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Otro año tras el fantasma de su madre: el cáncer barre la oportunidad del 'sello' de Carlos III
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"El desconocido" se acerca al pueblo

Otro año tras el fantasma de su madre: el cáncer barre la oportunidad del 'sello' de Carlos III

El monarca celebra el primer aniversario de su coronación con el anuncio de una enfermedad a sus espaldas y con la lección de que la transparencia puede garantizar su supervivencia

Foto: El Rey Carlos III y Camila, en marzo de 2024. (EFE/Neil Hall)
El Rey Carlos III y Camila, en marzo de 2024. (EFE/Neil Hall)

Es posible que, pese a todo, Carlos III siempre sea el gran desconocido y que, tal como reveló en su día la actriz Emma Thompson, bailar con él sea "mejor que el sexo". O quizá sea precisamente ahora, a sus 75 años, cuando los británicos le redescubran. El monarca celebra su primer año de coronación en unas circunstancias más que excepcionales. Siempre se negó a ser un mero rey de transición. Quería dejar su impronta. Pero, tras siete décadas de era isabelina, el jefe de Estado ha tenido, muy a su pesar, que salir de escena.

Tras meses retirado de la agenda por un cáncercuyo tipo no ha sido especificado— acaba de retomar sus compromisos públicos. Aunque esto no supone una vuelta a la normalidad. Los médicos, aunque optimistas, quieren minimizar los riesgos mientras dura el tratamiento. Por lo tanto, los actos se deberán ir adaptando sobre la marcha en una institución que, además del cáncer del monarca, tiene que lidiar con el de la princesa de Gales, Catalina, de 42 años, para la que no hay aún una fecha de vuelta.

La lectura que muchos hacen es que, debido a su enfermedad, el jefe de Estado no ha podido llevar a cabo los cambios que quería implementar en la Firma. Sin embargo, ha sido precisamente en la adversidad de los últimos meses donde ha podido dejar su verdadero sello.

Cuando el Palacio de Buckingham anunció a principios de año que le habían diagnosticado un agrandamiento benigno de la próstata, pareció marcar una nueva etapa para una institución hasta ahora no conocida por su transparencia. Su deseo era compartir detalles de su condición para alentar a otros hombres que experimentaban los mismos síntomas a buscar consejo médico. Como resultado, Public Health England registró un aumento en el tráfico a su sitio web.

Foto: Camila Parker, Carlos III, el príncipe Guillermo y Kate Middleton, princesa de Gales. (Getty/Chris Jackson)

La carencia de filtros también marcó el anuncio posterior del diagnóstico del cáncer. Pese a la diferencia generacional, el Palacio de Buckingham —residencia oficial del monarca— ha sabido manejar mejor la crisis que el Palacio de Kensington, residencia del heredero al trono y Catalina. El balance entre información y privacidad ha sido una fórmula más que acertada ante el secretismo absoluto instaurado durante largos meses con la princesa de Gales que no hizo otra cosa que aumentar las teorías de conspiración que tanto daño hicieron a la imagen de la Familia Real.

El reputado cronista Robert Jobson destacó que con Catalina habían "pecado de ingenuos". "Si tienes a una de las mujeres más fotografiadas del mundo, no puedes pretender que la gente esté luego tres meses sin saber nada de ella", argumentó, criticando la estrategia impuesta en el Palacio de Kensington antes del vídeo del pasado mes de marzo donde la propia princesa de Gales explicaba que estaba recibiendo quimioterapia.

El monarca, consciente de las palabras que decía Isabel II —"hay que ser vistos para ser creíbles"— no dejó de publicar durante su baja fotografías por los canales oficiales donde se le veía desempeñando sus deberes como jefe de Estado con, entre otras, reuniones semanales con el primer ministro. Con su primera aparición pública en abril con una visita a un hospital oncológico, Carlos III también ha dejado la imagen más humana y empática, charlando con los pacientes, cogiéndoles de la mano y entendiéndoles como uno más. "Siempre es un poco impactante ¿no? Cuando te lo dicen", contó al resto de enfermos.

'Sorprendente por la falta de sorpresas'

Por primera vez desde su subida al trono, al acto oficial no acudieron los manifestantes del movimiento Republicano en señal de respeto. Pese a que el monarca no tiene los mismos índices de popularidad que Isabel II, el apoyo a la monarquía se mantiene y la mayor parte de los británico prefiere este modelo constitucional. Lo cierto es que la transición —tan temida por muchos— de la era isabelina a la era carolina ha estado más marcada por la continuidad que por la transformación. Los cambios han sido más de estilo que de sustancia.

Fue en septiembre de 2023 cuando se celebró el primer año de Carlos III como rey —ya que se convirtió en monarca en el mismo momento que el fallecimiento de Isabel II— y tal como comentó entonces la cronista real Pauline Maclaran, fueron 12 meses "sorprendentes precisamente por la falta de sorpresas".

Habiendo pasado prácticamente toda una vida como eterno heredero al trono bajo el foco de las cámaras se podría pensar que guarda ya pocos secretos. Isabel II asumió la Corona con tan sólo 25 años. Fue la reina silenciosa. Pero con su primogénito todo es distinto. El pueblo le ha visto enamorarse, divorciarse y casarse de nuevo. Ha escuchado incluso las conversaciones privadas con su entonces amante, Camila, convertida hoy en reina ("Me gustaría ser tu támpax") y ha sido testigo de sus muchas intromisiones sobre asuntos políticos.

