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"Esta tele está repleta de dementes": cuando hasta el becario asedia al CEO de 92 años
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La batalla de Fox News

"Esta tele está repleta de dementes": cuando hasta el becario asedia al CEO de 92 años

Un libro desvela la trastienda de la caída de Rupert Murdoch: presiones familiares, órdenes ejecutivas erráticas y parálisis (lucrativa) sobre si retirar el apoyo a Trump. Nadie al mando

Foto: Rupert Murdoch y Jerry Hall en 2017. (Reuters/Dylan Martinez)
Rupert Murdoch y Jerry Hall en 2017. (Reuters/Dylan Martinez)

Política de hechos consumados.

El 22 de marzo de 2023, el tabloide New York Post publicó que Rupert Murdoch tenía nueva prometida: Lesley Smith, viuda millonaria, propietaria de varias radios… y una yogurina de 66 años (26 más joven que él). ¿Murdoch iba a casarse por quinta vez a los 92 años? "¿De verdad?", se preguntó su propia familia. Dado que Murdoch acostumbraba a filtrar sus amoríos al New York Post —del que era, ejem, propietario—, su nuevo noviazgo parecía bastante estable. O al menos todo lo asentado que permitía la inestable situación sentimental, empresarial y política en Murdochlandia…

Murdoch y Smith se habían conocido el septiembre anterior; tres meses después de que el magnate se separara de Jerry Hall, exmujer también de Mick Jagger. Las campanas de boda volvían a retumbar en villa Murdoch… en el momento más denso posible: con la trifulca familiar por suceder al patriarca en el tiempo añadido (la serie Succession es una versión libre de esta batalla) y un juicio delicadísimo al caer (Dominion contra Fox News, por difundir el bulo de que Trump perdió las elecciones porque las máquinas amañaron los votos). La sucesión y el juicio habían tensado al límite al imperio Murdoch, a la joya de su corona (Fox News) y a sus relaciones con Donald Trump. En ese contexto salvaje, el noviazgo del patriarca era un éramos pocos y parió la abuela para el clan Murdoch.

La nueva relación sentimental “dejó desconcertado a su círculo íntimo, especialmente a sus hijos, como un rayo caído del cielo”, cuenta el periodista Michael Wolff en un libro publicado recientemente en el mundo anglosajón: The Fall: The End of Fox News and the Murdoch Dynasty, festival total de salseo interno.

placeholder Rupert Murdoch, Donald Trump y Jerry Hall haciendo de las suyas. (Reuters)
Rupert Murdoch, Donald Trump y Jerry Hall haciendo de las suyas. (Reuters)

Murdoch, desde luego, no pasaba por su momento más lúcido cuando el amor volvió a llamar a su puerta. “Sus fallos de memoria, su fragilidad física, su déficit de atención y su declive ejecutivo general estaban aún en proceso de racionalización en su entorno porque, al fin y al cabo, era el maldito Rupert Murdoch”, el ejecutivo de medios más influyente del último medio siglo, “pero nadie le iba a dar ese beneficio de la duda en su vida personal… Tras hablar de un modo paciente, pragmático y estratégico con su feliz padre, Elizabeth Murdoch [hija del magnate] concluyó que Rupert no sabía prácticamente nada sobre su futura esposa”, razona el libro.

Pronóstico reservado.

El mito habla del clan Murdoch como maquinaria mediática sofisticada y engrasada, véase la cegadora carrera del patriarca, creador de tabloides rompedores, muñidor de presidentes del Gobierno y prestidigitador de la opinión pública en varias épocas y continentes. Pero lo que muestra Wolff es una empresa (News Corporation) sin rumbo, un CEO paralizado y una paradoja: el mayor éxito de Murdoch como arquitecto del poder, la propagación del personaje Donald Trump vía Fox News, fue también su cruz final.

Foto: Rupert Murdoch. (Reuters/Stefan Wermuth)

O el ensimismamiento de un titán de los medios en sus horas más oscuras.

