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¿Una Ucrania finalmente en la OTAN? La 'teoría de la victoria' de EEUU
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LA ESTRATEGIA DEL PENTÁNGONO

¿Una Ucrania finalmente en la OTAN? La 'teoría de la victoria' de EEUU

En su libro publicado en 2015, 'Conflict in Ukraine: The Unwinding of the Post-Cold War Order', Rajan Menon barajaba uno de los posibles escenarios futuros de la guerra del Donbás

Foto: El presidente ucraniano Volodímir Zelenski pronuncia un discurso ante una reunión conjunta del Congreso de los EEUU. (EFE/Michael Reynolds)
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski pronuncia un discurso ante una reunión conjunta del Congreso de los EEUU. (EFE/Michael Reynolds)
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En su libro publicado en 2015, Conflict in Ukraine: The Unwinding of the Post-Cold War Order, escrito a cuatro manos con el también especialista en relaciones internacionales Eugene Rumer, Rajan Menon barajaba uno de los posibles escenarios futuros de la guerra del Donbás, iniciada en 2014: el alto el fuego, escribía, "se rompe y el conflicto en el este de Ucrania escala de nuevo y lleva a una intervención militar directa rusa más allá de las regiones de Donetsk y Lugansk; Rusia lanza una invasión a gran escala de Ucrania y ocupa partes importantes a lo largo del margen derecho del río Dniéper, posiblemente incluyendo Kiev, dejando un estado ucraniano independiente truncado".

Pese a contemplar explícitamente este escenario hace ocho años, Rajan Menon, profesor emérito de relaciones internacionales de City College of New York, investigador senior del Saltzman Institute of War and Peace Studies, en la Universidad de Columbia, y director del programa Grand Strategy del think tank Defense Priorities, reconoce que la invasión a gran escala del año pasado le sorprendió. Por la envergadura de la apuesta y por la envergadura de la respuesta, como si hubiéramos sido catapultados a una de esas conflagraciones épicas que solo se leen en los libros de historia.

Hemos hablado con Menon, que acaba de volver de su segunda visita a la Ucrania en guerra, sobre las perspectivas del conflicto y sobre el rol que juega en él Estados Unidos: el principal impulsor material y diplomático del esfuerzo bélico ucraniano. Le hemos preguntado por los planes de Biden, la defensa europea, las raíces de la invasión rusa y el papel de China. Desde una perspectiva, como él dice, "realista" y "mesurada". La entrevista ha sido ligeramente editada por razones de claridad.

Foto: Aviones MiG-29 de la fuerza aérea búlgara. (Chavdar Garchev)

PREGUNTA. En primer lugar, me gustaría aclarar algo respecto al think tank en el que trabaja y, cuya misión, expresada en la portada de su página web, es promover una política exterior estadounidense basada en la diplomacia y en la templanza. ¿Cuál es la filosofía de las relaciones internacionales que subyace en Defense Priorities?

RESPUESTA. Se trata de un centro que da cabida al realismo y a la mesura. Es decir, una política que comprenda cuáles son los intereses vitales de seguridad nacional de Estados Unidos, pero sin tener que intervenir necesariamente en otros lugares del mundo, estirando demasiado nuestras capacidades y reduciendo la capacidad de resolver nuestros problemas domésticos. Parte de esta filosofía nació como resultado de las desastrosas guerras de Iraq y Afganistán. Pero también para resolver los problemas que se acumulan en casa. Tú vives en Nueva York y ves lo que sucede en las calles.

Al mismo tiempo, si miras a lugares como Europa, y sumas su PIB, su tecnología y su población, la idea de que no pueden organizar su propia defensa contra Rusia es simplemente imposible de creer. La gente dice que son muchos países y que cómo los vas a organizar. Pero mira lo que ha hecho la Unión Europea. Quién iba a decir, hace 20 años, que habría un banco central y una moneda común para la mayoría de los países, o la abolición de las restricciones de viaje. Así que se puede hacer. Solo que Europa no tiene el incentivo para hacerlo, siempre que Estados Unidos siga siendo su protector. Y EEUU, aunque quiere ser el protector, se queja. Pero parte de la posición de EEUU en el mundo se debe a que proporciona la seguridad de Europa, Japón, Corea del Sur y Australia. En otras palabras: todos los grandes centros de poder económico del mundo, excepto China y quizás la India.

