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Estrellas adolescentes con mostacho: por qué en África trampean la edad de los futbolistas
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MÁS QUE PICARESCA, UN DRAMA

Estrellas adolescentes con mostacho: por qué en África trampean la edad de los futbolistas

Esta semana, un partido oficial sub-17 entre Camerún y R.D. Congo se suspendió después de que la mayoría de futbolistas convocados fallasen en los test de edad. La lacra acompaña al fútbol africano desde hace décadas

Foto: Aboubacar Doumbia marca para Costa de Marfil en la Copa de África sub-23. (Mohamed Abd El Ghany/Reuters)
Aboubacar Doumbia marca para Costa de Marfil en la Copa de África sub-23. (Mohamed Abd El Ghany/Reuters)

El pasado jueves, 12 de enero, estaba prevista la celebración de un partido oficial entre las selecciones sub-17 de Camerún y República Democrática del Congo. Ambos combinados se jugaban una plaza en la próxima Copa de África de Naciones, que se disputará en abril y de la que el equipo camerunés es el vigente campeón. El partido fue suspendido debido a que el equipo congoleño fue incapaz de presentar una convocatoria con un puñado suficiente de jugadores que no hubieran falsificado su partida de nacimiento.

De los 40 jugadores que pasaron el test de edad, 25 tenían más años de los que sus documentos acreditaban. Ante la imposibilidad de reunir reemplazos suficientes, desde Kinshasa decidieron cortar por lo sano. No se presentaron al partido y, por tanto, no participarán en el torneo continental ante la imposibilidad de encontrar, entre los más de 95 millones de habitantes del país, más de 15 futbolistas sub-17 capaces de acreditar correctamente su edad.

Su rival tampoco estaba para tirar cohetes. Solo una semana antes del partido, el presidente de la Federación Camerunesa de Fútbol, Samuel Eto'o —mítico delantero que jugó casi toda su carrera en España, máximo goleador de su selección y durante muchos años nombrado mejor jugador de África— recibió los resultados de los test de edad de su selección: de los 30 jugadores seleccionables, 21 de ellos resultaron fallidos: eran mayores de edad. A contrarreloj, el seleccionador sub-17 se vio obligado a hallar otra quincena de jugadores para completar la convocatoria.

Eto'o, escogido presidente hace un año, se ha propuesto acabar con esta lacra que el fútbol africano arrastra desde hace décadas: la falsificación de certificados de nacimiento o pasaportes de futbolistas para intentar meterlos con calzador en selecciones inferiores. Ha pasado tantas veces que ya no puede hablarse de algo anecdótico. En el próximo torneo tampoco estará Guinea, sancionada sin poder participar en competiciones internacionales por haber falsificado los documentos de dos jugadores, Aboubacar Conte y Ahmed Keita, en la última edición. Ahora ha sido Camerún, antes fueron Ghana, Nigeria, Senegal o Kenia, es decir, todas las grandes potencias exportadoras de talento del continente.

"Es un gran problema, se supone que la FIFA va a meter baza para que no ocurra más, pero es complicado", explica Carlos G. Urbano, jefe de innovación en BeSoccerPro, una empresa malagueña que comercializa una herramienta de scouting para ojeadores. Precisamente, campeonatos internacionales como la Copa de África sub-17 son el gran escaparate para los buscadores de talento de los clubes europeos. Cuando un futbolista se pasa de esta edad, sus posibilidades de dar el salto a un gran equipo prácticamente se evaporan.

De la leyenda urbana a la realidad

Los mitos que circulan en el mundo del fútbol sobre africanos que tienen dos edades, una como persona y otra como futbolista, abundan. En los foros nigerianos se especulaba que cuando el delantero Nwankwo Kanu tenía 33 años, en realidad contaba con hasta cinco más, 38. Toda aquella generación de las Águilas Verdes estaba manchada por la sanción que la FIFA impuso a Nigeria después de detectar que tres jugadores del equipo olímpico en Seúl '88 habían falseado sus fechas de nacimiento. El defensa Taribo West soportó esa acusación durante toda su carrera. Uno de sus últimos equipos fue el Partizan de Belgrado. Su presidente, Zarco Zecevic, dijo años después: "Cuando lo fichamos dijo tener 28 años. Más tarde descubrimos que en realidad tenía 40, pero como jugaba bien no tuve problema en que continuara en el equipo". West tachó al serbio de hombre confundido. Sus excompañeros en el Inter de Milán salieron en defensa del central nigeriano, aunque de una forma curiosa: "Taribo pudo haberse quitado un par de años, pero 12 son demasiados", declaró Gigi Simoni, el entrenador entonces del equipo neroazzurro.

