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Gordon Brown, el perseverante de la política británica
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PARA MUCHOS, EL MEJOR 'CHANCELLOR' DE LA HISTORIA

Gordon Brown, el perseverante de la política británica

El ex primer ministro británico Gordon Brown es el ponente estrella del evento que celebran hoy jueves El Confidencial y Pimco en Madrid sobre 'La Europa sin fronteras'

Foto: Gordon Brown habla en una conferencia del Banco de Inglaterra, el 28 de septiembre de 2017. (Reuters)
Gordon Brown habla en una conferencia del Banco de Inglaterra, el 28 de septiembre de 2017. (Reuters)

“No es Flash, solo Gordon”. Cuando en junio de 2007 Gordon Brown se convirtió en primer ministro británico, el eslogan de la campaña del Partido Laborista inspirado en el superhéroe de los años treinta buscaba precisamente distanciarle del estilo de su predecesor, Tony Blair. Entonces, Frank Luntz, estadounidense experto en mercadotecnia política, le dio un consejo: “Sé tú mismo, dile a la gente que no eres el más divertido, pero que eres trabajador”.

Cierto. El punto fuerte del escocés (Glasgow, 20 de febrero de 1951) nunca fue la telegenia. Pero la personalidad del hijo de un pastor protestante, superdotado, siempre estuvo marcada por el afán de superación. De joven perdió la visión de un ojo y a punto estuvo de quedarse ciego, pero el accidente no le impidió dominar todo aquello que se proponía. Consiguió una plaza en la Universidad de Edimburgo con 16 años, el más joven desde la Segunda Guerra Mundial, y después completó un doctorado en Historia.

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Ganó su escaño a los 27 años y desde 1997 hasta 2007 estuvo al frente del Ministerio del Tesoro. Los funcionarios que trabajaron con él aseguran que nunca coincidieron con un político con mayores conocimientos o mejor manejo de los detalles. Para muchos, Brown fue uno de los mejores 'chancellors' que ha tenido el Reino Unido. Durante su gloriosa década, consiguió bajos niveles de desempleo, poca inflación y tasas de crecimiento sostenidas que fueron la envidia de muchos otros países de Europa. También fue el creador de la Autoridad de Servicios Financieros, pilar fundamental del modelo regulador a tres bandas, que se sustentaba también en el Tesoro y el Banco de Inglaterra. El sistema fue luego desmantelado por el conservador George Osborne.

Foto: Philip Hammond presentando los presupuestos en la Cámara de los Comunes, el 22 de noviembre de 2017. (Reuters)

Brown, casado y padre de dos hijos, fue la persona que más años vivió en el Número 11. Pero siempre quiso más, y en junio de 2007 se convertía en primer ministro después de que Blair le cediera el testigo. Así, al fin y al cabo, lo habían pactado ambos más de una década antes cuando, tras la muerte del líder del partido, John Smith, acordaron cuáles serían sus roles en el llamado Nuevo Laborismo, aquel que sustituyó al laborismo histórico con una versión moderna que armonizaba sus ambiciones de poder con el discurso neoliberal imperante de economías privatizadas y sectores financieros todopoderosos.

Los inicios de Brown en el Número 10 fueron una luna de miel. Se estrenó a lo grande, afrontando con gran aplomo un atentado sin víctimas en el aeropuerto de Glasgow y unas graves inundaciones en el centro de Inglaterra. Su popularidad se disparó y empezó a especular con unas elecciones anticipadas. Pero al final se echó atrás. Nunca se recuperó de aquel tropiezo. Su mandato terminó solo tres años después, en las elecciones de 2010, cuando Westminster se quedó por primera vez sin mayorías absolutas desde 1974.

Sería injusto, no obstante, atribuir la derrota tan solo a su poca telegenia. El político no solo tuvo que enfrentarse al desgaste del Partido Laborista después de 13 años en el poder, sino que además tuvo que afrontar la peor crisis económica en 60 años.

placeholder Gordon Brown y Tony Blair, durante la conferencia anual del Partido Laborista británico, en Mánchester, en 2010. (EFE)
Gordon Brown y Tony Blair, durante la conferencia anual del Partido Laborista británico, en Mánchester, en 2010. (EFE)

Salvador de la unión, impotente ante el Brexit

Con todo, logró convertir el devastador escenario en una oportunidad para reivindicarse como eficaz gestor. En los escombros de la City y de la economía nacional, que salvó aplicando un fuerte intervencionismo estatal con la inyección en el sistema de decenas de miles de millones de libras de los contribuyentes, encontró motivos para reivindicar su labor. Entre finales de 2008 y mediados de 2009, cultivó la imagen de estadista que lideró a la comunidad internacional para evitar una crisis como la de 1929 y aprovechó la cumbre clave del G-20 (abril 2009), donde diseñó la nueva arquitectura financiera internacional.

Fue entonces cuando volvió a la palestra su imagen de superhéroe. Incluso el rotativo 'Le Monde' le presentó como el protagonista de cómic que salva la Tierra de las garras del emperador Ming. “Solo soy Gordon, se lo aseguro”, respondía él a los periodistas.

No obstante, también hubo el momento de hacer autocrítica. En abril de 2010, el entonces líder laborista entonaba un 'mea culpa' y aseguró que debería haber antepuesto en su día el interés de los ciudadanos al de la banca. “En los años noventa, todos los bancos venían y nos decían: 'No queremos que nos regulen, queremos estar libres de regulación", recordó. “Sin embargo, la verdad es que tanto global como nacionalmente, deberíamos haberlo regulado más. He aprendido la lección. No hay que escuchar a la industria cuando dice que algo es bueno para ella. Hay que tener en cuenta el conjunto del interés púbico”, manifestó entonces.

Foto: El ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, se dirige a personal del Foreign Office, en Londres. (Reuters)

Tras perder los comicios, Brown desapareció de la vida pública abandonando también su escaño. Pero en 2014, a pocos días de que se celebrase el referéndum de Escocia y cuando los sondeos daban por primera vez ventaja a los independentistas, el 'expremier' reapareció con un plan: si finalmente ganaba la unión, el Gobierno escocés tendría al mes siguiente del plebiscito los papeles sobre los nuevos poderes transferidos desde Londres. Y a los tres meses, el proyecto de ley para que Edimburgo tuviera su ansiada autonomía fiscal estaría preparado.

El hecho de que los votantes vieran con sus propios ojos un calendario real fue vital para la causa unionista. Aquella estrategia le valió el título de salvador de la unidad patria.

Dos años más tarde, durante la campaña del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, le volvieron a pedir auxilio y a través de un emotivo discurso quiso volver a inspirar en lugar de sembrar el miedo. Pero en esta ocasión, sin embargo, ni siquiera el hijo del pastor pudo obrar el milagro de evitar el Brexit.

“No es Flash, solo Gordon”. Cuando en junio de 2007 Gordon Brown se convirtió en primer ministro británico, el eslogan de la campaña del Partido Laborista inspirado en el superhéroe de los años treinta buscaba precisamente distanciarle del estilo de su predecesor, Tony Blair. Entonces, Frank Luntz, estadounidense experto en mercadotecnia política, le dio un consejo: “Sé tú mismo, dile a la gente que no eres el más divertido, pero que eres trabajador”.

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