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La jugada final de Xi Jinping: una China preparada para el choque con EEUU
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La jugada final de Xi Jinping: una China preparada para el choque con EEUU

Ha implementado una serie de campañas militares, económicas y políticas para preparar al país ante la posibilidad de un enfrentamiento

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Desde su llegada al poder hace una década, Xi Jinping ha puesto en marcha una serie de campañas para garantizar que China salga victoriosa de, o al menos pueda hacer frente a, un enfrentamiento con Occidente. Ha reforzado el ejército chino, ha reorganizado la economía y ha rehecho la sociedad en torno a un Partido Comunista más comprometido ideológicamente.

Xi ha dejado claro que su objetivo principal es devolver a China a lo que él cree que es su lugar legítimo como actor global e igual de EEUU. Como consecuencia, ha llegado a ver la posibilidad de un enfrentamiento con Occidente como algo cada vez más probable, según personas familiarizadas con su pensamiento. Ahora está a punto de comenzar un tercer mandato de cinco años en el poder en la conferencia del Partido Comunista que comienza el domingo, en una ruptura con la costumbre reciente de retirarse tras de dos mandatos. Es probable que su visión, que es a la vez asertiva y defensiva, guíe a China durante los próximos años.

Foto: Foto: Getty Images/Kevin Frayer.

Su enfoque podría resumirse en un aforismo favorito de Mao Zedong que Xi ha invocado, advirtiendo contra la falta de vigilancia, según personas familiarizadas con el asunto: "No luches en guerras inseguras, ni en batallas sin preparar".

Desde el punto de vista político, Xi ha instalado a lugartenientes de confianza en todos los niveles del Partido Comunista y ha reprimido a la oposición en lugares como Hong Kong y Xinjiang, para ayudar a apuntalar su autoridad y eliminar las influencias extranjeras.

Desde el punto de vista militar, ha reorganizado el Ejército Popular de Liberación, ha duplicado su presupuesto y ha comenzado a trabajar para mejorar el arsenal nuclear de China. También ha lanzado una campaña en toda la sociedad para promover la resistencia, castigar actos de menosprecio al ejército y evitar que los jóvenes pierdan el tiempo jugando a los videojuegos. Todo ello con el fin de garantizar que China esté preparada para entrar en combate, si es necesario, por primera vez desde 1979, especialmente si las elecciones en Estados Unidos y Taiwán en 2024 dan como resultado líderes dispuestos a aceptar la independencia de la isla, la más roja de las líneas rojas que ha marcado Xi Jinping.

Foto: Un colegio en Austin, Texas (EEUU). (EFE/Alex Segura)

Desde el punto de vista económico, Xi ha redirigido miles de millones de dólares al desarrollo de tecnologías propias, incluidos semiconductores avanzados que durante mucho tiempo compró en el extranjero. Ha puesto freno al sector privado y ha reconstituido los gigantes estatales para que compitan en la escena mundial.

Estas medidas podrían ayudar a China a resistir las presiones de Washington para que restrinja el comercio o, en general, frenar el ascenso de la nación. La semana pasada, el Departamento de Comercio de EEUU aumentó la presión con nuevas restricciones a la exportación de semiconductores avanzados y equipos de fabricación de chips, en un intento de evitar que sirvan para continuar el desarrollo del poder militar de China.

Muchas de las medidas adoptadas por Xi han fomentado el orgullo nacional y han fortalecido a China. Regularmente hace hincapié en señales del ascenso de China y el declive de Occidente. Pero sus medidas también han alienado a posibles amigos, han unificado a sus rivales y han perjudicado a muchas de las partes más fuertes de su economía, especialmente a través de los duros cierres por el covid.

Los próximos cinco años de Xi serán "uno de los períodos más inciertos que hemos tenido en la memoria reciente"

La asertividad de Xi y los intentos del entonces presidente de EEUU, Donald Trump, y el actual presidente Biden de adoptar una postura más contundente respecto a China han contribuido al deterioro de las relaciones entre ambos países. Las empresas estadounidenses se están replanteando sus planes de inversión en China, que en su día fue un mercado de crecimiento prometedor. Las reuniones diplomáticas han degenerado en sesiones de hostigamiento. Ambas partes han impuesto sanciones a la otra, mientras que las empresas chinas han dejado de cotizar en las bolsas estadounidenses.