“A pesar de su poder y riqueza, Murdoch nunca fue lo suficientemente americano, vagando como un espectro por su falta de conexiones personales (su exesposa Wendi Deng le recriminó una vez no tener amigos, y Murdoch le respondió: "Podría tenerlos si quisiera"), desconcertantemente inarticulado, atrapado entre el zeitgeist y la distorsión emocional, incapaz de funcionar fuera de su cerrado círculo de secuaces”, zanja el libro.

Hace unas semanas, Rupert Murdoch anunció su retiro en favor de su hijo Lachlan. Lo que pasó los meses anteriores demuestra que los ricos también lloran. No importa lo disparatada que se ponga Succession, nunca podrá superar en despropósito los últimos días de un “débil e indeciso” Rupert Murdoch.

Bienvenidos al circo de tres pistas de la casa Murdoch.

Una cena muy bizarra

La semana siguiente a que se conociera el noviazgo Murdoch/Smith, la parejita invitó a cenar a Tucker Carlson, presentador estrella de Fox News. La cita, en un viñedo en Bel-Air, se hizo a instancias de Smith, fan del ardor político de Carlson, que, además de trumpista, se había mostrado beligerante con Ucrania tras la invasión rusa. Carlson se tomó la cena como un respaldo de Murdoch en un momento complicado; en 15 días, declararía como testigo en el juicio de Dominion (empresa de recuento de votos electorales). Un marrón tóxico para la cadena y para él: documentos internos mostraban que ejecutivos y presentadores de Fox propagaron la teoría trumpista del fraude electoral pese a saberla falsa.

"Pobre Rupert. Él quería la CNN. Yo le di la Fox. Y el dinero empezó a brotar"

La cena en Bel-Air fue, según el libro de Wolff, tan simpática como bizarra. Smith se comportó con Tucker como una groupie (“creo que voy a desmayarme”, dijo al saludarle), le hizo elogios “incómodos” y, como colofón, le cogió de la mano y le llamó “profeta de Dios” mientras leía pasajes de la Biblia que, según ella, presagiaban la venida de Carlson al mundo con una misión.

Sucedió el 31 de marzo de 2023.

Tres días después, Murdoch llamó a Carlson para decirle que la cena había ido fenomenal. Pero de la cena bizarra se pasó, de pronto, a la boda roja. Los siguientes días, Smith y Carlson fueron despedidos por sorpresa de la vida y de las empresas de Rupert Murdoch. Fenomenal… purga.

¿Nadie al mando en Murdochlandia? Nadie al mando.

Foto: Kate Middleton y Meghan Markle, en Wimbledon. (EFE)

¿El motivo de la ruptura sentimental? Según Vanity Fair, que publicó la noticia, la fe evangélica de Smith incomodaba a Murdoch (otras fuentes aseguran que sus hijos maniobraron para que la relación descarrilara antes de pasar por el altar).

El despido de Carlson, líder de audiencia del cable en su franja, fue aún más oscuro. Se produjo cinco días después de que Fox acordara pagar 787 millones de dólares a Dominion para evitar el juicio en el último segundo. Aunque la salida de Carlson vino acompañada de denuncias por su toxicidad y misoginia en la oficina, Wolff cree que su cabeza fue parte del acuerdo extrajudicial con Dominion.

placeholder Tucker Carlson y Donald Trump pasándolo en grande. (Reuters)
Tucker Carlson y Donald Trump pasándolo en grande. (Reuters)

Sí y no

La caída en desgracia de Smith y Carlson, y los 787 millones a Dominion, mostraban que el imperio Murdoch iba a la deriva, atrapado en un agujero negro llamado Donald Trump. O la incapacidad de Murdoch de tomar una decisión sobre sus relaciones con Trump como fuente de todos los males. El ni contigo ni sin ti como musical melodramático.

Entre los palos de ciego de Murdoch a Trump destaca el de la larga noche electoral de noviembre de 2020, cuando, con el resultado en disputa, Fox decretó (dos días antes que su competencia progresista) que el estado clave de Arizona había caído del lado de Joe Biden. La decisión de Fox indignó a Trump —los “suyos” habían averiado gravemente su relato de victoria y pucherazo— y visibilizó el giro de Murdoch ante la inminente victoria demócrata ("¡Que le jodan!", expresó Murdoch cuando el trumpismo le presionó para que Fox volviera al redil).

