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Ucrania ya siente el aliento de Putin en la nuca: "Se ríen del peligro como forma de protección"
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¿Hasta dónde llegarán las tropas de Moscú?

Ucrania ya siente el aliento de Putin en la nuca: "Se ríen del peligro como forma de protección"

La acumulación de tropas rusas en la frontera se ha vivido con escepticismo en Ucrania, especialmente en Kiev. Hasta ahora, cuando empiezan a temer los próximos movimientos de Putin

Foto: Manifestación en Kiev. (EFE/Zurab Kurtsikidze)
Manifestación en Kiev. (EFE/Zurab Kurtsikidze)
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Ucrania comienza a despertar del estado de negación de la guerra en que ha vivido desde que, en noviembre, Moscú comenzó a acumular tropas rusas en su frontera. En Kiev, los ciudadanos están cada vez más preocupados por los últimos movimientos del presidente Vladímir Putin, quien el lunes ordenó el envío de tropas a la zona del Donbás tras reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk —controladas por milicianos prorrusos—. Sin embargo, en los restaurantes, cafés y tiendas de Khreschatyk Street, la principal arteria comercial de la ciudad, el ritmo sigue siendo vibrante desde la mañana hasta bien entrada la noche a pesar de que la amenaza militar es más palpable.

Para muchos jóvenes urbanitas, como Andreii Ukhno, quien trabaja en un concurrido bar de la zona, el conflicto separatista en el este del país —que en ocho años ha dejado más de 14.000 muertos, entre ellos 3.000 civiles, según datos de la ONU— ha sido una inquietud constante. Como un telón de fondo en su vida que causa “sufrimiento” pero al que dice estar acostumbrado. No obstante, la decisión de Putin de patear el tablero geopolítico al reconocer la soberanía de Donetsk y Lugansk —echando por tierra los acuerdos de Minsk— ha multiplicado las posibilidades de que la guerra derive en un conflicto a gran escala, con Kiev como principal botín.

“Escuché el discurso de Putin y creo que está totalmente loco. Estoy más preocupado que antes, sí. Pero también confío en que habrá gente sensata en Rusia, especialmente los jóvenes que viajaron al exterior y que no pueden compartir su visión del mundo”, asegura Andreii, de 29 años, quien todavía no ha tomado ninguna medida en caso de que la guerra llegue hasta la capital de Ucrania. “Si realmente ocurre, estoy seguro de que resistiremos. Nadie va a aceptar vivir bajo el yugo de Putin”, subraya el joven, sin minimizar la amenaza, pero con la tranquilidad de quien todavía observa los tanques y militares rusos a 800 kilómetros de distancia.

Su jefa, Yuliia, tampoco entra en pánico, pero es precavida. Como muchos otros ucranianos, la mujer de 35 años ha chequeado dónde se encuentra el búnker en el que podría refugiarse en caso de bombardeos. A ella le inquieta especialmente que sus padres no cuentan con un refugio cerca de su casa. “Por ahora ellos están tranquilos, no quieren modificar nada de sus vidas ni venir a mi casa [su edificio tiene un búnker], pero yo no duermo muy bien sabiendo que puede pasarles algo”, se sincera.

Foto: Banderas de Ucrania y Rusia. (EFE/Julian Stratenschulte)

Su sentimiento está en línea con el del Gobierno ucraniano, que desde el primer momento ha tratado de relativizar la amenaza para evitar un desplome de las inversiones y la economía del país. "No creemos que habrá una guerra a gran escala contra Ucrania ni que Rusia escalará más la situación", dijo el presidente Volodymyr Zelensk en una conferencia de prensa el martes, en la que reiteró que Kiev sigue abierto a negociar una salida diplomática de la crisis. "Si la hay [una escalada militar], entonces pondremos Ucrania en pie de guerra. No tenemos miedo de nada ni de nadie", agregó en tono desafiante.

De hecho, muchos ucranianos llevan meses preparándose para una eventual ofensiva rusa. Miles de civiles se sumaron a las unidades de defensa territorial para recibir entrenamiento militar, han comprado armas o recibido una licencia para hacerlo. “A los últimos entrenamientos vinieron entre 200 y 300 personas. El número crece constantemente”, cuenta Serhiy Ogoridynyk, uno de los instructores de las prácticas que se llevan a cabo cada sábado en un bosque a las afueras de la capital.

Es cuestión de tiempo

Elena Stupak es psicóloga y presta asistencia en un centro que trata con situaciones de crisis. Desde la revolución del Maidán, las protestas proeuropeas que dejaron más de un centenar de víctimas de la represión gubernamental, ha estado involucrada en muchos proyectos de este tipo. Aquella revuelta, que provocó la caída del presidente prorruso Viktor Yanukovich, fue el germen de la actual crisis. Rusia se anexionó Crimea y luego apoyó a los insurgentes separatistas de Donetsk y Lugansk.

"Llegará el momento en que esto estallará, somos 250.000 veteranos listos para luchar y todos tenemos armas"

Desde entonces, la sociedad ucraniana vive bajo un estrés constante y la amenaza de una guerra a mayor escala con Rusia. Pero no todos los ucranianos reaccionan de la misma forma. “Hay tantas reacciones como personas. Pero, para simplificar, hay al menos tres grupos. Uno es el que ha vivido y sufrido la guerra de modo más directo durante los últimos ocho años y ha desarrollado una cierta resiliencia. Esas son las personas que en estos años han estado apoyando al Ejército ucraniano de diferentes maneras, a los heridos y a las familias de los fallecidos en el conflicto. Entre ellos, hay muchos que han peleado en la guerra y conocen las intenciones del enemigo. Están listos para luchar otra vez”, explica Elena.

