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Incendio en las tertulias: por qué las teles rusas empiezan a dar por perdida la guerra
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Giro en el frente propagandístico

Incendio en las tertulias: por qué las teles rusas empiezan a dar por perdida la guerra

Ola pesimista entre los tertulianos de los canales controlados por el Kremlin. La posibilidad de una derrota cambia la narrativa. Comienzan el reparto de culpas, el control de daños y las purgas internas. Máxima inestabilidad

Foto: Un ciudadano sigue un discurso de Putin en un bar a las afueras de Moscú. (EFE)
Un ciudadano sigue un discurso de Putin en un bar a las afueras de Moscú. (EFE)
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El pasado 4 de octubre, el Ejército ucraniano culminó una contraofensiva con la reconquista de Limán y el avance en varios puntos del frente noreste.

De la contraofensiva ucraniana se pasó… al bajón de la tele rusa; ese día, se produjo un giro narrativo en el oficialismo catódico de Moscú.

El tono de los programas de hoy ha sido diferente a todo lo visto desde el 24 de febrero [cuando empezó la invasión de Ucrania]. Dado lo controlados que están los medios rusos, me pregunto si esto indica algo”, aseguró Marta Dyczok, profesora de ciencia política en la Western University de Ontario y autora de varios libros sobre Ucrania.

¿Qué estaba pasando?

Que en dos programas de la tele controlada por el Kremlin, dos corresponsales rusos de guerra (Alexandr Sladkov y Alexander Kots) describieron la situación en Ucrania con una crudeza inhabitual: Rusia necesitaba al menos dos meses para responder a las contraofensivas ucranianas y el Ejército estaba desbordado. "No tenemos suficientes personas para contener un frente tan grande... En un futuro cercano, no habrá buenas noticias en el frente", dijo Kots.

Foto: Surovikin, junto a Putin, en el Kremlin en 2017. (Sputnik/Alexei Druzhinin)

Tras escuchar las críticas de Kots, Vladímir Solovyov, presentador de la televisión estatal rusa, entró en ignición en directo: dijo que las malas noticias le estaban poniendo de mala leche… y pidió restaurar la pena de muerte para los desertores.

Solovyov dijo entender el “estado de depresión” general porque “las noticias no son como nos gustarían”, pero cargó contra un derrotismo que avergonzaría a “nuestros abuelos”. Esta Rusia "emocional", según el presentador, hubiera perdido la II Guerra Mundial.

Durante el mismo programa, "el presentador de televisión Boris Korchevnikov se echó a llorar… y acusó a los rusos que no quieren morir en la guerra de ser 'un cero a la izquierda, decadentes, basura", resumió Julia Davis en uno de sus análisis sobre la propaganda rusa en 'The Daily Beast'.

"La nefasta invasión rusa de Ucrania se está desmoronando, y los principales propagandistas del Kremlin se están desmoronando con ella", añadió Davis.

"La nefasta invasión rusa de Ucrania se está desmoronando, y los principales propagandistas del Kremlin se están desmoronando con ella"

La asunción de que las cosas iban mal en Ucrania disparó las críticas de los tertulianos televisivos rusos los días siguientes: contra la OTAN (como casi siempre) y contra los desertores (por la desbandada tras el reclutamiento anunciado por Putin semanas antes), pero sobre todo (he aquí la novedad) contra el modo en que el Ejército y el Ministerio de Defensa estaban gestionando la guerra. La culpa no era de Putin, eso sí, sino de los ineptos que le rodeaban. A Putin se le pedía, como mucho, un poco más de mano dura.

Poco después, el presentador Solovyov criticó en antena a la jerarquía militar que, pese a “llevar años recibiendo el presupuesto necesario” había permitido a Ucrania “consolidarse militarmente de una manera colosal”.

Volaban los cuchillos en Moscú, guardando el equilibrio de criticar al régimen sin criticar a Putin.

¿Se estaban saliendo de madre las críticas?

"El entorno de medios estatales rusos es hipervertical, está controladísimo, no suele decirse nada que no esté autorizado desde arriba. Un invitado puede soltar un día un par de frases fuera de guion, y hacer fruncir el ceño a los presentadores, pero no más que eso. Dicho eso: las opiniones sobre la guerra se han vuelto, de pronto, superpesimistas. Hasta el jefe del comité de Defensa de la Duma [Andrey Kartapolov] ha dicho que el ministerio de Defensa tiene que dejar de mentir", cuenta un analista en desinformación rusa que prefiere no dar su nombre.

El puente

La mezcla de bajón (por los reveses en Ucrania), frustración y calentón (muchos tertulianos piden puñetazos en la mesa por pura impotencia) se exacerbó el pasado fin de semana.

