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"Muerte cerebral y resurrección": los cinco debates que debe tener la OTAN aunque no quiera
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De Madrid a Vilna

"Muerte cerebral y resurrección": los cinco debates que debe tener la OTAN aunque no quiera

Desde la cumbre de Madrid, muchos factores han cambiado respecto a la guerra en Ucrania y los aliados. En Vilna, se pondrán sobre la mesa los retos del futuro de la organización

Foto: El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. (EFE/Olivier Matthys)
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. (EFE/Olivier Matthys)

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se encuentra en uno de sus momentos más crítico de los últimos casi 75 años. La invasión a gran escala de Ucrania la ha sacado de su prolongado estupor estratégico para ponerla de nuevo en el centro de gravedad geopolítico y ahora sus decisiones vuelven a marcar la agenda de la seguridad colectiva como no lo hacían desde la Guerra Fría. Para enfrentar este nuevo escenario, la Alianza puso en marcha un proceso de transformación crucial en Madrid el verano pasado que debería concretarse ahora en la cumbre de Lituana, a las puertas de Rusia. Algo que, a tres semanas de la reunión, no parece que vaya a suceder.

Durante los días 11 y 12 de julio se celebra en Vilna la cumbre anual de la OTAN. Una reunión en la que participan todos los líderes de la organización y en la que se debaten las prioridades que atenderán los Estados miembros durante el siguiente año. En Madrid, se sentaron las bases de la misión aliada en Ucrania y se analizaron los demás flancos críticos para la organización, pero muchos de los debates más espinosos —como el del reemplazo del secretario general— fueron pospuestos para Lituania, cuando los líderes tuvieran una mejor perspectiva de la guerra. Ahora que la fecha se acerca, se volverá a hablar de fortalecer las bases establecidas y de poner sobre la mesa los nuevos retos de 2024. Sin embargo, el conflicto sigue en vilo y parece que muchas de las decisiones que la Alianza debería analizar, debatir y tomar volverán a ser pospuestas.

Foto: EC Diseño

"La cumbre de Madrid fue clave para la Alianza y su adaptación a un contexto de seguridad nuevo y más demandante. La OTAN había sido declarada en muerte cerebral. Entonces vimos cómo resucitó", sintetiza Ángeles Moreno, secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y Globales del Gobierno de España, en una mesa redonda organizada este miércoles por el Real Instituto Elcano bajo el título De Madrid a Vilna: la guerra de Ucrania y el futuro de la OTAN.

"La OTAN había sido declarada en muerte cerebral. Entonces vimos cómo resucitó"

Esa resurrección que mencionan los analistas se ha puesto en valor durante el último año, con un compromiso de reforma y unidad no visto en décadas. Pero en los pasillos del cuartel general aliado persisten varias discrepancias entre socios, desde el factor Ucrania y la adhesión de futuros miembros —uno de los principales platos mediáticos de la cumbre— a las estrategias para el aumento del gasto en defensa hasta el 2% del PIB. Ni siquiera los planes con más respaldo, como el proyecto industrial de defensa que impulsa la OTAN, están exentos de polémicas, como muestra la amenaza de veto de la ministra de Defensa, Margarita Robles, a esta iniciativa después de que las empresas armamentísticas españolas quedaran fuera de la primera reunión.

Foto: La ministra de Defensa, Margarita Robles, en la inauguración de la III Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España, celebrada el mes pasado en Madrid. (Europa Press/Alberto Ortega)

¿Cuál es, entonces, el futuro de esa resurrección? ¿Qué se espera de la cumbre de Vilna y cuáles serán los temas que se quedarán en el tintero? Por los silencios y filtraciones de diferentes representantes de la OTAN, la sucesión de Jens Stoltenberg, secretario general, así como los posibles nombres para su relevo, será uno de los asuntos para el que los socios no parecen preparados para resolver. Pero no es el único. Estas son las cinco conversaciones que la Alianza debería tener cuanto antes, aunque no quiera.

Ucrania, segunda fase

El 22 de febrero, cuando las tropas rusas rompían las fronteras ucranianas, se recordará como la fecha en la que "se rompió la seguridad en Europa", aseguró Javier Colomina, vicesecretario general adjunto de Asuntos Políticos y Política de Seguridad, durante su intervención en la mesa redonda de Elcano. Colomina relató como unos días después de la primera cumbre en Bruselas de jefes de Estado para organizar la respuesta ante la agresión de Moscú, uno de los presentes mencionó que iba a ser muy difícil mantener la unidad a largo plazo respecto a Ucrania. Las consecuencias de la guerra iban a ser muy asimétricas para los diferentes socios de la OTAN y, por tanto, sus respuestas variarían de forma acorde. Ese mismo miedo sigue estando hoy presente, pero hasta el momento se ha conservado una sólida imagen de unidad.

