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Lai Ching-te: Taiwán elige presidente a un "alborotador" de cabo a rabo, según China
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su futuro en un alambre

Lai Ching-te: Taiwán elige presidente a un "alborotador" de cabo a rabo, según China

El actual vicepresidente ha vencido con el 40% de los votos. Las elecciones de Taiwán son uno de los comicios dónde se juega la paz global. Una isla que mueve una gran parte del comercio mundial

Foto: Lai Ching-te, vencedor de las elecciones de Taiwán. (Reuters/Ann Wang)
Lai Ching-te, vencedor de las elecciones de Taiwán. (Reuters/Ann Wang)
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Lai Ching-te, el huérfano hijo de un minero nacido en 1959 en la ciudad de Nuevo Taipéi, en la República de China, que no República Popular de China, doctor de profesión y con un máster en la norteamericana universidad de Harvard, puede que sea el hombre, tras ser elegido presidente de Taiwán, que deba decidir un entuerto que dura décadas. Y con él, con sus decisiones, puede que explote todo. La isla importa, mucho, porque le importa mucho a China y a Estados Unidos, las dos superpotencias. Y eso hace que desde ahora importe mucho también este político, Lai Ching-te, líder del Partido Progresista Democrático (PPD), y presidente de una nación prohibida. Lai ha resultado vencedor en los comicios con el 40% de los votos, frente al 33% obtenido por Hou You-yi, del nacionalista KMT.

El hasta ahora vicepresidente ha mantenido durante los últimos meses la misma verdad a medias que mantienen todos sobre Taiwán y que consiste en el galimatías de decir que no se necesita que te reconozcan lo que ya eres, aunque no te reconoce casi nadie. "Taiwán celebra elecciones periódicas para elegir presidente, vicepresidente, legisladores, funcionarios, alcaldes y líderes de gobiernos locales, y todos ellos sirven al pueblo, así que creo que esto demuestra que es un hecho, que Taiwán es un país soberano", reiteró Lai constantemente.

Es cierto lo que dice el ya presidente. Taiwán tiene pasaporte, y leyes propias, y Ejército, y fronteras... y, con todo eso, y con el resplandeciente despacho presidencial que él mismo ocupará mañana, su país sigue siendo una patria que no goza de apenas reconocimiento internacional. Solo ya trece estados mantienen relaciones diplomáticas con la isla, ninguno de ellos con peso político, salvo quizá la curiosidad del Vaticano, pero eso no significa que el país esté aislado. Todo se hace bajo mesa, para no desairar a Pekín, y Taiwán tiene una especie de embajadas no oficiales que llama oficinas económicas y el respaldo, por ahora, de Washington y Tokio, que mantienen su promesa dada a Pekín de respetar el principio de una sola China, mientras ayudan a crear Taiwán. Porque lo de "una China" es un enunciado viejo de la Guerra Fría que no sirve ya para resolver esta disputa.

Taiwán se llama República de China, pero ese nombre viejo ya no le representa, y Taipéi, su capital, no se considera la sede del Gobierno legítimo chino como en los tiempos del mandatario Chiang Kai-shek. Ahora, con Lai, se deja a China el honor de ser la única y verdadera China, mientras la mayoría de ciudadanos, aunque no hay aún una mayoría aplastante a favor de ello, quieren ser una república democrática e independiente. "Soy un trabajador pragmático por la independencia de Taiwán. Espero que un día un presidente de Taiwán puede visitar la casa Blanca", declaró Lai en 2017.

Foto: Hou Yu-ih, candidato a la presidencia de Taiwán por el principal partido de la oposición. (Reuters/Ann Wang)

Y luego, en años venideros, matizando sus deseos al ver que desde la poltrona hay que cuidar las formas, ha dicho cada vez que le han acusado de encender la mecha de un barril de pólvora que "el PPD es un partido de paz y amor". Eso lo dijo el pasado agosto, para añadir después ese conciliador mensaje que se suelta en toda ruptura que se precie en la puerta y ayudando con la maleta: "Los taiwaneses quieren tener una relación de amistad con China". Un 'podemos ser amigos' que no convence a Pekín que, entendido que la relación no funciona, reclama ser el legítimo propietario de la casa, el coche y los muebles.