Los próximos cinco años de Xi serán "uno de los períodos más inciertos que hemos tenido en la memoria reciente", opina Damien Ma, director ejecutivo y cofundador del 'think tank' MacroPolo del Instituto Paulson de Chicago, quien considera que Xi está obsesionado con la disuasión militar en las regiones cercanas al país y la paridad económica con Estados Unidos, entre otros objetivos. "Va a requerir una gestión astuta y cuidadosa en ambas capitales".

Pekín ha dicho que se limita a responder a las provocaciones de Estados Unidos y que el ascenso de China es pacífico. Los portavoces de la oficina de información del gabinete chino, el Consejo de Estado, así como su Ministerio de Asuntos Exteriores, no respondieron a las solicitudes de comentarios.

Foto: Putin junto a Xi. (Reuters/Sputnik/Sergey Bobylev/Pool)

Xi no ha ocultado sus planes de convertir a China en una de las superpotencias mundiales.

Tras tomar posesión de su cargo en 2012, comenzó a implementar una visión expansiva, conocida como "el sueño chino", que exigía medidas ambiciosas para fortalecer el ejército y la economía del país.

Se basaba en el deseo de abordar los agravios que China ha albergado desde el colapso de la dinastía Qing y el reparto del territorio chino a las potencias occidentales en el siglo XIX y principios del XX. Xi lo llamó el "gran rejuvenecimiento de la nación china".

En un principio, había buscado una forma de acomodar mejor a Estados Unidos y despejar el camino para el continuado ascenso de China. Durante un viaje a Estados Unidos en febrero de 2012, justo antes de asegurar su posición en la cúpula del Partido Comunista, Xi se reunió con Henry Kissinger y otras personalidades políticas estadounidenses y pidió consejo para estrechar lazos, según una persona con conocimiento de la reunión. Le recomendaron que aumentase la comunicación con Washington, con más llamadas y visitas oficiales que sus predecesores. Los portavoces de Kissinger no respondieron a las solicitudes de comentarios.

Foto: El presidente Vladímir Putin, durante el encuentro en Samarcanda. (EFE/Sergei Bobylev)
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Una vez en el cargo, Xi sintió que la administración de Obama no trataba a Pekín de igual a igual, según cuentan personas familiarizadas con el asunto. Explican que Xi habló con frecuencia de forjar un "nuevo tipo de relaciones entre superpotencias" con Estados Unidos, pero Washington se resistió a la formulación, que interpretó como un intento de que Estados Unidos reconociera a China como un igual y temiendo que eso enviara una señal equivocada a los aliados estadounidenses.

Xi siguió adelante con sus grandes planes en su país.

Necesitaba asegurarse de que controlaba firmemente el Partido Comunista, que se había visto desgarrado por las luchas internas de la élite, la corrupción y el faccionalismo durante el mandato de su predecesor. Desde el principio se ganó la reputación de ser un líder dispuesto a enfrentarse a la corrupción generalizada y a acabar con sus rivales en investigaciones de alto nivel, sustituyéndolos por personas leales.

Xi controla ahora los mecanismos del poder en todo el país, habiendo nombrado a todos los 281 miembros de los Comités Permanentes del Partido Comunista a nivel provincial hasta junio, según Wu Guoguang, investigador de la Universidad de Stanford.

Foto: Vladímir Putin y Xi Jinping reunidos en Pekín. (Reuters)

Xi tomó medidas para asegurar la periferia del país, aumentando la protección de la China continental frente a las presiones externas, a menudo de forma que desafiaba directamente los valores occidentales. Supervisó el despliegue de sistemas de vigilancia de última generación que cubrían el país con cámaras de escaneo facial y recogían grandes cantidades de datos sobre el comportamiento.

