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Los 'wolf warriors' de Xi Jinping se liman las uñas: ¿qué hay detrás de la nueva estrategia?
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De lobos a osos panda

Los 'wolf warriors' de Xi Jinping se liman las uñas: ¿qué hay detrás de la nueva estrategia?

Tras el periodo en que la política exterior china era más agresiva, el Gobierno está perfilándose más favorable a relajar su postura en el marco Taiwán-Ucrania de fondo

Foto: Una imagen promocional de la película 'Wolf Warrior'.
Una imagen promocional de la película 'Wolf Warrior'.
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¿La diplomacia china ha enterrado su estrategia diplomática de los wolf warriors (lobos guerreros) y su ultranacionalismo muy agresivo con Occidente y sus aliados? El inicio del año, con una serie de nuevos nombramientos para dirigir la política exterior de Pekín, apunta a un giro importante en este sentido. Se han producido sonadas patadas para arriba y no menos sonadas patadas laterales para perfilar el nuevo equipo en diplomacia que presenta China para 2023.

El recién nombrado ministro de Asuntos Exteriores, Qin Gang, era el embajador de China en EEUU y ha mantenido durante su mandato unas fluidas relaciones con Washington, especialmente con el secretario de Estado americano, Anthony Blinken. La patada para arriba de Qin se considera un gesto, tras la importante reunión de los presidentes Joe Biden y Xi Jinping de otoño en la cumbre de Bali, para profundizar en la mejora de las relaciones.

En el perfil de la cuenta de Twitter de Qin Gang, que se presenta aún como "undécimo embajador chino en Estados Unidos", hay ya una pública declaración de intenciones el pasado 2 de enero cuando escribía: "He llamado al secretario de Estado Blinken para despedirme. Agradezco las reuniones sinceras, profundas y constructivas durante mi mandato. Espero continuar las estrechas relaciones de trabajo con él para una mejor relación entre China y Estados Unidos".

Foto: Trabajadores se preparan para envasar comprimidos contra la fiebre en la oficina del Grupo Farmacéutico Youcare. (EFE/Mark R. Cristiano)

Luego, 24 horas después, el nuevo jefe de la diplomacia china incidía: "En el futuro, continuaré preocupándome y apoyando el crecimiento de las relaciones entre China y Estados Unidos (…) y haré todos los esfuerzos por el bienestar de los dos pueblos, la paz mundial, la estabilidad y el desarrollo".

En diplomacia, cada palabra cuenta, cada palabra se mide y el mensaje inicial, al menos, parece un volantazo frente a la abierta hostilidad de hace unos meses con el marco Taiwán-Ucrania de fondo.

Pero, además, se ha producido otra patada muy significativa. Esta vez no para arriba sino lateral, con efecto descendente. Zhao Lijan, uno de los sonados portavoces del anterior equipo de Asuntos Exteriores y considerado uno de los más prominentes wolf warriors, ha sido enviado a un departamento de asuntos fronterizos. Es decir, Pekín le ha quitado el micro a uno de los personajes más combativos que ha tenido en los últimos años, especialista en crear charcos y saltar sobre ellos después.

Foto: Antoine Bondaz. (Ilustración: Raquel Cano)

En su larga hoja de servicios, figura insinuar que EEUU había organizado los ataques del 11-S o que el virus del covid salió de un laboratorio de EEUU y fue llevado por militares gringos a Wuhan. La forma en la que Zhao ha repartido estopa a cualquiera que criticara a China le ha convertido en extremadamente popular en su país. Demasiado, parece, han pensado en Pekín. "El camarada Zhao Lijian se ha mudado a una nueva posición de acuerdo con las necesidades de nuestro trabajo", ha explicado el actual portavoz de Exteriores, Wang Wenbin, sobre el nuevo despacho sin vistas del muy combativo Zhao.

"El cambio puede haberse producido porque ha captado demasiada atención en los últimos tres años y necesita tiempo y espacio para refrescarse", ha dicho Yun Sun, experto analista en China, en un artículo del Financial Times sobre Zhao que se titula "Destacado wolf warrior chino, movido a un oscuro rol". En todo caso, quedan aún diplomáticos chinos como Hua Chunying que siguen atacando a EEUU abiertamente en redes sociales.

"Hienas chifladas"

China es un país de gestos complicados de leer, especialmente en Occidente. El ministro Qin decía recientemente que "lo que es pasado es un prólogo". Mirar atrás es en ocasiones la mejor forma de entender lo que vendrá después.

Históricamente, China ha sido un país que pensaba que el mundo era todo lo que estaba dentro de sus fronteras. Ese autoimpuesto exilio del mundo exterior provocó las humillaciones sufridas en los siglos XIX y XX con las Guerras del Opio frente a las potencias europeas y Japón en la II Guerra Mundial. "El propio Liang Qichao [activista chino clave en la reconstrucción del orgullo nacional] se enteró de la modesta posición de China en el mundo cuando en la primavera de 1890 encontró en Pekín algunos libros chinos sobre Occidente (…) Uno de los motivos era que los vecinos del país eran tan sumamente débiles que el pueblo chino había llegado a tener la sensación de que ellos eran el mundo entero", explica Pankaj Mishra en el libro De las ruinas de los imperios.