El fútbol europeo siempre ha sido condescendiente con este tipo de trampas. Cuando el delantero nigeriano del Everton Yakubu Aiyegbeni marcó un hat-trick en un partido de UEFA, su entrenador, el escocés David Moyes, dijo: "Sólo tiene 25 años, aunque sean 25 años nigerianos, así que si esa es su edad aún tiene unos cuantos años buenos por delante". La Federación Nigeriana de Fútbol se mostró molesta con los comentarios.

placeholder Samuel Eto'o celebra un gol fingiéndose una persona mayor. (Kieran Galvin/EPA)
Samuel Eto'o celebra un gol fingiéndose una persona mayor. (Kieran Galvin/EPA)

Incluso el propio Eto'o, ahora principal azote del fraude etario entre futbolistas, lo padeció en sus carnes siendo jugador del Chelsea. Su entrenador, José Mourinho, dijo que no sabía si tenía 32 ó 35 años. Eto'o respondió a estos comentarios haciéndose el anciano tras marcar un gol.

Pese al sarcasmo del camerunés, es difícil no ser escéptico con tantos casos de fraude a su alrededor. La FIFA ha abierto varias investigaciones al respecto. Además de la de Taribo West, la más reciente es la del central congoleño Chancel Mbemba.

placeholder Chancel Mbemba, en el Olympique de Marsella, celebra un gol este enero de 2023. (Guillaume Horcajuelo/EFE)
Chancel Mbemba, en el Olympique de Marsella, celebra un gol este enero de 2023. (Guillaume Horcajuelo/EFE)

Mbemba, actualmente en el Olympique de Marsella tras pasar por clubes de primera fila como el Porto o el Newcastle, fue investigado en 2013 por acumular hasta cuatro fechas de nacimiento diferentes: en la ficha de sus dos primeros clubes en R.D. Congo figuraba 1988 como su año, pero para participar en una clasificatoria para la Copa de África, se modificó esta fecha y se presentó como nacido en noviembre de 1991. Más tarde, cuando lo fichó el Anderlecht lo registró en agosto de 1994.

Todas estas dudas, sobre si Mbemba tiene ahora 28 años o 32, llevaron al Porto, su club anterior, a prescindir de él.

Ha habido muchos otros casos, pero pocos tan espectaculares como el de Shiva N'Zigou, exjugador de la selección de Gabón y varios equipos franceses. En el año 2000 marcó un gol a Sudáfrica en la Copa de África que le valió el título de goleador más joven del torneo, con 16 años. Años más tarde se descubrió que N'Zigou en realidad tenía 21 en aquel momento. Incluso a día de hoy, en su página de Wikipedia, pone 1977 ó 1983 en función de qué idioma se consulte.

Una práctica muy habitual

Uno de los primeros intelectuales africanos en ocuparse de este fenómeno es Mbih Jerome Tosam, filósofo en la Universidad de Bamenda, Camerún. En un artículo de 2015, Tosam define el engaño con la edad como una enfermedad incurable: "Es para el fútbol africano lo que el dopaje para el deporte europeo y americano".

El filósofo camerunés va más allá y se adentra en las implicaciones éticas y sociales de esta práctica, que no solo se circunscribe al fútbol. "El engaño de la edad es común en los países africanos donde el sistema de registro civil es arcaico o completamente inexistente", escribe Tosam, "es una de las varias formas de corrupción que los ciudadanos en la mayoría de los estados africanos poscoloniales utilizan como forma de salir del desempleo, la pobreza crónica y los problemas de carestía política y económica". Según indica, allí la gente no tiene ningún resquemor en modificar su edad para acceder a un trabajo si creen que les va a ir mejor, por ejemplo en aquellos casos en los que han pasado muchos años desde la graduación y no han encontrado empleo antes. "Tuve una conversación con un profesor de primaria de 34 años que no estaba satisfecho con su salario y buscaba una forma de mejorar a corto plazo", explica el académico camerunés. "Me dijo que había cambiado de nombre y reducido su edad, había pasado el Certificado General Educativo", equivalente a la selectividad, "y ahora estaba preparándose para el siguiente nivel".

En 2014, el gobierno de Nigeria detectó que tenía 1.050 empleados públicos con la edad falsificada.

Resolver este problema desde dentro es muy complicado. No solo entran en juego agentes o clubes de origen, sino los propios familiares que ven cómo cuando su adolescente aspirante-a-estrella-del-fútbol cumple 18 se desvanece la gran oportunidad económica que podría sacarles de la pobreza. Así que hacen la trampa para tener un nuevo intento. Según reveló el Guardian, en Nigeria basta con ir a una oficina de inmigración, pedir un pasaporte, falsificarlo en el edificio de al lado, volver y que te lo sellen —irregularmente y con la complicidad de algún funcionario— a cambio de unas 10.000 naira, 21 euros.

El límite ahora, la frontera, está en los 17 años. ¿Pero por qué?

La gran autoridad en el engaño

Determinar la edad exacta de alguien sin partida de nacimiento ha sido posible todos estos años, pero no muy práctico. Era necesario hacer pasar a los jugadores por un procedimiento bastante invasivo, como una resonancia magnética por imagen (MRI) del cerebro del adolescente. Es poco práctico, es costoso en términos de tiempo y, sobre todo, muchos países no cuentan con equipos MRI más que a cuentagotas, y están para cosas más serias.