placeholder Rajan Menon. (Cedida)
Rajan Menon. (Cedida)

P. Es una relación paradójica. Presidentes tan distintos como Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden, llevan años pidiendo a los socios europeos que eleven su gasto en defensa, ya que solo 10 de los 30 miembros de la OTAN llegan al 2% del PIB pactado. Estados Unidos quiere que Europa se defienda a sí misma para poder dedicar sus recursos a China, al Pacífico. Sin embargo, los americanos también presionan a las naciones europeas para que no hagan negocios con los chinos, y existe la percepción, sobre todo en la izquierda, de que Washington está utilizando la guerra de Ucrania para asegurar su influencia política y militar en Europa.

R. Es muy interesante. Las quejas respecto a Europa datan incluso de la época de John F. Kennedy, en los años 60. Aquello de que los europeos no hacían lo suficiente para defenderse y de que había que lograr que lo hicieran. Pero en el momento en que, en Europa, alguien como Emmanuel Macron habla de autonomía estratégica, eso no está permitido. Así que queremos que gasten más dinero en defensa dentro de la OTAN, pero no estamos cómodos con que vayan más allá. Y estamos tolerando un montón de gasto en defensa insuficiente. Si miras al país más rico de Europa, Alemania, los informes de la comisión parlamentaria de las fuerzas armadas pintan un cuadro del ejército alemán que resulta impactante. Me cuesta mucho entenderlo. Así que EEUU se queja, pero luego manda a su secretario de Estado, casi como si fuera un procónsul romano visitando las provincias del imperio, y creo que eso nos gusta. Nos gusta ir a Japón, nos gusta ir a Corea.

Respecto a la competición con China, lo interesante es mirar a las nuevas políticas industriales. Siempre hemos hablado, en general, sobre lo mucho que le gusta a EEUU el sistema de libre comercio y lo que le disgusta el proteccionismo. Pero si miras a la agricultura, por ejemplo, está muy subsidiada. No tanto como la Política Agraria Común de la UE, al menos por ahora. Pero, esencialmente, estamos haciendo ajustes para producir en EEUU tanto como sea posible. La última ley de Joe Biden, la Ley de Reducción de la Inflación, y otras, dan muchos incentivos para producir aquí, también para las empresas extranjeras. Así que Europa y Japón lo ven y se preocupan por la pérdida de empleos. En esta iniciativa también está la necesidad de evitar la filtración de tecnologías sensibles a China. Por eso, Europa está en una situación difícil: por un lado, los europeos entienden que hay que evitar esas filtraciones; por otro, es una política proteccionista que causa tensiones. Es importante recordar que EEUU se volcó en el libre comerció desde 1945. Pero durante todo el siglo XIX este fue un país enormemente proteccionista.

Foto: Un F-35B de Lockheed Martin en una imagen de archivo. (Reuters/Peter Nicholls)

P. Quería preguntarle por las razones que explican la decisión rusa de invadir. La escuela realista tiende a otorgar parte de la responsabilidad a EEUU, que se habría extralimitado y comportado con arrogancia, implicándose en Ucrania con promesas y con inversiones militares, sabiendo, como dijo el exembajador en Moscú, William Burns, hoy director de la CIA, que Ucrania para los rusos era la "más vívida de las líneas rojas". El otro bando, que podemos llamar idealista, explica la agresión como una consecuencia meramente de los traumas rusos, de su revanchismo y de su comprensión apócrifa de Ucrania. ¿Cuál es su postura?

R. Es una mezcla. No acabo de encajar en ninguno de los dos campos. Deja que presente brevemente el paisaje del debate. Por un lado, tienes gente como John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago, que dice que la invasión se debe enteramente a la expansión de la OTAN. La idea es que, dado que en la cumbre de la OTAN de Bucarest de 2008 se le abrió la puerta a Ucrania, Rusia llegó a la conclusión de que Ucrania iba a ser un miembro de la OTAN. Y se trata de un país especial para Rusia. Están geográficamente atados. Putin afrontaba, como dice John, una amenaza existencial. Por otro lado, por mencionar dos nombres, tienes a Michael McFaul y Anne Applebaum, que dicen que la invasión no tiene absolutamente nada que ver con la expansión de la OTAN. Que Putin desea controlar tantos países exsoviéticos como le sea posible, en particular Ucrania, cuya independencia no puede aceptar. Estos dos extremos acaban anulando la posibilidad de situarse en el medio.

