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La coronación de Xi: guía para el congreso comunista más importante de nuestras vidas
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La coronación de Xi: guía para el congreso comunista más importante de nuestras vidas

Puede que el 20º Congreso del Partido Comunista Chino le quede un poco lejos. Pero la hoja de ruta que salga de ese cónclave tendrá consecuencias de amplio alcance en las décadas por venir

Foto: Foto: Getty Images/Kevin Frayer.
Foto: Getty Images/Kevin Frayer.
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Puede que el 20º Congreso del Partido Comunista Chino, que comienza en Pekín este domingo, le quede un poco lejos. Incluso que no le suene de nada. Pese a ser la economía que alimenta al capitalismo global y la potencia clave en el diseño de la nueva arquitectura global, el interés de la opinión pública occidental —y buena parte de su clase política— a lo que acontece en el país asiático es muy limitado. Sin embargo, la hoja de ruta que salga de ese cónclave tendrá consecuencias de amplio alcance que remodelarán el gigante asiático y reverberarán en Occidente en los años por venir.

El principal titular ya lo tenemos por adelantado. El presidente Xi Jinping será confirmado para un tercer mandato consecutivo de cinco años, consolidando su lugar como el líder chino más poderoso desde Mao Zedong. Pero interpretar la letra pequeña no será fácil. El Congreso —que se celebra cada lustro y suele durar una semana— es a puerta cerrada y se filtra muy poca información sobre el proceso, toda celosamente controlada por la propaganda oficial. La pieza angular del evento es el discurso inaugural de Xi donde, rebozado en las crípticas sutilezas propias de la jerga del Partido, esboza las líneas maestras del presente y futuro de China. Y, por ende, del nuestro.

Foto: El culto a Xi Jinping devuelve a los tiempos de Mao. (EFE/EPA/Wu Hao) Opinión

Esta alocución está fundamentada en un informe de trabajo que repasa los resultados obtenidos desde el anterior Congreso y fija las estrategias a seguir, las consignas a aplicar y los líderes a los que obedecer. El documento se lleva elaborando durante casi un año tras un faraónico proceso que recoge centenares de ideas y opiniones de las bases del Partido, así como las sugerencias y preocupaciones de los cargos intermedios, líderes retirados y otros actores relevantes. Pero es el propio Xi, de 69 años, el que moldea la sustancia definitiva, impone su opinión en los asuntos críticos y decide los nombramientos de peso.

"Nuestro Partido debe estar unido para enfrentar grandes desafíos de forma efectiva, defendernos contra grandes riesgos, superar grandes barreras y resolver grandes contradicciones. Debemos insistir con grandes esfuerzos bajo nuevas circunstancias históricas", escribió el presidente Chino a principios de mes en el Qiushi, un diario del PCCh, reconociendo tácitamente que su esperado tercer mandato no arranca en las mejores circunstancias, pero firme en la idea de que están "más cerca que nunca" de lograr el ‘rejuvenecimiento nacional’ de la patria, el Partido y la economía.

Para guiarnos por los aspectos más relevantes de la conferencia y sus posibles repercusiones en la escena global, conversamos con Andrew Small, experto en China y sus relaciones con Occidente, investigador del 'German Marshal Fund' de Estados Unidos y autor de los libros 'El Eje China-Pakistán' y 'Sin Límites/La ruptura', que publicará próximamente.

Un líder para dominarlos a todos

El penúltimo viernes de septiembre, un solo tuit sembró una breve pero intensa confusión en ministerios y redacciones de medio mundo. Un video de apenas 55 segundos donde se ven algunos vehículos militares en la autopista sirvió de base para que se propagara un bulo —parece que intencionado— sobre el supuesto arresto del presidente en un golpe militar. Pese a que no había ni una sola evidencia, ni un solo dato y que ninguna fuente confiable le estaba dando credibilidad, #Xi y #ChinaCoup fueron rápidamente tendencia en redes sociales y el rumor acabó replicado por medios, políticos y periodistas de varias latitudes. La combinación de relevancia y opacidad hace que China que sea terreno fértil para este tipo de infundios.

