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Fijar el rumbo: la nueva estrategia de seguridad de Japón que apunta a Europa y la OTAN
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Fijar el rumbo: la nueva estrategia de seguridad de Japón que apunta a Europa y la OTAN

La nueva estrategia de seguridad de Japón envía una poderosa señal a sus aliados actuales y futuros, pero sobre todo a sus posibles adversarios en un hipotético conflicto

Foto: El Secretario General, Jens Stoltenberg, y el Primer Ministro de Japón, Fumio Kishida, se dan la mano tras celebrar una reunión. (Reuters)
El Secretario General, Jens Stoltenberg, y el Primer Ministro de Japón, Fumio Kishida, se dan la mano tras celebrar una reunión. (Reuters)

El año 2023 ya se perfila como trascendental para el papel de Japón en el Indo-Pacífico y en la escena mundial. El 1 de enero, Japón asumió la presidencia del G7 y se incorporó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro no permanente durante los próximos dos años. Poco antes, el gobierno japonés hizo públicos tres documentos estratégicos para abordar los retos de seguridad en la región: la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS), la Estrategia de Defensa Nacional y el Programa de Refuerzo de la Defensa. Con ellos, el Primer Ministro Fumio Kishida está enviando una poderosa señal de que Japón es un aliado de seguridad en el Indo-Pacífico con el que Europa puede contar.

Es la primera vez que se revisa la NSS desde 2013. La nueva versión tiene dos objetivos principales: reforzar la capacidad de disuasión de Japón y garantizar que las Fuerzas de Autodefensa (FAD) estén preparadas para luchar en caso de conflicto. Esta estrategia, unida al fuerte talante diplomático que muestra Kishida, representa un giro notable. Anuncia la decisión de llevar a cabo una revisión a varios niveles que abarque las capacidades de defensa, tecnológicas, económicas, cibernéticas, espaciales y de inteligencia.

Foto: El primer ministro japonés, Fumio Kishida, y su homólogo británico, Rishi Sunak, en una reunión en Londres el 11 de enero de 2023. Chris J. Ratcliffe / EFE

La NSS esboza el compromiso de adquirir "capacidades de contraataque" y aumentar el presupuesto de defensa hasta el 2% del PIB en cinco años, dos cambios notables respecto a la anterior estrategia de seguridad. Los responsables políticos japoneses llevan años debatiendo la mejor manera de responder a las amenazas. Hasta ahora, los misiles de Japón tenían un alcance limitado de 200 km, pero ahora planea introducir misiles de crucero Tomahawk, producidos por Estados Unidos, que tienen un alcance de 1.610 km. Los escépticos de esta nueva orientación han expresado su preocupación por la posibilidad de que esta nueva capacidad sea inconstitucional, ya que los misiles también podrían utilizarse ofensivamente. Pero los misiles solo podrán utilizarse para ataques preventivos, manteniendo la postura de Japón, exclusivamente orientada a la defensa. No obstante, se supone que esta capacidad enviará a los posibles adversarios el firme mensaje de que Japón está preparado para defenderse en caso de ataque.

Además de las capacidades de contraataque, el aumento del gasto en defensa permitirá invertir en ciberguerra, espacio y un programa para desarrollar un avión de combate de sexta generación con el Reino Unido e Italia, conocido como "Tempest". Si el aumento se ejecuta en su totalidad, convertiría a Japón en el tercer país que más gasta en defensa, por detrás de Estados Unidos y China. La inversión nacional en investigación y desarrollo tendrá un enfoque relacionado con la seguridad y parte del presupuesto nacional de innovación cubrirá también por primera vez tecnologías necesarias para la defensa de Japón. La NSS también anunció planes para un nuevo mando conjunto en las Fuerzas de Autodefensa que supervise sus tres unidades y se coordine mejor con el ejército estadounidense.

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La estrategia no pretende revitalizar las intenciones militaristas ni alejarse de la Constitución japonesa. Sin embargo, anuncia una nueva era para la política de defensa de Japón, en la que Tokio ampliará su compromiso y sus capacidades más allá de su preferencia por la política económica y se reforzará en diplomacia y defensa. Se trata de una respuesta audaz al deterioro del entorno de seguridad del país y a las amenazas en el noreste de Asia, especialmente por parte de China.