¿Era la guerra? No exactamente. Murdoch siempre daba un paso adelante y dos atrás en sus tortuosas relaciones con Trump. Y, en uno de esos volantazos, el coche de Fox News acabó estrellándose. En efecto, dos años y medio después de escenificar su ruptura con Trump en la noche electoral, Murdoch pagó 787 millones por propagar los bulos de Trump sobre el recuento. ¿En qué quedamos? ¿Cómo se come esto?

Versión corta: Murdoch veía a Trump como un cantamañanas nocivo, alejado de los políticos sobrios con los que estaba acostumbrado a tratar (mejor si eran conservadores, pero sin hacer ascos a los social liberales como Tony Blair, con el que se podían hacer negocios sin histrionismos). Murdoch, en definitiva, no soportaba a Trump, pero, si en cualquier historia siempre hay un pero, en esta el PERO era gigantesco y venía cargadito de cash. La Fox trumpista era un negocio tan fabuloso que renunciar a él, aunque fuera a una parte, dolía a Murdoch en lo más profundo del corazón.

En realidad, el sí pero no de Murdoch al trumpismo venía de lejos, de antes incluso de que Trump tuviera la ocurrencia de presentarse a la presidencia de EEUU, porque el primer trumpista no fue Trump, sino Roger Ailes.

El gurú dolido

Cuando Murdoch fundó Fox News, en 1996, lo puso en manos de Ailes, exasesor de los presidentes Nixon, Reagan y Bush, y fontanero mediático alfa de la alt-right. Ailes se adelantó varios años a la comunicación emocional, polarizada y distorsionada que las redes sociales llevarían luego a todos nuestros teléfonos. Nunca un ejecutivo de Murdoch tuvo tanta autonomía como Ailes, en parte, porque le hacía ganar mucho dinero, en parte, porque Murdoch se sentía más seguro enredando en sus periódicos que en sus teles. De tabloides sabía mucho, de teles ya tal.

Con Ailes manejando los mandos, la avioneta de Fox se lanzó en picado contra el primer presidente afroamericano de EEUU. “La elección de Obama, apoyada por los hijos de Murdoch y, de hecho, hasta por un Rupert reacio, convirtió a Fox News en un tabloide sensacionalista más virulento, falso y racista que nunca (y cada vez más popular y rentable por ello)”. En los años de Obama, el mismo Lachlan, elegido ahora como sucesor de Rupert, dio un ultimátum a su padre: "O Ailes o yo". Murdoch eligió a Ailes y Lachlan dejó el negocio familiar dando un portazo. Luego volvió y ahora controla Fox News (Wolff describe a Lachlan, por cierto, como un ejecutivo dubitativo, con tendencia a borrarse y sin ideas propias fuera de la sombra de su padre).

placeholder Roger Ailes, agente del caos. (Reuters)
Roger Ailes, agente del caos. (Reuters)

Ailes había ganado todas las batallas internas, pero…

Tres meses antes de que Trump llegara a la Casa Blanca, culminando las fantasías políticas más salvajes de Ailes, el tren de la historia se lo llevó por delante: una macrodenuncia por acoso sexual en la oficina acabó con el ejecutivo televisivo en la calle (un año antes, ojo, del caso Weinstein). Las acusaciones contra Ailes estaban más que justificadas, pero él se lo tomó como una conspiración: culpó a los hijos de Murdoch, celosos de su éxito y deseosos de ocupar su lugar.

Roger Ailes habló varias veces con Wolff en los 10 meses que pasaron entre su despido y su muerte (mayo de 2017). Palabras venenosas sobre la naturaleza del derechismo televisivo punk y sobre sus antiguos patrones, los Murdoch, a los que consideraba parte de las élites progresistas contrarias a los valores de la verdadera América (en efecto, a Rupert Murdoch le han difamado de mil maneras diferentes durante su carrera, pero solo Roger Ailes osó acusarle de “progresista”).

