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Un siglo de la BBC: el 'poder blando' de Reino Unido, al borde de la privatización
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Un siglo de la BBC: el 'poder blando' de Reino Unido, al borde de la privatización

La cadena celebra este año su 100 aniversario en la peor crisis de su historia. El Gobierno quiere cambiar el modelo de financiación por un contrato de suscripción, lo que no garantiza su supervivencia

Foto: El edificio de la BBC en Londres. (Reuters/Henry Nicholls)
El edificio de la BBC en Londres. (Reuters/Henry Nicholls)

En geopolítica es clave el llamado "poder blando" (del inglés soft power). Se trata de la habilidad de un Estado para persuadir a otros países evitando el uso de la fuerza o coerción, valiéndose de medios más sutiles, como su cultura, modelo social o valores políticos. Los dos pilares con los que el Reino Unido ha cimentado su influencia global en el último siglo han sido Isabel II y la BBC. Pero este 2022, la era isabelina ha llegado a su fin y la British Broadcasting Corporation ha recibido una fuerte cornada por parte del Gobierno conservador que pone en duda su supervivencia. Todo en el contexto de una nueva Global Britain que busca posicionarse en el tablero mundial en la era post Brexit.

Nacida como emisora de radio en 1922, poco después de la partición de la isla de Irlanda, la BBC contribuyó a promover una identidad común entre las cuatro naciones del Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte). Su servicio mundial —emite en más de 40 idiomas con una audiencia global de 492 millones de personas— ayudó, además, a consolidar el prestigio británico a ambos lados del Atlántico. A día de hoy, alrededor de siete millones de personas sintonizan cada mañana el programa insignia Today, de BBC Radio 4, donde se establece la agenda política. El espacio Strictly Come Dancing lleva más de 20 años en pantallas. Series de producción propia, como Peaky Blinders, Fleabag o Killing Eve, se han exportado a todo el mundo. La corporación se mantiene firme en su misión de "informar, educar y entretener".

Foto: Un manifestante en una protesta contra la inflación en Reino Unido, en noviembre de 2022. Andy Rain / EFE

Sin embargo, en su 100 aniversario, la BBC afronta ahora más preguntas que respuestas. ¿Sigue siendo sostenible su modelo de financiación, principalmente, a través de las 159 libras (182 euros) que debe pagar cada hogar en el Reino Unido? ¿Es justo que aquellos que no pagan la tarifa acaben en los tribunales o incluso en la cárcel? ¿La suscripción tendría que ser el modelo más obvio para el consumo de medios en la actual era tecnológica? ¿Está intacta su imparcialidad? ¿Intenta abarcar demasiado? ¿Se merece la hostilidad por parte del Ejecutivo? En definitiva, ¿puede sobrevivir?

Guerra contra el Gobierno

El 31 de enero de 2020, cuando en Bruselas el reloj marcó la medianoche, el entonces inquilino de Downing Street, Boris Johnson, mandó un mensaje a los británicos con motivo de la salida del Reino Unido de la UE. Se trataba del episodio más importante de la historia reciente del país. Y, sin embargo, el discurso del primer ministro no fue emitido por la BBC. Prefirió utilizar sus propias cámaras y publicarlo por sus redes sociales oficiales.

A lo largo de su dilatada historia, la corporación pública ha lidiado diferentes disputas con Gobiernos de todo signo político. Los laboristas consideran que no ejerce el contrapeso suficiente ante la prensa escrita —de mayoría conservadora—, criticaron en su momento la cobertura de la guerra de Irak y se quejaron también del trato que recibía Jeremy Corbyn, el exlíder del partido de ideología izquierdista. Por su parte, los tories del ala dura siempre han visto a la BBC como un "nido de comunistas". Recientemente, denunciaron que la corporación ni se esforzaba en disimular un supuesto sesgo anti Brexit.

"Los reproches son esperados como corporación pública nacional. Pero el hecho de que vengan de todos los lados del espectro político indica que estamos haciendo bien nuestro trabajo", defendió Tony Hall, el que fuera director general de la BBC, en su discurso de despedida en 2020.

Con todo, la profundidad y el alcance de las tensiones mantenidas con el excéntrico Boris Johnson —que antes de político fue periodista— no tuvieron precedentes. El pasado mes de enero, su Gobierno argumentó que era hora de "mirar más hacia el futuro" en un "panorama digital cambiante". En este sentido, anunció una congelación de la tarifa que deben pagar los hogares británicos durante los dos próximos años, seguido luego de un aumento en línea con la inflación hasta el 31 de diciembre de 2027, cuando se tiene que revisar la Royal Charter Agreement, considerada la constitución de la BBC.

A partir de ahí, todo dependerá del debate político. Con Rishi Sunak, un tory más moderado, el ambiente de tensión se ha relajado. Pero la nueva ministra de Cultura, Michelle Donelan, insiste en que "la tarifa de licencia no es un modelo sostenible a largo plazo".

