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"¡Esa no es Kate!": el delirio de la monarquía británica explicado en tres fotos
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Carlos Prieto

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"¡Esa no es Kate!": el delirio de la monarquía británica explicado en tres fotos

La casa real apostó por tratar el caso Kate Middleton con la máxima opacidad. Lo que ha conseguido es un nivel épico de desbarre comunicativo

Foto: Foto: Reuters/Toby Melville.
Foto: Reuters/Toby Melville.
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Piers Morgan, padre del canalleo sensacionalista con 8,7 millones de seguidores en X, resignado. En la noche del pasado lunes, el periodista británico tuiteó triunfal el primer vídeo juntos en meses de los herederos al trono, Kate y William. La corona había superado su bache, según Morgan, se zanjaban por fin las "teorías de la conspiración" sobre el paradero de Kate Middleton. O eso creía él...

Pocos minutos después de su tuit, tras recibir un alud de respuestas airadas e incrédulas ("¡Esa no es Kate!"), Morgan tuvo que admitir que, aunque él pensaba que sí lo era, el vulgo no compartía su opinión. La misma medicina recibieron los tabloidesThe Sun y Daily Mail en redes sociales: una mayoría aplastante de sus seguidores no creían que Kate fuera Kate.

Algo está pasando en el Reino Unido que ha puesto al país del revés: mientras los tabloides son la vanguardia de la mesura institucional (que se dice pronto), el pueblo profundo -que siempre presumió de monarquía milenaria inmutable- cree ahora que la heredera al trono ha sido cambiada por un doble. Suena delirante, pero hay un hecho por detrás: la casa real pasa por una crisis profunda de credibilidad y representación. Reino Unido de la Gran Bretaña: ¿la monarquía con dobles más antigua del mundo? ¿Qué está pasando? Una crisis comunicativa en tres fotos.

El montaje

El equipo de los herederos al trono informó, a finales de enero, que Kate Middleton había sufrido una “cirugía abdominal”, que no se reincorporaría hasta Semana Santa y que esto era la última palabra que comunicarían sobre el asunto. Los medios mainstream, incluidos los tabloides, respetaron escrupulosamente el silencio informativo. Internet ya tal. Lo siguiente fue una escalada salvaje de elucubraciones digitales sobre el destino de la futura reina. ¿Se había dado a la fuga por una crisis matrimonial? ¿Estaba viva? ¿Por qué no se informaba?

La semana pasada, en un intento por atajar las conspiraciones, la casa real cometió un error comunicativo catastrófico. Para demostrar que la princesa estaba como una rosa, publicó una foto de Kate sonriente con sus hijos. Las redes sociales denunciaron que era un montaje de una imagen antigua, y no se equivocaron: las agencias internacionales de fotografía retiraron la imagen y pusieron a la monarquía británica en la lista negra de intoxicadores informativos junto a Corea del Norte. La foto falsa, claro, generó especulaciones aún más salvajes. ¿A qué venía tanto engaño si no era para ocultar cosas terribles dentro de la casa real?

La doble

Desde el día de la foto trucha, nada de lo que emite la casa real británica es tomado en serio en los mundos digitales. Por eso tanta gente piensa ahora, tras ver la portada de The Sun, que Kate tiene un doble, incluido Federico Jiménez Losantos: "Esa mujer no es ella", dijo el comunicador este martes en su programa.

Tras la hecatombe de relaciones públicas de la foto trucada, todo el Reino Unido esperaba que el sistema emitiera un comunicado/evento del máximo rigor institucional para neutralizar el caso Kate de una vez por todas. Se hablaba de un inminente anuncio de la BBC con la máxima pompa y circunstancia. Lo que tuvimos a cambio fue la versión AliExpress de la comunicación. Un vídeo de William y Kate con look de película casera underground setentera, rodado de lejos, con grano y desenfoque, y con una muchacha que quizá fuera Kate, pero desde luego no se parecía a la Kate que habíamos conocido hasta ahora.

Una vez más, los Windsor tratando de apagar un incendio con un lanzallamas. En el colmo del surrealismo, la casa real tuvo que desmentir a la BBC que estén utilizando una doble de Kate. ¿Se imaginan al Gobierno desmintiendo que un doble de Pedro Sánchez fuera a El Hormiguero? Pues en Reino Unido está pasando.