La ratificación del tercer mandato del líder chino es la materialización efectiva del fin de la alternancia de poder en el país. Un movimiento telegrafiado hace ya cuatro años, cuando el mandatario eliminó el límite de dos mandatos con el que la cúpula china oxigenaba su liderazgo cada década desde Mao. Además, todo indica que será confirmado como secretario general del Partido y jefe de la Comisión Militar Central, lo que le da un poder omnímodo sobre los casi 100 millones de militantes del PCCh y sobre el vasto aparato militar chino, incluido su creciente arsenal nuclear.

Desde su asunción como líder del PCCh hace una década, Xi ha ido acaparando cada vez más poder y atribuciones, purgando sus filas con draconianas campañas anticorrupción y eliminando en paralelo los modestos espacios que había para la disidencia y la oposición. Su influencia en la mayor potencia demográfica del planeta es tal que la remota posibilidad de una salida, forzosa o voluntaria, haría que los engranajes de la Historia con mayúscula dieran un giro completamente inesperado. Por eso, ante un rumor como el del mes pasado, cabe preguntarse cómo de sólido es el liderazgo de Xi.

Foto: Vladímir Putin, junto a Xi Jinping. (Getty/Kenzaburo Fukuhara)

"Es obvio para cualquier observador que, aunque existe descontento con algunas de las políticas de Xi, llega a este congreso en un posición de fuerza, con capacidad de consolidar su poder, sus políticas y su ideología. La probabilidad de que pudiera ser derrocado súbitamente es ínfima", explica Andrew Small, citando las cuitas de parte de la ciudadanía con la política de Cero Covid, con algunos elementos de la gestión de la economía o, hasta cierto punto, con la trayectoria de las relaciones de China con la Rusia de Vladímir Putin.

Sin embargo, agrega el experto, en un sistema tan opaco y cerrado como el chino, no podemos saber a ciencia cierta hasta dónde llega el rencor por el monopolio de Xi. "La campaña anticorrupción ha sido muy amplia, afectando a todo tipo de instituciones, incluyendo los servicios de seguridad y los militares. Ha ido a por figuras en lo más alto del Partido, rompiendo algunas de las reglas no escritas que decían que si llegabas a cierto nivel en el sistema estarías protegido. Sin duda Xi ha hecho muchos enemigos y, en las circunstancias adecuadas, podría haber movimientos internos contra él", agrega.

Pero esas circunstancias están lejos de darse. Solo una crisis existencial para el PCCh o una catástrofe social podrían activar semejante movimiento tectónico en la política china. Y Xi acaba de superar ambas durante la pandemia prácticamente sin un rasguño. En gran parte porque el mandatario ha trabajado y reforzado sin descanso su ascendencia sobre la organización comunista. Lo que nos lleva al siguiente punto a seguir: los nombramientos.

Los hombres del presidente

En el evento se dan cita unos 2.300 delegados comunistas de todo el país que eligen, en una coreografía política estudiada al detalle, a los 200 miembros del Comité Central del Partido. El primer pleno de ese renovado Comité Central se celebrará al día siguiente de que concluya el Congreso y de él saldrán los 25 miembros del Politburó y los siete del todopoderoso Comité Permanente —el selecto grupo personas sobre las que recae todo el poder político y administrativo de la República—. Aquí, los analistas apuestan por una mayor presencia de aliados de Fujian y Zhejiang, donde Xi fue líder regional, con los que poder construir desde ya la ruta a un cuarto mandato.

"Estamos en el punto álgido de la capacidad del mandatario para imbricar a su gente en el sistema"

Además, puede que haya alguna pista sobre quién será designado sucesor del primer ministro Li Keqiang, quien se retira en marzo. El premier es el encargado de coordinar al gabinete, incluyendo los ministerios de Finanzas y de Comercio, así como de la supervisión de agencias oficiales con enorme peso económico y social. Entre los favoritos están Wang Yang, de 67 años, encargado del principal comité asesor del Partido, y Hu Chunhua, de 59, uno de los cuatro viceprimeros ministros. Ambos pasaron por la jefatura del Partido en la influyente provincia de Guangdong, en el sur del país. También está en las quinielas Chen Min’er, de 61 años, un protegido del presidente y líder de la extensa municipalidad de Chongqing, pero que nunca ha ostentado un cargo nacional. Otro que fue favorito en su momento es Li Qiang, jefe del Partido en Shanghái y cercano aliado de Xi, aunque sus opciones se han ido apagando por su controvertida gestión del covid.

