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La irrelevancia de la ONU tras la guerra o por qué al mundo ya no le sirve la "feria de la diplomacia"
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La irrelevancia de la ONU tras la guerra o por qué al mundo ya no le sirve la "feria de la diplomacia"

Frente al globalismo, la guerra en Ucrania ha reabierto la herida de un mundo dividido en bloques. Por un lado, la OTAN... Por otro, China, Rusia y el resto de regímenes autoritarios

Foto: El presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Borja Puig)
El presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Borja Puig)

El verano toca a su fin y la mitad del centro urbano de Nueva York, como cada septiembre, está bloqueado. Los pudientes vecinos se retiraron a sus residencias de las afueras, en espera de que las comitivas de los cerca de 150 jefes de Estado y de Gobierno que visitan la ciudad, y un inmenso enjambre de oenegés y medios de comunicación, se vuelvan por donde han venido. Pero la Semana de Alto Nivel de la ONU, con su 78ª Asamblea General y sus numerosas cumbres, es mucho más que unos cuantos cortes de calle. La organización internacional por excelencia busca mantener su relevancia en un panorama trastabillado, con varios bloques cada vez más distantes y descontentos con el actual estado de las cosas.

La invasión rusa de Ucrania parece estar galvanizando estos diferentes bloques. Por un lado, están las democracias occidentales, enmarcadas en la OTAN y con el añadido de Japón, Australia y Nueva Zelanda; por otro, China, Rusia y otros regímenes autoritarios afines. Y luego una amplia gama de países latinoamericanos, africanos y asiáticos que suelen ser etiquetados como Sur Global y que dan muestras de cansancio ante el rendimiento, escaso o nulo, de muchas iniciativas internacionales.

Foto: ¿Por qué Pedro Sánchez ha viajado a Nueva York para estar en la ONU? Esta es su agenda (EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa)

"El hueco entre la demanda de cooperación internacional y su oferta está creciendo", escriben los académicos Stewart Patrick y Minh-Thu Pham en Carnegie Endowment for International Peace. Sometida a los desafíos del cambio climático, la pobreza extrema, el movimiento masivo de refugiados, la guerra o las consecuencias de la pandemia de covid, "la ONU se ha quedado corta, tanto porque ya no está preparada para ello como porque los estados miembros no se tienen confianza".

De los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible declarados en 2015 y con vistas a 2030, solo tres avanzan como estaba previsto: los relativos a mortalidad infantil, el acceso a internet y el acceso a la corriente eléctrica. La situación de más de un tercio está estancada o en retroceso. Las entidades que tienen recursos para financiar estas ambiciones, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, tienen sus propias agendas, solo vinculadas sobre el papel a las estructuras de Naciones Unidas.

Uno de los objetivos del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, que llegó a Nueva York el domingo y se quedará hasta el miércoles por la noche, cuando tiene previsto dar su discurso ante la Asamblea General, es agilizar la financiación de estos proyectos. El Gobierno de Sánchez ha organizado junto al de Francia y al Consejo Europeo, que representará su presidente, Charles Michel, una reunión para analizar las reformas que necesita la arquitectura financiera internacional. El encuentro entre Sánchez y Michel se celebrará esta tarde en la sede de la ONU.

El propio secretario general del organismo, António Guterres, ha llamado a reformar el Consejo de Seguridad y los Acuerdos de Bretton Woods, que fijaron en 1944 las reglas monetarias internacionales, para reflejar "las realidades del mundo de hoy". El mandatario portugués añadió el pasado mayo que "la arquitectura financiera global se ha vuelto obsoleta, disfuncional e injusta", como han demostrado "las conmociones económicas del covid y la invasión rusa de Ucrania".

Foto: Archivo: De mistura aborda proceso político con delegación negociadora del Polisario (EFE / Mahfud Mohamed Lamin Bechri)

Cuando se fundó la Organización de las Naciones Unidas y, con ella, su gobierno oficioso, el Consejo de Seguridad, el mundo era un lugar muy distinto. Solo había una cincuentena de países y menos de la tercera parte de la población actual. La economía Estados Unidos, que no padeció la guerra en su territorio, era tan grande como las economías sumadas del resto del planeta. Todo esto ha cambiado, salvo la ONU y los otros organismos internacionales fundados hace casi 80 años.

