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Ni trampa ni cartón: lo que todavía no entiendes de los préstamos de China a África
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El mito de la trampa de la deuda

Ni trampa ni cartón: lo que todavía no entiendes de los préstamos de China a África

Durante los últimos años, se ha hablado hasta el agotamiento de la llamada "trampa de la deuda" de China, la supuesta estrategia de Pekín de dar préstamos masivos a Gobiernos de países pobres a sabiendas de que son incapaces de devolverlos

Foto: El presidente de China, Xi Jinping, en la última cumbre de los BRICS en Sudáfrica el pasado agosto. (Reuters/Pool/Alet Pretorius)
El presidente de China, Xi Jinping, en la última cumbre de los BRICS en Sudáfrica el pasado agosto. (Reuters/Pool/Alet Pretorius)

"Hay dos maneras de conquistar y esclavizar un país: una es por la espada; la otra es por la deuda". Se trata de la frase más célebre del expresidente de Estados Unidos John Adams, quien durante su mandato (1797-1801) siempre mostró preocupación por el efecto que un elevado nivel de endeudamiento podría tener en la soberanía de su recién independizado país. La cita, por supuesto, es falsa. No existen registros escritos de su existencia hasta que se popularizó en algún punto de la primera década de internet. Un mito como tantos otros.

Sin embargo, como demuestra el hecho de que la falsa frase de Adams siga siendo su más famosa, los mitos son resistentes a la realidad. Otro ejemplo puede hallarse en el país contra el que más se utiliza esta cita célebre: China. Durante los últimos años, se ha hablado hasta el agotamiento de la llamada “trampa de la deuda” de China, la supuesta estrategia de Pekín de dar préstamos masivos a gobiernos de países pobres a sabiendas de que son incapaces de devolverlos.

Una vez ahogados por las deudas, los países se verían obligados a ceder activos con un alto valor estratégico al prestamista, garantizando así la influencia del Partido Comunista Chino en estas naciones durante las décadas venideras. Esta, argumentan los críticos, es una de las principales razones de ser de la Belt and Road Iniciative (BRI), el megaproyecto de infraestructura de Pekín popularmente conocido como la nueva ruta de la seda y cuyas inversiones superan el billón de dólares.

Sin embargo, los préstamos chinos, lejos de ir en aumento, languidecen. La semana pasada, un estudio de la Global China Initiative de la Universidad de Boston reveló que en 2022 el valor total de los préstamos chinos a países africanos cayó, por primera vez en dos décadas, por debajo de los 1.000 millones de dólares, una cifra casi 30 veces menor al pico de crédito que tuvo lugar tan solo seis años atrás, en 2016: 994 frente a 28.400 millones. Y, lo que es más importante: el crédito ahora va dirigido a estados de África Occidental (como Senegal, Benin y Costa de Marfil) con cuentas mucho más saneadas que los prestatarios del Este y Sur de África a los que había regado de yuanes en el pasado.

Los motivos de esta reducción y redirección de los préstamos son múltiples, desde el bajón de la economía del gigante asiático hasta la falta de un plan sólido para la región africana en la BRI. Sin embargo, el más importante de los factores es también el más evidente: a pesar de los mitos en torno a la trampa de la deuda, los bancos y compañías de China no tienen ninguna intención de dar dinero que no puede ser devuelto.

Foto: La Nairobi Expressway a su paso por la capital. (Reuters/Thomas Mukoya)

“El comportamiento reciente de los acreedores chinos demuestra que su principal motivación es simplemente la de ampliar su cartera y recibir el reembolso total de sus inversiones”, explica Shahar Hameiri, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Queensland especializado en Asia-Pacífico. “No existen evidencias de que China haya prestado dinero con la intención de sumir a países en la deuda y aprovecharse de ello”, agrega en entrevista con El Confidencial.

La leyenda dentro del mito

¿De dónde surge el mito de la trampa de la deuda? Las acusaciones al respecto contra China comenzaron de forma marginal a principios de la década pasada, pero pasaron a la primera línea de la retórica geopolítica por el caso de Sri Lanka, en 2017.

La historia mil veces contada es la siguiente. Entre 2000 y 2020, China concedió préstamos por un valor de cerca de 12.000 millones de dólares al Gobierno esrilanqués para financiar múltiples proyectos sin viabilidad financiera alguna. Entre ellos se encontraba el costosísimo puerto de Hambantota, la ciudad natal de la poderosa familia Rajapaksa, que durante años ocupó la presidencia del país. En 2017, cuando la isla se encontraba al borde del colapso económico, Pekín rechazó las peticiones de reestructurar la deuda y exigió, en su lugar, el control de la infraestructura portuaria. Acorralado, Colombo se vio obligado a ceder su explotación durante 99 años a una empresa china a cambio de poco más de 1.000 millones de dólares.

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Fue el caso de Sri Lanka el que llevó al académico indio Brahma Chellaney a acuñar el término debt trap diplomacy (diplomacia de la trampa de la deuda) en 2017. El neologismo corrió como la espuma, y un año después el entonces vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence utilizaba una versión acortada a la hora de justificar la postura hostil de la Administración de Donald Trump contra el coloso asiático. “China utiliza la llamada diplomacia de la deuda para ampliar su influencia”, expresó Pence en un discurso ante el Hudson Institute. “Pregúntenle a Sri Lanka (...). Hace dos años, ese país ya no podía afrontar sus pagos, por lo que Pekín lo presionó para que entregara el nuevo puerto directamente a las manos chinas. Es posible que pronto se convierta en una base militar avanzada para la creciente Armada China”, agregó.

Sin embargo, la supuesta treta utilizada contra Sri Lanka es solo una leyenda más dentro del mito de la trampa de la deuda china. El proyecto del puerto fue ideado por el propio Gobierno esrilanqués décadas atrás y varias compañías de India y Estados Unidos fueron contactadas antes de que decidiera recurrir a China. La construcción del puerto fue acordada en 2007, seis años antes de que la hoja de ruta del BRI fuera revelada. Por si fuera poco, el peso de Pekín en el agujero de las cuentas de Colombo era relativamente menor, dado que en 2017 tan solo le correspondía un 9% de la deuda externa de la isla. El Gobierno debía más al Banco Mundial o a Japón que a los bancos chinos.

Foto: Un cartel con la foto de Xi Jinping en Belgrado, Serbia. (Reuters)

La misma privatización de las operaciones del puerto, como recuerda Hameiri, fue una medida recomendada por las instituciones financieras occidentales. “El Fondo Monetario Internacional sugirió privatizar el puerto para pagar la deuda y, como parte de ese proceso, Sri Lanka se lanzó a la búsqueda de compañías interesadas”, señala el experto.

Tras el rechazo de varias empresas indias y japonesas, la estatal China Merchants Port Holding aceptó la propuesta. Por otra parte, pese a las advertencias de Pence cinco años atrás, ninguna embarcación de guerra china ha atracado en el muelle. Algo que no es de extrañar: que la compañía de un país se encargue de gestionar comercialmente una infraestructura no le da a su Gobierno, por arte de magia, el derecho de utilizarla para fines militares.

"Hay dos maneras de conquistar y esclavizar un país: una es por la espada; la otra es por la deuda". Se trata de la frase más célebre del expresidente de Estados Unidos John Adams, quien durante su mandato (1797-1801) siempre mostró preocupación por el efecto que un elevado nivel de endeudamiento podría tener en la soberanía de su recién independizado país. La cita, por supuesto, es falsa. No existen registros escritos de su existencia hasta que se popularizó en algún punto de la primera década de internet. Un mito como tantos otros.

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