Desafió las advertencias de Washington respecto a la militarización de islas disputadas en el mar de China meridional, y atrajo más ira por una campaña de encarcelamiento masivo de miembros de la minoría étnica uigur en la inquieta región noroccidental de Xinjiang, según afirman funcionarios estadounidenses y de las Naciones Unidas.

A continuación, ordenó una campaña de represión en Hong Kong, el puente más visible entre China y el mundo occidental, que sofocó protestas antigubernamentales y, junto con los estrictos controles de covid, hizo huir a muchos miembros del sector financiero de la ciudad. Agudizó su retórica sobre Taiwán, sugiriendo que quería acelerar los esfuerzos para tomar el control de la isla, por la fuerza si fuera necesario.

Foto: WSJ.
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Amplió los ejercicios de combate y, el año pasado, aumentó el gasto militar hasta los 200.000 millones de dólares, más del doble de lo que gastaba el gigante asiático hace una década. Gran parte de los esfuerzos de China se han destinado a herramientas como los misiles hipersónicos, las armas nucleares y los portaaviones que aumentan las capacidades de China en un posible conflicto con potencias como Estados Unidos, más que con vecinos más pequeños.

Para fomentar el espíritu marcial, Xi ha lanzado una amplia campaña para generar fervor nacionalista.

Los ídolos adolescentes, antes alabados por sus rasgos inocentes, están siendo presentados como jóvenes soldados revolucionarios en películas militares. En las populares aplicaciones de vídeos cortos de China, los clips del antes y el después promocionados por los militares muestran a jóvenes chinos antaño escuálidos haciendo flexiones, con los bíceps abultados.

Para lograr el rejuvenecimiento de China, "debemos demostrar una mayor vigilancia y estar siempre preparados para el afirmó potencial, incluso en tiempos de calma", dijo Xi en un discurso el año pasado.

A los ciudadanos chinos se les advierte regularmente sobre los espías y se les dice que no sean culpables de "adorar a Estados Unidos"

Estos esfuerzos se centraron aún más en Estados Unidos después de un discurso de mayo de 2020 en el que Matt Pottinger, el entonces alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, pidió al pueblo chino que se enfrentara a Xi por frustrar la democracia. Xi vio el discurso —pronunciado en chino— como un desafío a su gobierno, porque estaba dirigido al pueblo chino de a pie y no a sus líderes, según personas familiarizadas con el asunto.

"El Partido Comunista siempre ha temido tres cosas: hablar con franqueza sobre la historia de China, la idea de que los ciudadanos chinos disfruten de los derechos políticos básicos y los intentos de los funcionarios estadounidenses de relacionarse directamente con los ciudadanos chinos. Mi discurso tocó los tres temas, lo que explica el pánico que todavía siente Pekín por lo que fueron unas palabras bastante modestas", opina Pottinger, que ahora es presidente del programa de China en la Fundación para la Defensa de las Democracias, una organización sin ánimo de lucro.

A los ciudadanos chinos se les advierte ahora regularmente sobre los espías y se les dice que no sean culpables de "adorar a Estados Unidos" o de "arrodillarse ante Estados Unidos". Estos llamamientos se han ampliado en los últimos meses para dirigirse a quienes adoptan un nombre de pila inglés y cuestionan la invasión rusa de Ucrania.

Como parte de sus esfuerzos de remodelación económica, Xi ha ordenado a las empresas chinas que inviertan más en industrias estratégicas. Ha reprimido a las empresas tecnológicas privadas dedicadas a la enseñanza, las redes sociales y otros servicios al consumidor por no servir adecuadamente a los intereses del Estado o no proteger suficientemente los datos sensibles de los usuarios, que Pekín teme que puedan ser compartidos con los reguladores estadounidenses.

Foto: Un trabajador inspecciona una serie de paneles solares en Dunhuang (China). (Reuters/Carlos Barría)

China está tratando de desarrollar su propia red de pagos y ha puesto en marcha una moneda digital respaldada por el gobierno, herramientas que podrían ayudarles a evitar el uso del dólar estadounidense y eludir el sistema financiero mundial liderado por Estados Unidos.

