Cómo Xi ha alimentado el monstruo nacionalista... que con Taiwán se lo puede comer
Pekín ha alimentado en los últimos años un sentimiento nacionalista entre la sociedad china, que ha reaccionado ante lo que consideran una 'tibia' respuesta a la visita de Nancy Pelosi
"El ultimátum chino" es el dicho que condensa en las redes sociales del gigante asiático la humillación por la visita de Nancy Pelosi a la isla de Taiwán, una democracia autogobernada desde 1949 a la que el régimen del Partido Comunista de China (PCCh) considera parte de su territorio. Más de 900 "advertencias finales" lanzó la China comunista contra EEUU desde 1958, cuando sus cazas sobrevolaban el estrecho de Taiwán para proteger a la isla, reconocida entonces diplomáticamente por una mayoría de países. Ninguna de esas advertencias tuvo consecuencia bélica alguna, para sorna de los soviéticos, que acuñaron esta frase para ridiculizar a su vecino. Los paralelismos históricos a la luz de la invasión rusa de Ucrania no hacen más que exacerbar los ánimos.
Las bravuconadas de Pekín ante la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU a Taiwán, la primera de un alto cargo del país americano desde 1997, prendieron el sentimiento nacionalista que el propio régimen ha cultivado en las últimas décadas, con millones de peticiones en grupos de WeChat y en plataformas como Weibo para iniciar la invasión militar de Taiwán e incluso derribar el avión en el que viajaba Pelosi.
"¡No lo puedo creer! Estaba a punto de celebrar la unificación con Taiwán por la fuerza. China es lo suficientemente fuerte para hacerlo, ¿no es así?", se quejaba un usuario de Weibo el miércoles, al comprobar que la invasión no se había llevado a cabo. La plataforma colapsó ese día durante 30 minutos por los miles de millones de protestas contra Taiwán, EEUU e incluso insultos misóginos contra la congresista.
"Esta vieja diablesa, pero cómo se atreve a venir", escribió el popular bloguero Xiaoyuantoutiao, para añadir después: "Me fui a dormir tan cabreado anoche que no podía dormir". Millones de hashtags como "solo hay una sola China" clamaban por la ocupación de la isla a raíz de la visita de la congresista de 82 años.
La decepción popular se produce después días de alardes de fuerza y amenazas por parte del régimen previos a la visita, que se han materializado en unas maniobras militares con fuego real alrededor de la isla, y la suspensión el viernes de ocho medidas de cooperación con EEUU. Una protesta oficial que el clamor popular considera insuficiente.
La semana anterior, el presidente Xi amenazó a su homólogo estadounidense, Joe Biden, en conversación telefónica, alegando que "no se puede desafiar la opinión de 1.400 millones de chinos y su firme voluntad" de defender su integridad territorial. "Si juegas con fuego, seguramente perecerás en él", sentenció Xi.
¿Respuesta pusilánime?
Los aparatos de propaganda de Pekín avivaron el fuego en los días previos a la visita de Pelosi. El exeditor del tabloide nacionalista Global Times, Hu Xijin, que cuenta con 24 millones de seguidores en Weibo, expresó el 20 de julio que era hora de llevar a cabo una invasión militar. "Mi sugerencia para el Gobierno chino y los militares: si Pelosi visita Taiwán, el Ejército del aire acompañará al avión de Pelosi y entrará en la isla, por primera vez y de manera histórica". El comentarista analizaba poco después del aterrizaje este martes la desazón del sentir popular: "Pelosi ha aterrizado. Nuestros esfuerzos diplomáticos y la lucha de la opinión pública no la han detenido. El pueblo se siente decepcionado, es normal".
A tenor de las reacciones de frustración de los chinos por lo que consideran pusilanimidad por parte de su régimen, los expertos apuntan que el monstruo nacionalista que ha creado el presidente Xi Jinping puede acabar devorándolo si se le va de las manos.
"El ultranacionalismo es una espada de doble filo", señala Stephen M. Young, exembajador de EEUU. en Pekín y en Taipéi y experto en China, a El Confidencial. "Requiere por parte de Xi un acercamiento agresivo hacia Taiwán y los críticos de China en el exterior. Pero puede haber jugado en su contra, tanto por la respuesta de Estados Unidos, permitiendo que el viaje siguiera adelante, como por la forma tan torpe con la que Xi ha gestionado este problema".
Según Young, la visita de Pelosi "ha puesto de manifiesto los intentos fallidos de Xi para intimidar a Taipéi hasta su sumisión", y esta mala gestión podría ser usada en su contra por "sus contrincantes en el Politburó para facilitarle un tercer mandato de cinco años en el Congreso de otoño, lo que convertiría a Xi en secretario general y líder máximo chino para el resto de su vida. Creo que Xi superará esta tormenta, pero su tercer mandato, que lo convertiría en un segundo Mao (Zedong), puede estar en disputa".
Ja Ian Chong, profesor asociado de la Universidad Nacional de Singapur, experto en China y nacionalismo, cree que es demasiado pronto para valorar si el creciente chauvinismo chino va a ser contraproducente. "No obstante, esas tendencias parecen crear cierta presión contra una moderación del liderazgo del PCCh, ya que se está criticando que no está haciendo lo suficiente en respuesta a la visita de Pelosi. Si añadimos las dinámicas internas del partido, la presión para acciones más duras y agresivas pueden empujar al PCCh y a Xi a comportamientos arriesgados", explica, en conversación con El Confidencial.
