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¿Quiere China destruir Australia? Así mata Pekín a la gallina para asustar al mono
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¿Quiere China destruir Australia? Así mata Pekín a la gallina para asustar al mono

Desairar a China se paga caro. Lo sabe Australia, que sufre las consecuencias de su insolencia en forma de aranceles que amenazan con cerrar las puertas de su principal mercado

Foto: Banderas de China y Australia. (Reuters)
Banderas de China y Australia. (Reuters)

Lo que China está haciendo con Australia es lo que popularmente se conoce como lanzar un aviso a navegantes. En chino, lo llaman 杀鸡儆猴: matar a la gallina para asustar al mono. O sea, castigar al débil para que tomen nota los poderosos. Y así de claro lo han expresado voceros del Partido Comunista, como el editor jefe del diario ultranacionalista 'Global Times', Hu Xijin: “Australia es un chicle en la suela de China. A veces, tienes que buscar una piedra para quitártelo”.

Australia y China podrían ser buenos amigos. Sus economías se complementan y el gigante asiático es un magnífico mercado para muchos de los productos del país oceánico. No en vano, China es, con diferencia, su principal socio comercial: el año pasado, pagó unos 145.000 millones de euros para hacerse con el 32,6% de las exportaciones australianas, que van desde materias primas hasta deliciosas chuletas.

Foto: Foto de grupo con los líderes políticos de los 15 países firmantes. (EFE)

Pero Australia es miembro del informal club de los ‘cinco ojos’, el eje anglosajón que ha creado un frente político común contra el Partido Comunista, y Canberra lleva tiempo desairando a Pekín. El deterioro de la relación bilateral comenzó en 2018 con el veto australiano a las redes 5G de Huawei y se ha agudizado este año con la petición en abril de una investigación internacional sobre el origen del coronavirus —China aún no ha permitido el acceso de personal de la OMS al supuesto epicentro de la pandemia—, la exigencia de respeto a los derechos humanos en Xinjiang y en las protestas de Hong Kong —a cuyos ciudadanos ha ofrecido refugio en su territorio—, y las acusaciones de interferir en los asuntos internos del país.

La última muestra de que China y Australia van camino de convertirse en rivales irreconciliables ha sido el tuit que publicó el pasado día 30 el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Pekín, Zhao Lijian: en un mensaje inusualmente crítico, el funcionario condenó el asesinato de civiles afganos a manos de tropas australianas —desvelado en un informe— e ilustró su exigencia de justicia con un montaje fotográfico de Fu Yu, conocido artista propagandista, que muestra a un militar amenazando a una niña con un cuchillo al cuello. ‘No tengas miedo, venimos a traeros la paz’, se lee en la imagen que Zhao incluso ha fijado en lo alto de su cuenta.

Canberra ha exigido una disculpa que no se va a producir, y muchos han señalado la hipocresía de que el portavoz de un régimen autoritario que nunca daría a conocer las investigaciones internas sobre sus propias tropas y que tiene más bien poco respeto por las minorías sea quien dé lecciones sobre derechos humanos. El artista disidente Badiucao le ha dado la vuelta a la tortilla y ha publicado una serie de tres viñetas en las que el soldado cambia la enseña australiana por la china y la niña con el cuchillo al cuello se convierte en una musulmana uigur, un monje tibetano y un manifestante prodemocracia hongkonés.

“Es un ejemplo más de la diplomacia ‘lobo guerrero’ de China, que resulta totalmente contraproducente porque no incrementa su influencia en el mundo, sino que la reduce. Está tratando de coaccionar al Gobierno australiano y consiguiendo todo lo contrario”, afirmó el ex primer ministro Malcolm Turnbull en una entrevista en la que describió a China como un ‘abusón’. “Quiere que nos callemos y que bajemos la cabeza. Pero lo último que debemos hacer es dar un paso atrás, porque entonces sufriremos aún más ‘bullying”, sentenció el exmandatario.

Foto: Enrique Villarino.
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Ofensiva económica sin precedentes

Consciente de que tiene el relato político perdido, y siguiendo la hoja de ruta que ha aplicado en anteriores confrontaciones similares con Corea del Sur, Japón o Filipinas, entre muchos otros países, Pekín ha lanzado una ofensiva económica sin precedentes para castigar la insolencia australiana con un puñetazo donde más duele: el bolsillo.

En mayo, Pekín arrancó su andanada de aranceles con uno del 80% para gravar las importaciones de cebada australiana —una de las principales partidas agroalimentarias del país, que el año pasado vendió al gigante asiático más de cuatro millones de toneladas— y prohibió la compra de carne procedente de sus principales mataderos. En junio, abrió otro frente y atacó los sectores del turismo y la educación emitiendo una advertencia de viaje. Pero ningún golpe ha sido tan duro como el de los aranceles al vino australiano, impuestos a finales de mes y cuya cuantía oscila entre un mínimo del 107,1% y un máximo del 212,1%.

Oficialmente, este gravamen es una respuesta al resultado de una investigación que Pekín inició en agosto. Porque ha concluido que los viticultores australianos reciben subvenciones que dañan seriamente la producción local. Ese ‘dumping’ se corrige con unos aranceles que, ‘de facto’, expulsan el vino australiano de su mayor mercado. “Las más perjudicadas son las enormes bodegas australianas con marcas muy famosas. Pero, sobre todo, han ido a por la primera, TWE, que tiene el archiconocido Penfold’s”, apunta Carlos Miranda, importador español de vino residente en Guangzhou. “Ya está planteándose la producción en China de algunos vinos para tratar de compensar la medida”, corrobora Alberto Bermejo, responsable en China de Carolina Wine Brands.

Foto: Foto: EFE.