En Madrid se fraguó el documento del "concepto estratégico", que ha sido la hoja de ruta de la intervención de la OTAN en lo relacionado con la guerra. Y ahora en Lituania se tendrá que renovar. "Ucrania va a ser una prioridad en Vilna", mencionó el vicesecretario Colomina. Pero tras casi 500 días de guerra, la fatiga de la guerra puede hacer mella entre los aliados.

"El compromiso con Kiev en la cumbre de Vilna reside en que la unidad impuesta no es la manera de avanzar, tenemos que forjar acuerdos aceptables para todos", explicó Deividas Matulionis, representante permanente de Lituania ante la OTAN, durante el debate.

Foto: El presidente ucraniano Volodímir Zelenski pronuncia un discurso ante una reunión conjunta del Congreso de los EEUU. (EFE/Michael Reynolds)

En lo que concierne a la adhesión de Ucrania a la OTAN, las líneas rojas están claras. "La incorporación de Ucrania no ocurrirá mientras esté vigente la guerra", recalca Colomina. Pero una de las principales novedades que se abordará en la cumbre es el paso de la Comisión al Consejo (OTAN-Ucrania) de Kiev. Una gran diferencia respecto al estatus anterior, ya que este cambio significa que Ucrania, al igual que el resto del bloque, estarán trabajando en la misma página y tomarán decisiones consensuadas como miembros de la organización. También se aprobará un "paquete de ayudas a largo plazo", explica el representante.

Los pronósticos de incorporación de nuevos estados miembros para otros países son más prometedores. Los analistas esperan que Suecia pueda avanzar en su proceso de adhesión, todavía bloqueado por Turquía y Hungría, tras la entrada de Finlandia el pasado 4 de abril. Los socios están presionando a Ankara y Budapest para que den luz verde definitiva. "Todos esperamos que Suecia sea el siguiente en entrar a la OTAN", afirmó Colomina. "Esperamos que lo mejor acontezca en Vilna".

Foto: El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y Volodímir Zelenski, este jueves en Kiev. (EFE/EPA)

Los socios vulnerables también serán un tema de relevancia para la cumbre de Vilna. Países como Bosnia-Herzegovina o Moldavia, los cuales se han visto amenazados por las pretensiones de Rusia, serán otro foco de atención, al igual que Georgia y el Sur Global. Sobre estas regiones, tanto en este año como en el futuro, la cooperación entre los gobiernos y la OTAN se tratará de mejorar.

Los otros flancos

Pero Ucrania no se llevará todos los titulares. El estrés diplomático ocasionado por la invasión se ve agravado por las amenazas latentes en otros flancos. El que más preocupa a la organización es China y la estabilidad del Pacífico. Las tensiones entre Pekín y Taipéi, azuzadas por las recientes maniobras militares chinas en el estrecho, dibujan un permanente signo de interrogación sobre el futuro de la zona.

La posición del presidente Xi Jinping respecto a Ucrania al no condenar la invasión ha aumentado la distancia del gigante asiático con Washington y Europa. Aunque el vicesecretario recalca que siempre tiene un brazo tendido para el país. "Esto no quiere decir que China sea un adversario", recalcó Coromina, quien cree que siempre hay que tener un brazo tendido a Pekín. La sensación de amenaza de China también varía mucho entre los socios de la OTAN, por lo que en Vilna será otra discusión importante en el marco de la transición geopolítica del Atlántico al Indo-Pacífico.

Foto: El Secretario General, Jens Stoltenberg, y el Primer Ministro de Japón, Fumio Kishida, se dan la mano tras celebrar una reunión. (Reuters)

Para responder a esta amenaza, y a otras como Corea del Norte, la OTAN ha estrechado lazos con países como Corea del Sur y Japón. En el primero, que cuenta con uno de los ejércitos más poderosos del mundo, Stoltenberg se reunió con el presidente surcoreano Yoon Suk Yeol hace unos meses para pedir más cooperación de defensa con Ucrania. Desde entonces, las relaciones entre los dos han mejorado.

Algo similar sucedió con Tokio. Poco después de la cumbre del G-7, presidida por Japón, el gobierno de Fumio Kishida hizo públicos tres documentos: la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS), la Estrategia de Defensa Nacional y el Programa de Refuerzo de la Defensa. Con ellos, lo que el líder japonés enviaba es una poderosa señal de que Japón es un aliado de seguridad en el Indo-Pacífico con el que se puede contar.

