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La mujer que le pinchó el condón a Milei tiene la culpa de todo (salvo alguna cosa)
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Carlos Prieto

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La mujer que le pinchó el condón a Milei tiene la culpa de todo (salvo alguna cosa)

Parecía que la ola de Milei era tan grande que llegaría fácil a la presidencia, hasta que el bocachanclismo activó el mecanismo que hace perder elecciones: la movilización del rival

Foto: Milei y Lemoine, a un paso de la gloria. (Twitter)
Milei y Lemoine, a un paso de la gloria. (Twitter)

El capitán Haddock del ultraliberalismo argentino no pasa por su mejor momento.

Nadie conocía a Javier Milei hasta que, hace una década, empezó a ir a platós y tertulias a meter voces contra el Estado en todas sus manifestaciones, del banco central al pobre diablo que vive del subsidio. No es que perdiera los estribos habitualmente, es que nunca los tuvo, era una carreta desbocada, le preguntabas "¿qué tal todo, Javier?" y procedía a llamarte "sorete", "parásito chupasangre" y "zurdo de mierda" con los ojos inyectados en sangre.

Al margen de que el fuego interno le valió para construirse un personaje que hacía audiencia, su magnetismo radicaba en que sus estallidos de cólera parecían más reales que impostados, el tipo pasaba de cero a 100 al menor contratiempo, ya fuera mentar a Keynes sin su permiso, darle los buenos días o la mera rotación terrestre.

En ese contexto volcánico, y dado que el político parecía una ola imparable tras las primarias, alguien decidió que Milei no fuera Milei en los dos debates electorales televisivos, un Milei más, ejem, presidenciable, o al menos uno que no llamara "hija de puta, la concha de tu madre" a nadie en directo, como había hecho tantas veces antes. Viéndose ganador, Milei logró controlar su ira en los debates. Pero controlar un movimiento político que había consistido hasta entonces en un A VER QUIÉN LA DICE MÁS GORDA no era tarea sencilla...

Foto: Javier Milei. (Reuters/Matias Baglietto)

1) El economista Alberto Benegas Lynch, que habló antes de Milei en el mitin de cierre de campaña, llamó a cortar relaciones con el papa Francisco (sí, achicharrar al jefe argentino de la Iglesia católica no parecía la idea más astuta para captar el voto de la derecha moderada en la segunda vuelta).

2) Lilia Lemoine —conocida como la peluquera de Milei y nueva diputada electa— anunció en campaña un proyecto de ley para “renunciar a la paternidad si te pinchan un preservativo”. Resumiendo: los padres no estarían obligados a financiar la subsistencia de sus hijos menores si, en el momento de su concepción, pasaban de meterse en tinglados familiares. “No me parece justo que un hombre tenga que hacerse cargo económicamente de una criatura hasta los 18 años cuando no lo quiso tener… ¿Por qué los hombres por ley tienen que mantener a una criatura porque quizás les dijeron: 'Sí, sí, acabá [eyacula] adentro que tomo la pastilla' o les pinchan un forro?... Hay muchas mujeres que para enganchar a un tipo hacen estas cosas y se aprovechan del tipo en medio de la calentura”.

La madrugada del lunes, tras conocerse el insuficiente resultado de Milei en la primera vuelta, la malhumorada tuitosfera libertaria argentina la tomó con Lemoine por haberla liado en campaña, activando presuntamente el adormecido voto peronista (¿machismo encubierto para desviar las culpas lejos del líder alfa?).

En resumen: ha bastado un fallo en las expectativas electorales de Milei para que las contradicciones internas acechen a su movimiento, que creció cargando contra la casta y ahora se ve obligado a negociar con ella.

¿Al circo de Milei le han crecido los enanos? Un poco, pero ¿es justo echar la culpa a los secundarios? ¿Pedir moderación a los discípulos de Milei no es como pedirle al reguetón que cante contra la promiscuidad sexual?

Aunque es cierto que todo desbarre en campaña puede activar la movilización del rival, sobre todo cuando hoy día uno vota más en contra que a favor de alguien, no lo es menos que Milei se basta y se sobra para aterrorizar a medio país… incluso a los suyos...

El pavor

Casi todos los vídeos con burradas de Milei que circulan por las redes tienen varios años de antigüedad, nada de lo que dijo durante la campaña electoral entraría en su top 10 de disparates, salvo alguna cosa…

Foto: Milei y Massa, en un debate televisivo. (Reuters/Tomás Cuesta) Opinión

En el segundo debate televisivo, llamó “montonera asesina” a Patricia Bullrich, candidata de la derecha mainstream. No parece muy grave tratándose de Milei, pero seguro que se arrepiente de haberlo dicho: tras ser batido por el peronista Sergio Massa en la primera vuelta, Milei necesita ahora desesperadamente los votos de la “montonera asesina”, convertida, de pronto, en una estadista responsable a la que Milei habla con voz aflautada (no podemos acabar este párrafo sin aportar un brochazo sobre Bullrich, que empezó su vida política en la dirigencia de la guerrilla izquierdista montonera, pasó por todo el arco parlamentario democrático en continua escalada y, cuando pareció que había llegado su momento como candidata conservadora de mano dura, le adelantó Milei por la derecha con tanto estruendo que Bullrich pareció una comeflores en comparación. Quizá Bullrich no se recupere nunca de esta broma histórica del destino).

Pero volvamos a Milei como generador de pavor.

Una encuesta reciente preguntó a los votantes de Milei a qué candidato temían más. Pues bien: el 11,6% dijo que al que más temía era… a Milei.

Encuesta a los votantes de Milei. ¿A qué candidato temen más? El 11,6%… a Milei

"Nos sorprendió el resultado, porque ningún candidato tiene un 10% de sus votantes que le teman, pero eso define muy bien cómo es el voto de Milei: su votante ve todo podrido y quiere una especie de navaja que lo corte todo", explicó el antropólogo Pablo Seman, autor de la encuesta.

Haría falta un ejército de sociólogos y psicoanalistas para explicar por qué uno querría votar a un político al que teme. ¿Es algún tipo de masoquismo enrevesado? ¿Es el nihilismo el estado natural del argentino medio tras décadas comiendo mierda? ¿Estamos deseando tener a un caudillo que nos pegue con una fusta en el culo? ¿De perdidos al río? El caso es que parte del electorado argentino ha optado por el ¡VIVA MILEI! ¡VIVA LA MUERTE!, acojonando a mucho votante peronista (o simplemente votante con miedo a que le quiten lo poco que tiene).

Foto: El economista ultraliberal Javier Milei. (EFE/Gala Abramovich)

Porque, vamos a ver, si das miedo a tus propios votantes, ¿cómo no vas a darlo al resto? Por ahí empezó a crecer un peronismo por el que nadie daba un duro tras quedar tercero en las primarias, tras 16 de los últimos 20 años en el poder, con la inflación por las nubes y el país al borde del catacroker.

Uno de los grandes éxitos de la campaña peronista fue aislar a su candidato de la crítica situación económica del país, lo que tiene mérito dado que Sergio Massa es… el ministro de Economía. Hacer pasar a Massa por un tipo que pasaba por ahí rozó lo inverosímil, pero cuando uno tiene en frente a Milei con una motosierra es más fácil que tu público se olvide de las pifias que cometiste antes. Virgencita, virgencita, que me quede como estoy, aunque sea mal.

El capitán Haddock del ultraliberalismo argentino no pasa por su mejor momento.

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