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España reivindica el papel de una ONU en horas bajas
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Discurso en la 78.ª Asamblea General

España reivindica el papel de una ONU en horas bajas

España elevará a 120 M la partida destinada a los Objetivos del Desarrollo Sostenible y dará 20 M al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, y tiene la ambición de acoger en 2025 la cuarta Conferencia sobre Financiación al Desarrollo

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/EPA/Miguel Rodríguez)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/EPA/Miguel Rodríguez)

Cooperación, justicia climática, paz duradera y, sobre todo, mucho multilateralismo. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, culminó su viaje de tres días a la semana de alto nivel de Naciones Unidas, en Nueva York, con un discurso parecido a los pronunciados en los años anteriores: una llamada a usar la ONU como el foro adecuado para resolver el temible catálogo de problemas que afronta el planeta. Pero el optimismo de Sánchez llegó empañado por la ausencia de otros jefes de Estado y de Gobierno destacados, la falta de músculo financiero para cumplir los objetivos de 2030 y las llamadas de auxilio del secretario general de la ONU, António Guterres, para el que solo hay dos caminos: "Reforma o ruptura".

El líder socialista empezó su alocución en la 78.ª Asamblea General mencionando a los miles de víctimas del terremoto de Marruecos y de las inundaciones de Libia, recordó a la cooperante española cuya vida fue segada por la artillería rusa en Bajmut, Emma Igual, y pasó a desgranar las principales "encrucijadas" a las que se enfrenta la comunidad internacional. Por orden de aparición en el discurso: la "emergencia climática", la "profunda crisis de desafección y desconfianza hacia las instituciones", y "los enemigos del multilateralismo" y del "sistema internacional basado en reglas", en clara mención a la tragedia ucraniana.

Foto: El presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Borja Puig)

"Una vez más, condeno desde esta Tribuna la injustificada e ilegal guerra de agresión de Rusia contra Ucrania", declaró Sánchez. "Es la razón por la que quise abrir la presidencia española precisamente allí, en Kiev, el pasado 1 de julio. España ha estado y estará junto a Ucrania. Con apoyo político, humanitario, militar y financiero que mantendremos mientras sea necesario".

Durante su apretada agenda, que incluía una cumbre climática y otra de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, mesas de diálogo, la firma del Tratado de Biodiversidad Marina en Alta Mar, encuentros bilaterales con los líderes de Mauritania, Irak y del Gobierno reconocido de Libia, un discurso en el Foro Económico Global y otras citas, Sánchez anunció algunas medidas concretas. España elevará a 120 millones la partida destinada a los Objetivos del Desarrollo Sostenible y dará 20 millones al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, y tiene la ambición de acoger en 2025 la cuarta Conferencia sobre Financiación al Desarrollo.

El tono de urgencia que suele acompañar a los comunicados de la ONU para enardecer a la opinión pública tenía en esta ocasión algunas cifras sin precedentes. Según la organización, este es el año con mayor número de conflictos violentos desde 1945 y con mayor número de refugiados y desplazados, 110 millones. Las temperaturas baten récords, alimentando huracanes, incendios y otras bofetadas de la naturaleza, y 700 millones de personas están en situación de inseguridad alimentaria, una manera de decir que no saben cuándo comerán la próxima vez.

"El marco de Naciones Unidas debe ser el principal foro de discusión, ya que es el único que permite reunir las voces de todos los países en condiciones de igualdad", declaró Sánchez, que había criticado a las potencias que ninguneaban a las pequeñas naciones. De los cinco líderes de los países con asiento permanente en el Consejo de Seguridad, solo uno, Joe Biden, del país anfitrión, participó en la asamblea.

Foto: Pedro Sánchez. (EFE/Borja Puig de la Bellacasa)

Pese a la holgada y compleja lista de desafíos internacionales, las dos veces que Sánchez interactuó con los periodistas españoles, una vez de manera informal y otra en rueda de prensa, las preguntas se centraron en la política española: la amnistía, la investidura, las críticas de los socialistas históricos. Sánchez dijo que no contemplaba repetir elecciones, que quería honrar el deseo de convivencia expresado por los catalanes en las urnas y que discutiría las particularidades de su investidura cuando fracasara, según sus palabras, la del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. Sus declaraciones respecto a Cataluña, la idea de desjudicializar el problema y resolverlo políticamente, estimularon los rumores de amnistía.

Fue así como concluyó la visita, enmarcada por largas caravanas de coches oficiales, policías con chalecos antibalas, una Torre de Babel de periodistas y consejeros y funcionarios y guardaespaldas soñolientos, y políticos a los que las canas les crecen el doble de rápido que al individuo medio.

Foto: El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, da un discurso tras la rendición de los armenios de Nagorno Karabaj. (EFE/Roman Ismaylov)

Más allá de la sucesión de discursos por general previsibles y domesticados, la atención este miércoles estuvo puesta en la posibilidad de un cara a cara en el Consejo de Seguridad entre Volodímir Zelenski, en cuyo discurso había llamado a Rusia país "terrorista" y "genocida", y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, considerado por los occidentales el príncipe de las Tinieblas de la diplomacia.

El encuentro, finalmente, no se celebró. Zelenski se marchó del Consejo antes de que llegara Lavrov, pero el ucraniano sí tuvo la oportunidad de chocar con el embajador de Rusia ante la ONU, Vasily Nebenzya. El ruso, que consultó desdeñosamente su móvil mientras hablaba Zelenski, afeó al presidente del Consejo el hecho de que a Zelenski se le hubiera hecho un hueco y permitido hablar primero para montar, según sus palabras,"un espectáculo". El presidente del Consejo, el albanés Edi Rama, le dijo a Nebenzya que había una solución: "Si está de acuerdo, detenga la guerra y el presidente Zelenski no tomará la palabra".

La mayoría de los 140 jefes de Estado y de Gobierno y sus estresadas comitivas vuelven ya a sus respectivos países, pero la Asamblea General de la ONU continúa hasta diciembre, repleta de cumbres y minicumbres, encuentros, foros, diálogos, planes, perspectivas y llamadas a la comunidad internacional. Mientras las grandes potencias, que gobiernan extraoficialmente este enorme cuerpo burocrático, se muestran cada vez más desinteresadas.

Cooperación, justicia climática, paz duradera y, sobre todo, mucho multilateralismo. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, culminó su viaje de tres días a la semana de alto nivel de Naciones Unidas, en Nueva York, con un discurso parecido a los pronunciados en los años anteriores: una llamada a usar la ONU como el foro adecuado para resolver el temible catálogo de problemas que afronta el planeta. Pero el optimismo de Sánchez llegó empañado por la ausencia de otros jefes de Estado y de Gobierno destacados, la falta de músculo financiero para cumplir los objetivos de 2030 y las llamadas de auxilio del secretario general de la ONU, António Guterres, para el que solo hay dos caminos: "Reforma o ruptura".

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