Tras la voladura del puente de Crimea, la televisión estatal rusa se convirtió en un tenso funeral, como recogió Julia Davis en uno de sus artículos. Sergey Mardan, presentador de televisión, pareció aturdido cuando le tocó explicar la noticia: “Llevamos todo el día hablando sobre cómo ha podido pasar esto [el derribo del puente]. No va a salir nada bueno de esto … Han logrado un enorme efecto propagandístico”.

"El putinismo se está descomponiendo a gran velocidad. La inestabilidad es brutal. La cosa está muy caliente en Moscú"

Según Mardan, los rusos habían subestimado a los ucranianos, comparándoles con el ISIS y calificando la guerra de mera "operación especial". “Comparar a Ucrania con el ISIS es un insulto para el Ejército ruso, que ha estado luchando en un frente enorme durante siete meses (...) El ISIS es una tribu con sandalias hechas de neumáticos. No tienen ciudades, centrales eléctricas, trenes o fábricas. Ucrania lo tiene todo. Ucrania es un enemigo cruel, motivado y bien preparado. Es una nación enemiga librando una guerra en toda regla, mientras nosotros seguimos llamándola operación militar especial (...) Dios mío, no puedo seguir escuchando esta retórica espesa y pegajosa”, cargó el presentador contra la propaganda del Kremlin, de la que él mismo forma parte...

La voladura del puente de Crimea, según Mardan, era la constatación de que los rusos habían vivido una fantasía en Ucrania: "Durante la primera semana de la invasión, tuvimos la ingenua expectativa de otro milagro de Crimea".

Foto: Labores de extinción del incendio del puente que une Rusia y Crimea (Reuters)

En efecto, la esperanza de tomar Kiev sin resistencia y sin reacción de la comunidad internacional, en una guerra relámpago y limpia como la anexión de Crimea en 2014, fue la base de los cálculos políticos de Putin y de la propaganda interna del Kremlin durante la invasión de Ucrania. Pero esa esperanza "se evaporó pronto", según Mardan, y el gran mazazo llegaba siete meses después con la contraofensiva ucraniana. La tele oficialista rusa, en definitiva, empezaba a asumir que la guerra se podía perder.

Preguntado qué significaría un fiasco ruso en Ucrania, el tertuliano Evgeny Norin se puso épico y sombrío: “La derrota de Rusia se parecería al yugo mongol, con un giro tecnológico moderno (...) Solo para darnos una lección, Crimea, Donbas y otras regiones en disputa serían eliminadas. Desde el punto de vista de la humillación nacional, nos veríamos obligados a abandonar Sebastopol. Recuerden el destino de Serbia y Yugoslavia, que tuvieron que renunciar a todas sus élites militares y políticas”.

La hipótesis

Aunque las llamadas a la mano dura siguen siendo constantes estos días (hemos visto a tertulianos pedir asesinar a los líderes occidentales que ayuden a Ucrania o pedir volar todas las instalaciones energéticas de Ucrania para convertir su invierno en un infierno), la novedad ahora es que el pesimismo ha calado entre el tertulianismo televisivo.

¿Se ponen tertulianos y presentadores en lo peor para convencer a la opinión pública de la necesidad de un último gran esfuerzo militar? ¿Empieza el régimen a prepararse (y a reordenarse internamente) para un mal resultado en Ucrania?¿Control de daños? ¿Desvío de culpas? Un poco de todo.

"O es el sálvese quien pueda o se buscan chivos expiatorios con tal de no culpar a Putin"

¿Qué hay detrás de esta nueva narrativa? Según el analista en desinformación rusa, hay tres posibilidades.

1) Nadie al mando: “Qué el Kremlin haya perdido el control de la narrativa, todo el mundo esté en modo sálvese quién pueda y nadie sepa bien qué decir, porque no llegan instrucciones claras desde arriba y cada uno dice lo que cree más conveniente para él”.

2) Cabezas de turco: “Que se haya activado la búsqueda de responsabilidades, porque es imposible ocultar la debacle, y se busquen chivos expiatorios con tal de no culpar a Putin; es decir, una estrategia dirigida desde el Kremlin. En plan: sí, Ucrania va mal y estamos viendo a quién echar la culpa".

3) Ceremonia de la confusión: "O una opción intermedia entre las dos primeras. Es típico del Kremlin lanzar varios mensajes contradictorios hasta que uno gana tracción y se quedan con ese. Fuera como fuese, el contexto de las tres opciones sería el mismo: el putinismo se está descomponiendo a gran velocidad. La inestabilidad es brutal. La cosa está muy caliente en Moscú".

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El pasado 4 de octubre, el Ejército ucraniano culminó una contraofensiva con la reconquista de Limán y el avance en varios puntos del frente noreste.

Conflicto de Ucrania
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