En 2007, un neurólogo llamado Jiri Dvorak descubrió que era capaz de saber la edad de cualquier mediocentro senegalés adolescente solo mirándole la muñeca izquierda. Hasta entonces se habían usado las radiografías pero someter a los chicos a una radiación excesiva no es ético cuando no hay motivos de salud de por medio. Dvorak logró hacer lo mismo pero con un MRI: comprobar su madurez esquelética mirando las fisis distales del radio. Cuando estas alcanzan un grado de fusión, puede determinarse que el individuo ya ha pasado el umbral de la adolescencia y es totalmente adulto. Existe un pequeño margen, puede que en algunos individuos no se fusionen hasta los 19 años, pero al menos permite descartar todo lo que es notablemente mayor de esas edades.

A partir de los 17 años se fusionan los huesos de la muñeca y el engaño ya es imposible

El método, que se ha ido depurando, fue un éxito tal que la FIFA lo implantó obligatoriamente en sus torneos sub-17 a partir de 2011. Por eso están saliendo tantos casos desde entonces, ¿pero no deberían haber supuesto el fin de la corrupción con las edades? Como explica aquí Ayotunde Ajala, la ciencia no sirve de nada si no existe una voluntad de acabar con el trampeo. "Las pruebas de imágenes por resonancia magnética (MRI) realizadas por la Federación Nigeriana de Fútbol y las 20 asociaciones estatales a menudo contradecían las de la FIFA y daban como resultado una mala preparación para las competiciones internacionales". Es decir, que hacían las resonancias de tal forma que a priori todos los jugadores servían, pero cuando la FIFA aplicaba sus estándares comenzaban a salir hombres de pelo en pecho por la ventana del vestuario sub-17.

Más que picaresca, esta práctica nos habla de una situación dramática que seguramente se podría correlacionar con las condiciones económicas de países concretos. Igual que las rutas migratorias cambian cuando una economía africana implosiona, también crecen estos intentos de fraude. Un académico ghanés, Ishmael Norman, propone centrarse en la familia para acabar con esta práctica: "En el caso del fútbol, ​​los padres y hermanos saben que a sus hijos varones o hermanos, que deseen jugar al fútbol en el escenario mundial, se les anima a falsificar sus edades para clasificarse para los partidos FIFA sub-20, por ejemplo", escribió en este estudio, recientemente publicado. "Aquellos padres y hermanos, por ser poseedores de tal conocimiento, deben ser considerados como cómplices".

Lo intrincado del problema hace más plausible que la solución tenga que venir por otro lado. Algunos clubes han intentado otra aproximación: ser ellos quienen controlen ese proceso para garantizarse que los jugadores que llegan a Europa vienen con sus credenciales limpias. El inglés Tom Vernon, antiguo jefe de ojeadores del Manchester United en África, montó en 1999 una academia en Ghana denominada Right to Dream, el derecho a soñar. El proyecto al principio era más una ONG que otra cosa, con un grupo de chavales jugando en campos de tierra de Accra, pero comenzó a tomar vuelo y desde entonces pueden presumir de haber producido a 20 jugadores que han llegado a la selección de Ghana. Sorprendentemente, fue adquirido por el grupo egipcio Mansour, que en 2015 dio el siguiente paso y compró un equipo danés, el FC Nordsjaelland. La academia ya tiene su propia autopista a Europa.

placeholder Mohammed Kudus, contra Uruguay en el pasado mundial de Qatar. (Amr Abdallah Dalsh/Reuters)
Mohammed Kudus, contra Uruguay en el pasado mundial de Qatar. (Amr Abdallah Dalsh/Reuters)

"El sistema es sencillo, forman chicos en África y dan el salto al fútbol europeo a través de este equipo", explica Carlos G. Urbano, "De hecho el equipo lleva varios años con jugadores africanos que proceden de este programa". Actualmente, por ejemplo, cuentan con dos ghaneses, dos nigerianos y un costamarfileño, todos de menos de 20 años.

Uno de sus ejemplos más exitosos es el de Mohammed Kudus. El chico entró en la academia y cuando cumplió los 18 fue enviado al Nordsjaelland. Dos años más tarde, el Ajax de Amsterdam pagó 9 millones por él. Ahora, según Transfermarkt tiene un valor de mercado de 20 millones y además, sus 22 años están garantizados.

El pasado jueves, 12 de enero, estaba prevista la celebración de un partido oficial entre las selecciones sub-17 de Camerún y República Democrática del Congo. Ambos combinados se jugaban una plaza en la próxima Copa de África de Naciones, que se disputará en abril y de la que el equipo camerunés es el vigente campeón. El partido fue suspendido debido a que el equipo congoleño fue incapaz de presentar una convocatoria con un puñado suficiente de jugadores que no hubieran falsificado su partida de nacimiento.

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