"Estamos en el punto álgido de la capacidad del mandatario para imbricar a su gente en el sistema. Esto no fue así en el pasado Congreso, aunque ya entonces tenía un poder considerable. Ahora lo veremos poniendo los cimientos a largo plazo para que su círculo de confianza ejerza el poder en todas las áreas relevantes", detalla Small. "Será importante ver los individuos que asumen roles vinculados a las políticas económicas en China, donde hay una generación de técnicos económicos que está en su ocaso. Gente que entró al sistema con el exprimer ministro Zhu Rongji (1998-2003), muchos de ellos con experiencia internacional y entrenados en Occidente, muy familiarizados con el mundo global de las finanzas y los negocios", agrega.

Un recambio delicado ante la actual situación que enfrenta la segunda mayor economía del planeta.

Foto: Tedros Adhanom, director de la OMS, y Xi Jinping. (Reuters)

Si China estornuda…

La principal correa de transmisión entre Xi y nuestras vidas es la economía. Bajo su mando, China se ha consolidado como la fábrica del mundo, liderando la exportación de todo tipo de productos, desde maquinaria y robótica, a textiles, alimentos y todo tipo de materiales. Pekín ya es el principal social comercial del mundo y el prestamista de referencia en los países emergentes. Sus decisiones pueden impulsar o hundir sectores, industrias y empresas en cualquier parte del globo, y casi todas las grandes multinacionales están frontalmente expuestas a los vaivenes chinos. Los siguientes movimientos que haga el mandatario serán clave para las finanzas internacionales en un momento en el que la tensión ideológica está comenzando a opacar a los incentivos económicos. El contexto es complejo.

La economía china está sufriendo este 2022 mucho más de lo esperado. Por primera vez en dos décadas, el país podría crecer por debajo del resto de Asia. En el segundo trimestre, el PIB apenas se expandió un 0,4% interanual, mientras que el Banco Mundial rebajó su proyección de crecimiento al 2,8% para finales de año, lejos del objetivo del 5,5% que se fijó el Gobierno chino y el segundo peor dato en décadas (después del 2% registrado en 2020 por la pandemia). El mercado inmobiliario, que supuso un cuarto de la economía en los últimos diez años, está cayendo en picado. Mientras la inversión extranjera está estancada y la política Cero Covid, con sus masivas cuarentenas y cierres de ciudades, está hundiendo el consumo doméstico y arruinando a los pequeños negocios. La bolsa de Shanghái ha caído un 17% en lo que va de año.

Foto: Enrique Villarino.
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Así que los analistas buscan varias pistas clave en el discurso de Xi sobre cómo pretende revertir la situación. Un podría ser el impulso del proyecto "prosperidad común", una vieja iniciativa que el presidente ha rescatado este año con mucha intensidad pero que todavía nadie sabe qué implica sobre el terreno. La promesa del presidente es poner límites al capital privado y aliviar los vastos desequilibrios financieros en una sociedad tremendamente desigual. Ya este año el Gobierno se encargó de neutralizar y desmanteral a algunas grandes corporaciones tecnológicas y reconocidos emprendedores a través de agentes reguladores y fiscales.

El otro gran eje económico que impulsa Xi es lo que llama "circulación dual", un término sofisticado que para muchos enmascara el viejo proteccionismo de siempre. El objetivo es propulsar la demanda interna y la innovación local como motores de la economía nacional, y mantener a mercados e inversores extranjeros como potenciadores secundarios del crecimiento. El Gobierno ha aprobado numerosos subsidios estatales para varias industrias, como los semiconductores. En lo que va de año, las importaciones chinas se han congelado mientras sus exportaciones se han disparado, dando lugar al mayor superávit comercial visto en la historia. Un énfasis en este aspecto podría reforzar la tendencia de más Estado y menos mercado de los últimos años.