El intento anterior de acabar con las especulaciones, por cierto, fue una foto de los futuros reyes dentro de un coche con cristales oscuros, en otro giro de transparencia opaca recibido con escepticismo por las redes.

¿Por qué la casa real no emite una imagen en la que Kate no parezca salida de una película clandestina de espías? ¿Lleva un mono de tripi la comunicación oficial de los Windsor? Nada se puede descartar a estas alturas.

Presunto bastardo

Antes de la publicación de la foto falsa, las redes sociales británicas manejaban muchas hipótesis alternativas sobre el paradero de la señora Middleton. Finalmente, se impuso una, la casa real no quería contar la verdad sobre Kate por una presunta crisis matrimonial: su marido tendría una amante de larga duración, Rose Hanbury, marquesa de Cholmondeley, sobre la que es preciso detenerse: Hanbury es una dama lánguida que habita una mansión (Houghton Hall) con tantas estancias que cuando el gato te despierta de madrugada para que le abras la puerta de casa, tardas dos horas y media en completar la operación (la superación de la sociedad de clases aún no ha llegado a ese rincón de la campiña inglesa). Se da la circunstancia que la vaporosa marquesa de Cholmondeley a) está casada con un aristócrata al que todo el mundo da por gay en el Reino Unido (tiene un novio francés semioficial y pasa buena parte del año en París) y b) vive a siete kilómetros de una de las mansiones del heredero a la corona.

¿Verosimilitud de este affaire? Aunque los tabloides estén ahora mudos, fueron ellos los primeros que insinuaron que William tenía una relación con la marquesa. El vídeo publicado el domingo de Kate y William paseando sonrientes, se hizo con la intención de neutralizar el relato de la crisis matrimonial. Ocurre que, llegados a este punto, en el que la tuitosfera británica cree que su futura reina no es la persona que dice ser, los mensajes oficiales sobre la estabilidad sentimental de la pareja ya no calan.

placeholder Balcón de la coronación de Carlos III (EFE).
Balcón de la coronación de Carlos III (EFE).

En efecto, haciendo caso omiso a los mensajes oficiales, el pueblo digital prefiere elucubrar sobre una foto más antigua, la del balcón tras la coronación de Carlos III, en la que a la izquierda de William no se situó su hijo, el heredero George, sino el vástago de la marquesa de Cholmondeley, Alexander, que el tuitero británico profundo cree (sin pruebas) hijo bastardo del heredero al trono.

Pero no son solo las redes calenturientas. Con los medios británicos haciéndose los suecos, los estadounidenses han cubierto el culebrón sentimental real con enorme desahogo: tertulianos de Fox News especulan estos días sobre si el supuesto hijo bastardo de William podría reinar, dando por buena la existencia de hijos clandestinos. El asunto también es objeto de mofa y befa en los late nights estadounidenses.

¿Tiene este rocambolesco chismorreo sentimental algo que ver con la baja temporal de Kate? Nadie lo sabe. Sí sabemos que la casa real ha puesto tanto empeño en no informar sobre la desaparición de la princesa de Gales, que ha logrado que lo que solo era un chismorreo underground -la supuesta doble vida del heredero a la corona- haya llegado a todos los hogares de Inglaterra.

Estamos, por tanto, ante una de las mayores catástrofes comunicativas institucionales de este siglo: se apostó por la máxima opacidad y lo que se ha conseguido es que el ciudadano británico medio crea que su casa real está formada por marionetas incapaces de decir dos verdades seguidas. ¿Es todo esto de los dobles un delirio cósmico? La razón ilustrada diría: sí. Pero el desconfiando vulgo prefiere martillazo psicodélico a verdad oficial.

La paranoia ha llegado a tal nivel que Heidi Agan, imitadora profesional de Kate Middleton, ha tenido que desmentir que la que sale en el vídeo sea ella. Si esto no es el desmoronamiento final del Imperio Británico por incapacidad del sistema para gestionar todo el astracán que genera, se le parece bastante.

Kate Middleton
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