Ese es el caso de Leonid Ostaltsev, un cocinero de profesión y veterano de la guerra del Donbás que al regresar del frente creó la cadena de pizzerías Veterano Pizza, con la que emplea a sus excompañeros de armas. “¿La guerra está más cerca? Claro, sí. Es cuestión de tiempo. Putin es un dictador, no vive en nuestra realidad. Lleva 20 años en el poder, debería ir a un psiquiátrico. La Federación Rusa es un Estado agresivo, pero los vamos a sacar a patadas, estamos preparados para ello”, remarca el cocinero, quien el mes pasado lanzó a través de Facebook una peculiar promoción: “Compra un arma y recibe una pizza gratis”. “Llegará el momento en que esto estallará y somos 250.000 personas, los veteranos, que estamos listos para luchar y todos tenemos armas”, insiste Leonid, quien entrena tiro cada semana.

Foto: Prorrusos del este de Ucrania celebran la decisión del presidente Vladimir Putin. (Reuters/Ermochenko)

La psicóloga señala que hay un segundo grupo de personas, el más numeroso, que por diversas razones han tenido —o tienen— la ilusión de una vida tranquila. "Para ellos, pensar menos en este tema es una manera de protegerse del estrés. Pero, debido a la amenaza actual, estas personas tienen que hacer una elección", advierte Stupak.

Tetiana Fedchenko, una joven traductora de español de 26 años, ha intentado mantenerse siempre al margen de las noticias de la guerra que aparecen en televisión y asegura que no tiene amigos ni conocidos involucrados en grupos paramilitares o que se hayan sumado a las unidades de defensa territorial. Ella ve el conflicto desde lejos. Sin embargo, en los últimos días reconoce que se siente más inquieta por la situación. Un dilema para ella es qué podría pasar con sus abuelos si estallara una guerra, ya que su plan es desde hace tiempo emigrar a México.

“En mi casa todavía no hablamos mucho de lo que vamos a hacer”, sostiene. Hace unas semanas, en medio de la escalada de tensión, viajó por ocio al sur de España, pero regresó. “Nunca pensé en quedarme”, remarca.

Despertar a la amenaza

Podshoffe, que significa 'ligeramente borracho' en ucraniano, es el nombre de un conocido bar de Kiev, uno de los muchos que durante la Guerra Fría funcionaron como búnkeres. En la puerta del local, un cartel de chapa rudimentario colocado por el ayuntamiento avisa de que puede ser utilizado como refugio en caso de que Rusia bombardee la capital. Alexander Dmytrochenko, el gerente del restaurante, se ríe cuando se le pregunta si va a dejar que la gente se resguarde en su local de las bombas. “Yo no tengo la llave de ningún búnker. Quizá sea este el lugar, no lo sé. En todo caso, puede venir el que quiera que aquí lo recibiremos con buena comida y bebida”, bromea.

"Muchos no se han dado cuenta todavía de la magnitud de la amenaza porque los últimos ocho años la guerra no les preocupó prácticamente nada. Por eso algunos se ríen del peligro y esto también es una forma de protección", apunta Elena.

Foto: Soldados ucranianos, durante unos recientes ejercicios militares en Prípiat, cerca de Chernóbil. (Reuters/Gleb Garanich)
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Por último, señala la psicóloga, un tercer grupo experimenta un fenómeno que ya sucedió durante el conflicto de 2014. “En los momentos más terribles, se estaba mucho más tranquilo en el Maidán que fuera de él. Porque tienes el control de tus acciones, sabes lo que haces y sabes el porqué. Y cuando veías los combates en la televisión, daba mucho miedo. Una ventana al huracán de la zona cero donde las olas están en calma”, explica.

Desde Lviv, cuna del nacionalismo ucraniano en el occidente del país, Oskana Kozhushko experimenta una gran ansiedad a pesar de que sabe que allí, a pocos kilómetros de la frontera con Polonia, está más segura que en otras partes del país. “Aquí en el oeste siempre sentimos menos presión de la posibilidad de un ataque, pero ahora mismo es muy aterrador lo que está sucediendo”, sostiene.

“No podemos planear nuestro futuro, están asfixiando nuestra economía”, remarca esta joven de 35 años que trabaja para una marca de whisky. “Estoy 100% más preocupada hoy que ayer. Aunque no hemos entrado en pánico. Mi pareja y yo estamos preparándonos con calma para dejar Ucrania”, revela Oskana, quien observa con dolor cómo su país se puede convertir próximamente en una tierra arrasada y sin futuro.

Ucrania comienza a despertar del estado de negación de la guerra en que ha vivido desde que, en noviembre, Moscú comenzó a acumular tropas rusas en su frontera. En Kiev, los ciudadanos están cada vez más preocupados por los últimos movimientos del presidente Vladímir Putin, quien el lunes ordenó el envío de tropas a la zona del Donbás tras reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk —controladas por milicianos prorrusos—. Sin embargo, en los restaurantes, cafés y tiendas de Khreschatyk Street, la principal arteria comercial de la ciudad, el ritmo sigue siendo vibrante desde la mañana hasta bien entrada la noche a pesar de que la amenaza militar es más palpable.

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