Según Ailes, Rupert Murdoch llegaba a su despacho, balbuceaba “Hillary” y “se iba”. “¿Qué demonios quería decir? ¿Que Fox tenía que apoyar a Hilary en lugar de a Trump? Lo que quería decir es que él iba con Hillary… Rupert era muy malo dando órdenes. La idea de que cualquier cambio en la cadena redujera sus beneficios era muy dolorosa para él. Nunca entendió del todo por qué Fox hacía tantísimo dinero. ¿Sabía que Trump había sido una creación de Fox? Si no lo sabía, su hijo James se lo hizo saber seguro: ‘Has perdido el control, viejo’, debió decirle. James es un cretino, pero ahí tenía razón”.

placeholder Lachlan, James y Rupert Murdoch, solo puede quedar uno. (Reuters)
Lachlan, James y Rupert Murdoch, solo puede quedar uno. (Reuters)

Más de la rajada del purgado Ailes:

“¿Quieren los Murdoch a Fox News? No. Para ellos (y para todos los progresistas de EEUU) es un montón de mierda humeante sobre la mesa. Para el resto de la población, por el contrario, Fox News es su maldito hogar”.

“Los Murdoch están atrapados en Fox… Los hijos de Rupert creen que vinieron a la tierra a superar a su padre, cuando sin él solo serían dos ejecutivos del montón. Pero, sinceramente, aunque los hijos de Murdoch fueran unos genios, gestionar una tele es gestionar una bestia. Por eso hay tantos programas de tele sobre la tele: porque la tele está repleta de dementes. No importa que Fox sea una cadena conservadora, el problema es que es una puta televisión. Todo el mundo está loco ahí dentro. Pero, al mismo tiempo, es un medio conservador de verdad, y los hijos de Murdoch no lo son… son chicos de universidades privadas, de la Ivy League, niños ricos de Nueva York. Yo ganaba el dinero y ellos se lo gastaban”.

“Pobre Rupert. Él quería la CNN. Yo le di la Fox. Y el dinero empezó a brotar”, zanjó Ailes sintetizando el conflicto con la mala uva del renegado.

placeholder Donald Trump entrevistado en Fox ante la pétrea mirada de Abraham Lincoln. (Reuters)
Donald Trump entrevistado en Fox ante la pétrea mirada de Abraham Lincoln. (Reuters)

La parálisis

Con Ailes fuera de juego, los Murdoch se hicieron con el control total de Fox en pleno huracán Trump, que ganó las elecciones... para disgusto de Rupert: “¿Cuándo dejará Trump de avergonzar a sus amigos, por no hablar de todo el país”, tuiteó Murdoch durante la precampaña de Trump.

“A pesar de los tímidos esfuerzos de los Murdoch por moderar los peores excesos de su canal, Fox se transformó en un brazo de la Administración Trump. La ironía era profunda: tras utilizar durante años a sus medios para hacer y deshacer en política, Murdoch era ahora incapaz de controlar su propio medio”, razona el libro. Tampoco es que Murdoch lo intentara con todas sus fuerzas: “Los beneficios de Fox eran demasiado grandes. Esto dejó a Murdoch como mártir (al menos él se veía así) que soportaba el dolor de Fox para preservar sus ganancias”.

La mujer de Murdoch: "¡Haz algo con Trump, Rupert! Bueno, nunca harás nada: perderías demasiado dinero si lo hicieras"

El ambiente en Murdochlandia se caldeó durante la presidencia trumpista, pero tampoco mejoró tras perder Trump las elecciones con Biden.

El entorno de Murdoch le abrasaba a diario para que desalojara al trumpismo de Fox. James Murdoch, que disputaba el trono familiar a Laclhan (los hermanos no se tragaban), era el más beligerante. Tenía un plan para refundar Fox como cadena centrista; lo que, según Wolff, era una fantasía contra natura.

El frente sentimental también agobiaba a Rupert Murdoch.

