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El factor Massa: ¿Cómo puede el ministro de una Argentina arruinada llegar a ser su nuevo presidente?
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'Massacre' económica

El factor Massa: ¿Cómo puede el ministro de una Argentina arruinada llegar a ser su nuevo presidente?

Sergio Massa llega a los comicios de este domingo con las posibilidades de ganar la presidencia intactas, pese a haber sido el ministro de Economía de un país con una inflación interanual que ya supera el 142%

Foto: El candidato presidencial Sergio Massa. (Reuters/Luis Robayo)
El candidato presidencial Sergio Massa. (Reuters/Luis Robayo)
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Muchos se cuestionan una pregunta lógica: ¿Cómo es posible que el ministro de Economía de un país con una inflación interanual que ya supera el 142% y cuya divisa nacional se ha devaluado un 50% en 2023 tenga serias opciones de victoria?

No hay una sola respuesta para esa pregunta, pero sí un cúmulo de circunstancias que han puesto sobre la mesa la permanencia del peronismo en el poder, encarnado en la figura de Sergio Massa.

"Massa tiene posibilidades porque la oposición se dividió y los dos candidatos opositores hicieron mala campaña. Milei con su extremismo, con la motosierra, asustó a todo el mundo en la provincia de Buenos Aires, y Patricia Bullrich (la candidata del macrismo) fue aún peor, muy poco profesional, muy poco ordenada”, comenta a El Confidencial el filósofo y sociólogo Marcos Novaro.

La mayor victoria de Massa fue la entrada de Milei en el balotaje, eliminando a Juntos por el Cambio, la coalición conservadora construida en torno al expresidente Mauricio Macri (2015 - 2019). Desde la campaña peronista, se llegó a potenciar, mediante distintas estrategias, al polémico economista, autodefinido como "anarco capitalista". El cálculo era claro: Massa no iba a ganar al macrismo, más en el centro ideológico que los libertarios. Prácticamente ninguna encuesta le daba ganador contra Bullrich en segunda vuelta.

Foto: El candidato a la presidencia de Argentina Javier Milei. (Reuters/Luis Robayo)

Si el ministro tenía alguna posibilidad, era enfrentándose a un Milei cuyas propuestas, compañías y formas asustan a parte del electorado. Massa podría así hacerse con los votos moderados del macrismo y llegar a la presidencia. Esa ecuación sigue todavía vigente. El ministro de Economía necesita parte del 23% de los votos que logró Bullrich para llegar a la presidencia, o que un sector muy relevante de los mismos apueste por el voto en blanco.

Por eso, el plan de Massa en esta segunda vuelta ha sido poner de relieve el impacto que tendrían los recortes anunciados por Milei en las vidas de muchos argentinos. A tenor de lo que anuncian las encuestas, está teniendo éxito porque, a priori, le era más difícil crecer que a Milei.

Culpa a Macri de la economía

Massa está, también, intentando desligarse, hasta cierto punto, de la crisis económica, a pesar de que no hay variable que no haya empeorado en sus 14 meses al frente del ministerio. Su mensaje es claro: la mayor parte de los problemas económicos del país son culpa del préstamo que Macri acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por valor de 50.000 millones de dólares, y la situación se agravó después con la pandemia y la guerra de Ucrania.

Massa admite algunos errores del Gobierno, pero pone el foco de la responsabilidad en condicionantes externos a la administración peronista. Se presenta, además, como el hombre que tomó las riendas del ministerio en julio de 2022, cuando la inflación interanual superaba el 100% y nadie quería el puesto, anunciándose como la persona que frenó las dificultades económicas.

Tiene un éxito moderado a la hora de vender esa visión, a pesar de que Alberto Fernández asumió con un dólar en el mercado paralelo a 60 pesos; su antecesor en el ministerio, Martín Guzmán, se lo dejó en 230; y ahora está en 980.

"Plan platita"

No solo con palabras, por supuesto, está logrando convencer a los indecisos y a parte de quienes se inclinaban por el macrismo.

Massa eliminó el impuesto a las ganancias después de las primarias de agosto y lanzó otras ayudas fiscales, poniendo el foco en el protagonismo del Estado en la educación, la salud y los subsidios al transporte. Al mismo tiempo, vende que estos estarían en riesgo con Milei.