La unidad de la OTAN

La unidad entre los estados miembros es crucial en los momentos críticos. Esta es una de las grandes tareas de las que se hablará en Lituania. "En cuanto a disuasión y defensa, estamos creando nuestro propio constructo. Por primera vez hemos aprobado planes regionales y vamos a trabajar en una nueva estructura de fuerzas", expuso Javier Colomina, explicando que la idea es formar una red de respuesta mucho más rápida para movilizar, estructurar y preparar a las tropas en tiempo récord.

"En los primeros 15 días después de que empezara la guerra, la OTAN fue capaz de movilizar a 40.000 soldados, 100 navíos… y la verdad es que yo creo que es algo impresionante. Nadie sería capaz de igualar esto en el mundo. La idea sería que en ese mismo periodo de tiempo pudiéramos movilizar a 300.000 soldados, más de 1.000 aviones y más de 300 navíos", afirmó Colomina.

"300.000 soldados, 1.000 aviones y más de 300 navíos"

2% la tarea más difícil

Lograr que los socios dediquen el 2% del producto interior bruto (PIB) de Defensa en un suelo es uno de los objetivos más complicados para la Alianza. Pero la OTAN está decidida a conseguir que ese gasto en materia bélica se convierta en un mínimo para todos los países que conforman la organización. Uno de los principales problemas para lograr este cometido es la irregularidad en la estructura. Aunque todos los socios sean importantes para el conjunto, la disparidad entre socios — Estados Unidos y Montenegro, por ejemplo— y las situaciones particulares de cada país y gobierno, hacen que haya diferentes prioridades económicas.

Pero para conseguir que la OTAN cumpla ese objetivo de movilizar a 300.000 soldados en quince días, "la Alianza necesita más financiación [...] aunque entendemos que es difícil", explicó Colomina. Pese a esto, asume que durante las conversaciones en Vilna se buscarán vías para alcanzar este hito.

Foto: Feindef 2023. (Sergio Beleña)

Solo siete de los 30 países aliados que conforman la OTAN cumplieron en 2022 con el objetivo de gasto militar establecido en 2014, incluyendo Grecia, Estados Unidos, Lituania, Polonia, Reino Unido, Estonia y Letonia. En el caso de España, el país solamente invirtió el 1,09% de su PIB en Defensa el año pasado, según el informe anual.

Factor Stoltenberg

La sucesión de Stoltenberg, quien lleva en el cargo desde 2014 y ha dicho que no quiere prolongar su mandato, ha puesto en vilo a toda la comunidad. La fecha señalada en el calendario es el 30 de septiembre, aunque el presidente estadounidense, Joe Biden, le habría pedido al secretario general mantenerse en el puesto un año más y cada vez hay más voces que se decantan por una nueva prórroga (la cuarta).

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), se reúne con el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, este lunes en el Palacio de la Moncloa. (EFE/Javier Lizón)

La preocupación por quién ocupará la silla es tangible y las preferencias de las diferentes familias que conviven en la OTAN ha hecho de la elección un sudoku difícil de resolver. A menos de un mes de la cita lituana, no hay un candidato de consenso y, ante el delicado trance de la guerra en Ucrania, muchos socios atlánticos parecen que se inclinan por la estabilidad. El reemplazo debe ser unánime y aceptable para todos, pero la mayor influencia proviene de Washington, así que muchos dan por hecho que sin el respaldo de la Casa Blanca no haya favorito.

Entre las quinielas de nombres que sonaron como posibles sustitutos del noruego llegó a sonar el del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Sin embargo, el líder socialista negó recientemente que tuviera pretensiones por la secretaría general de la OTAN. "Es otro de los bulos que han corrido a lo largo de estas semanas. Ya les puedo decir que no", aseveró durante una comparecencia ante los medios de comunicación.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se encuentra en uno de sus momentos más crítico de los últimos casi 75 años. La invasión a gran escala de Ucrania la ha sacado de su prolongado estupor estratégico para ponerla de nuevo en el centro de gravedad geopolítico y ahora sus decisiones vuelven a marcar la agenda de la seguridad colectiva como no lo hacían desde la Guerra Fría. Para enfrentar este nuevo escenario, la Alianza puso en marcha un proceso de transformación crucial en Madrid el verano pasado que debería concretarse ahora en la cumbre de Lituana, a las puertas de Rusia. Algo que, a tres semanas de la reunión, no parece que vaya a suceder.

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