza a menos de cuatro veces los beneficios previstos para 2022, y Exxon, a menos de ocho, es decir, aproximadamente la mitad del múltiplo del mercado general. Esto podría ser un buen punto de entrada a los valores.

Las empresas afirman que sus proyectos climáticos probablemente recompensarán a los inversores, aunque tardarán en expandirse. "Vemos una oportunidad para asegurarnos un gran crecimiento y una sólida rentabilidad", afirma Dan Ammann, que dirige los esfuerzos de Exxon en materia de bajas emisiones de carbono.

Las empresas estadounidenses han anunciado proyectos de reducción de emisiones mucho menos ambiciosos que sus homólogas europeas, y parecen mucho menos dispuestas a invertir en energía eólica y solar, donde dicen no tener ventajas competitivas.

Foto:  Vista aérea de un parque de molinos de viento marinos en el mar. (Archivo)

En Europa, la política y la presión social han contribuido a forzar medidas más agresivas. La empresa londinense Shell, por ejemplo, dice que gastará cerca de la mitad de su presupuesto de capital en divisiones de bajas emisiones para 2025. TotalEnergies y Equinor también se han fijado objetivos elevados. La incertidumbre sobre los resultados de esas inversiones, y la conmoción de la crisis económica europea, han hecho que sus acciones vayan a la zaga de las de las empresas energéticas estadounidenses en el último año.

Exxon ha dicho que solo invertirá en empresas con bajas emisiones de carbono que crea que pueden generar un rendimiento del capital de al menos el 10%. Según BP, su objetivo es del 8% al 10%. Con los elevados precios actuales del petróleo, varias empresas están obteniendo rendimientos superiores al 20% en sus negocios de combustibles fósiles, lo que puede hacer que esos niveles del 10% parezcan insignificantes. Pero recuerde, los productores de petróleo estuvieron ganando un 0% desde 2016 hasta 2019, porque gastaron demasiado dinero en los proyectos equivocados en el momento equivocado.

La perforación de petróleo y gas es un negocio volátil: hay argumentos a favor de un rendimiento seguro del 10% en lugar de uno arriesgado del 20%. "La realidad de cómo se desarrollan estos proyectos [de combustibles fósiles] no siempre es como" predicen los modelos financieros, explica McDermott. Las empresas de energías renovables están menos expuestas a las materias primas y es más probable que cuenten con el apoyo de los gobiernos o con contratos a largo plazo del estilo de los servicios públicos.

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Irónicamente, los altos precios de los combustibles fósiles son la principal razón por la que los productores tienen los medios para financiar la transición energética. Según las estimaciones de Deloitte, las empresas petroleras y de gas del mundo están en condiciones de generar 1,4 billones de dólares de flujo de caja libre este año. La tesorería libre incluye el dinero que queda después de que las empresas paguen sus operaciones, pero antes de que gasten dinero en dividendos y recompras, y paguen la deuda. Incluso después de tener en cuenta todos esos costes, los productores de petróleo y gas deberían tener todavía 1,5 billones de dólares de sobra en 2030, y el 70% de ese exceso de efectivo se acumulará en 2024, según Deloitte. Esta cifra es superior a la de todo el sector de las energías renovables en la actualidad, excluyendo los vehículos eléctricos.

Las compañías petroleras y de gas no lo gastarán todo en energías renovables, por supuesto, pero ahora tienen los fondos para hacer apuestas serias sin quebrar sus negocios principales. Deloitte prevé que las grandes petroleras dedicarán entre el 15% y el 30% de sus fondos de capital a proyectos con bajas emisiones de carbono de aquí a 2030, frente al 5% actual, y algunas, como Shell, dedicarán el 50% o más.

Es cierto que se produce cierta disonancia cognitiva al escuchar los discursos sobre "bajas emisiones de carbono" de las empresas de combustibles fósiles. Podría decirse que lo mejor que podrían hacer las empresas por el medio ambiente sería cerrar rápidamente sus operaciones. La Agencia Internacional de la Energía declaró el año pasado que, para evitar los efectos más catastróficos del cambio climático, habría que detener inmediatamente todas las nuevas perforaciones. Pero mientras exista demanda de productos petrolíferos y de gas, la desaparición de algunos productores, incluso de los más grandes, no cambiaría mucho la ecuación climática. La demanda ya ha repuntado casi hasta sus antiguos máximos y se espera que bata récords el año que viene.