Esa política ha sido calificada por sus rivales como el "plan platita". "Hay que reconocer que le han funcionado. Massa es un candidato muy profesional, que parece estar evitando lo peor. Es el responsable de la inflación, pero también puede decir que está impidiendo que las cosas sean aún peores. Un votante pobre, que está amenazado por el peligro de un cambio que él cree que lo va a perjudicar, vota por el salvavidas, por el statu quo, para que las cosas no empeoren. Las expectativas de la población son muy bajas", subraya el filósofo Novaro. La inflación, de hecho, se ha contenido recientemente. El IPC aumentó un 8,3% en octubre, mientras que en septiembre el incremento fue del 12,7%.

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Errores de Milei

Massa se alimenta también, por supuesto, de errores de Milei: por ejemplo, la alianza del economista con negacionistas de los crímenes de la dictadura. Esto se debe a Victoria Villarruel, su candidata a la vicepresidencia, muy cercana a los círculos militares y que incluso se reunía, según diversas investigaciones, con el exdictador Jorge Videla en prisión.

Esas alianzas van en contra del consenso democrático que existe en Argentina desde los años 80 y podrían estar afectando a la expectativa máxima de voto del anarco capitalista. Por otro lado, tanto la falta de detalle en sus propuestas como algunas de las mismas medidas que defiende le han granjeado la animadversión de parte del empresariado, que estaba mucho más cómodo con la propuesta del macrismo.

Saber que la economía va mal y culpar al Gobierno no significa, para algunos, confiar en propuestas antagónicas para resolver esos problemas. Precisamente, el apoyo directo de Macri, sellado apenas dos días después del primer turno, sirve para aumentar su margen de apoyo en esas élites económicas.

Foto: Javier Milei. (Reuters/Matias Baglietto)

Milei ganó en el primer turno en cuatro de las villas —favelas— más importantes de Buenos Aires, pero se queda muy lejos de la victoria en Puerto Madero, el barrio más exclusivo de América Latina, donde arrasa el macrismo. Tiene un problema claro a la hora de convencer a las élites.

El apoyo de Macri es, eso sí, un arma de doble filo. Milei se ha tirado años incluyendo entre la casta al macrismo, en todas sus formas, y ahora se tiene que desdecir y aparecer en la escena pública con ellos. Eso le ha generado fuertes críticas en el libertarismo y también importantes renuncias, no solo de diputados provinciales, sino de líderes de opinión en las redes sociales. Legitima, por otro lado, ese acuerdo el "veletismo político" de Massa, haciendo ver, para algunos, que Milei es lo mismo.

El economista obtuvo un 30% de los votos en la primera vuelta. Para llegar al poder, necesita parte importante del 23% que obtuvo Bullrich y del 7% que registró el peronista disidente Juan Schiaretti.

Apela a la unidad nacional

La estrategia de Massa, en ese sentido, es presentarse como un líder de centro, y para ello ha planteado un Gobierno de unidad nacional, vendiéndose como el único capaz de administrar el Estado hablando con todos.

Favorable, en esa visión, le ha sido la división de la Unión Cívica Radical (UCR), el histórico rival del peronismo, alineado con el macrismo en la última década. Un sector clave de ese partido, que cuenta con un nutrido grupo de congresistas y también de gobernadores regionales, le ha dado la espalda ahora a Macri por su alianza con Milei, criticando, especialmente, la presencia de negacionistas en las filas del libertarismo.

"Es un fascista", han llegado a decir de Milei desde esos liderazgos. El partido ha dado libertad a sus electores para elegir presidente, pero es conocida la inclinación de parte de su directiva hacia Massa, a quien, además, no ve como un enemigo acérrimo.

Izquierda, pero no tanto

Massa es aceptable como mal menor para sectores de centro e incluso de centro derecha, que repudian a Milei por su propia trayectoria política. El ministro de Economía no es un peronista tradicional, e incluso llega a ser considerado por algunos analistas como un conservador liberal, habiendo propuesto medidas pro mercado.

El propio candidato ha alimentado esa sensación en su paso por el ministerio, pactando recortes con el FMI, lo que llegó a enfrentarlo con los sectores más izquierdistas del peronismo antes de la tregua electoral. La pelea se reiniciará, por supuesto, si gana los comicios.

Es clave también su trayectoria. Massa entró en política antes de cumplir incluso la mayoría de edad. Su partido, la liberal Unión de Centro Democrático, se fusionó en los 90 con el menemismo del expresidente Carlos Menem (1989-1999), otro peronista calificado como "de derechas". Su figura creció de manera fulgurante dentro de su nuevo movimiento, llegando a dirigir la Seguridad Social durante años.