"La economía china todavía depende del dólar y de la tecnología estadounidense para ciertos sectores"

Sobre el terreno, las señales son mixtas. Por ejemplo, el Ejecutivo chino aprobó recientemente un edicto para potenciar la seguridad alimentaria nacional que exige a los agricultores abandonar cultivos rentables para dar más terreno a la siembra de insumos básicos, regresando a prácticas centralistas que parecían superadas en los 90. Pero, poco después, anunciaba una serie de medidas para facilitar la inversión extranjera en sectores donde todavía no tiene una fortaleza específica, como el turismo o el cuidado de ancianos.

"Hay áreas en las que están avanzando muy rápido, como la inteligencia artificial, la computación cuántica o muchos recursos para tecnología militar, pero la economía china todavía depende del dólar y de la tecnología estadounidense para ciertos sectores", afirma Small. "Xi ha puesto por encima la seguridad nacional, la ideología y la política al crecimiento económico y los intereses financieros, que es algo no veníamos desde el maoísmo. Pero las medidas Covid Cero, la consolidación del papel del Partido en la economía a costa de cortas las alas a algunos de los sectores privados más exitosos y los pasos, difíciles pero necesarios, en el mercado inmobiliario han debilitado la economía y podríamos tener que acostumbrarnos a un período de menor crecimiento en China", agrega el experto.

No es que esto vaya a traducirse en contradicciones internas que hagan descarrilar el comunismo, pero sí una situación en la que Occidente podría recuperar algo del terreno perdido.

Geopolítica de alto riesgo

El último punto a vigilar será el termómetro retórico de Xi contra Occidente y cualquier posible referencia a Taiwán. Las crecientes tensiones con Taipéi, aceleradas con la invasión rusa de Ucrania, configuran el escenario con más potencial desestabilizador del panorama geopolítico actual. Aunque la política oficial de Estados Unidos al respecto sigue siendo la de "ambigüedad estratégica", el presidente Joe Biden ha llegado a asegurar hasta en cuatro ocasiones que Washington saldría en defensa del pequeño país insular en caso de una agresión por su gigantesco vecino —declaraciones siempre matizadas posteriormente por sus asesores—.

Foto: Banderas de China y Australia. (Reuters)

Xi ha apostado fuerte por la agresiva diplomacia ‘Wolf Warrior’, alienando a muchas democracias occidentales y a algunos vecinos regionales, mientras continúa invirtiendo ingentes cantidades de dinero en la modernización de su Ejército. Ya cuenta con la Marina más grande del mundo, algunos de los misiles balísticos más avanzados y bases aéreas en islas artificiales en el Mar del Sur de China. Si la pandemia comenzó el divorcio del siglo entre China y Occidente, incubado en los años anteriores por la Casa Blanca de Donald Trump, la guerra en Ucrania parece alejar aún más los caminos del entendimiento con la potencia asiática. Nada que ver con el papel constructivo que jugó Pekín en la invasión de Georgia o de Crimea, o su rol estabilizador durante la crisis de la eurozona. Ahora, China enseña los dientes.

"Ya vimos las consecuencias de esto en la pandemia —cuando fue extremadamente difícil lidiar con Pekín de forma pragmática y racional— y ahora en la guerra de Ucrania. No hay duda de que Putin fue envalentonado por el apoyo abierto que le dio Xi en su conocida declaración de Amistad Sin Límites del pasado febrero", comenta Small. "Tenemos que prepararnos para una China cada vez más hostil ideológicamente, más anti-occidental y con más capacidad desestabilizadora en el mundo", avisa.

Puede que el 20º Congreso del Partido Comunista Chino, que comienza en Pekín este domingo, le quede un poco lejos. Incluso que no le suene de nada. Pese a ser la economía que alimenta al capitalismo global y la potencia clave en el diseño de la nueva arquitectura global, el interés de la opinión pública occidental —y buena parte de su clase política— a lo que acontece en el país asiático es muy limitado. Sin embargo, la hoja de ruta que salga de ese cónclave tendrá consecuencias de amplio alcance que remodelarán el gigante asiático y reverberarán en Occidente en los años por venir.

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