Mi posición es esta: desde el momento en que la expansión de la OTAN fue barajada en los años 90, y luego hecha realidad, siempre creí que era una idea terrible. Porque, si te pones en la posición de Rusia, seas izquierdista, liberal o conservador, y ves una alianza de la Guerra Fría desfilando hacia tus fronteras, aunque Estados Unidos te diga que la Guerra Fría ha terminado y que Rusia se está democratizando, y demás, la pregunta sigue siendo: ¿por qué mueves la alianza hasta nuestras fronteras? Y la idea de que esta ampliación era inofensiva es absurda. Imagínate por un momento que Estados Unidos pierde la Guerra Fría y que la URSS coloca a México en el Pacto de Varsovia. No lo aceptaríamos de ninguna de las maneras. Aquí es donde difiero con Applebaum y compañía. Creo que contar la historia de la invasión de Ucrania sin mencionar la expansión de la OTAN no tiene ningún sentido.

placeholder Zelenski y Biden, en una reunión en la Casa Blanca. (EFE/Oliver Contreras)
Zelenski y Biden, en una reunión en la Casa Blanca. (EFE/Oliver Contreras)

Pero también difiero con John Mearsheimer. En 2008 la OTAN abrió la puerta a Ucrania, pero, para aceptarla, lo primero que hay que hacer es trazar un Plan de Acción de Membresía. 14 años más tarde, a Ucrania no se le había dado dicho plan. Así que estaba claro que, por la razón que fuera, la unanimidad requerida para aceptar a este nuevo miembro no existía. No me creo el argumento de que Putin invadió un país más grande que España por la inminencia de su entrada en la OTAN.

Otra cosa a tener en cuenta es que la expansión de la OTAN ha cambiado, poco a poco, el equilibrio de poder dentro de la organización, desde países como España, Francia y Alemania, hacia países como Polonia y los bálticos, que tienen una historia con Rusia muy diferente, muy complicada, con muchos conflictos. Así que pienso que la línea más dura hacia Rusia, en cierto modo, es una consecuencia de la expansión de la OTAN a estos países. También está el argumento de que estos países querían meterse en la OTAN, que no dejaban de pedirlo y que por eso tuvimos que aceptarlos. Pero una alianza militar no es un club de lectura. Una alianza militar es algo serio, porque implica ir a la guerra para proteger a los otros miembros.

P. Sea como fuere, el daño ya está hecho. ¿Qué opina de la política de la Administración Biden hacia Ucrania una vez iniciada la invasión?

R. En mi caso, especialmente después de haber ido a Ucrania y de haber visto el increíble daño, algo que no importa haber visto antes en televisión o en los periódicos, porque resulta estremecedor, no me opongo a proporcionar a Ucrania los medios para defenderse. Pero creo que habrá que tomar decisiones difíciles. Por ejemplo, digamos que la guerra evoluciona y que el Ejército ucraniano está en posición de entrar en Crimea, ¿estará Occidente unido en su apoyo a Ucrania, o se considerará demasiado peligroso? Porque, si se deja a Putin sin nada, la guerra puede salirse fuera de control. Necesitaríamos un acuerdo que le dejase algo, así que habría que afinar la cuestión de Crimea como un problema que sería resuelto por las generaciones futuras. Ucrania no ha recibido un cheque en blanco, porque no se le han entregado ciertas armas, como misiles tácticos ATACMS o aviones de combate. Se le está apoyando, pero sin permitir que la guerra escale. La regla es dar armas, pero no para alcanzar el territorio de Rusia.

P. Estados Unidos acertó de pleno con el vaticinio de invasión, y con meses de margen. Pero también cometió un error. Pensó que Ucrania sería derrotada rápidamente por Rusia. Washington se preparaba para armar una resistencia ucraniana, no para apoyar un esfuerzo de guerra completo, como terminó siendo el caso. Curiosamente, fue la misma equivocación de Rusia: la noción de que los ucranianos no tenían ninguna posibilidad ante el rodaje de los tanques rusos.

