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El terror de lo divino: la historia de los monstruos es la historia de la Biblia
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El terror de lo divino: la historia de los monstruos es la historia de la Biblia

Toda sociedad genera algún tipo de elemento maravilloso que trasmite a otras generaciones, y los monstruos bíblicos no son menos reveladores que los que protagonizan el cine de terror en nuestras pantallas

Foto: Fuente: Wikipedia.
Fuente: Wikipedia.

Pensar en "monstruos" nos sitúa en un mundo bastante reciente: el de la televisión y los videojuegos, si acaso en aquel donde las criaturas fantásticas aún habitaban únicamente el lenguaje del papel. Sin embargo, más allá de estas imágenes modernas que nos sobresaltan, el misterioso mundo de lo desconocido es tan lejano como ambiguo.

Desde la década de los noventa, los estudiosos de las humanidades han estado prestando especial atención a los cuerpos "monstruosos" de la literatura: personajes cuya apariencia desafía las ideas comunes sobre lo que es normal. Ahí quedan los fenómenos de la ciencia ficción, la novela gótica y todo entresijo popular donde el terror en carne y hueso toma forma. Ahí queda, también, el libro sagrado del cristianismo.

Foto: 'Antonietta Gonsalvus', atribuido a Lavinia Fontana.

Toda sociedad genera algún tipo de elemento maravilloso que trasmite a otras generaciones. No obstante, para adentrarse en las páginas de la Biblia es necesario vislumbrar algunas categorías sociales de paranormal: lo maravilloso, lo mágico y lo sobrenatural (mirabilis, magicus y miraculosus). La Biblia está llena de monstruos que no son Frankenstein, un hombre lobo o el Yeti, sino seres al amparo de lo milagroso o lo maligno, que han establecido muchas de las ideas sobre lo que se considera normal y bueno o "desviado", perturbador y malvado.

Todo lo religioso era fantástico

Como explica Jesús Pertíñez Pérez en su artículo Los orígenes medievales del monstruo en el arte, la Edad Media es, por antonomasia, el periodo de lo maravilloso, de los prodigios y de lo extraordinario. Basta alzar la vista para comprobarlo, pues los seres fantásticos y monstruosos están presentes en los capiteles de claustros, fachadas de iglesias, miniaturas, literatura, tapices y, en general, toda actividad creadora que desde entonces ha perdurado hasta nuestros días. "Todo lo religioso era fantástico y todo lo fantástico era religioso".

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Fuente: Wikipedia.

La historia de estas criaturas es la del "nosotros" versus "ellos", quizás la misma que ha perpetuado estereotipos racistas o sexistas a través del miedo. El teórico literario Jack Halberstam, por ejemplo, ha escrito sobre cómo Drácula y otros vampiros revelan un simbolismo antisemita, retratando a judíos como parásitos sombríos y chupadores de sangre. De igual forma, las mujeres quedaron enmarcadas como brujas en un gesto por sostener en el tiempo el perverso gesto que en su momento llevó a muchas al asesinato planeado. Las brujas, además, indica su ficción que están locas, porque las mujeres deben estarlo, porque la locura debe ser peligrosa, como ellas. Pues bien, parte de esto ya lo dijo la Biblia.

Los monstruos bíblicos no son menos reveladores que los que protagonizan el cine de terror en nuestras pantallas. De hecho, muchos de ellos están inspirados en aquellos que aparecen, por ejemplo, en el Libro de Job, perteneciente al Tanaj judío y al Antiguo Testamento bíblico. Se trata de un texto poético en el que Satanás afirma que Job actúa con rectitud solo porque es próspero y saludable. Dios concede permiso para que el demonio pruebe a Job haciendo que maten a sus hijos, que roben su ganado y que le salgan dolorosos furúnculos en el cuerpo.

El libro religioso que más monstruos incluye

Tras esto, tres amigos se acercan al protagonista para insistirle en que debe haber hecho algo para provocar este aparente castigo. Según explica el profesor asistente de Biblia hebrea en la Universidad de Brandeis, Madadh Richey, en Atlas Obscura, durante el resto del libro todo lo que transcurre en la conversación entre ellos sobre la causa de tal tormento.

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Fuente: Wikipedia.

Es, probablemente, el libro religioso que más monstruos incluye. Así, en sus capítulos 40 y 41, Dios se jacta de dos superanimales que ha creado, llamados Leviatán y Behemot. Aparece varias veces además un misterioso monstruo marino llamado Rahab, mientras que Job y sus amigos hablan de vagas visiones nocturnas que los aterrorizan.

Aunque en la Biblia tan solo se cita a Leviatán seis veces, su impacto cultural en las tradiciones religiosas hebreas y cristianas ha trascendido la aparente modestia de su figura. El filósofo Hobbes lo utilizó en su obra política Leviatán para aludir al Estado, mientras que la cultura popular y la música metal ha recurrido al monstruo para evocar imágenes de poder, negrura y terribilidad.

Muchas cabezas y muchos cuernos

Por supuesto, no es el único texto monstruoso de este enorme compendio de textos que conforman el cristianismo católico. En el Libro de los Jueces, también perteneciente al Antiguo Testamento, un relato cuenta que el juez Ehúd se enfrenta al rey moabita Eglón, "fatalmente gordo y grotesco", y por ello "muerto entre sus propias heces cuando explota con una espada clavada en su estómago".

"Al describir a Eglón, el texto también les enseña a los israelitas cómo pensar en sus vecinos moabitas al otro lado del río Jordán. Al igual que su rey emblemático, los moabitas son retratados como excesivos y repugnantes, pero lo suficientemente ridículos como para que los héroes israelitas puedan derrotarlos con algunos trucos", sostiene Richey.

El plano mental y físico se han visto costreñidos así a lo largo de la historia, en el exhibicionismo como construcción de lo ajeno. En palabras de María Alejandra Flores de la Flor para su artículo La exhibición de seres deformes (monstruos) en España durante la Edad Moderna, bajo la denominación de "monstruos mendicantes" acabaron agrupando a aquellas personas con malformaciones que se exhibían en las calles de ciudades y pequeñas poblaciones. La gran mayoría de ellos procedían de familias pobres para quienes se convertían en la mejor forma de obtener ingresos.

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Fuente: Wikipedia.

Para Dennis Todd, la fascinación por esta idea del monstruo se debe al hecho de que difumina los límites y colapsaba las identidades dibujadas. Es decir, para regir una forma de normalidad hizo falta sobre todo señalar qué no era normal: criaturas que mezclaban categorías que debían permanecer separadas, formas que podían ser ambiguas, curiosas, extrañas. En este sentido, "ver monstruos, por tanto, generaba una respuesta compleja, ya que eran "anormales" pero, al mismo tiempo, eran seres humanos, y ello confundía y fascinaba a la gente".

Ya la primera bestia en el Libro de las Revelaciones resulta ser una criatura de 7 cabezas y 10 cuernos que se alza desde el océano, y la segunda bestia aparece en la tierra con dos cuernos y rugido de dragón. Su trabajo, como el de todo monstruo, resulta ser malvado, pues igual que el mismísimo demonio, se encargan de engañar y obrar falsos milagros.

Pensar en "monstruos" nos sitúa en un mundo bastante reciente: el de la televisión y los videojuegos, si acaso en aquel donde las criaturas fantásticas aún habitaban únicamente el lenguaje del papel. Sin embargo, más allá de estas imágenes modernas que nos sobresaltan, el misterioso mundo de lo desconocido es tan lejano como ambiguo.

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