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Kissinger ha vuelto para explicarnos cómo funciona el mundo
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Kissinger ha vuelto para explicarnos cómo funciona el mundo

Fue secretario de Estado con Nixon y Ford, recibió un polémico Nobel de la Paz y marco la historia política de EE.UU en el siglo XX. Pero a sus 91 años aún no ha dicho su última palabra

Foto: Henry Kissinger en su 90 cumpleaños
Henry Kissinger en su 90 cumpleaños

"¿Qué es lo que más me enorgullece de mi mandato? Que derrotamos por completo a nuestros enemigos y luego los trajimos de vuelta a la comunidad de las naciones". Así respondía Harry S. Truman en Kansas en 1961 a un joven que iniciaba entonces su carrera académica. Ese joven -destinado a marcar la historia política de Estados Unidos- era Henry Kissinger y hoy, a sus 91 años, abre su último libro con la respuesta que el expresidente Truman le dio aquel día como ejemplo: un orden mundial basado en la cooperación, la democracia, el liberalismo económico, el respeto a los derechos humanos y el rechazo a toda forma de conquista.

En 'Orden mundial' (Debate, 2016), el que fuera secretario de Estado de los republicanos Nixon y Ford y asesor de otros presidentes de EE.UU realiza un análisis histórico del sistema internacional desde la Paz de Westfalia hasta la actualidad. Su objetivo es advertir acerca de los grandes cuestionamientos y desafíos que enfrenta hoy una paz perpetua. Hacen falta reglas y no están claras, metas y métodos que consensuar, límites que establecer. Urge incorporar a la lucha por el sueño de un planeta unido las ambivalencias del dominio actual norteamericano, los retos del islamismo radical, las contradicciones de las nuevas superpotencias asiáticas y las posibilidades de las nuevas tecnologías digitales.

El riesgo, observa Kissinger, es alto: desintegración de los estados, propagación de armas de destrucción masiva, devastación del medioambiente, nuevos genocidios en marcha... "¿Acaso nos encontramos en un periodo en el que fuerzas que están más allá de las restricciones de cualquier orden determinarán nuestro futuro?"

Ángel o demonio

Kissinger jugó un papel esencial en la política internacional estadounidense entre 1969 y 1977. Ángel para unos por su promoción de la distensión con la Unión Soviética y China y por cerrar el sangriento capítulo de la guerra de Vietnam, fue para otros el demonio del imperialismo yanki que liquidó durante los 70 los gobiernos democráticos de Chile y Argentina y forjó la infausta Operación Cóndor contra el socialismo en América Latina. Aún hoy siguen en marcha iniciativas para que se le retire el polémico Nobel de la Paz que recibió en 1973.

Ángel para unos, demonio para otros, aún hoy siguen en marcha iniciativas para retirarle a Kissinger el polémico Nobel de la Paz que recibió en 1973

Kissinger no es un moralista. Un orden mundial más pacífico no sólo le parece mejor sino también más práctico. Su último libro lamenta que los "principios westfaltianos" están hoy en cuestión laminando así la convivencia entre todos los seres humanos, que nunca podrán tener orden sin libertad pero tampoco libertad sin orden.

Pero, ¿qué fue lo que nació Westfalia en 1648 y por qué debería interesarnos conocerlo para saber cómo funciona -y cómo debe funcionar- el mundo?

De Westfalia a la Bastilla

Reventada después de la Guerra de los Treinta Años, Europa estaba en 1648 al fin lista para la paz. En dos ciudades de Westfalia separadas por apenas 60 kilómetros -Münster y Osnabrük-, se reunieron los enviados de las potencias católicas y los de las luteranas y llegaron a tres acuerdos separados conocidos como Paz de Westfalia. El resultado fue el primer orden mundial verdaderamente pluralista conocido. Kissinger explica que "la genialidad" de aquel sistema y la razón por la que se extendió por todo el mundo era que otorgaba a todos y cada uno de los estados que lo aceptasen el reconocimiento para tomar sus propias decisiones soberanas. Adiós, Imperio. Hola, multiplicidad.

Los efectos benefactores de Westfalia se hicieron notar hasta bien entrado el XVIII. "Europa nunca estuvo más unida ni fue más espontánea que durante lo que dio en llamarse el Siglo de las Luces", recuerda Kissinger y apostilla con una elocuente afirmación del enciclopedista d'Alembert: "El verdadero sistema del mundo ha sido reconocido, desarrollado y perfeccionado". Pero la mejor formulación de un orden mundial pacífico la brindó el hombre del reloj de la pequeña y burguesa Königsberg. El filósofo Immanuel Kant abogó por un federación voluntaria de repúblicas comprometidas con la no hostilidad que lograra "la perfecta unión civil de la humanidad".

"Europa nunca estuvo más unida ni fue más espontánea que durante lo que dio en llamarse el Siglo de las Luces", recuerda Kissinger

En 1789 los parisinos toman la Bastilla. La Revolución Francesa borra del mapa el sistema westfaliano y, ya con Napoleón, la guerra y la revolución se apoderan de Europa durante décadas. Los nuevos sistemas de poder como el del Congreso de Viena en 1814 se muestran tremendamente frágiles, arrecian los nacionalismos, las ideologías totalitarias y nuevos actores piden paso. Un siglo, dos guerras mundiales, y una guerra fía después, la pregunta por el orden mundial se antoja de nuevo urgente ante las nuevas amenazas que acechan en el horizonte.

El mundo de hoy

El mundo de hoy es mayoritariamente democrático, eficientemente comunicado y global y cuenta con una comunidad científica, médica y filantrópica que bien podría considerarse "supranacional", según Kissinger, quien no deja de señalar la "significativa" contribución estadounidense -especialmente como "escudo protector"- a tal evolución. Pero el éxito, lamenta el veterano político, "volvió inevitable que la empresa fuera al final cuestionada, a veces en nombre del propio orden mundial". El último cuarto de siglo trufado de crisis políticas y económicas percibidas como "legadas por Occidente" han puesto en cuestión las bondades de la democracia y el capitalismo. Y no es un planeta multipolar el que coge el testigo sino uno de realidades contradictorias tentadas nuevamente por el enfrentamiento.

No es un planeta multipolar el que coge el testigo sino uno de realidades contradictorias tentadas nuevamente por el enfrentamiento

¿Es posible traducir hoy las divergentes culturas que pueblan el planeta a un sistema común basado en leyes neutrales que obliguen a todos? Concluye Kissinger: "Los delegados de Westfalia superaron sus dificultades porque compartían la devastadora experiencia de la guerra de los Treinta Años y estaban decididos a impedir que volviera a ocurrir. Nuestra época, que se enfrenta a perspectivas incluso más graves, necesita resolver sus necesidades antes de que sea tarde".

"¿Qué es lo que más me enorgullece de mi mandato? Que derrotamos por completo a nuestros enemigos y luego los trajimos de vuelta a la comunidad de las naciones". Así respondía Harry S. Truman en Kansas en 1961 a un joven que iniciaba entonces su carrera académica. Ese joven -destinado a marcar la historia política de Estados Unidos- era Henry Kissinger y hoy, a sus 91 años, abre su último libro con la respuesta que el expresidente Truman le dio aquel día como ejemplo: un orden mundial basado en la cooperación, la democracia, el liberalismo económico, el respeto a los derechos humanos y el rechazo a toda forma de conquista.

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