R. Los rusos han cometido muchos errores. Cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial, los rusos demostraron una impresionante capacidad de sacrificio para defender su país. ¿Qué esperaban que ocurriría al invadir Ucrania? ¿Que los ucranianos no se defenderían? Los soldados ucranianos me dijeron lo mismo muchas veces: para nosotros esta no es una guerra ordinaria. Si perdemos esta guerra, perdemos un país. ¿Hay algún soldado ruso que crea que, de perder esta guerra, perderían Rusia? No. Hay una asimetría en la moral de combate. Ese fue un error. Otro error tiene que ver con el entrenamiento proporcionado por la OTAN al Ejército ucraniano desde 2014. 60.000 soldados ucranianos recibieron entrenamiento y las fuerzas armadas ucranianas han ido adoptando las prácticas militares de la OTAN. Además, han estado combatiendo en dos provincias separatistas. Así que el Ejército ucraniano había cambiado mucho. No creo que Putin lo tomara en serio. Pero tampoco nosotros. La CIA pensaba que la resistencia ucraniana colapsaría inmediatamente. Honestamente, yo también lo creía, porque, si miras a cualquier medida de poder, como la población, los tanques, los aviones o la artillería, Rusia tenía una ventaja enorme. Pero no solo es que los ucranianos tengan una moral más alta, es que el Ejército ruso no resultó ser lo que se esperaba.

Los soldados ucranianos me dijeron lo mismo muchas veces: esta no es una guerra ordinaria. Si perdemos esta guerra, perdemos un país

P. Usted ha mencionado en sus artículos que las negociaciones de paz, por ahora, son imposibles, porque ni Ucrania, ni Rusia, tienen incentivos para sentarse a negociar. Ambas creen que pueden mejorar su posición en la primavera o en el verano, por eso ningún país se ofrece seriamente a mediar entre ellos, porque sabe que fracasaría. Por otro lado, nos llegan señales curiosas, como esa fuente anónima de la Casa Blanca que le dijo a The Washington Post que, fundamentalmente, Ucrania tenía esta primavera para realizar sus contraofensivas, pero que luego el apoyo americano probablemente cesaría y habría que sentarse a hablar. ¿Qué cree que hará Estados Unidos? ¿Cuál es su siguiente paso?

R. El artículo del Washington Post salió a colación en un evento que acogimos en Defense Priorities. En mi opinión, ha recibido mucha atención precisamente porque es una excepción. Si lees la mayoría de las declaraciones de la Administración Biden, no dicen que darán toda la ayuda a Ucrania de golpe, pero sí que ayudarán a Ucrania a recuperar los territorios, aunque sin mencionar hasta qué punto [Menon se refiere a la posibilidad de que Ucrania recupere el territorio completo, hasta las fronteras de 1991, incluyendo Crimea, o el territorio de antes del 24 de febrero de 2022]. Así que no le daría demasiada importancia. No concuerda con lo que la administración ha estado diciendo. Y, si lo comparas con otros artículos, verás que estos dicen lo contrario. Creo que lo que sugiere, probablemente, es que hay un debate dentro de la administración Biden sobre hasta qué punto están dispuestos a llegar.

P. Sin duda, pero también es cierto que, si bien la Administración Biden presenta un mensaje coherente, a veces filtra a los medios lo que parece un toque de atención a los ucranianos. Por ejemplo, cuando se filtró que Biden le había levantado la voz al presidente, Volodímir Zelensky, durante una conversación telefónica, y le había dicho que mostrara un poco de gratitud por la ayuda. Una manera, quizás, de recordarles a los ucranianos que la ayuda americana no es incondicional.