Foto: El rey Carlos III, en una imagen de archivo. (EFE/NEIL HALL)

En los años ochenta, sus planes para estimular "la rehabilitación del centro de Londres" irritaron profundamente a Margaret Thatcher. Durante el Gobierno de Tony Blair, advirtió que si se cambiaba "la ley para la caza del zorro" abandonaría el país y pasaría el resto de su vida "esquiando". Aunque en sus primeros seis meses de reinado ha sido el modelo de neutralidad política que se exige a la institución, algo con lo que no todos contaban.

Con todo, el monarca ha asumido sin problemas su nuevo papel, evitando controversias y eludiendo reformas importantes a pesar de las dudas sobre si un rey no electo todavía puede representar a una nación multicultural como la de Reino Unido donde los escolares hablan más de 300 idiomas. Si bien Carlos III ha dejado claro que quiere reducir el tamaño de la Familia Real, minimizar costos y cambiar un sistema de patrocinio considerado inflado y anacrónico, no ha habido una reforma obvia del Palacio de Buckingham, al menos no todavía.

Durante la ceremonia de coronación en la Abadía de Westminster, el 6 de mayo de 2023, hubo importantes cambios respecto a la de Isabel II en 1953. Hubo mujeres obispas, fue más multi-racial y más multi-confesional para reflejar la actual sociedad británica, donde el primer ministro Rishi Sunak, es indio y practica el hinduismo.

Pero se conservaron todos los ritos. Uno de los momentos más simbólicos fue el de la unción del monarca con aceites consagrados traídos del Monte de los Olivos de Jerusalén. Al contrario que las monarquías continentales, la coronación en Reino Unido no es un asunto parlamentario, sino religioso. No se jura ante el Gobierno, sino ante Dios. Y desde que Enrique VIII rompiera en 1534 con la Iglesia de Roma para poder casarse con Ana Bolena, el jefe de Estado se convierte también en la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana.

Un Carlos cada vez más conocido

Lejos de grandes reformas, el rey se ha centrado más bien en tender puentes dentro y fuera del país. Después de viajar a cada una de las cuatro naciones que componen Reino Unido, el rey visitó comunidades religiosas en todo el país, saludó al presidente ucraniano Volodímir Zelenski en Londres y realizó una exitosa visita de estado a Alemania y Francia cerrando años de tensiones creadas por el Brexit.

Conocido por decir lo que piensa durante sus décadas como heredero al trono, Carlos también ha reconocido que, como rey, tenía que bajar el tono de su apoyo a causas como la conservación y la protección del medio ambiente, entregando ese manto a su primogénito, el príncipe Guillermo, animándolo a "liderar nuestra conversación nacional" y ayudar a "llevar a los marginales al centro, donde se puede brindar ayuda vital".

La percepción de la monarquía misma ha cambiado desde que Isabel subió al trono, lo que hace más difícil para la Firma cumplir con su mantra de "nunca explicar, nunca quejarse", mientras los medios exigen más información sobre cuestiones como financiación.

Por otra parte, el rey también se enfrenta a demandas para que el personal del palacio sea más representativo del Reino Unido moderno y para que se reconozca el papel de la monarquía en la esclavitud y el imperialismo. Algunas de esas llamadas provienen de la propia familia real después de que el príncipe Harry y su esposa, Meghan, criticaran la institución en un polémico libro y documental de Netflix.

Foto: Los duques de Sussex, recientemente en Nueva York. (Reuters/Andrew Kelly)

A la presión de grupos republicanos que quieren deshacerse de una monarquía hereditaria, se suma también la de algunos de los 14 reinos de la Commonwealth que se resisten a la idea de tener un rey inglés como jefe de Estado. "Parece probable que su reinado termine con menos reinos de los que comenzó", dice Joe Little, editor en jefe de Majesty Magazine. "Pero ese también fue el caso de la reina Isabel II. Creo que es simplemente una progresión natural. Pero en última instancia, depende de los pueblos de los países que lo tienen como soberano", añade.

La periodista Catherine Mayer —autora del libro Carlos: El Corazón de un Rey, uno de los más rigurosos, según los analistas— asegura que el monarca sigue siendo un "gran desconocido". "Es mucho más complicado de lo que la gente puede llegar a pensar", asegura. "Es mucho más emocional. A Diana todo el mundo la reconocía como una persona emocional y, por lo tanto, él parecía una especie de tipo estoico seco a su lado. Pero en realidad es, al menos, tan sensible como ella. Por otro lado, es muy divertido. Podría haber sido un gran cómico. Aunque también tiene un fuerte sentido de la injusticia. Y una de sus cualidades menos atractivas es que se queja mucho", explica.

Pese que a principios de año, como motivo de la enfermedad de Carlos III y Catalina algunos comenzaron a hablar del "declive de la Casa Windsor", si algo ha demostrado la historia sobre la Monarquía británica es su gran capacidad de resiliencia. La crisis que vive ahora La Firma es muy distinta a la de escándalos pasados. En esta ocasión no hay divorcios, amantes, ni juicios por supuestos abusos a menores (negados siempre por el príncipe Andrés). Lo que vive ahora es una enfermedad que ha hecho humanizarles más y ha dejado claro que la transparencia y adaptabilidad a los tiempos es lo único que puede garantizar su supervivencia.

Es posible que, pese a todo, Carlos III siempre sea el gran desconocido y que, tal como reveló en su día la actriz Emma Thompson, bailar con él sea "mejor que el sexo". O quizá sea precisamente ahora, a sus 75 años, cuando los británicos le redescubran. El monarca celebra su primer año de coronación en unas circunstancias más que excepcionales. Siempre se negó a ser un mero rey de transición. Quería dejar su impronta. Pero, tras siete décadas de era isabelina, el jefe de Estado ha tenido, muy a su pesar, que salir de escena.

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