La vida feliz de Rupert con su nueva esposa, Jerry Hall, era cada vez más tensa: el entorno social de ella —show business, arte y moda— mostraba abiertamente su antipatía e ira hacia Fox, Trump… y Murdoch”, explica Wolff.

Durante unas vacaciones con amigos en un resort para billonarios en las Antillas caribeñas, Jerry Hall espetó a Murdoch delante de todos: “¡Haz algo con Trump, Rupert! Bueno, nunca harás nada: perderías demasiado dinero si lo hicieras”.

No era la primera vez que el temido Murdoch era aleccionado en público por Hall por enriquecerse gracias a un fulano que, según ella, ponía la democracia en peligro con sus mentiras.

La Redacción de Fox News, por otro lado, tampoco era fácil de controlar, con sus estrellas mediáticas trumpistas (Carlson Tucker, Sean Hannity, etc.) haciendo una doble pinza al patrón: opacos a las órdenes de la empresa y reventando las audiencias de la competencia.

placeholder Un día inolvidable: Murdoch en un carrito de golf conducido por Trump con Hall de copiloto. (Reuters)
Un día inolvidable: Murdoch en un carrito de golf conducido por Trump con Hall de copiloto. (Reuters)

Murdoch, al que le estaban poniendo la cabeza loca entre todos, temía matar a la gallina de los huevos de oro, pero, ante la perspectiva de que Trump volviera a ganar las elecciones en 2024, sugirió sacarle menos en antena y apoyar a su gran rival por la candidatura presidencial republicana, el gobernador de Florida Ron DeSantis. Pero esto, que encontró resistencias internas en Fox, es de lo poco claro que ¿ordenó? Murdoch.

Digamos que la claridad nunca fue el fuerte de Murdoch, pero, ahora, pasados los 90 años, en lugar de australiano parecía un gallego especialmente críptico...

“Durante sus 70 años de carrera, su entorno fueron hombres (y unas pocas mujeres) que aspiraban a descifrarle. Ese era su cometido, interpretar sus órdenes por confusas que fueran, o el sexto sentido de los que aspiraban a un futuro en la compañía. El don de Ailes fue ser capaz de convencer a Murdoch de que lo que Ailes quería era lo que Murdoch quería… A los 91 años, no obstante, Murdoch era cada vez menos claro. No era capaz de ofrecer ninguna dirección, o al menos ninguna fácilmente interpretable, pero en Fox todo seguía dependiendo de lo que decía o dejaba de decir. Nadie sabía bien qué quería Murdoch exactamente, pero tampoco nadie quería admitir que no lo sabía”.

"El problema era determinar si se trataba de la confusión habitual, de un signo senilidad, o de divagación mental fusionándose con la senilidad"

Con frecuencia, las instrucciones de Murdoch en Fox no iban mucho más allá de un vago: "Trump es malo, Trump es un perdedor". Los ejecutivos tenían que apañarse con eso para gestionar a unos presentadores beligerantes, con agenda política propia y celosos de su autonomía.

Además, siempre estaba la duda de si Murdoch estaba ya más en el otro mundo que en este...

“El problema era determinar si se trataba de la confusión habitual de Murdoch, de un signo senilidad inminente, o de su característica divagación mental fusionándose con la senilidad”, afirma Wolff.

En efecto, si Murdoch no era un prodigio de claridad de por sí, su redoble de vaguedad y niebla aumentó el vacío de poder en Fox y desencadenó en el estropicio Dominion.

En la cadena nunca tuvieron claro cómo gestionar el caso judicial. Pasaron por todas las fases posibles. Descartaron un acuerdo temprano (que hubiera salido mucho más barato), se jactaron de que no iría a ninguna parte, entraron en pánico cuando el proceso cogió el turbo y acabaron pagando una millonada ante la perspectiva de que Murdoch fuera humillado en público por burlarse de Trump en privado… para propagar luego sus lucrativos disparates en prime time.