R. Es el juego más viejo de Washington y seguro que también de Madrid. Tener en el gobierno a alguien con una opinión distinta que quiere que se publicite. No sé qué está pasando exactamente. Lo que tenemos que hacer es mirar a las acciones concretas, y lo que vemos son 27.000 millones de dólares en asistencia militar estadounidense. Y, si añades la europea, son 7.000 u 8.000 millones. Estamos hablando del 40% del presupuesto de defensa ruso del año pasado. Si nos hubiéramos sentado a hablar hace un año y medio, y nos hubiéramos preguntado si había alguna posibilidad de una guerra total entre Ucrania y Rusia, probablemente hubiéramos dicho que no. Y, si hubiera tal guerra, y nos hubiéramos preguntado si EEUU y la OTAN actuarían al unísono y mandarían unos 40.000 millones de dólares en ayuda militar, hubiéramos pensando que era muy improbable por el riesgo de escalada. Esta ha sido para mí una guerra de sorpresas. Tanto, que soy muy reacio a hacer predicciones, porque he visto cosas que pensaba que nunca sucederían.

Ahora la gente dice que Putin es un expansionista y un imperialista. Es un expansionista, pero jamás ha hecho nada como esto. Una invasión a gran escala de un país grande. Georgia en 2008 fue muy diferente. En Siria, fue sobre todo la fuerza aérea. En 2014, en Donbás y Crimea, se trataba de provincias muy cercanas a Rusia. Lo de ahora es un paso extraordinario. ¿Cómo se explica? Hay una teoría dando vueltas que dice que, durante el covid, Putin estuvo leyendo mucho sobre las conquistas de Pedro el Grande y Catalina la Grande, y a todos estos filósofos nacionalistas como Iván Ilyin. Una especie de fascista ruso. Quién sabe. Pero no esperaba que Putin hiciera algo como esto, incluso cuando estaba amasando sus tropas en la frontera. Creí que era una táctica de intimidación para forzar a EEUU a paralizar la implicación de la OTAN en Ucrania. Esa era mi visión.

Foto: Christoph Heusgen. (EFE/Christian Marquardt)

P. Un año después de comenzada la guerra a gran escala, hay una posibilidad que va sonando cada vez más en círculos militares y geopolíticos: la de acabar con una Ucrania territorialmente disminuida, pero integrada, por fin y como recompensa por lo sufrido, en la OTAN. O con alguna otra garantía de seguridad. También sería la única forma de posibilitar su reconstrucción, que promete ser costosísima, sin el riesgo de que Rusia vuelva a atacar en el futuro. Se barajan cifras de más de 300.000 millones de dólares. Un 50% más que el PIB ucraniano de 2021.

R. Ahora se habla hasta de un billón [trillón] de dólares. Una cantidad gigantesca.

P. ¿Cómo ve la opción de una Ucrania en la OTAN como desenlace de esta guerra o como una especie de compensación por la pérdida de territorios?

R. Ciertamente me puedo imaginar una paz, pese a que Zelensky dice que quiere recuperar todo, incluido Crimea, en la que Ucrania esté territorialmente disminuida: quizás preservando un 85% de su territorio [el que está actualmente bajo su control], pero no todo. La expansión de la OTAN es una cuestión complicada, porque la alianza posiblemente estaría dividida. El flanco del este, más Reino Unido y Estados Unidos, dirían que sí, que después de todo lo que ha hecho Rusia, y de que Rusia haya mostrado sus verdaderos colores, haya que admitir a Ucrania en la OTAN. La cuestión es: ¿pensarían lo mismo Hungría, Francia y Alemania? No estoy tan seguro. Mira lo que ha sucedido con los turcos respecto a la admisión de Finlandia y Suecia. Así que no está claro que Ucrania se pueda unir.

Si estás en Ucrania y dices esto, se enfadan, porque allí es casi una cuestión religiosa. Creen que, después de todo lo ocurrido, entrar en la OTAN y en la Unión Europea es un derecho de nacimiento. Pero incluso la UE se ha mostrado muy cuidadosa en sus declaraciones. Además, si Ucrania se une a la UE, la UE tendría que sufragar la mayoría del coste de la reconstrucción. Estamos hablando de muchísimo dinero.

"Por cada proyectil de artillería que dispara Ucrania, los rusos disparan diez. Pero no pueden tomarla, porque están muy mal mandados"

Ahora bien, existe una segunda posibilidad, aunque los ucranianos se niegan a mencionarla porque no quieren que nadie piense que hay opciones mejores que la OTAN, y es una garantía de seguridad distinta. Pero una garantía de seguridad no valdría nada si no incluye a Estados Unidos. Así que, si tienes a Reino Unido, a los bálticos y a EEUU, quizás se contenten con el segundo premio. Sería interesante ver qué pasa. La otra posibilidad es una Ucrania neutral, que es lo que exigirán los rusos, y creo que los ucranianos ofrecerán mucha resistencia.