Foto: Una plataforma de petróleo en el mar. (EFE)

Algunos críticos de la apuesta de las grandes petroleras por las energías renovables se oponen por motivos económicos. "Nos preocupan los rendimientos de estos proyectos", expuso Cole Smead, presidente de Smead Capital Management, que posee acciones de Chevron, ConocoPhillips (COP) y otras petroleras. Argumenta que las energías renovables están diluyendo el poder financiero de las grandes petroleras. Smead preferiría que empresas como Chevron gastaran el dinero en comprar otras petroleras.

Chevron, por su parte, afirma que puede invertir tanto en energías nuevas como en las viejas de forma bastante rentable. "Estos negocios tienen que generar rendimientos atractivos", sostiene Jeff Gustavson, el presidente de Chevron New Energies. Solo que pueden tardar en dar sus frutos. "Es similar a nuestro negocio de exploración, en el que estamos perforando pozos de exploración que tienen diferentes probabilidades de éxito". Gustavson supervisó anteriormente algunas de las operaciones de perforación de Chevron.

Por su parte, algunos inversores preocupados por el clima, expresan que esperarán a ver si estas empresas hacen algo más que probar nuevas líneas de negocio. "Creo que los inversores van a esperar hasta que se esté perforando", opina Andrew Logan, director sénior de petróleo y gas de Ceres, una organización de defensa de los accionistas centrada en el medio ambiente. Ceres participó en un esfuerzo exitoso para cambiar tres puestos del consejo de administración de Exxon en 2021, con el fin de que la empresa fuese más consciente del clima.

Sin embargo, la idea de que las grandes petroleras desempeñen un papel importante en la transición a la energía limpia parece más plausible con cada mes que pasa. "No son nombres que el consumidor medio asocie con la energía limpia. Pero, en última instancia, estos titulares aportan ciertos aspectos positivos a la mezcla, particularmente sus balances", explica Logan. A pesar de haber acumulado deudas para salir de las profundidades de la pandemia, las empresas han pagado desde entonces gran parte de ellas. Las grandes empresas están menos apalancadas que a finales de 2019.

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Las grandes petroleras también se verán favorecidas por la forma en que se está construyendo y financiando la transición ecológica. Los gobiernos contribuyen con cientos de miles de millones de dólares a este esfuerzo, pero, en su mayor parte, no están perforando el suelo ni golpeando el acero. Las empresas que cuentan con el equipo y el personal necesarios para llevar a cabo esas tareas, así como con conocimientos históricos sobre la manipulación y el transporte de gases y otros combustibles, están en una posición privilegiada. El gobierno de Estados Unidos está gastando 369.000 millones de dólares en subvenciones, préstamos y créditos fiscales para el sector de la energía, como resultado del gran proyecto de ley sobre el clima y los impuestos que el presidente Joe Biden firmó en agosto. Europa ya ha empezado a gastar lo que ascenderá a cientos de miles de millones.

El peso financiero de las empresas significa que pueden permitirse tomarse su tiempo e incluso cometer algunos errores. Los inversores también tienen un margen de seguridad, dado que las acciones cotizan con una relación precio/beneficio tan baja.

Parte del problema de los valores es que no parecen atraer a los inversores generalistas, a los que no les gusta su historial de escasa rentabilidad y el daño que las empresas hacen al clima. Sin embargo, algunos inversores institucionales preocupados por el clima han señalado que están abiertos a un enfoque diferente: el compromiso forzoso, en lugar de la desinversión.

El interventor del estado de Nueva York, Thomas DiNapoli, se ha comprometido a eliminar los combustibles fósiles del fondo de pensiones del estado de 226.000 millones de dólares, pero se opone a la desinversión total. En su lugar, un comité está revisando cuáles son las grandes empresas de petróleo y gas que realmente se proponen adoptar combustibles más limpios, y el Estado tiene previsto seguir invirtiendo en ellas. "Algunas empresas que corren el mayor riesgo de sufrir por el cambio climático son también capaces de ofrecer las mayores oportunidades de inversión" ya que pueden adaptarse, escribió un representante de su oficina en respuesta a las preguntas de Barron's. "Limitarse a eliminar todo un sector, que cuenta con una importante diversidad de empresas dentro de él, no suele considerarse una inversión reflexiva".