Foto: Sergio Massa, de Unión por la Patria, en un debate electoral. (EFE/Luis Robayo)

En 2007 llegó su gran oportunidad, cuando se convirtió en jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, pero dejó el puesto solo un año después, al mostrarse desencantado con el rumbo del Gobierno, para formar un partido propio, el Frente Renovador. En 2015 llegó a enfrentarse al kirchnerismo en las elecciones presidenciales: obtuvo el 21% de los votos e incluso apoyó en el balotaje a Macri. "Con Cristina no voy ni a la vuelta de la esquina", dijo durante el Gobierno macrista. Llegó a opinar que la exmandataria debería estar "presa".

Pero el político camaleónico hizo las paces con Kirchner y apoyó la campaña de 2019, convirtiéndose en clave para la victoria y para el peronismo. Por ello, ahora ha logrado la candidatura presidencial, in extremis, al mostrarse como la única alternativa posible. "Massa concita, de alguna forma, el apoyo de todos los sectores en el interior del peronismo. No solo en el kirchnerismo, sino en los sectores más ortodoxos e incluso antikirchneristas que perviven en ese núcleo político", comenta Mariano Fraschini, doctor en Ciencia Política y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

La misma historia del personaje hace que parte de la población no peronista se incline hacia Massa si enfrente hay un rival tan disruptivo como Milei. En el histórico partido, además, saben que Massa necesita mostrarse de centro, y los elementos más izquierdistas del peronismo se han quedado en casa en esta campaña. Cristina Fernández de Kirchner está desaparecida. Su hijo, Máximo, y buena parte del sindicalismo, también.

placeholder Sergio Massa, durante un mitin con jóvenes. (EFE)
Sergio Massa, durante un mitin con jóvenes. (EFE)

"El kirchnerismo duro se ha disciplinado en la campaña para maximizar las posibilidades de Massa de captar el voto moderado y ha dado bastante resultado. El ministro intenta estirar esa situación, diciendo que Kirchner no va a influir en el Gobierno y que el presidente va a ser él. Repite un poco las frases del actual presidente, Alberto Fernández, lo que no augura nada bueno", destaca el filósofo Novaro.

Los números le dan la razón. El 59,6% de los encuestados, recientemente, por la firma Römer, cree que Massa es lo mismo que Kirchner, pero el 38,4% piensa que es algo distinto, así que logró separarse de la figura de la expresidenta para un porcentaje relevante de los votantes. "La desaparición de Kirchner y de las alas radicalizadas se debe a una ecuación bien controlada. No es una acción individual, ha sido negociada en los equipos, y no solo ha desaparecido Kirchner, sino el presidente Fernández, que está literalmente ausente", destaca Mario Riorda, presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice).

Massa, de hecho, ha actuado en los últimos meses como presidente de facto, algo que también ha alimentado el peronismo. "Aunque nos derriben mil veces, mil veces volveremos", dijo el expresidente Juan Domingo Perón. Esa flexibilidad del movimiento político se ha vuelto a poner de relieve ahora y algunos analistas creen que Massa tiene potencial para crear su propio liderazgo dentro del partido.

Foto: Javier Milei, en el debate electoral. (Reuters/Pool/Luis Robayo)

"Es un interrogante cómo se encuentra el kirchnerismo dentro del peronismo, pero hay pistas. En primer lugar, han asumido que ya no constituyen el sector hegemónico, como lo fueron entre 2003 y 2019. A partir de entonces, con la presidencia de Alberto y las disputas con Cristina, el peronismo ha salido herido, sobre todo la expresidenta", asegura Fraschini.

"La pregunta es si van a demandar un espacio en el Gobierno. Esa parte del oficialismo todavía tiene representación parlamentaria y alcaldías, y en muchas provincias, especialmente en Buenos Aires", comenta, por su parte, Augusto Reina, consultor y director de la agencia Doserre. "Si hay una derrota de la campaña oficialista, la culpa será de Massa o, eventualmente, de Alberto. Si hay una victoria, es una victoria de todos, como siempre sucede", recuerda.

Kirchner, en cualquier caso, continúa teniendo una legión de seguidores y el apoyo total de alrededor de un 20% de la población. "Con Cristina no se puede, pero sin ella tampoco", es una frase recurrente entre los peronistas. Si Massa gana, le deberá parte de la victoria a la líder izquierdista.

Muchos se cuestionan una pregunta lógica: ¿Cómo es posible que el ministro de Economía de un país con una inflación interanual que ya supera el 142% y cuya divisa nacional se ha devaluado un 50% en 2023 tenga serias opciones de victoria?

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