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Reino Unido moviliza sus tanques: ¿mensaje político o punto de inflexión en el conflicto?
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Llega la caballería a Ucrania

Reino Unido moviliza sus tanques: ¿mensaje político o punto de inflexión en el conflicto?

Londres, junto con otros muchos países europeos, se ha comprometido a enviar carros de combate al frente. Las tropas de Zelenski esperan esa entrega para seguir resistiendo

Foto: Unos soldados británicos pasan al lado de unos tanques polacos durante un ejercicio de defensa. (EFE/Olivier Hoslet)
Unos soldados británicos pasan al lado de unos tanques polacos durante un ejercicio de defensa. (EFE/Olivier Hoslet)

Cuando está cerca de cumplirse un año de la invasión de Vladímir Putin de Ucrania, la sangrienta guerra en Europa ha entrado en un punto muerto. Desde la liberación de la ciudad sureña de Jersón hace dos meses, las líneas de batalla apenas han cambiado. Los combates se limitan, en gran medida, a terribles enfrentamientos alrededor de Bajmut, una ciudad en el este del país que los rusos tratan de mantener a toda costa.

Los expertos advierten de los problemas de reabastecimiento para el Ejército del Kremlin y de una moral que "cae en picado". En cualquier caso, si Kiev no puede romper la parálisis, se corre el riesgo de replicar el escenario de 2014, cuando Moscú se apropió de varias regiones del este —que suman casi un 15% del territorio de Ucrania— y tras meses de intensa lucha, la línea divisoria se congeló creando a efectos prácticos una frontera.

Llegados a este punto, el suministro de tanques a las tropas de Volodímir Zelenski se convierte en un factor determinante. Pero también está demostrando ser un punto divisorio entre los aliados de Occidente.

Foto: Christine Lambrech. (Reuters/Ints Kalnins)

El Reino Unido se ha convertido en el primer país europeo en mandar 14 potentes e infalibles Chanllenger 2, el carro utilizado por las fuerzas británicas durante la guerra de Irak. Funcionan con una tropa de cuatro personas a bordo y disponen de un cañón de 120 mm y dos ametralladoras de 7,62 mm. Pueden alcanzar una velocidad de 59 kilómetros por hora.

Desde una perspectiva práctica, se trata de una cantidad relativamente pequeña y plantea un desafío de entrenamiento y logístico nada pequeño para los ucranianos, que necesitarán integrarlos en sus fuerzas armadas. Todavía no está claro qué paquete de soporte más amplio viene añadido —por ejemplo, repuestos, municiones, transportadores, vehículos de recuperación, activos logísticos más amplios, etc.—, y esto podría suponer una restricción en su uso.

Foto: Vladímir Putin, en la cumbre de la Commonwealth de Estados Independientes (CIS) con el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, en diciembre de 2022. (EFE/Pool/Alexei Danichev)

La medida, en cualquier caso, es enormemente significativa porque "rompe una barrera que hasta ahora se habían puesto los aliados de Occidente por temor a que Rusia considere que han ido demasiado lejos". "Estratégicamente, esto envía un mensaje muy firme a Putin, de que nada está fuera de la mesa", explicó el mariscal jefe de la Fuerza Aérea ya retirado, Sean Bell, en una entrevista con Sky News.

Este refuerzo militar por parte de Downing Street estará acompañado por la iniciativa diplomática con el viaje esta semana del ministro de Defensa, Ben Wallace, a varios países europeos, a fin de sumar apoyos de cara a la reunión que este viernes mantendrán altos funcionarios de los países aliados en la base aérea estadounidense de Ramstein (Alemania).

Para Ucrania —que hasta ahora ha estado utilizando antiguos tanques soviéticos—, el verdadero punto de inflexión en el campo de batalla sería tener acceso a un gran número de tanques alemanes Leopard 2, de los más capaces hoy en uso y que cuentan además con una cadena de suministro bien establecida.

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Hay más de 2.000 tanques Leopard 2 en toda Europa, repartidos en los ejércitos de 13 países, entre ellos los de Finlandia y Polonia, que estarían dispuestos a mandar los que tienen a Kiev. Pero se requiere el consentimiento de Berlín antes de que cualquiera de los carros de fabricación alemana pueda reexportarse a Ucrania. Y aquí está el punto divisorio, porque el Gobierno de Olaf Scholz, de momento, no parece estar por la labor.

