"Dios salve al Rey": Carlos III, coronado en Westminster ante los líderes mundiales
Se ha querido realizar una coronación del siglo XXI que reflejara la actual sociedad británica. Ha sido más corta, con menos invitados, más multirracial y también multiconfesional
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La coronación de Isabel II en 1953 fue la primera en retransmitirse en televisión. El entonces primer ministro Winston Churchill era uno de los más reacios a la hora de permitir las cámaras en la Abadía de Westminster, pero el duque de Edimburgo, marido de la soberana, ganó la batalla insistiendo en que había que modernizarse. La adaptabilidad a los tiempos es, al fin y al cabo, de lo que depende la supervivencia de la monarquía. Y eso es lo que ha querido representar la coronación de Carlos III.
A sus 74 años se ha convertido en el cuadragésimo monarca en ascender oficialmente al trono en la Abadía de Westminster, donde los reyes ingleses y británicos llevan siendo coronados durante cerca de mil años. Camilla también ha sido coronada como reina. La eterna amante, la que en su día fue la mujer más odiada del Reino Unido, ha sido aceptada finalmente por el pueblo.
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Lo cierto es que siempre existieron dudas sobre el futuro de la Corona una vez Isabel II no estuviera en el trono. Pero la transición se ha llevado a cabo de una manera más que tranquila. Y a día de hoy, los que prefieren la Monarquía superan con creces a los que prefieren un jefe de Estado electo. Aunque el republicanismo va creciendo. Sobre todo en la Commonwealth.
𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐫𝐨𝐰𝐧𝐢𝐧𝐠 𝐨𝐟 𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠
— The Royal Family (@RoyalFamily) May 6, 2023
The Archbishop of Canterbury places St Edward’s Crown on The King’s anointed head. The clergy, congregation and choir all cry ‘God Save The King’.#Coronation pic.twitter.com/kGrV3W0bky
Se ha querido realizar una coronación del siglo XXI que reflejara la actual sociedad británica, donde el alcalde de Londres, Sadiq Khan, es musulmán, y el propio primer ministro británico, Rishi Sunak, es de descendencia india y practica el hinduismo. Ha sido más corta y con menos invitados (alrededor de 2.000 respecto a los más de 8.000 de 1953). Ha sido más multirracial y más multiconfesional. Desde que Enrique VIII rompiera en 1534 con la Iglesia de Roma para poder casarse con Ana Bolena, el jefe de Estado se convierte también en la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana. Pero el rito del juramento se ha modificado para incluir la promesa de fomentar un ambiente en el que personas de todas las confesiones y creencias puedan vivir libremente.
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Pero se ha mantenido también la tradición. La Casa Real británica es la única de las ocho monarquías constitucionales de Europa que mantiene aún la ceremonia de la coronación. El papel ceremonial sigue teniendo un papel clave en la institución. El Palacio de Buckingham despliega como ningún otro la pompa y boato y, tal y como se demostró con el funeral de Isabel II el pasado mes de septiembre, se ha vivido hoy toda una puesta en escena.
Los símbolos de la tradición
En este sentido, no ha faltado el icónico "Dios salve al Rey", que ha pronunciado el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, después de colocar sobre la cabeza de Carlos III la corona de San Eduardo, que data del siglo XVII.
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Al Rey también se le entregó el orbe del soberano, que simboliza el mundo; el cetro con cruz, que representa el mundo cristiano; y el cetro de la paloma, símbolo del papel espiritual del monarca. Anteriormente, en la primera parte de la ceremonia, fue ungido con aceite consagrado, el rito religioso más solemne de la liturgia de la coronación, que requiere que el monarca esté temporalmente oculto al público.
Todo ello ante la mirada de líderes y representantes de la realeza llegados desde prácticamente todas las partes del mundo. Al filo de las 14 horas, tanto Carlos como Camilla abandonaron con su cortejo la emblemática abadía de Westminster para iniciar su procesión hasta el Palacio de Buckingham en la carroza dorada del Jubileo flanqueados por 4.000 militares. Desde allí, y pese a la lluvia, los monarcas británicos protagonizaron la imagen de la jornada en el habitual saludo desde el balcón.
La coronación de Isabel II en 1953 fue la primera en retransmitirse en televisión. El entonces primer ministro Winston Churchill era uno de los más reacios a la hora de permitir las cámaras en la Abadía de Westminster, pero el duque de Edimburgo, marido de la soberana, ganó la batalla insistiendo en que había que modernizarse. La adaptabilidad a los tiempos es, al fin y al cabo, de lo que depende la supervivencia de la monarquía. Y eso es lo que ha querido representar la coronación de Carlos III.