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La mano china en la Copa África: la nueva diplomacia también son estadios de fútbol
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"140 instalaciones deportivas en el mundo"

La mano china en la Copa África: la nueva diplomacia también son estadios de fútbol

Entre las fuerzas coercitivas de Pekín, una de las más importantes es su músculo económico. Frente a naciones más empobrecidas, es difícil decir que no al caramelo chino

Foto: Coreógrafos actúan en el estadio olímpico de Ebimpe durante la inauguración por el presidente marfileño, Alassane Ouattara. (EFE/Legnan Koula)
Coreógrafos actúan en el estadio olímpico de Ebimpe durante la inauguración por el presidente marfileño, Alassane Ouattara. (EFE/Legnan Koula)

La Copa de África de Fútbol que se está celebrando ahora mismo en Costa de Marfil se juega en realidad en campo chino. Tres de los seis estadios donde se disputa el torneo han sido construidos y sufragados por la superpotencia asiática en el país africano. Entre ellos, el estadio Alassane Ouattara, también conocido como olímpico de Ebimpé, con capacidad para 60.000 espectadores. China pagó parte de la obra, junto a la de otros dos estadios, permitiendo al país celebrar la competición.

Por ese motivo, el presidente del país, con cuyo nombre se ha bautizado la nueva joya de la corona patria, se reunió con el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, el pasado 17 de enero. El poderoso diplomático chino fue allí a estrechar los ya muy estrechos lazos entre ambos países y a recibir el pago en especie por los servicios prestados. La web de la embajada de China en Costa de Marfil resumió así el encuentro y las palabras de Ouattara: "El presidente aprecia mucho la filosofía de gobierno del presidente Xi Jinping y su profunda preocupación por la gente, admira los notables logros de China en el desarrollo nacional, y agradece a China que asuma responsabilidades como superpotencia en la cuestión de la paz y el desarrollo". Para luego añadir que Ouattara expresó que "solo hay una China en el mundo y Taiwán es parte de China".

¿El acuerdo es beneficioso para ambos? Costa de Marfil tiene un estadio de altísimo estándar, una extraña "nave espacial" aterrizada en medio de una ciudad con graves problemas de desarrollo. Y China sigue siendo el socio comercial principal del país, como sucede con el resto del continente, y sabe que cuenta con su apoyo en los foros internacionales en lo que toque y cuando toque.

Hay de hecho una ecuación que se repite: posicionarse a favor de las tesis de Pekín en el conflicto de Taiwán suele conllevar como regalo un estadio nuevo y lustroso. El estadio Nacional de San José, en Costa Rica, le cayó del cielo al país centroamericano tras su ruptura de las relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán) y reconocimiento de la República Popular de China en 2007.

Foto: Un hombre pasa ante un gran mural que muestra al ayatolá Ruholá Jomeiní. (EFE/Abedin Taherkenareh)

La obra se inauguró en 2011 y costó 100 millones de dólares. Una crónica de la agencia china Xinhua rememora aquellos momentos: "Desde que China y Costa Rica establecieron sus lazos diplomáticos en 2007, la idea de que China construyera un nuevo estadio se convirtió en uno de los principales símbolos de la amistad entre ambos pueblos. 'Claro, yo recuerdo cuando se anunció el nuevo estadio y cómo todos nos sorprendimos de la manera en que trabajadores chinos levantaron muy rápido este gigante que hoy disfrutamos. Creo que no hay tico que no recuerde que este lindo estadio lo tenemos gracias a la ayuda de China', expresó Carlos Ugarte…". La pieza de la agencia oficial de noticias china detalla el entusiasmo con el que los costarricenses agradecen el regalo de Xi.

El Salvador también tendrá su nuevo coliseo gracias a haber entablado relaciones diplomáticas con China y haber dejado de reconocer como estado soberano a Taiwán. Su presidente, Nayib Bukele, colocó, junto al embajador de China, Zhang Yanhui, el pasado 30 de noviembre, la primera piedra del que será mayor y más moderno estadio de Centroamérica. Tras hacerlo, presumía en redes sociales, junto a un video donde se ensalzaba la obra, de sus estrechas relaciones con la superpotencia asiática. Además de esta instalación deportiva, China ha donado al país una biblioteca y una potabilizadora.

La generosidad de Pekín forma parte de una larga tradición de su política exterior que practica por todo el globo y que se ha bautizado como "diplomacia de los estadios". Un rentable y visual regalo que China hace al mundo en desarrollo en momentos especialmente oportunos.

Normalmente, se dan dos condicionantes. Un país en desarrollo debe albergar un evento deportivo significativo, que pueden ser los juegos africanos, la Copa África, juegos asiáticos, los panamericanos… y ahí China acude al rescate. "En los últimos 60 años, China ha construido más de 1.400 edificios en el mundo en desarrollo, muchos de ellos estadios (…) China utiliza los estadios como medio diplomático para demostrar su compromiso cultural, económico y sociopolítico en las naciones menos desarrolladas", señala un estudio elaborado entre las universidades de Hong Kong, Pekín y Tangshan publicado en 2019 que se titula Arquitectura de la diplomacia del estadio: edificios deportivos con ayuda de China en África.