Un modelo cuestionado

En respuesta a los planes del Ejecutivo, la BBC ha anunciado un enorme programa de reducción de costos de 500 millones de libras al año, despidiendo a alrededor de 1.000 de sus 22.000 empleados. Asimismo, dejará de emitir espacios radiofónicos en, al menos, 10 idiomas, entre los que se incluyen el chino, el hindi o el árabe. Transmisiones como BBC Persia, dirigida a Irán, cesarán su programación, justo en un momento en que la revolución de las mujeres por la imposición del velo la hace más necesaria que nunca.

Foto: Protestas en China. (Reuters/Casey Hall)

La llamada TV licence, que pagan los ciudadanos, es la mayor fuente de financiación de la corporación. Supone alrededor de 4.000 millones de libras al año y, según un portavoz de la corporación pública, "despenalizar el impago podría suponer una pérdida de hasta 240 millones de libras". Por otra parte, la BBC recauda otros 1.680 millones de libras anuales a través de su brazo comercial, BBC Studios. En caso de sufrir las pérdidas por la despenalización de la tarifa de licencia, tendría menos recursos para elaborar material propio, una situación nada favorecedora en un contexto en el que sus competidores directos, como Netflix o Amazon Prime Video, entre otros, estrenan contenidos casi a diario.

David Hendy, autor de The BBC: A People's History, advierte que si finalmente se opta por un modelo de suscripción "será el fin de la BBC como la conocemos, porque ahora es un servicio universal que ofrece una gama completa de programas a tantas personas como sea posible". "Un servicio de suscripción supondría que la BBC tendría que reducir drásticamente lo que hace. Si se quiere seguir ofreciendo un servicio similar, el coste de la suscripción sería muy elevado, por lo que se convertiría en algo socialmente exclusivo, ya que no todo el mundo podría permitírselo", asegura en entrevista con El Confidencial. "Mucha gente defiende que la BBC debería concentrarse en hacer lo que el sector comercial no ofrece. Creen que debería limitar lo que hace. Dejarlo como una emisora de servicio público como la de Estados Unidos [PBS], algo marginal, una cadena más entre muchas. Pero el verdadero distintivo de la BBC es su servicio universal. Esa fue realmente la clave de su creación", añade.

Tres figuras en la creación

Tras finalizar la I Guerra Mundial, tres tipos sin mucho en común se embarcaron en un proyecto radiofónico. Cecil Lewis, un joven de 22 años y piloto durante el conflicto, consideraba que la cultura era vital para evitar otra guerra. Arthur Burrows, el único con experiencia en el sector mediático, apostaba por la defensa de la verdad como mejor arma contra la propaganda. John Reith, el evangelista presbiteriano ultra patriótico, tenía como misión hacer el bien a la sociedad.

"Estamos en medio de la tercera gran guerra y necesitamos una BBC adecuada"

Para el verano de 1922, al otro lado del Atlántico ya había unas 318 estaciones de radio registradas. Los pioneros de la radio británica estaban ansiosos por evitar el "revoltijo" y "caos" de sus primos estadounidenses, por lo que Reith planteó crear un monopolio, autorizado por la Oficina General de Correos y financiado por una tarifa de licencia de diez chelines, para tener una emisora independiente capaz de educar, informar y entretener a toda la nación, libre de injerencias políticas y presiones comerciales.

Para Jean Seaton, profesora de Historia en la Universidad de Westminster, instituciones como la BBC son "muy difíciles de construir" y requieren "cuidados continuos y principios". En el caso de la BBC, según la académica, resultó clave, en primer lugar, la protección del juicio editorial independiente (que convirtió a la corporación pública en un fenómeno mundial durante la Segunda Guerra Mundial); segundo, imparcialidad para que todos puedan ser ciudadanos informados; tercero, atrevimiento imaginativo (el mismo que ha permitido series y programas de éxito como Fawlty Towers, Fleabag o The Thick of it); y cuarto, la precisión, amplitud de información y tono que hicieron del World Service la estación del sonido de la libertad para los ciudadanos cuando el mundo estaba cerrado, no era libre, detrás de los muros de la Guerra Fría.

"Como estamos ahora en medio de la tercera gran guerra, una de desinformación y ciberataque, necesitamos una BBC adecuada para su propósito tanto como la necesitamos durante el Blitz [el término con el que se conoce a los bombardeos en el Reino Unido por parte de la Alemania nazi]", recalca Seaton.

Foto:  El sol sale detrás de la estatua del ex primer ministro británico Winston Churchill junto a las Casas del Parlamento. EFE/Neil Hall

Competidores directos

Pero el "revoltijo" y "caos" de los primos estadounidenses es lo que triunfa ahora y la BBC debe competir con gigantes como Netflix, Disney + o Paramount+. Tony Hall, director general desde 2013 a 2020, modernizó sustancialmente la corporación. Aparte de desarrollar BBC iPlayer (el servicio online), creó nuevos proyectos, como BBC Sounds (servicio de descargas de audios de programas y podcasts) y Britbox (servicio de transmisión de video por suscripción en colaboración con ITV). Asimismo, inauguró BBC Studios, la nueva rama comercial que absorbió a BBC Worldwide para integrar producción, ventas y distribución de programas en una sola entidad. El actual director general es Tim Davie, antes al frente de BBC Studios, que apuesta ahora por la digitalización.