También Estados Unidos, que acoge en su territorio las sedes de la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, entre otras organizaciones, dice estar de acuerdo con esta necesidad de reforma. La agenda del presidente Joe Biden, que es el único de los cinco líderes del Consejo de Seguridad que estará presente en la Asamblea General, incluye promover una transformación de este órgano ejecutivo.

Foto: Campo de cereal en Kiev. (EFE/ Sergey Dolzhenko)

El presidente norteamericano estaría buscando añadir otros cinco miembros permanentes, que serían India, Brasil, Sudáfrica, Alemania y Japón. Puntales económicos y demográficos que se han ganado por su propio peso una voz en los asuntos internacionales. Según el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, John Kirby, entrevistado por The Telegraph, la intención de Biden es contrarrestar con la inclusión de nuevos miembros, la influencia de China y Rusia.

Otra manera de interpretar esta posible reforma, que está siendo promovida desde 1992, es como un intento de Biden de seducir a Brasil e India con estas promesas, apartándolos así de la tentación de caer en la órbita de sus adversarios. En la agenda de Biden hay tres encuentros bilaterales: con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que después de su paso por Nueva York, donde coincidirá en la misma sala con altos funcionarios de Rusia, viajará a Washington para reunirse con miembros de la administración y con congresistas.

También se ha acusado a la Casa Blanca de desdeñar los foros internacionales en beneficio de sus aliados más estrechos, centrándose en cultivar sus relaciones tradicionales. El ex primer ministro británico Gordon Brown declaró, en referencia a EEUU, que la "fijación con los acuerdos bilaterales y regionales, a expensas de la acción globalmente coordinada, está minimizando el potencial de las instituciones internacionales mientras perjudica cualquier posibilidad de una globalización gestionada y estable. Sin un nuevo multilateralismo", dijo a Foreign Policy, "una década de desorden global parece inevitable".

Foto: La cumbre de los BRICS de este pasado agosto. Gianluigi Guercia / REUTERS

Si Estados Unidos se muestra frío con estas grandes instituciones que sus propios líderes habían diseñado, China aprovecha las carencias, desde hace años, para desarrollar estructuras internacionales paralelas. Testimonio de esta "política exterior en la sombra", como dijo un informe de 2014, son el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB), el Banco de Nuevo Desarrollo (NDB, en el seno de los BRICS) o un tratado comercial de 15 países asiáticos, conocido como la Asociación Económica Integral Regional (RCEP). Otras organizaciones de menor tamaño serían el Foro Boao para Asia o el Foro de Derechos Humanos Sur-Sur.

"La estrategia global de China de la última década y antes ha sido la de disminuir el control de las potencias liberales sobre las instituciones y las disposiciones del orden global", dice un análisis del think tank norteamericano Brookings Institution. "Para lograr este objetivo general, China tiene un apoyo internacional considerable, ciertamente en el Sur Global, pero también entre otras potencias ascendentes, incluso entre aquellas que ven el creciente poder militar chino como una amenaza. Pero en algunos campos, ahora parece que China está queriendo anular, o subvertir, pilares fundamentales del propio orden".

Las fuerzas centrífugas que alejan el centro de gravedad internacional de los distinguidos salones de Naciones Unidas son cada vez más visibles, pero la "feria de la diplomacia", como describió una fuente del Gobierno español en funciones, sigue adelante en Nueva York. Buscando entre las promesas y comunicados, necesariamente diluidos para complacer a 193 países distintos, un camino que lleve a la gestión efectiva de los múltiples y crecientes desafíos comunes.

El verano toca a su fin y la mitad del centro urbano de Nueva York, como cada septiembre, está bloqueado. Los pudientes vecinos se retiraron a sus residencias de las afueras, en espera de que las comitivas de los cerca de 150 jefes de Estado y de Gobierno que visitan la ciudad, y un inmenso enjambre de oenegés y medios de comunicación, se vuelvan por donde han venido. Pero la Semana de Alto Nivel de la ONU, con su 78ª Asamblea General y sus numerosas cumbres, es mucho más que unos cuantos cortes de calle. La organización internacional por excelencia busca mantener su relevancia en un panorama trastabillado, con varios bloques cada vez más distantes y descontentos con el actual estado de las cosas.

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