Corea del Norte también se ha vuelto más amenazadora, ya que ha aumentado el ritmo de las pruebas de misiles cerca de Japón y a través de la zona económica exclusiva y el territorio nipones. Mientras tanto, las maniobras conjuntas de los ejércitos chino y ruso cerca de Japón se han hecho más frecuentes. La creciente presencia de ejércitos extranjeros alrededor de Japón, acompañada del rápido desarrollo de nuevas tecnologías y capacidades militares, ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades de Japón y ha mostrado la necesidad de modernización si Japón espera poder defenderse en caso de conflicto y no quedarse rezagado respecto a otros ejércitos.

La UE y el Indo-Pacífico están profundamente interconectados a través de las inversiones y el comercio. Las tensiones geopolíticas en la región afectan automáticamente al comercio y a las cadenas de suministro, así como a los ámbitos tecnológico, político y de seguridad. La estrategia Indo-Pacífica de la UE, publicada en 2022, reconoce esta conectividad y admite que la UE se vería directamente afectada si estallara un conflicto en la región.

Por tanto, la UE y los Estados europeos deberían aprovechar los actuales esfuerzos de Tokio por marcar un hito como una oportunidad para intensificar y ajustar su relación en materia de seguridad con un aliado clave en el Indo-Pacífico. El desarrollo de capacidades a varios niveles de la NSS ofrece muchas opciones y áreas de cooperación con países afines, tanto a través de los formatos existentes, como las formaciones trilaterales EEUU-Japón-Corea del Sur o EEUU-Japón-Australia, como a través de futuras asociaciones de seguridad con países europeos o la UE, así como con Corea del Sur, India, la ASEAN y la OTAN.

Los países que comparten la preocupación de Japón por el comportamiento chino en la región, como Estados Unidos, Taiwán, Australia, Reino Unido, India y Francia, acogieron con satisfacción la nueva estrategia japonesa y expresaron su esperanza de profundizar el compromiso con Tokio en el ámbito de la seguridad. Durante la gira de Kishida por los países del G7 a principios de enero, firmó un pacto de defensa con el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, que permite el despliegue de fuerzas de ambos países en el otro para entrenamiento y ejercicios conjuntos.

Kishida también mantuvo las primeras conversaciones con sus homólogos francés e italiano sobre la profundización de la cooperación en materia de seguridad. Además, Estados Unidos y Japón acordaron ampliar y modernizar su alianza y establecer un cuartel general conjunto permanente durante las conversaciones bilaterales que mantuvieron a principios de este mes. Sin embargo, algunos países de la ASEAN y Corea del Sur han expresado su escepticismo sobre las supuestas intenciones defensivas de Tokio al ampliar su ejército, preocupados por la posibilidad de que Japón se haga demasiado fuerte militarmente, lo que reaviva los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial.

Foto: El exprimer ministro de Japón, Shinzo Abe. (Reuters/Kyodo)

Kishida necesitará una diplomacia receptiva para demostrar sus intenciones a los críticos y podría aprovechar las oportunidades que le brinda la nueva NSS para ampliar la cooperación con los países de la ASEAN y también con Corea del Sur, disipando así el escepticismo. La estrategia de seguridad revisada de Tokio muestra a los aliados de seguridad actuales y futuros que pueden confiar en Japón como aliado y socio estratégico en el Indo-Pacífico y que es posible un nuevo nivel de cooperación en materia de seguridad. Los países europeos y la UE deberían aprovechar las oportunidades de cooperación que ofrece la NSS para profundizar en su relación de seguridad con Japón y apoyar al gobierno japonés en la consecución de la agenda a largo plazo de la NSS.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations porElli-Katharina Pohlkamp y titulado 'Setting the course: Japan’s new security strategy'

El año 2023 ya se perfila como trascendental para el papel de Japón en el Indo-Pacífico y en la escena mundial. El 1 de enero, Japón asumió la presidencia del G7 y se incorporó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro no permanente durante los próximos dos años. Poco antes, el gobierno japonés hizo públicos tres documentos estratégicos para abordar los retos de seguridad en la región: la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS), la Estrategia de Defensa Nacional y el Programa de Refuerzo de la Defensa. Con ellos, el Primer Ministro Fumio Kishida está enviando una poderosa señal de que Japón es un aliado de seguridad en el Indo-Pacífico con el que Europa puede contar.

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