La resistencia sigue un patrón ya familiar. A pesar de reconocer inmediatamente la invasión de Rusia en febrero del año pasado, asegurando que el mundo se enfrentaba a un Zeitenwende —un cambio geopolítico de época—, el canciller alemán se ha mostrado durante todo este tiempo reticente a proporcionar logística a las tropas de Zelenski. Fue lento en ofrecer armas pesadas, como artillería maniobrable de largo alcance, vehículos blindados y cañón antiaéreo, todos los cuales han desempeñado un papel decisivo en la defensa de Ucrania.

Foto: Uno de los centros de control de US Cyber Command. (US Cyber Command)

La postura del canciller alemán refleja en parte el pacifismo tradicional de su partido socialdemócrata y en parte una renuencia a despertar a los fantasmas de la historia. Millones de soldados y ciudadanos soviéticos murieron la última vez que un tanque alemán se mandó a las batallas en Europa del Este. Muchos ciudadanos alemanes se preocupan, por tanto, ahora por el simbolismo que esto pueda tener, temiendo que Putin lo considere una provocación. La opinión pública está sumamente dividida. La tensión ha llevado este lunes a la titular de Defensa alemana a presentar su dimisión.

Los que abogan por que Berlín dé ahora luz verde aseguran que muchos de esos soviéticos asesinados en la Segunda Guerra Mundial fueron ucranianos, lituanos, bielorrusos y ciudadanos de otras repúblicas ahora independientes, muchos de los cuales suplican a Alemania que envíe los tanques. Temen que si Rusia gana su guerra en Ucrania, ellos podrían ser los próximos objetivos de Putin.

La semana pasada, el canciller alemán y el presidente estadounidense, Joe Biden, acordaron enviar vehículos blindados de combate Bradleys y Marders. Se consideran armas poderosas capaces de enfrentarse al equipamiento ruso. Pero no son tanques.

En un mitin electoral regional en Berlín el pasado lunes, Scholz enfatizó que las entregas de tanques a Ucrania deben discutirse "junto con amigos y aliados y especialmente con nuestro socio transatlántico, con los Estados Unidos de América".

Pero no parece que Washington esté dispuesto a enviar carros de combate en un futuro inmediato. Las conversaciones entre Estados Unidos y Ucrania sobre esta cuestión continúan. Pero ha habido pocos avances, ya que la Administración Biden cree que una solución liderada por Europa es la mejor opción. Por su parte, Francia ha prometido entregar carros ligeros AMX-10 RC, un vehículo con ruedas, sin orugas, pero que porta un cañón mucho más pesado, típico de un tanque.

El peligro es que un conflicto en punto muerto juega a favor del invasor. Mientras que la economía ucraniana paralizada depende de los rescates extranjeros, Rusia ocupa un punto geográfico estratégico que le proporciona acceso marítimo al mundo exterior. Un conflicto congelado da tiempo a las tropas del Kremlin para atrincherarse, reforzar sus líneas y prepararse para un nuevo asalto o la ocupación permanente de sus nuevas anexiones. Por lo tanto, Ucrania necesita que siga retrocediendo y planificar el lanzamiento de su tercera gran contraofensiva.

Foto: Ilustración del dron submarino nuclear Poseidón.

En este sentido, según The Economist, los tanques estadounidenses Abrams y los Leopard alemanes, ambos mucho mejores que las máquinas diseñadas por los soviéticos que Ucrania ya ha recibido de sus aliados de Europa del Este, le darían la oportunidad de abrir un frente en el puente terrestre controlado por Rusia que conecta la Crimea ocupada con Moscú y de hacer retroceder a Rusia, al menos, a las líneas que mantuvo en vísperas de la guerra en febrero del año pasado.

La escalada de armamento, en cualquier caso, no está exenta de polémica. Algunas voces en Occidente temen que Ucrania pueda intentar arrastrar a la OTAN a un conflicto directo, lanzando un ataque contra la propia Rusia, a diferencia de las tropas rusas en las partes de Ucrania que el Kremlin pretende que son rusas. Otra preocupación es que, si se empuja a Rusia demasiado lejos o demasiado rápido, Putin, en el peor de los casos, podría desencadenar incluso una guerra nuclear. Aunque, a pesar de las amenazas del Kremlin, la injerencia sostenida de Occidente no ha tenido, de momento, consecuencias militares. Como tampoco las ha tenido la solicitud de Suecia y Finlandia para unirse a la OTAN, supuestamente otra línea roja para Moscú.

Cuando está cerca de cumplirse un año de la invasión de Vladímir Putin de Ucrania, la sangrienta guerra en Europa ha entrado en un punto muerto. Desde la liberación de la ciudad sureña de Jersón hace dos meses, las líneas de batalla apenas han cambiado. Los combates se limitan, en gran medida, a terribles enfrentamientos alrededor de Bajmut, una ciudad en el este del país que los rusos tratan de mantener a toda costa.

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