Hay muchas cosas que no podemos predecir. Algunas dependerán de lo que suceda en el próximo año. Y tampoco excluyo la posibilidad de que la guerra continúe. Si los ucranianos recuperan mucho territorio, estarán en posición de fuerza, frente a Rusia y frente a Occidente. Algo que observar en los próximos tres meses es la ofensiva rusa. Por lo que podemos ver están atacando por todo el frente, desde el norte de Lugansk hasta el sur, pero no les está yendo bien. No han podido tomar Bájmut. Están intentando tomar Bájmut desde finales de agosto. Una ciudad que antes de la guerra tenía 70.000 habitantes y ahora tiene 7.000, y no pueden, pese a tener muchas ventajas. Por cada proyectil de artillería que dispara Ucrania, los rusos disparan diez. Pero no pueden tomarla, porque están muy mal mandados.

P. A la hora de observar esta guerra, ¿no le inquieta que nos podamos estar perdiendo algo? Ucrania tiene numerosos activistas, gente joven, anglohablante, carismática y habilidosa en las redes sociales, que suelen ser los fixers que guían a los reporteros extranjeros y que son activos en Twitter. El Gobierno de Zelensky tiene muchos perfiles así y ha llevado un dominio férreo de los contenidos. No cabe duda de que las opiniones prorrusas han disminuido mucho desde 2014, y no sería correcto hablar de un país dividido, sobre todo ahora. Pero, según el director del Instituto Sociológico de Kiev, Antón Hrushevsky, a principios de 2022 había en Ucrania en torno a un 30% de votantes prorrusos. Probablemente muchos de ellos cambiaron de opinión poco después, pero sigue siendo una cantidad significativa.

R. Es una excelente pregunta. Como has dicho, la narrativa de Ucrania ha estado muy bien coordinada y orquestada por Zelensky. Y no estoy diciendo que sea propaganda, pero tienen un punto de vista. Y han sido muy eficientes promocionándolo en los países occidentales. Usan las redes sociales y hacen un trabajo excelente. Así que en Occidente hay un apoyo enorme a esta narrativa, que está respaldada por el establishment de política exterior de EEUU, y por los periódicos más importantes. Incluso el británico The Guardian, referencia de la izquierda, la apoya.

Es verdad que en el país ha habido divisiones. Antes de 2014, no estaba claro que hubiera un amplio apoyo a unirse a la OTAN. El país estaba dividido. El oeste y el centro estaban más inclinados a unirse a la OTAN y a la UE que el este y el sur. Pero creo que la guerra ha cambiado muchas cosas. Todo eso que dice Putin de que la guerra es para proteger del genocidio a los rusohablantes es absurdo. Las partes rusófonas de Ucrania son las que han sufrido la mayor destrucción. Mira Mariúpol, por ejemplo. La guerra ha cambiado muchas cosas. Más y más ucranianos, aunque sean rusófonos o rusos étnicos, se identifican como ciudadanos ucranianos. Existe el sentido de una identidad nacional que se consolida. La lengua ucraniana se usa cada vez más en ciudades como Kiev. El Gobierno anima a ello. Y la resistencia a unirse a la OTAN es ahora mucho menor. El problema no está en Ucrania, el problema está en ver hasta qué punto la OTAN está lista para abrir sus puertas.

Foto: Intervención de Zelenski durante la Conferencia de Seguridad celebrada en Múnich. (EFE/Anna Szilagyi)

P. Hablando de narrativas, una pregunta sobre el tono del debate. Voy a leerle esto que escribió el pensador realista Stephen Walt, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Harvard, recientemente en Foreign Policy: "El debate público sobre Ucrania ha sido extraordinariamente injurioso, con comentaristas belicistas compitiendo entre ellos para ver quién expresaba más apoyo a Kiev, mientras tachaban las perspectivas alternativas de ingenuas, inmorales, prorrusas, o peor". Como realista, ¿reconoce este sentimiento?