Cuando faltaban unos meses para el juicio, un conocido de Murdoch le sugirió que llegara a un acuerdo extrajudicial. Murdoch se indignó, le dijo que la culpa no era de Fox, sino de Trump, ¿por qué iba a pagar él por los desastres del expresidente? El conocido salió de allí preguntándose cómo "la famosa mente fría y analítica de Murdoch se había convertido en tal desbarajuste". En efecto, cada vez que alguien le preguntaba por el juicio, Murdoch se limitaba a bramar contra Trump. Más allá de eso, no emitía ni orden ni estrategia alguna. Un estrecho confidente del magnate asegura en el libro que su permanente rayada con Trump parecía un "principio de demencia".

Máxima ceremonia de la confusión.

Más allá de la dificultad de gestionar un gran imperio mediático a los 92 años, cumplidos este año, estaba claro que el freno último de Murdoch era el dinerete.

"No estaba preparado para asumir su propio impulso [poner coto al trumpismo en Fox News], era el mayor imperativo moral que este empresario (básicamente amoral) había tenido nunca, pero podía costarle billones. Parecía emocionalmente incapaz de lidiar con esa contradicción. Murdoch había tenido antes el coraje de invertir en proyectos egocéntricos y quijotescos que no daban beneficios, pero renunciar al dinero que Fox ganaba a espuertas no era temperamentalmente aceptable para él", según el libro.

El regreso

El año que viene sabremos si Donald Trump vuelve a ser presidente del mundo libre. El grado de apoyo de Fox News puede ser decisivo. La ola trumpista hizo ganar mucho dinero al canal —una media de 1.690 millones de dólares de beneficios anuales durante el mandato de Trump, triplicando los beneficios de sus rivales en la tele informativa por cable, CNN y MSNBC—, pero también le ha hecho perder bastante parné últimamente. Fox News declaró 54 millones de dólares de pérdidas en el primer trimestre del año por el pago de 787 millones a Dominion. En el mismo periodo del año anterior, ganó 283 millones de dólares.

Foto: Rupert Murdoch, en una imagen de archivo. (Reuters)

"Estamos orgullosos de nuestro equipo, de la excepcional calidad de su periodismo y de su gestión de la marca Fox News", afirmó Lachlan Murdoch al presentar las cuentas en negativo de la cadena en 2023.

Fox News tiene más juicios pendientes por mentir sobre el recuento electoral en 2020 (y no pintan bien). Por otro lado, el despido de Tucker Carlson hizo caer la cotización y las audiencias. El dilema, por tanto, sigue vivo.

¿Con Trump o contra Trump? Porque seguir haciendo todo a la vez se está volviendo cada vez más complicado.

Murdoch utilizó muchas veces la palabra tarados para describir a Trump y a Ailes, pero el que acabó tocado por tratar con ellos fue él.

"Murdoch nunca entendió del todo por qué Fox News hacía tantísimo dinero"

“El conservadurismo de Murdoch era simplemente el de un señor mayor: conservadurismo de mantener el statu quo. Murdoch no buscaba una disrupción radical, pero ahora su propia empresa estaba siendo utilizada para socavar, burlar y dinamitar el statu quo. Como pionero del sensacionalismo, del averigua qué quiere la gente y dáselo sea lo que sea, sabía que todo era cuestión de dinero. La genialidad de Murdoch fue su capacidad para utilizar el poder del sensacionalismo en beneficio propio. Pero ahora era el sensacionalismo [de Trump] el que lo estaba usando a él”, zanja Wolff.

Tres semanas antes de morir, con Trump recién llegado a la Casa Blanca, Roger Ailes lanzó su última profecía maldita sobre los Murdoch: "¡Jodido Donald! El presidente de los EEUU es una estrella televisiva, ¿te haces idea de lo que significa eso? Reagan era una antigua estrella que quería ser político. Donald no quiere ser político, quiere ser una estrella. No tiene ni idea de cómo gobernar, ni le importa, pero sabe tocar todas las teclas de la tele. Conoce a su audiencia. En serio, al contrario que los demás políticos, Trump sabe cómo hacer buena tele. Rupert está jodido si piensa que puede controlar eso".

Amén.

Política de hechos consumados.

Donald Trump
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