Las autoridades de Pekín afirman que no tienen otra opción que buscar una mayor autosuficiencia e involucrar más al Estado en la economía tras los aranceles impuestos durante la era de Trump y el asalto del gobierno de Estados Unidos al fabricante de equipos de red Huawei Technologies Ltd., acontecimientos que son indicativos del aumento de la sospecha de Estados Unidos hacia China.

Dentro del país, los esfuerzos de Xi para reforzar el control político han hecho que aumente la ansiedad entre los miembros de los niveles inferiores del gobierno, muchos de los cuales ahora pasan gran parte de su tiempo tratando de demostrar su lealtad, una preocupación que Xi ha señalado en repetidas ocasiones. Este comportamiento ralentizó la respuesta de la ciudad de Wuhan al brote inicial de covid, según informó anteriormente 'The Wall Street Journal'.

La agencia de derechos humanos de la ONU afirmó en un informe de agosto que el gobierno chino podría haber cometido crímenes contra la humanidad en Xinjiang, acusaciones que China niega.

Estados Unidos ha organizado una alianza informal con los vecinos de China; India, Australia y Japón, conocida como el Quad, y un acuerdo militar con el Reino Unido y Australia conocido como Aukus, que Pekín ha denunciado.

Foto: Joe Biden. (EFE/Chris Kleponis) Opinión

La agrupación liderada por Pekín, conocida informalmente como China 17+1, con los países de Europa Central y Oriental, iniciada por China al principio del mandato de Xi, se ha reducido a 14+1 en el último año, ya que la región, antes deseosa de estrechar lazos con Pekín, se ha vuelto más cautelosa ante la asertividad china.

La estricta política de Xi para contener el covid, con la imposición de confinamientos cuando se encuentran incluso un puñado de casos, es en sí misma un reflejo de su obsesión por la competición entre Estados Unidos y China. Ha enmarcado sistemáticamente el enfoque de tolerancia cero de China, que ha resultado en un número de muertes muy inferior a las cifras del mundo occidental pero también ha perjudicado a su economía, como prueba de la superioridad del gobierno del Partido Comunista.

En el ámbito económico, muchas de las medidas adoptadas por Xi para lograr una mayor autosuficiencia, incluida la de los semiconductores, han fracasado. El enfoque de mano dura del presidente hacia la gestión de la economía, incluidas las medidas enérgicas contra empresas como el gigante de Internet Alibaba Group Holding Ltd., ha dado a Pekín un mayor control sobre la economía y se ha ganado algunos aplausos de la gente que temía que se había vuelto demasiado poderosa, pero también apagó gran parte del espíritu empresarial que impulsó el crecimiento de China y cerró una fuente de puestos de trabajo. El desempleo juvenil urbano está cerca de su máximo histórico, con casi una de cada cinco personas de entre 16 y 24 años en paro.

Foto: El presidente chino, Xi Jinping. (Reuters/Selim Chtayti)

Si bien los expertos habían previsto durante mucho tiempo que la economía china se ralentizaría a medida que madura, la falta de voluntad de ceder que ha mostrado Xi Jinping este año ha acelerado ese cambio de una manera que muchos economistas creen que podría dejar cicatrices permanentes.

Las perspectivas a más largo plazo para la economía china podrían ser aún más graves, ya que muchos demógrafos esperan que la población de China se reduzca este año por primera vez en varias generaciones.

El Banco Mundial prevé que el crecimiento de este año alcance sólo el 2,8%, y el 4,5% en 2023. El objetivo oficial del gobierno para este año es del 5,5%.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

Desde su llegada al poder hace una década, Xi Jinping ha puesto en marcha una serie de campañas para garantizar que China salga victoriosa de, o al menos pueda hacer frente a, un enfrentamiento con Occidente. Ha reforzado el ejército chino, ha reorganizado la economía y ha rehecho la sociedad en torno a un Partido Comunista más comprometido ideológicamente.

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