Uno de los significativos ejemplos de este modelo de relación bilateral, que comenzó en 1958 con la construcción del estadio nacional de Mongolia, fue el Moi International Sports Centre, en Nairobi, Kenia. El estadio debía ser la sede de los Juegos Africanos. En 1987, China ayudó al gobierno keniano a levantar una estructura con capacidad para 60.000 espectadores. Décadas después, en 2010, el estadio se cerró por reformas, que se hicieron con la ayuda e intervención de empresas constructoras chinas, para reabrir dos años después. Las obras del país asiático en esta nación, más allá de esa infraestructura deportiva, han sido múltiples y las relaciones son muy estrechas. Según el Observatorio de Complejidad Económica, China exporta a Kenia 5,81 billones de dólares y Kenia exporta a China 202 millones.

Foto: El presidente de China, Xi Jinping, en la última cumbre de los BRICS en Sudáfrica el pasado agosto. (Reuters/Pool/Alet Pretorius)

La lista de infraestructuras que China ha construido por todo el mundo es casi tan larga como el listado de los países en vías de desarrollo. Un completo estudio publicado en 2019 por el analista y profesor de la Universidad de Chicago, Hugh Vondraeck, "La diplomacia de los estadios de China y sus determinantes: una investigación tipológica del soft power", aseguraba que los chinos habían construido "140 instalaciones deportivas alrededor del mundo".

Según sus investigaciones, Senegal, con 12, y Ghana, Laos y Mali, con 6, son los mayores beneficiados. Hasta ese momento, en más de 60 países los espectadores se sentaban en unas gradas pagadas por Pekín y construidas por obreros chinos.

"Cuando Gabón coorganizó (con Guinea Ecuatorial) la Copa de Naciones en 2012, por ejemplo, China participó en la construcción de sus dos estadios. Cinco años después, en 2017, Gabón volvió a acoger el torneo (esta vez solo), para el que China construyó dos estadios más. Mientras tanto, el presidente gabonés Ali Bongo y el presidente chino Xi Jinping se reunieron para acordar que el país del primero se convertiría en un socio de cooperación global del segundo. Actualmente, el 15% de las exportaciones de Gabón son con China, de las cuales el petróleo crudo y el mineral de manganeso constituyen la mayor parte", explica un reportaje de France24 en Le Journal 2 LÀfrique.

China participó en dos estadios. Cinco años después, Gabón volvió a acoger el torneo, para el que China construyó dos estadios más

La diplomacia de los estadios no es en todo caso caridad, ni es un regalo, aunque lo parezca en ocasiones por la narrativa. Es un legítimo negocio que tiene voces críticas por lo que supone de deuda en algunas ocasiones y por su inviabilidad en otras. Un ejemplo es el estadio Sligoville en Jamaica.

El medio Jamaica Observer describía en 2013 el estado de una imponente instalación multiusos pagada por Pekín que costó 248 millones de dólares y se había inaugurado en 2006. "Hoy en día, la verja que rodea el estadio casi ha desaparecido, ya que se ha podrido con el paso de los años. La mayoría de asientos están completamente destruidos. Las bombillas y las carcasas de los focos de la cancha y del campo están rotas. Las porterías están rotas y la hierba hasta los tobillos actúa como un elemento disuasorio incluso para aquellos residentes que podrían estar dispuestos a pasar el rato allí. Las puertas, que alguna vez estuvieron cerradas para restringir el acceso no autorizado, ya no sirven para ese propósito porque las cercas también desaparecieron. Si bien las instalaciones todavía tienen electricidad, ya no hay un conserje que se encargue del lugar…".

Foto: Abderrahmane Sissako. (Cedida/David Arquimbau)

¿Es China la responsable del no mantenimiento de las instalaciones? Desde luego que no si eso no figuraba entre sus responsabilidades en el acuerdo, pero muchos analistas critican que ciertas obras se hacen más por propaganda y llegar a ciertos compromisos comerciales que por el real beneficio que producen.

Ese es un punto de vista que en todo caso donante y receptores califican de peculiar. Siempre hay la sombra de la duda sobre las obras chinas y su calidad y mantenimiento. ¿Las obras pagadas por la cooperación occidental no tienen el mismo problema? Son varios los mandatarios africanos que se han quejado del excesivo criticismo occidental sobre los acuerdos alcanzados con China. Un sentir que expresó con rotundidad en 2015 el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, cuando dijo, como presidente de la Unión Africana, que "China está haciendo lo que nuestros colonizadores tendrían que haber hecho hace mucho tiempo". En términos parecidos se expresó en 2009 el presidente de Ruanda, Paul Kagame: "China sí le da a África aquello que necesita: inversiones y dinero para gobiernos y compañías".

La diplomacia de los estadios es un rentable uso de eso que se llama soft power. Una potabilizadora o una planta energética son beneficiosas, pero los estadios apelan a la pasión de millones de personas por el deporte, al orgullo de la patria convertido en gol. "El uso de la diplomacia de los estadios por parte de China está guiado por su actual rivalidad con la República de China, Taiwán, y su búsqueda de recursos naturales", asegura Vondraeck que añade: "El deporte es un medio particularmente eficaz porque es extremadamente notorio. Es tan viejo como somos nosotros… Cuando vemos deporte somos algo más que espectadores".

La Copa de África de Fútbol que se está celebrando ahora mismo en Costa de Marfil se juega en realidad en campo chino. Tres de los seis estadios donde se disputa el torneo han sido construidos y sufragados por la superpotencia asiática en el país africano. Entre ellos, el estadio Alassane Ouattara, también conocido como olímpico de Ebimpé, con capacidad para 60.000 espectadores. China pagó parte de la obra, junto a la de otros dos estadios, permitiendo al país celebrar la competición.

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