¿Y qué piensa Pekín de Lai? Oficialmente, durante la campaña, el Gobierno chino ha querido tener un perfil bajo, para no meter votos en la urna del PPD con sus amenazas de barcos y aviones circundando la costa, y ha dejado que fuera el partido opositor taiwanés Kuomitang, que califica a Lai como "el chico de oro de la Independencia de Taiwán", el que se encargara de recordar que su elección suponía un riesgo para la paz.

Foto: Buques de guerra taiwaneses participan en unas maniobras navales este miércoles en Hualien (Taiwán). (EFE/Ritchie B. Tongo)

China habla muchas veces a través de sus medios de comunicación oficialistas. Su opinión de Lai no parece entusiasta. Su viaje del verano pasado a EEUU, pese a que no tuvo encuentros con políticos estadounidenses, se consideró una provocación.

"El 18 de agosto, hora de Pekín, Lai Ching-te, el vicedirigente regional de la región china de Taiwán, regresó a Taiwán tras su actuación de 'tránsito' en Estados Unidos. Antes y después de su visita a Estados Unidos, la gente en la isla y los chinos de ultramar en Estados Unidos protestaron gritando consignas como 'Nos oponemos a la independencia de Taiwán' y 'La independencia de Taiwán es un callejón sin salida'. La parte estadounidense también lo dejó deliberadamente al margen esta vez. Todo esto confirma una cosa: todas las partes reconocen que Lai Ching-te es un 'alborotador' de cabo a rabo, y este notorio activista de la 'independencia de Taiwán' es repudiado por todas partes", dice un artículo del canal de noticias chino CGTN del 19 de agosto pasado.

El párrafo no tiene desperdicio, no se deja puntada sin hilo, y al vicedirigente, que no vicepresidente, de la región china de Taiwán, se le califica de "alborotador". No parece haya un diálogo próximo con un considerado alborotador. Y no parece que en un futuro vaya a haberlo. Así que, dos días antes de los comicios, Pekín volvía a advertir: "Los últimos comentarios del candidato separatista del Partido Democrático Progresista (PPD), Lai Ching-te, para defender la falacia de la 'independencia de Taiwán', así como sus comentarios anteriores, indican que si fuera elegido líder de la región de Taiwán promovería aún más la independencia de Taiwán, las actividades separatistas y la llamada 'nueva situación' que Lai quiere crear, lo que supondría una situación peligrosa y agitaría el Estrecho de Taiwán", dijo Chen Binhua, portavoz de la Oficina de Asuntos del Estrecho, el 11 de enero.

Foto: El candidato Lai Ching-te durante la campaña electoral en Taiwán. (EFE/ Daniel Ceng)

Lai sabe que debe apagar los focos, rebajar el ruido, y desde ahí dejar que el tiempo consolide eso que ya es de facto el país que preside. "Mi principal cometido es mantener el actual statu quo en el Estrecho de Taiwán, proteger Taiwán, la democracia, la paz y la prosperidad", ha declarado él.

China ha reiterado que ese statu quo no lo acepta y sus amenazas militares son cada vez más firmes. "La seguridad de Taiwán es un asunto internacional. La paz y estabilidad en el Estrecho es de interés internacional", dijo el entonces candidato, al ser preguntado por cuál era la línea roja para ellos en una entrevista en Bloomberg. Es evidente que el ahora presidente sabe que Taiwán solo puede resistir si cuenta con el respaldo de Washington y aliados.

Pero todo eso es política exterior, en la interna, en la que le otorga y le quita el poder, su posición no es fuerte, no cuenta con una mayoría poderosa, y también ahí deberá mostrar sus capacidades negociadoras.

Taiwán tiene su futuro en un alambre del que cuelga y que de un lado maneja ahora su presidente, elegido democráticamente, Lai Ching-te.

Lai Ching-te, el huérfano hijo de un minero nacido en 1959 en la ciudad de Nuevo Taipéi, en la República de China, que no República Popular de China, doctor de profesión y con un máster en la norteamericana universidad de Harvard, puede que sea el hombre, tras ser elegido presidente de Taiwán, que deba decidir un entuerto que dura décadas. Y con él, con sus decisiones, puede que explote todo. La isla importa, mucho, porque le importa mucho a China y a Estados Unidos, las dos superpotencias. Y eso hace que desde ahora importe mucho también este político, Lai Ching-te, líder del Partido Progresista Democrático (PPD), y presidente de una nación prohibida. Lai ha resultado vencedor en los comicios con el 40% de los votos, frente al 33% obtenido por Hou You-yi, del nacionalista KMT.

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