Foto: Foto de archivo de un usuario repostando carburante. (EFE/Alejandro García)

BP tiene un sólido argumento para cambiar de verdad. La empresa londinense ha declarado que para 2025 invertirá al menos el 40% de su presupuesto de capital en cinco áreas destinadas a la transición fuera de la producción de petróleo y gas: bioenergía, conveniencia (que incluye una expansión de gasolineras), carga de vehículos eléctricos, energías renovables e hidrógeno. BP y la noruega Equinor están instalando turbinas eólicas frente a la costa este de Estados Unidos, capaces de proporcionar 4,4 gigavatios de energía, lo suficiente como para abastecer a más de 2½ millones y medio de hogares. Con su acuerdo de la semana pasada para comprar el principal productor de gas natural renovable, Archaea Energy (LFG), BP está en camino de convertirse en uno de los principales productores de biocombustibles de EEUU. Su producción de petróleo, por otra parte, se reducirá un 40% para 2030 respecto al nivel de 2019, el último año antes de la pandemia.

Los ecologistas han aplaudido el anuncio sobre las emisiones de BP, pero quieren que se verifique que la empresa lo va a cumplir. No es la primera vez que el gigante energético declara que hará la transición a una energía más limpia. Hace veinte años, la empresa decidió que iría "más allá del petróleo" y anunció planes agresivos para invertir en energía eólica y solar. Aunque compró activos renovables, el esfuerzo no llegó a mucho. BP vendió muchos de sus activos eólicos y solares hace una década, antes de su reciente cambio de estrategia.

"Nos adelantamos a donde estaba la sociedad en términos de aceptación", explica Dave Lawler, presidente de BP America. "Sin embargo, esta vez, si se mira el clima, si se miran los Rivians, los Teslas, el énfasis en la captura de carbono, las últimas leyes que se han aprobado, este es el punto de inflexión para la sociedad. Creemos que estamos en sintonía con ello".

BP ha empezado a detallar las repercusiones financieras del cambio. Para 2030, la empresa espera que sus ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización (Ebitda, por sus siglas en inglés), de los nuevos negocios superen los 10.000 millones de dólares. Para ponerlo en perspectiva, las Ebitda total de la empresa en 2019 ascendieron a 34.000 millones de dólares.

Foto: Flexpole de Volkswagen no requiere red de alta potencia. (Volkswagen)

Suponiendo que sus márgenes de beneficio de los combustibles fósiles se mantengan constantes, la empresa debería ser capaz de capear el descenso de la producción y obtener al menos 30.000 millones de dólares anuales en 2030: 20.000 millones de dólares de los negocios tradicionales y 10.000 millones de los nuevos. Y dado el ritmo de compra de sus propias acciones —al menos 4.000 millones de dólares en recompras anuales hasta 2025— esos beneficios se repartirán entre un menor número de acciones, lo que contribuirá a los beneficios por acción.

Tal vez el mayor atractivo por ahora sea la rentabilidad por dividendo del 4,8% y los planes de la empresa de aumentar el pago en un 4% anual. A largo plazo, la estrategia de renovables de BP parece realista y claramente rentable, según escribió el analista de Morgan Stanley Martijn Rats a principios de este año al tildar a las acciones de sobreponderadas. La empresa está invirtiendo en "mercados bien definidos donde BP tiene planes cada vez más definidos", escribió.

Esto, combinado con la fuerte rentabilidad del petróleo y el gas, hace que parezca que las acciones están infravaloradas. Rats espera que las acciones, que cotizan en Londres, suban a 566 peniques, o 6,35 dólares, lo que supone una ganancia del 23% antes de tener en cuenta los dividendos.

Las perspectivas de Exxon también parecen sólidas, aunque las bajas emisiones de carbono son una parte menor del negocio y es probable que sigan siéndolo durante los próximos años. La empresa se ha comprometido a gastar 15.000 millones de dólares en hidrógeno, biocombustibles, captura de carbono y algunas otras áreas para 2027, aproximadamente el 11% de su presupuesto de capital previsto. El proyecto de ley sobre el clima de agosto ofreció un apoyo sustancial a varios de sus planes. En particular, Exxon pretende convertirse en uno de los principales actores en la captura y almacenamiento de carbono, un proceso que consiste en aprovechar las emisiones de carbono de las plantas de combustibles fósiles, comprimirlas y almacenarlas bajo tierra de forma indefinida. Es una de las pocas formas de descarbonizar industrias pesadas, como puede ser la siderúrgica, pero se enfrenta a retos. Los críticos afirman que la mayoría de los proyectos de captura de carbono no han alcanzado sus objetivos y que el dinero podría invertirse mejor en otras tecnologías que consideran más eficaces. Los críticos afirman que los principales emisores de carbono deben ser sustituidos, no solo mitigados.