Rob Wilson, exdiputado conservador y Secretario de Estado de Cultura entre 2014 y 2017, reconoce los avances de los últimos años. No obstante considera que la "BBC es un producto del siglo XX que intenta sobrevivir en el acelerado mundo digital del siglo XXI". "Su modelo operativo está desactualizado y es inadecuado", mantiene. "Sin nuevas apuestas comerciales radicales, algo que es extremadamente complejo mientras siga cobrando la tarifa de licencia impuesta a cada hogar, la BBC ha perdido la batalla económica con su competencia incluso antes de que haya comenzado", añade.

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Por su parte, John Mair —antiguo productor de BBC, ITV y Channel 4 y autor de Is the BBC in peril? Does it deserve to be? (¿Está la BBC en peligro? ¿Merece estarlo?)— asegura que "uno de los principales problemas es que, en los últimos veinte años, la BBC ha acaparado demasiados servicios y demasiado personal". En la actualidad cuenta, entre otros, con 10 canales de televisión, 10 estaciones nacionales de radio (más seis locales) y página web. En el resto del mundo, la mayoría de las emisoras nacionales ya han asumido que no pueden llegar a todo, como es el caso de ARD en Alemania o NHK en Japón, que cuentan con un número mucho más reducido de canales de televisión y emisoras de radio.

Durante la pandemia, en cualquier caso, quedó claro su servicio público. Durante el confinamiento, fue la BBC la que emitió los servicios religiosos, programas de educación infantil e incluso espacios con tablas de ejercicios. Asimismo, fue la cadena pública la que en cada momento insistió durante su programación en los mensajes del Gobierno, solicitando a los ciudadanos cumplir con las medidas de restricción social. La audiencia aumentó en un tercio y los informativos de las 18.00 horas llegaron a ser vistos por más de 20 millones de personas por semana, casi un tercio de la población. Ocho de cada diez personas siguieron la información a través de la cobertura de la corporación pública.

Foto: El primer ministro, Rishi Sunak, en el Parlamento británico. (Jessica Taylor)

Un referente cultural

Por su parte, Gillian Reynolds, reputada crítica de radio de varios medios, entre ellos, The Sunday Times, defiende que la corporación pública también juega un papel determinante en el mantenimiento de la vida cultural del Reino Unido, en particular la música. En este sentido pone de ejemplo The Proms, la temporada de conciertos de música clásica que cada verano la BBC organiza en todo el país, descrita por personalidades de la industria como el director checo Jiří Bělohlávek como "el festival musical más grande y democrático del mundo".

"Incluso cuando se vende el 90% de las entradas, el balance muestra pérdidas que se cubren con la tarifa de licencia que cada hogar debe pagar para financiar a la corporación pública. Es una deuda que vale la pena pagar si se garantiza la supervivencia de la música en escuelas y salas de conciertos en todo el país", sostiene el director. Esta es una reflexión compartida por otros expertos que defienden que, por este tipo de cuestiones, a la BBC no se la puede comparar únicamente con sus competidores por los mismos parámetros de audiencias o cuantía de suscripciones.

La imparcialidad, puesta en duda

No obstante, durante los últimos años, la BBC no ha estado exenta de polémica respecto a su imparcialidad, especialmente durante la cobertura del Brexit, el episodio que más ha dividido a la sociedad británica en la historia reciente.

Foto: Activistas pro-UE marchan para exigir al Gobierno del Reino Unido que revierta el Brexit. Tolga Akmen / EFE

El periodista Gavin Esler, durante décadas una de las caras más reconocibles de la cadena, explica que en los medios de comunicación de Reino Unido, por su sistema político "basado en el bipartidismo", el equilibrio siempre se entendió de la siguiente manera: si se entrevistaba a un tory se tenía que entrevistar a un laborista. Y viceversa. "Pero el Brexit nunca fue un debate sólo entre la izquierda y derecha", señala.

"Yo tuve que estar al frente de muchos debates donde se daba la misma categoría a un experto que a gente que tenía un discurso fluido, pero en realidad no tenía absolutamente ni idea de lo que estaba hablando. Eso no es equilibrio. Eso no es balance. Los medios cometimos muchos errores y debemos aprender de ellos", recalca. Con todo, la BBC sigue siendo a día de hoy, con mucha diferencia, la fuente de noticias más utilizada en el Reino Unido y la que genera más confianza, según el último informe del Instituto de Reuters para el Estudio del Periodismo, de la Universidad de Oxford.

En geopolítica es clave el llamado "poder blando" (del inglés soft power). Se trata de la habilidad de un Estado para persuadir a otros países evitando el uso de la fuerza o coerción, valiéndose de medios más sutiles, como su cultura, modelo social o valores políticos. Los dos pilares con los que el Reino Unido ha cimentado su influencia global en el último siglo han sido Isabel II y la BBC. Pero este 2022, la era isabelina ha llegado a su fin y la British Broadcasting Corporation ha recibido una fuerte cornada por parte del Gobierno conservador que pone en duda su supervivencia. Todo en el contexto de una nueva Global Britain que busca posicionarse en el tablero mundial en la era post Brexit.

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