De lo que nadie duda es de que la decisión de Pekín tiene una motivación política. “No hay más que ver cómo a una bodega australiana que tiene capital y jefe chinos, y cuyos representantes son anti Scott Morrison [primer ministro de Australia], ha sido mágicamente perjudicada con la tasa más baja”, comenta Miranda. “Siempre que te posicionas en política internacional, vas a ganar amigos y enemigos. Australia ha elegido ser más amiga de Estados Unidos”, apostilla Bermejo.

Turnbull asegura que los consumidores chinos también saldrán perjudicados, porque tendrán menos donde elegir, pero Bermejo no tiene dudas al respecto: “Los consumidores chinos entienden que la decisión del Gobierno es correcta y la apoyarán a través de sus hábitos de compra”, vaticina. Y no va mal encaminado. “Creo que tenemos el deber patriótico de defender los intereses de nuestro país también cuando adquirimos productos extranjeros”, defiende Xu Ming, un joven de Shanghái que apoya la mano dura con Australia. “A mí me gustan el vino y la carne australianas, pero ahora buscaré los de otros países. El mundo debe sentir la fuerza que ha adquirido China sin necesidad de que bombardeemos a nadie, como hace Estados Unidos. El mercado interno es nuestra arma”, dispara.

No os necesitamos

En junio, el 'Global Times' hizo una encuesta que arroja un resultado contundente: el 82,4% de los chinos que participaron considera que su país no depende en absoluto de Australia, mientras que el 43,2% afirma que Australia sí depende de China. “Debido a la pandemia y a los ataques que recibimos del exterior, sobre todo de Estados Unidos, nuestro Gobierno está tratando de fortalecer el consumo interno y las empresas locales. Creo que es una buena estrategia para reducir nuestra dependencia y salir fortalecidos”, añade Du Yuanyuan, empleada en el departamento financiero de una multinacional alemana. “Seguramente, cuando Joe Biden llegue a la presidencia, las aguas volverán a su cauce poco a poco”, agrega, reflejando un optimismo compartido por el 44,4% de quienes respondieron al rotativo chino.

Pero no todos comparten el patriotismo ciego de Xu y Du. “Creo que cada país tiene derecho a expresar sus propias ideas libremente. Pero, si abogamos por el libre mercado, no podemos disfrazar cortapisas políticas de barreras comerciales. Porque nos exponemos a que el mundo haga lo mismo con los productos chinos, y creo que saldríamos perdiendo”, expone un joven que trabaja en una empresa de ‘trading’ y que prefiere dar solo su apellido, Zhang. “La sensación que tengo es que China se está labrando una imagen global cada vez peor”, concluye.

"Si no reflexiona, Australia terminará caminando en la oscuridad", avanzó un amenazante artículo del 'Global Times'

De momento, la posición de China es de firmeza. "Si no reflexiona, Australia terminará caminando en la oscuridad", avanzó un amenazante artículo del 'Global Times' a finales del mes pasado. Pero esta coyuntura no debería resultar sorprendente, porque el propio Parlamento australiano ya la previó en un informe que publicó hace nada menos que 23 años, cuando Asia se vio castigada por una crisis financiera: “La relación con China es uno de nuestros principales problemas en materia de política exterior. China mantiene un rápido crecimiento económico incluso al entrar en un periodo de incertidumbre política. Ese desarrollo está convirtiendo el país en un socio prioritario de Australia en los ámbitos del comercio y de la inversión, y su éxito está incrementando la asertividad de Pekín en asuntos regionales y globales”.

Ya en 1997, la relación entre China y Australia pasaba por un bache. Y la situación que refleja el informe se parece mucho a la actual: “Las políticas australianas con relación a China y a Estados Unidos han recibido estridentes e inusuales críticas públicas por parte del Gobierno chino. Si las autoridades chinas perciben que alguna política va contra sus intereses, no dudarán en revocar los acuerdos en vigor”.

Foto: Caricatura de Donald Trump en un restaurante en Guangzhou, China. (Reuters)

Claro que, a río revuelto, ganancia de pescadores. Los aranceles que gravan los productos australianos se aprecian en otros países, incluida España, como una oportunidad para ocupar el espacio que quedará libre. “Chile debe ser el reemplazo natural de los vinos australianos porque disfruta de un tratado de libre comercio como el que favorecía a los vinos australianos hasta hace una semana. Por otra parte, la estabilidad de las relaciones diplomáticas con China de los países sudamericanos y europeos abre puertas a otros países”, analiza Bermejo.

Sin embargo, Luis Galán, fundador de la consultoría de comercio electrónico china 2Open, prefiere no caer en triunfalismos y analiza lo que supone este toque de atención: “Mirado con perspectiva y en contexto, el movimiento parece estar en línea con el desacoplamiento de China, no con un país en particular sino con Occidente en general. Y la confianza en sí misma de China podría derivar en una autarquía parcial y más conectada con otros países donde está ganando influencia ante el vacío americano de la era Trump. Lo veo con pesimismo, porque podría desembocar en una configuración del mundo en bloques estancos”. De momento, Australia hará bien en tratar de diversificar el destino de sus exportaciones para reducir su dependencia de China, una lección que pueden aprender también otros países.

Lo que China está haciendo con Australia es lo que popularmente se conoce como lanzar un aviso a navegantes. En chino, lo llaman 杀鸡儆猴: matar a la gallina para asustar al mono. O sea, castigar al débil para que tomen nota los poderosos. Y así de claro lo han expresado voceros del Partido Comunista, como el editor jefe del diario ultranacionalista 'Global Times', Hu Xijin: “Australia es un chicle en la suela de China. A veces, tienes que buscar una piedra para quitártelo”.

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