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El nacionalismo chino ha ido creciendo a la par que crecía su economía. La nación pobre y agrícola de Mao en los sesenta y setenta se ha convertido hoy en una superpotencia que discute la hegemonía a EEUU. Ese rápido milagro de desarrollo, inigualable en la historia de la humanidad por ninguna nación, se ha conseguido, entre otras cosas, con una política exterior muy centrada en sus propios objetivos y principios. La diplomacia china ha tenido un mantra sagrado que es no meterse en los asuntos internos de ninguna nación. No habla de derechos humanos, libertades o creencias de nadie, sino que establece acuerdos comerciales beneficiosos para ambas partes.

Quizás África ha sido el mejor ejemplo de esa exitosa política que en 20 años ha convertido el país oriental en el principal socio comercial del continente. Pekín construye infraestructuras o da créditos a cambio de materias primas.

Esa estrategia cambió algo recientemente. Por un lado, el nacionalismo y orgullo chinos han crecido de la mano de su peso en el globo. Las generaciones jóvenes estudian en las escuelas todo ese pasado de humillaciones y conquistas que sufrió China en el pasado. Es complicado entender hoy para un joven chino que hasta 1999 era Portugal quien tenía una colonia —Macao— en su país.

Foto: Xi Jinping. (Reuters/Jason Lee)
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El último factor ha sido la llegada de las redes sociales. Pekín sigue intentando controlar férreamente la información a la que acceden sus ciudadanos, pero eso es casi poner puertas al campo, así que más que censurar se decidió pasar al contraataque y tener un mensaje propio que sirva de contrapeso al arrollador control occidental en este terreno. Pekín acusa a los medios occidentales contantemente de manipular la información.

El giro llegó hasta su diplomacia y ahí se cruzaron algunas líneas rojas. "Matón de poca monta", fue uno de los términos usados por la embajada china en Francia sobre un académico francés crítico con la potencia oriental. "Si hay lobos guerreros, es porque hay hienas chifladas que nos atacan", dijo entonces la embajada en París.

La pandemia intensificó ese perfil agresivo para replicar a los que les acusaban de ser culpables de miles de muertes con teorías conspirativas o simplemente dibujando un país subdesarrollado donde se cocinaban pangolines y murciélagos. Pekín sacaba pecho de su gestión con sus pocos muertos oficiales frente a las imágenes de miles de ataúdes que copaban los noticieros del resto de grandes países. El presidente americano Donald Trump hablaba del "virus chino" y China contestaba a través de su mejor guerrero lobo, Zhao Lijan: "¿Cuándo fue el paciente cero en EEUU? ¿Cuántas personas están infectadas? ¿Cuáles son los nombres de los hospitales? Podría ser el Ejército de EEUU quien trajo la epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes! ¡Hagan pública la fecha! Estados Unidos nos debe una explicación". Zhao usaba una información que aventuraba que hubo covid en EEUU antes de enero de 2020.

Pero ese era el mundo de 2020, muchos milenios antes de este 2023, donde el mundo es otro y las necesidades y estrategias también. La pandemia y la invasión de Ucrania han modificado el tablero y regresado a un escenario parecido al de la Guerra Fría. Un escenario que perjudica especialmente a la globalizadora China (si Mao levantara la cabeza) y ralentiza su crecimiento económico.

La agresividad China y su papel pro-Rusia ha hecho que Occidente reaccione en bloque y con ello se han movido muchas pequeñas naciones. El sudeste asiático ha advertido a China y EEUU de que no pretende estar en medio de otra guerra de bloques con conflictos abiertos en la zona como el Mar de China y Taiwán. La elección de bandos ha provocado que haya una guerra mundial de alta tecnología, los chips o superconductores, que por ahora está perdiendo China. El encierro de los casi tres años de pandemia del Ejecutivo de Pekín ha oxidado las viejas relaciones diplomáticas. Se ha perdido la senda del éxito que trajo a China hasta aquí.

Taiwán y Ucrania siguen siendo los dos grandes retos que pueden hacer saltar todo por los aires, pero el inicio de 2023 apunta al regreso al escenario anterior. El de la globalización que pretende sumar sin restar nada. Xi Jinping lleva ya tres meses de frenética actividad internacional reuniéndose con aliados y enemigos. China se mueve a la espera de que se mueva EEUU. Las provocaciones en Taiwán y la guerra de chips están en el debe de Washington.

Foto: La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen, visita una base militar en medio de la tensión. (EFE/Ritchie B. Tongo)

Las señales mandadas por Pekín son que se pasa página y se recupera el camino rentable. Qin Gang, el ministro de Exteriores, está en este momento en África haciendo la diplomacia que le interesa a su país y Zhao Lijan se dedica ahora a promocionar trenes, comercio y turismo.

Los wolf warriors se apagan para dar paso a los ¿panda warriors?, una versión 100% china de relacionarse con el mundo de forma más amable pero sin perder la determinación de saberse una superpotencia. A China le interesa mantener su senda de crecimiento, eso la hace mucho más fuerte y temible para sus oponentes que los golpes en el pecho y levantar la voz. Lo primero se llama diplomacia y lo segundo, política. No es lo mismo.

¿La diplomacia china ha enterrado su estrategia diplomática de los wolf warriors (lobos guerreros) y su ultranacionalismo muy agresivo con Occidente y sus aliados? El inicio del año, con una serie de nuevos nombramientos para dirigir la política exterior de Pekín, apunta a un giro importante en este sentido. Se han producido sonadas patadas para arriba y no menos sonadas patadas laterales para perfilar el nuevo equipo en diplomacia que presenta China para 2023.

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