Difícil equilibrio para Xi
Chong considera que los líderes chinos están intentando mostrar una respuesta enérgica que pueda satisfacer en parte las demandas de los nacionalistas de línea dura al tiempo que evita una escalada descontrolada. "Podrían haber tomado acciones más fuertes, como llevar a cabo los ejercicios militares antes de la llegada de Pelosi, aplicar más sanciones a la industria taiwanesa -incluyendo semiconductores, sanciones a firmas de EEUU, acoso más directo a los activos de EEUU en el Pacífico. Sin embargo, Pekín se ha abstenido, por lo que ha recibido críticas de debilidad por parte del nacionalismo".
También Phelim Kine, analista de China para Politico, ve a Xi Jinping en un difícil equilibrio. "Xi Jinping debe caminar por una delgada y tensa línea en su gestión de las secuelas de la visita de Pelosi a Taiwán. Por un lado, quiere beneficiarse en casa avivando los reflejos nacionalistas sobre las supuestas violaciones de la soberanía china, lo que puede ayudar a pulir su imagen como un férreo defensor de la integridad territorial de China", explica a este diario. Pero al mismo tiempo, "necesita mantener esa respuesta pública -y las expectativas que le impone como presidente de China- cuidadosamente contenidas para poder enviar a EEUU un mensaje de descontento muy calibrado pero manteniendo intacta la relación entre EEUU y China, y que eso no lo exponga a la crítica pública de que está mostrando debilidad ante EEUU por el tema de Taiwán".
El equilibrio parece complicado. "Ya hay expresiones de descontento en las redes sociales chinas por lo que se percibe como una respuesta inadecuada a la visita. La decisión del ministerio de Asuntos Exteriores de cancelar el viernes ocho iniciativas de cooperación militar y diplomática con EEUU está destinada a reforzar el mensaje a la opinión pública china, -que ya se lanzó con los ejercicios con fuego real del Ejército de Liberación Popular alrededor de Taiwán esta semana-, de que Xi es firme, decidido y no tiene miedo a defender los intereses de China. Y al mismo tiempo le está enviando el mensaje a la administración Biden de que la relación bilateral está intacta y puede mejorar", agrega Kine.
Una educación 'patriótica'
La ventaja para Xi es que en su país no hay libertad de prensa, de manera que los medios oficiales y los comentaristas a sueldo del régimen se encargarán de amplificar su narrativa para "garantizar que las pasiones nacionalistas contra Taiwán inculcadas a los chinos desde edad temprana a través de su ‘educación patriótica’ no desencadenen una reacción violenta popular. El sistema chino de propaganda y seguridad tiene la suficiente experiencia para restringir esa reacción, y a medida que pasen los días, la visita de Pelosi perderá el interés del público", pronostica este experto.
Xi Jinping y el PCCh se han centrado en las últimas décadas "en el rejuvenecimiento nacional a través del nacionalismo y un sentimiento de agravio y resentimiento" históricos contra los poderes occidentales, explica a El Confidencial Dominic Meagher, subdirector y economista jefe del Centro de Investigación John Curtin en Australia.
"Los Juegos Olímpicos de 2008, las discusiones exageradas sobre un ‘siglo asiático’, la idea de que China iba a recuperar su posición histórica como líder mundial convencieron a muchos chinos", con eslóganes como "bajo Mao, China se puso de pie, bajo Deng se hizo rica y bajo Xi se volvería poderosa. Esto parece haber sido una promesa excesiva, porque Xi solo sabe ejercer el poder dentro de la estructura de una dictadura militar, que no es como funciona el poder o el respeto internacional. Externamente, el poder y la influencia se basan en la formación de coaliciones, no en la dominación y el control", asevera el experto.
Ante estas expectativas, "muchos nacionalistas chinos esperaban que la retórica belicosa del lobo guerrero resultara en derribar el avión de Nancy Pelosi. Habiéndose visto frustradas sus fantasías, ahora aparecen más amargados y cínicos que nunca. Es difícil predecir cómo afectará esto a la voluntad de Xi de continuar liderando China. Tal vez algunos enemigos vean una oportunidad, pero en última instancia, su posición es segura", sentencia este experto.
Como el resto, Meagher pertenece a una elite de sinólogos y académicos que siguen de cerca los desarrollos del gigante asiático e intercambian sus opiniones online. Uno de los veteranos del grupo se lamentaba por el desequilibrio entre el nacionalismo chino y la opinión pública en su país: "Si le preguntas a un estadounidense qué opina de Taiwán, responde que le encanta la comida 'Thai'".
"El ultimátum chino" es el dicho que condensa en las redes sociales del gigante asiático la humillación por la visita de Nancy Pelosi a la isla de Taiwán, una democracia autogobernada desde 1949 a la que el régimen del Partido Comunista de China (PCCh) considera parte de su territorio. Más de 900 "advertencias finales" lanzó la China comunista contra EEUU desde 1958, cuando sus cazas sobrevolaban el estrecho de Taiwán para proteger a la isla, reconocida entonces diplomáticamente por una mayoría de países. Ninguna de esas advertencias tuvo consecuencia bélica alguna, para sorna de los soviéticos, que acuñaron esta frase para ridiculizar a su vecino. Los paralelismos históricos a la luz de la invasión rusa de Ucrania no hacen más que exacerbar los ánimos.
- Un acoso constante a los cielos de Taiwán: China ha multiplicado sus incursiones aéreas Carlos Santamaría*
- Más allá del simbolismo: cómo la visita de Pelosi va a impactar en Taiwán Carlos Santamaría. Nueva York
- Buques de guerra a 15 kilómetros de Taiwán: la respuesta de China cruza una nueva línea M. Redondo L. Proto Infografía: Rocío Márquez