"Todavía se discute sobre esta idea de que debemos invertir en formas de prolongar el uso de combustibles fósiles, cuando se pueden tener energías más limpias y baratas, pero los indicios no parecen prometedores", opina Danielle Fugere, presidenta de As You Sow, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a los accionistas a abogar por políticas climáticas.

Los partidarios de la captura de carbono afirman que el aumento de las subvenciones y la mejora de la tecnología aumentan sus probabilidades de éxito. Exxon, que ya ha capturado carbono para utilizarlo en el bombeo de petróleo, está dispuesta a apostar a lo grande.

A principios de este mes, anunció su primer proyecto comercial de almacenamiento de carbono bajo tierra, en colaboración con una empresa de oleoductos y el productor de fertilizantes CF Industries, para capturar y secuestrar dos millones de toneladas métricas de carbono al año en una planta de Louisiana. Las empresas no dieron a conocer los aspectos económicos de su acuerdo, pero las subvenciones del gobierno deberían aportarles 170 millones de dólares anuales. "Tenemos una gran experiencia interna en esto", asegura Ammann de Exxon.

Teniendo en cuenta la "cantidad relativamente modesta de capital" que la empresa está desplegando y la cantidad de carbono que se mantendrá fuera de la atmósfera, "creo que tiene una rentabilidad muy alta, no solo desde el punto de vista financiero, sino en cuanto al beneficio medioambiental", subraya Ammann.

Foto: Bandera de la Unión Europea. (EFE) Opinión

Los expertos afirman que el objetivo de Exxon de obtener un 10% de beneficios con bajas emisiones de carbono debería ser alcanzable para un proyecto de fertilizantes como este (la descarbonización del acero y el carbón será menos rentable).

Y esto es solo el principio. Con más de una docena de socios, Exxon tiene la ambición de capturar y almacenar 50 millones de toneladas métricas de carbono de las empresas industriales de la costa del Golfo, cerca de Houston, para 2030.

McDermott, el analista de Morgan Stanley, cree que vale la pena comprar acciones de Exxon principalmente por su potencial de petróleo y gas, que sigue siendo fuerte debido a los proyectos que la empresa inició en los últimos años en Estados Unidos y en el extranjero. Pero cree que su estrategia de bajas emisiones de carbono también dará sus frutos, y que Exxon se volverá más agresivo, elevando sus inversiones de capital a 22.400 millones de dólares para 2027 desde el objetivo actual de 15.000 millones.

Foto: Plataforma petrolífera en México (EFE/Edgar Ávila)

La nueva ley "genera un conjunto más amplio de oportunidades en el mercado de las bajas emisiones de carbono", afirma. También cree que la empresa puede obtener una rentabilidad cercana al 15% y generar unos beneficios de bajas emisiones de carbono de 4.100 millones de dólares en 2030 y de 8.200 millones en 2035. Considera que las acciones subirán a 113 dólares durante el próximo año, frente a los 104 dólares actuales.

Cuando se le preguntó por qué Exxon no está invirtiendo tanto como BP, dadas las perspectivas de las energías renovables, Ammann desveló que hay inversiones más importantes en camino. "Hay que medir el progreso de los proyectos y los resultados de los mismos. Tenemos una gran cartera de proyectos en los que estamos trabajando, ya verán que llegarán más".

Puede que los consumidores nunca asocien a las grandes petroleras con un mundo verde. Pero si las energías renovables aportan grandes beneficios, los trapos sucios de las empresas pesarán menos en sus acciones.

*Contenido con licencia de 'Barron's'

Hace tan solo dos años, parecía que los grandes productores de petróleo del mundo seguirían el camino de la industria de las máquinas de escribir. Nadie quería petróleo: el precio del barril cayó por debajo de cero a principios de la pandemia. Las acciones de Exxon Mobil se desplomaron con fuerza y fueron eliminadas del promedio industrial Dow Jones después de 92 años. Empezaba a parecer el preludio de una auténtica extinción: la transición del mundo a las energías limpias.

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