R. Personalmente, no encuentro ninguna dificultad a la hora de expresar mi punto de vista, pero no hay ninguna duda de que las personas críticas con las narrativas mayoritarias, digamos, John Mearsheimer o el difunto Stephen Cohen, de Princeton, han sido vituperadas. Les han llamado de todo, casi los tratan de simpatizantes de Putin. Y creo que es algo muy desafortunado, porque uno puede debatir con alguien dando por hecho que, si esa persona está en desacuerdo con lo que uno piensa, es porque trabaja para un gobierno extranjero. Lo encuentro de muy mal gusto y las redes sociales han agravado el problema. Todo lo que hay que hacer es sentarse frente al ordenador, teclear algo sin que te importe, y volverlo viral. Pero gente con puntos de vista alternativos a los del establishment, como John Mearsheimer, no se han quedado callados. ¿Es más difícil para ellos ser escuchados en los medios generalistas? Absolutamente. ¿Cuándo fue la última vez que leíste una pieza de John en The New York Times o en The Washington Post?

P. The New Yorker le hizo dos entrevistas y en ambos casos le cayó una buena.

Cierto, cierto. Y el tipo que le hizo las entrevistas, Isaac Chotiner, es conocido por ser un mamporrero. Pero John es un tipo distinto. Casi que le gusta la controversia, le encanta estar en medio de ella. Pero sí, creo que el debate ha degenerado porque hay muchas creencias apasionadas. La gente de la expansión de la OTAN cree que la invasión justifica su postura. Así que cuando John Mearsheimer aparece y nos recuerda que la expansión de la OTAN llevaría a la guerra y que Ucrania sería destruida por Putin, los insultos se vuelven muy duros. Y la parte más matizada del debate se ve ahogada entre estos dos extremos. Sí, creo que Steve Walt tiene razón.

P. No podemos acabar sin preguntarle por Taiwán. A pesar de las muchas diferencias, el caso de Rusia y Ucrania, en el que una potencia revanchista quiere anexionarse a las bravas un país vecino que no reconoce y que considera una provincia, ha llevado a muchos analistas a efectuar paralelismos con el caso de China y Taiwán. ¿Hasta qué punto cree que es útil mezclar ambos contenciosos?

R. Algunas personas que muestran un apoyo casi incondicional a Ucrania defienden exactamente ese argumento: aquello de que la guerra actual va más allá de Ucrania porque, dependiendo de cómo actuemos, los chinos medirán nuestro grado de determinación y concluirán que pueden o no atacar Taiwán. Escucho lo mismo todo el tiempo. El argumento de la credibilidad. Tienes que hacer algo en este conflicto porque tu credibilidad está en juego. Mi sensación es que los chinos son mucho más inteligentes que esto. No van a pensar en invadir Taiwán en función de lo que los americanos han hecho en Ucrania. Van a mirar a las circunstancias locales. ¿Qué capacidad tenemos para vencer a Taiwán? ¿Qué podrían hacer los americanos? ¿Podemos derrotarlos? Si no, ¿podemos elevar el coste tanto como para disuadirlos de defender Taiwán? ¿Cuál será el efecto en la economía global? Porque esta ya no es la China de Mao. China está profundamente conectada con la economía global. Un ataque contra Taiwán haría que los mercados se volvieran locos. Creo que mirarán a las circunstancias locales. No creo que Ucrania sea el elemento que les hará tomar una decisión. Pero, claro, si eres alguien que considera Ucrania una causa sagrada, lo mezclarás con Taiwán y China. No me persuade ese argumento.

En su libro publicado en 2015, Conflict in Ukraine: The Unwinding of the Post-Cold War Order, escrito a cuatro manos con el también especialista en relaciones internacionales Eugene Rumer, Rajan Menon barajaba uno de los posibles escenarios futuros de la guerra del Donbás, iniciada en 2014: el alto el fuego, escribía, "se rompe y el conflicto en el este de Ucrania escala de nuevo y lleva a una intervención militar directa rusa más allá de las regiones de Donetsk y Lugansk; Rusia lanza una invasión a gran escala de Ucrania y ocupa partes importantes a lo largo del margen derecho del río Dniéper, posiblemente incluyendo Kiev, dejando un estado ucraniano independiente truncado".

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